El vuelo de Adrián y su familia salía al final de la tarde. Les acompañé hasta el aeropuerto. Alejandra estaba molesta por mi abandono, pero después de ver algunas fotos y escuchar anécdotas, terminó sonriendo y regalándome un caluroso abrazo.
Al día siguiente, desperté con una extraña sensación. Era como resaca, pero emocional. Sin embargo, el momento sentimental se vio interrumpido por mi estómago y su amor a la comida. Lo más cercano a la casa, era un supermarket hindú (en la misma calle de una iglesia cristiana), y allí encontré un litro de jugo con aspecto radioactivo por apenas $ 0,10; además de leche ($ 2) y agua mineral ($ 4), una oferta que no podía rechazar, tomando en cuenta que estos dos últimos productos son de los más costosos en la isla.
Al día siguiente, desperté con una extraña sensación. Era como resaca, pero emocional. Sin embargo, el momento sentimental se vio interrumpido por mi estómago y su amor a la comida. Lo más cercano a la casa, era un supermarket hindú (en la misma calle de una iglesia cristiana), y allí encontré un litro de jugo con aspecto radioactivo por apenas $ 0,10; además de leche ($ 2) y agua mineral ($ 4), una oferta que no podía rechazar, tomando en cuenta que estos dos últimos productos son de los más costosos en la isla.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Iglesia en Grenada
Para cuando regresé a casa, Oliver estaba a punto de salir. Me dijo que iría hasta la oficina postal, me invitó a acompañarle y acepté. En el camino, iba señalando algunos detalles sobre la arquitectura e historia de las edificaciones. La oficina postal estaba en Carenage, un edificio pequeño pero con bastante movimiento de personas. Camisas azul claro, faldas azul marino por debajo de las rodillas y unos gruesos tacones negros; así estaban vestidas las empleadas. Para los hombres no había mayor diferencia, exceptuando claro está, pantalones en lugar de falda, y zapatos por tacones.
Antes de tomar fotos, pregunté a una de las chicas. De la manera más amable me explico que no podía, puesto que era un edificio gubernamental, y si lo hacía, podía ir a parar a la estación de policía. Esta última parte la reforzó con una gran sonrisa que dejaba ver su blanca dentadura. Mientras tanto, Oliver discutía con uno de los empleados, pues el paquete que había ido a retirar tenía dos semanas de retraso y para completar, le estaban cobrando algunos impuestos adicionales. El perdedor fue Oliver, tuvo que pagar más de lo esperado y su paquete había llegado tarde. Lo ayude a llevarlo hasta el carro, mientras le escuchaba quejarse del sistema postal de la isla. Cuando le dije que su sistema postal es millones de años luz más eficiente que el venezolano, no podía creerlo. Su reacción fue tan elocuente que no pude evitar decirle una de las frases más cliché de un venezolano en el exterior: “un litro de agua es más costoso que un litro de gasolina en Venezuela”. Oliver no daba crédito a mis palabras, y yo, simplemente le decía que no todo lo que brilla es oro. Para cuando regresamos a casa, me dijo que el paquete era una pequeña nevera para mi habitación. Y que le apenaba la demora e incomodidad que me pudiera haber causado. Vaya que era una grata sorpresa.
El resto de mis días en la isla, fueron mucho más tranquilos. Desayunar en casa, acompañar a Oliver a algunas inspecciones relacionadas con su negocio inmobiliario, y descubrir de primera mano la rutina local. Por las tardes, ir a Umbrella’s y tomar un par de cervezas viendo juegos de criquet (que al parecer, paralizan por completo a los países de la Commonwealth).
Antes de tomar fotos, pregunté a una de las chicas. De la manera más amable me explico que no podía, puesto que era un edificio gubernamental, y si lo hacía, podía ir a parar a la estación de policía. Esta última parte la reforzó con una gran sonrisa que dejaba ver su blanca dentadura. Mientras tanto, Oliver discutía con uno de los empleados, pues el paquete que había ido a retirar tenía dos semanas de retraso y para completar, le estaban cobrando algunos impuestos adicionales. El perdedor fue Oliver, tuvo que pagar más de lo esperado y su paquete había llegado tarde. Lo ayude a llevarlo hasta el carro, mientras le escuchaba quejarse del sistema postal de la isla. Cuando le dije que su sistema postal es millones de años luz más eficiente que el venezolano, no podía creerlo. Su reacción fue tan elocuente que no pude evitar decirle una de las frases más cliché de un venezolano en el exterior: “un litro de agua es más costoso que un litro de gasolina en Venezuela”. Oliver no daba crédito a mis palabras, y yo, simplemente le decía que no todo lo que brilla es oro. Para cuando regresamos a casa, me dijo que el paquete era una pequeña nevera para mi habitación. Y que le apenaba la demora e incomodidad que me pudiera haber causado. Vaya que era una grata sorpresa.
