MIERCOLES 3 DE JUNIO
El plan del miércoles incluía el castillo y luego todo Mala Strana o la ciudad pequeña.
Volvimos a atravesar el puente de Carlos (ya era como de la familia) y llegamos a la plaza de Mala Strana donde pillamos el tranvía. Cuando nos dimos cuenta estábamos atravesando otro puente y volvíamos a la ciudad nueva. !!! Nos equivocamos de sentido !!! (tampoco es que sea tan difícil equivocarse, el tranvía 22 viene de abajo y nosotros queríamos subir pero lo que ocurre es que llega al castillo por su parte posterior). De modo que a bajarse del bus y esperar otro en sentido contrario y solo disponíamos de 25 minutos (el ticket del bus va por tiempo). Llegamos a lo justo a la parada del castillo.
No entramos por la puerta principal sino por una lateral. Pagamos la entrada normal que da acceso a la catedral y a otros edificios que no recuerdo y también al callejón de oro. Tomamos un mapa y directos adentro. Rodeamos la catedral con el fin de seguir hasta el callejón dorado que estaba abarrotado (no es mas que una calle estrecha con pequeños casitas de colores que, o bien son tiendas o pequeños museos que quieren representar la vida de la época, en una de ellas vivió Kafka) y luego continuar hasta una gran torre circular que conserva en su interior instrumentos de tortura.
Se supone que ese es el final de recorrido pero como nosotros habiamos pasado de largo muchos edificios, atravesamos una puerta que se suponía solo de salida y llegamos frente al palacio Lobkowitz (donde está la estatua metálica del niño con la pilila dorada, de tanto que la toca la gente, incluida mi mujer). Aun visitamos otros 2 edificios cuyos nombres se me han olvidado, una capilla y un gran salón vacío antes de comer en un restaurante del patio central, 2 bocadillos y 2 cervezas.
Continuamos por el ala lateral de la catedral fotografiando sobretodo los curiosos terminales de las salidas de agua, allá en lo alto (estaban en sombra y se veían muy bien) y cuando llegamos al patio principal se celebraba una exhibición de la policía checa con motos y coches. Mientras las motos hacían sus piruetas yo miraba embelesado un enorme monopode de alguien entre el publico, eso si que era un palo selfie. Solo después de terminar la parada entramos en la catedral.
La recorrimos sin prisas admirando las capillas mas vistosas, la tumba de plata de San Juan Nepomuceno, imponente, y las coloridas vidrieras. Después, una vez en el exterior, intenté sin éxito fotografiar la fachada completa de modo que la tienen a trozos y al final una torpe reconstrucción con un programa de retoque. Incluyo un video pero igual para verlo tienen que ir a You Tube.
Luego recorrimos los jardines laterales con vistas a la ciudad donde se obtenían preciosas instantáneas.
Salimos por la puerta principal atravesando la verja de entrada con los dos colosos amenazantes a cada lado de la cancela. Como no, el edificio frontal estaba en obras y andamiado. Los andamios son una cosa que nos persiguen en cada viaje, buenos ejemplos son la fachada del palacio de los vientos en Jaipur (India), el Templo del cielo en la ciudad prohibida de Pekin (China), Santa Sofía en Estambul (Turquía) y aquí mismo en Praga, la iglesia de San Nicolás en la misma plaza de la ciudad vieja. Todos andamiados y perdiendo todo su esplendor.
Bajamos la calle Nerudova admirando las casas señoriales con sus distintivos sobre las puertas de entrada. No se nos hizo nada largo, de haberlo sabido habríamos subido por aquí en vez de coger el autobús.
Llegamos a la plaza de Malastrana (la plaza de la ciudad pequeña) y visitamos la Iglesia de San Nicolás, especialmente bonita. Deambulamos por dentro admirando sus pinturas y relieves, mientras yo me quedaba haciendo fotos, mi mujer subió a la segunda planta y cuando yo quise subir un vigilante ya entrado en años me dijo que no, que ya no era hora (aun faltaban 30 minutos para cerrar). De nada sirvió explicarle que mi mujer estaba arriba y bajaría con ella. Ya había leído lo secos que son los funcionarios en los monumentos de Praga, este no era seco, era sencillamente antipático.
La siguiente parada era el niño Jesús de Praga en la iglesia de la Santa Maria de la Victoria, andando un poco por la calle Carmelita. Y allí estaba, envuelto en un mantón verde del que solo sobresalía su cabecita y rodeado de ángeles y rayos de luz dorados. Difícil de fotografiar.
La cerveza y el agua que bebimos durante el día ya empezaban a hacer efecto de modo que decidimos parar en una cafetería camino del puente. Pedimos un café Frappé malo de solemnidad que salió por casi 4 Euros y encima no tenían W.C. aunque podíamos usar el del bar de al lado.
Y así terminamos el recorrido por Malastrana. Cruzamos de nuevo el puente y otra vez camino de la plaza del reloj. Esa era la hora mas concurrida, una marea humana abarrotaba las calles de aquí para allá, los que volvían del castillo, los que iban al puente, o a los muchos conciertos o sencillamente paseando.
Compramos un Trdelnik (un dulce bohemio en forma de tubo, tostado y glaseado, este relleno de crema) que nos comimos camino del supermercado ya que las existencias estaban menguando.
Después de dejar las viandas en el apartamento, volvimos a la plaza y subimos un poco por la calle Celetna donde encontramos el museo del chocolate y un pequeño museo de cera con una figura de Bruce Willis en el escaparate que solo le faltaba hablar, exacto al protagonista de la jungla de cristal, hasta los poros de la cara. Espectacular.
Ya cansados, volvimos a la plaza justo para ver la procesión de los apóstoles, cada hora en punto, en un sitio privilegiado con una cerveza en la mano. Y a casa