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Un salto al vacío

Un salto al vacío ✏️ Diarios de Viajes de Grenada Grenada

El amanecer del último día del año es, quizás, el momento cuando más personas hacen balances de su vida, de logros y fracasos. Ese miércoles desperté sintiéndome un poco culpable por estar alejado voluntariamente de mis seres queridos en una fecha...
Angel2711 Autor:   Fecha creación:   Puntos: 0 (0 Votos)

Diario: GRENADA EN UNOS CUANTOS ACTOS

Puntos: 5 (2 Votos)  Etapas: 8  Localización:Grenada Grenada

El amanecer del último día del año es, quizás, el momento cuando más personas hacen balances de su vida, de logros y fracasos. Ese miércoles desperté sintiéndome un poco culpable por estar alejado voluntariamente de mis seres queridos en una fecha tan simbólica, mientras miles de personas habrían querido tener apenas un par de segundos con al menos un integrante de su familia. Fue un momento extraño, sentimientos mezclados, muchas preguntas y pocas respuestas. Afortunadamente estamos en la época de internet, y un par de videollamadas aliviaría mi conciencia.

Adrián estaba de vacaciones con su hermana Alejandra, su madre Laura y su abuela Noelia. La noche anterior me había invitado a un tour por toda la isla que tenían programado. El costo del paseo era de $ EC 300 ($ 111), de los cuales tendría que aportar $ EC 60 ($ 22). El guía (Elwen) garantizaba al menos 8 horas de paseo, parecía una buena oferta, imposible de rechazar. Así fue como a las 8:00 am estaba esperándome una furgoneta frente a la casa de Oliver. Era un transporte bastante simpático, guardaba cierto parecido con la Mistery Machine de Scooby Doo. Elwen era todo un personaje, un Sancho Panza caribeño. Moreno, de poca estatura, y como el mismo se describía, de “huesos anchos”. Además era bastante conversador, amante de las tradiciones de su tierra y de las mujeres.

Fuimos hasta Mont Tout por Adrián y su familia, e iniciamos la jornada. El auto avanzaba por una serpenteante carretera. A cada lado, decenas de casas vagamente inspiradas en la época victoriana. En menos de 100 metros podías ver estructuras algo ostentosas, rodeadas de pequeñas casas que apenas podían sostenerse. Un recordatorio de cuan desigual es el impacto del turismo en la vida de los habitantes de cualquier zona turística.

De pronto las casas ya no estaban tan juntas. Y ahora el paisaje se tornaba uniformemente verde. Pero no era cualquier verde, era ese verde natural, el de la vida, el que te hace pensar en las maravillas de este planeta. La relativa monotonía de la carretera apenas y se veía interrumpida por algunos camiones de gaseosas, o pequeños lagartos que parecían estar tomando el sol a mitad del asfalto. Para recordar, la pintoresca maraña de cables que conforman el tendido eléctrico de la isla, un grito de la civilización en aquellos predios.


*** Imagen borrada de Tinypic ***
En alguna carretera de Grenada

Habrían pasado poco más de 40 minutos cuando llegamos a la entrada del parque donde se encuentra Annandale Falls, una de las cascadas mas famosas de la isla. Un estacionamiento para aproximadamente 20 vehículos, y un cartel que indicaba el costo de la entrada, $ 1 por persona. En ese momento, por alguna razón desconocida, la entrada era gratuita. Es un lugar bastante familiar, idóneo para niños y ancianos que no tengan mayor inconveniente con escaleras. Luego de 5 minutos a través de un sendero con algunas escalinatas y señalizaciones, se llegaba a la base de la cascada, que tenia una altura de aproximadamente 25 metros.