El resto de mis días en la isla, fueron mucho más tranquilos. Desayunar en casa, acompañar a Oliver a algunas inspecciones relacionadas con su negocio inmobiliario, y descubrir de primera mano la rutina local. Por las tardes, ir a Umbrella’s y tomar un par de cervezas viendo juegos de criquet (que al parecer, paralizan por completo a los países de la Commonwealth).
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Cerveceria
Para el día antes de mi vuelo, había quedado con Taylor y Kate, pero a último momento me cancelaron. Entonces tome la ruta de siempre, la de los 2 km hasta Grand Anse. Estando en la playa, camine hacia el sur en dirección a Umbrella’s. Para cuando llegué, el lugar estaba colapsado, y como no tenía ganas de hacer fila por una mesa, seguí mi camino. Según pude escuchar, el área estaba un poco congestionada porque era día de crucero. De pronto me vi caminando por un singular jardín de palmeras enanas que daba al lobby de un hotel, que a su vez compartía espacio con decenas de mesas adornadas con manteles más blancos que la leche. Lo curioso es que el lugar parecía estar desolado, o en todo caso fuera de servicio. En ese momento escuche un estruendo a mi espalda, cuando giré alcancé a ver a una figura humanoide envuelta en una especie de traje de planta nuclear, y con un extraño artefacto en sus manos. Detrás de esa insólita figura que se dirigía hacia mí, venia una gran nube de gas blanco. Sentía que estaba en una escena de alguna película de Ed Wood. Para darle más drama a la situación, una mano se posó sobre mi hombro, creo que nunca antes había sentido tanto temor como en ese momento. Cuando giré, un chico me ofrecía una mascarilla para cubrir mi nariz. Y entonces volví a la realidad. Estaban fumigando.
Para cuando mi encuentro alienígena terminó, fui a sentarme al restaurant. Me ubique en el área de los sofás junto a pasos de la playa. Cuando estaba ordenando la pizza, intente buscar en mi móvil la traducción de “champiñones”, y descubrí que se había descargado por completo. Afortunadamente vivimos en la época de la globalización, y casi todo el planeta conoce Mario Bros y los champiñones adulterados que comía. He de decir que ha sido una de las mejores pizzas (salsa, específicamente) que he comido en mi vida, al punto de pedir una segunda que terminaría siendo mi cena. Mientras devoraba mi almuerzo, una pareja de ancianos se sentó en la mesa de al lado, comiendo galletas y bebiendo champán. Más tarde, una chica realmente idéntica a Reese Witherspoon tomo asiento en otra de las mesas. Moriré con la curiosidad de saber si era ella o no. Para cuando toco pagar, el costo fue de $ 45 por dos pizzas y dos latas de Coca Cola. El lugar se llama Spice Island Beach Resort.
Para cuando mi encuentro alienígena terminó, fui a sentarme al restaurant. Me ubique en el área de los sofás junto a pasos de la playa. Cuando estaba ordenando la pizza, intente buscar en mi móvil la traducción de “champiñones”, y descubrí que se había descargado por completo. Afortunadamente vivimos en la época de la globalización, y casi todo el planeta conoce Mario Bros y los champiñones adulterados que comía. He de decir que ha sido una de las mejores pizzas (salsa, específicamente) que he comido en mi vida, al punto de pedir una segunda que terminaría siendo mi cena. Mientras devoraba mi almuerzo, una pareja de ancianos se sentó en la mesa de al lado, comiendo galletas y bebiendo champán. Más tarde, una chica realmente idéntica a Reese Witherspoon tomo asiento en otra de las mesas. Moriré con la curiosidad de saber si era ella o no. Para cuando toco pagar, el costo fue de $ 45 por dos pizzas y dos latas de Coca Cola. El lugar se llama Spice Island Beach Resort.
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Mi querido Camerhogne Park
Cuando regresaba a casa me detuve en el Camerhogne Park. Me senté bajo un árbol, y me dedique simplemente a recordar. Cuatro horas más tarde, me despedía de Oliver con un fuerte abrazo, y entraba a la sala de espera del aeropuerto. Sin darme cuenta había pasado de la inseguridad del viajero primerizo a la ansiedad de un adicto a las aventuras. Y es que ser viajero solitario es algo difícil de explicar, es una de esas cosas que tienes que experimentar para poder entender. Cuando no tienes a nadie junto a ti eres capaz de escuchar el ruido de la calle, capaz de captar el sonido de la lluvia y el viento, capaz de sentir (para bien o para mal) cada escenario que visitas, la soledad se vuelve tu compañera fiel y mejor consejera. Cada viaje y cada nueva persona que conoces, es un latido más de vida.
Gracias por la paciencia!!!
Gracias por la paciencia!!!