Cuando se es joven e inmaduro, la adrenalina es una adicción. Haciendo gala de ello, fui con la agente forestal que resguardaba el área y pregunte si podía lanzarme desde lo alto de la cascada. Me dijo que sí, pero únicamente con la ayuda de un experto. Alejandra, Laura y Noelia inmediatamente se acercaron hasta mi intentando advertirme cuan peligroso era lo que quería hacer. Agradecí su preocupación, e intentando ser interesante dije “es preferible morir hoy haciendo esto, que pasar el resto de mis días preguntándome que habría pasado si lo hubiera hecho”. Vamos, que después de decir unas palabras tan hollywoodenses, lo único que quedaba era inflar el pecho y dirigirse al patíbulo. La agente forestal, quien había entrado a su caseta minutos antes, salía con malas noticias; había sido imposible contactar al especialista. Entonces dije “it’s ok. No problem”, y sintiéndome liberado de la locura que había querido hacer, di media vuelta. En un extraño episodio de determinismo o alguna otra teoría filosófica, la agente puso su mano en mi hombro y dijo “don’t worry. You will jump today”. Acto seguido me pidió acompañarla a través de la montaña, iríamos hasta la casa del experto. Con una sonrisa nerviosa emprendí el camino a través de un sendero que a veces era absorbido por la vegetación. Cuando ya estábamos a mitad de camino, la chica lanzo un grito al cielo, y repetía “snake, snake”. Era la primera vez en mi vida que veía una serpiente. Era pequeña, de esas que se confunden con un tronco. Por irónico que parezca, tuve que tranquilizar a la agente haciéndole ver que la serpiente estaba muy lejos del sendero y que no mostraba interés por nosotros. Una vez superado el episodio, seguimos el camino hasta la cima de la montaña, donde se dejaba ver un pequeño poblado. Allí estaba un pequeño colmado con bebidas y snacks, y su dueño, John, era el especialista en clavados de la cascada. Me explico que su función era mostrar a los turistas la manera correcta de saltar, y por ello pedía una colaboración de $ EC 50 ($ 18.5).


*** Imagen borrada de Tinypic ***
Buscando quien me enseñara a saltar en Annandale Falls

La adrenalina daba paso al temor. Sentía que, a pesar de estar en medio de una isla del Caribe, estaba sudando frio. John y la agente probablemente notaron mi cara de angustia y en par de ocasiones, mientras íbamos montaña abajo, preguntaron cómo me sentía. Una vez en el tope de la cascada, me quite camisa y zapatos, mientras que John se enfundo camisa y pantaloncillos con los colores de la bandera de Grenada. Acto seguido inicio sus plegarias, que se alargarían por unos cinco minutos. Vaya que la cosa ya parecía más peligrosa que al principio. Mira que rezar antes de un chapuzón no es que sea muy común. Se paró al borde de la cascada, en una pequeña piedra que sobresalía. Me dijo “no left, no right” mientras dejaba caer un guijarro que se hacía pedazos contra las rocas al fondo del agua. “Just one step” fue su siguiente instrucción, y es que era importante dejarse caer en lugar de saltar, para engañar a la ley de gravedad. Repitió un par de veces las instrucciones y simplemente se dejó caer. Ahora yo quedaba solo en lo alto de la cascada, y solo en ese momento caí en cuenta de la docena de espectadores que había en el sitio, y que hacían palmas para que me lanzara. Nunca he sufrido de miedo escénico, pero en ese momento me congele, no sabía qué hacer, había olvidado las indicaciones de hace un minuto; y para hacer más dramática la situación, un par de nubes negras se posaron sobre el área.

Allí estaba bajo la lluvia y un cielo gris, paralizado de miedo, pero obligado por el orgullo. Fue tanto el tiempo que estuve paralizado, que John alcanzo a subir nuevamente hasta la cascada. Apenas se paró junto a mí, me dijo “if you don’t wanna jump, it’s ok. Don’t worry, bro”. Como si fuera una escena de película, gire mi cabeza y le dije “no, I don’t wanna jump. But I will do it. I need it”. Di un último paso sobre la piedra que sobresalía, conté hasta 3, y justo cuando me iba a dejar caer, me arrepentí. Pero ya era tarde, torpemente resbale y fui directo en caída libre hasta la pequeña laguna que se formaba al pie de la cascada. Fueron casi 5 segundos cayendo al vacío, donde comprobé la falsedad de eso que dicen “cuando estas a punto de morir, ves pasar tu vida en cuestión de segundos”. En ese momento, simplemente pensaba en como enderezar mi cuerpo, porque ese último segundo de duda hizo que cayera lateralmente. El choque con el agua dolió, y mucho. Fue como una gran cachetada en mi mejilla, me dejo atontado y no sabía dónde estaba ni que estaba haciendo. No podía moverme, escuchaba risas y algunos gritos, pero era incapaz de mover mis extremidades o gritar para pedir ayuda. Tras varios segundos de desesperación, pude retomar el control de la situación, recordar que estaba al pie de la cascada y que solo necesitaba nadar un par de metros hasta la orilla. Así lo hice, y cuando salí a flote, tuve esa indescriptible sensación de poder disfrutar el simple hecho de respirar, de caminar por mí mismo. Los turistas me preguntaban si estaba herido, si sabía dónde estaba. Adrián y su familia corrieron a auxiliarme. Una vez se cercioraron de mi integridad, inició la lluvia de reproches por tal acto de irresponsabilidad. Lo último que quería en ese momento era escuchar algún reclamo, así que con una gran sonrisa de sarcasmo, les dije “no me paso nada. Estoy bien. Relájense, lo que importa es el aquí y el ahora”. Me senté en una gran roca al borde de la laguna, y simplemente me dedique a sentir la lluvia caer sobre mi cuerpo.

Para cuando había cesado la lluvia, en mi mente solo había un pensamiento: saltar de nuevo. Así lo hice saber a John, quien con una gran sonrisa extendió su puño hacia mí, y dijo “you have my respect, bro”. Que alguien que se gana la vida saltando desde una cascada te diga eso, es más que una simple frase motivacional. Subimos nuevamente por el sendero hasta lo alto de la cascada, escuche las instrucciones de rigor, hice una breve revisión visual del área, y de pronto me parecía que no era tanta la altura, no había tanta gente, y que no me había dolido tanto el primer salto. Ya no sentía temor, solo esa adictiva e indescriptible adrenalina. Fue menos complicado, tomar aire, dar el primer paso y por último dejarse caer. Fueron 5 segundos de perfección. No siempre se tiene una segunda oportunidad, pero cuando la tienes debes tomarla como si fuera lo último que harás en tu existencia, vivir cada instante, disfrutar cada sensación, olvidar el resto del universo.

Después de semejante espectáculo, Adrián y su familia me veían como un suicida en potencia. Apenas en ese momento comprendí cuan irresponsables e inmaduros habían sido algunos de mis actos. Con la mayor vergüenza me excuse ante ellos, pero deje en claro mi posición sobre aprovechar cada momento que te ofrece la vida. Con las cosas más relajadas, fuimos hasta el colmado que estaba en la entrada del parque, y después de unas cervezas Carib ($ EC 6 c/u) partimos hacia Grand Etang Lake.


*** Imagen borrada de Tinypic ***
Annandale Falls, nunca te olvidaré

En esos 15 minutos de trayecto, el clima sorprendentemente se tornaba bastante frio. Incluso había neblina a pesar de estar tan solo a unos 500 metros sobre el nivel del mar. Se me hizo un tanto incomodo, pues venia empapado de pies a cabeza después de mi aventura en la catarata. Al detenernos junto al parque, todos fueron hasta la orilla del lago a tomarse las respectivas fotos. Me quede dentro del auto, y cuando Elwen me vio titiritando por el frio, reviso en su bolso y saco una pequeña cantimplora, extendió su brazo ofreciéndomela mientras decía “oh boy! You are crazy”. No era agua, era ron. Tomé un par de tragos antes de devolverla, lo suficiente para calentar mi cuerpo. Nos recostamos de la furgoneta, admirando la tranquilidad del paisaje. Elwen me contó que el lago Grand Etang es un lugar lleno de un extraño realismo mágico para los habitantes de la isla. Se decía que nadie había podido llegar al fondo del lago, y la última vez que un par de buzos quisieron cambiar la historia, desaparecieron, siendo sus cadáveres encontrados en la bahía de St George. Se creía que existía alguna especie de conexión entre el lago y el volcán submarino activo Kick’em Jenny (8 kilómetros al norte de Grenada).


*** Imagen borrada de Tinypic ***
Grand Etang Lake, y al fondo Mt. Qua Qua

El paseo continuó con una parada en la entrada del parque Grand Etang, a pocos metros del lago. Decenas de autos llegaban a estacionarse junto a una tienda de frutas para comprar bananas, con la esperanza de poder atraer a los monos Mona (Mona monkeys), una especie originaria de África que ha estado en la isla desde el siglo XVIII. De acuerdo a lo comentado por Elwen, lamentablemente bajo amenaza en la isla por caza indiscriminada. Nunca lograré comprender el afán de algunos seres humanos por destruir en lugar de conservar.


*** Imagen borrada de Tinypic ***
Una especia amenazada

Después de unos quince minutos debajo de los árboles, pudimos apreciar algunos monos balanceándose por las ramas. Jugando a no ser descubiertos. Vaya que son animales inteligentes. Te coquetean para que dejes las bananas en las mesas junto a los árboles, y solamente después que te has alejado lo suficiente, es que se abalanzan sobre la comida para darse un festín. Realmente son un espectáculo digno de admirar.


*** Imagen borrada de Tinypic ***
Inteligencia en su estado mas puro

Una vez cumplido este trayecto, Elwen recomendó visitar Gouyave, un poblado pesquero al norte de la isla que a su vez era capital de la parroquia (departamento) de St John. Todos estuvimos de acuerdo. En el camino, nos comentaba que los días viernes se acostumbraba a hacer una especie de feria de comida al aire libre a partir del atardecer, y la llamaban Fish Friday. Según su descripción, ese día podrías conseguir langosta en los puestos de comida por menos de $ 15. Para cuando llegamos al pueblo, el cielo estaba cubierto por amenazadoras nubes negras. Dimos algunas vueltas por el centro, sacamos las fotos de rigor y cuando nos disponíamos a entrar a un pintoresco restaurant, las nubes dejaron caer todo esa energía acumulada. Temíamos que si almorzábamos allí, la lluvia nos obligara a cambiar el resto de la jornada, por tanto decidimos huir lo más pronto posible de ella. Nuestro próximo destino seria Grenville.


*** Imagen borrada de Tinypic ***
Desde Grand Etang a Gouyave. De Gouyave a Grenville.

A medida que nos desplazábamos hasta el otro lado de la isla, no podíamos dejar de sorprendernos por la diferencia tan marcada en las viviendas a lo largo del camino. Cuando preguntamos a Elwen, nos dijo que después del terrible huracán (Iván) que azotó la isla en el 2004, no todos pudieron superar el episodio. Según cifras oficiales, cerca de 40 personas murieron producto de la tragedia, y según estimaciones, más del 80% de la isla quedo prácticamente destruida. A pesar de las donaciones, y el esfuerzo del gobierno, no todos pudieron regresar a la normalidad.


*** Imagen borrada de Tinypic ***
Siempre hay dos realidades

Grenville es la segunda ciudad más grande de la isla de Grenada, después de St Georges, y es la capital de la parroquia de St Andrew. En ese momento, y como si la isla se burlara de nosotros, el cielo de Grenville no asomaba nada parecido a una nube. Aprovechando el buen clima decidimos ir a comer. Laura y Noelia, las mayorcitas del grupo, apostaron por lo seguro y fueron a KFC. Adrián, Elwen y yo convencimos a Alejandra de probar algo nuevo y buscar comida local. Caminamos a través de los puestos de comida, los locales apenas y se tomaban un par de segundos para ver a los curiosos turistas que intentaban hacerse un lugar entre ellos. Atraídos por la cantidad de personas y el magnífico olor, llegamos hasta un pequeño remolque con dos chicos a cargo. Mientras uno cocinaba, el otro gritaba a todo pulmón anunciando una oferta de jugo y roti por $ EC 5. Nos paramos a un lado (obviamente no había donde sentarse) y después de hablar muy lentamente intentando hacernos entender, terminamos con dos roti de carne y pollo en nuestro estómago, y dos refrescante vasos de limonada. Según entendí, el roti es originario de la India, pero con el crisol de razas que se han mezclado en el caribe, ha sufrido algunas ligeras modificaciones. El que comimos en Grenville era más parecido a un shawarma o uno de los famosos tacos mexicanos. Sin duda, realmente delicioso. Después de comer, hicimos unas cuantas fotos para el recuerdo y caminamos un par de cuadras viendo a las personas prácticamente correr de un lado a otro con las compras de última hora.


*** Imagen borrada de Tinypic ***
Caminando en Grenville

El próximo lugar a visitar seria River Antoine Rum Distillery, donde (según Elwen) se produce el mejor ron de la isla. Ir a visitar una fábrica un 31 de diciembre no es precisamente la mejor idea, y así lo corroboramos al llegar. La destilería no estaba operativa ese día, sin embargo, los turistas podíamos acceder y hacer un recorrido por las áreas comunes del lugar. A los pocos minutos de haber llegado, otra furgoneta estacionaba junto a nosotros. Era un grupo de unos diez americanos. Algunos me veían de reojo mientras conversaban en voz baja. Realmente me sentía incómodo, hasta que uno de ellos, un cincuentón con cabello blanco, se acercó y con una cara circunstancial me preguntó “sorry, are you the guy… You know! In the waterfall…”. Ya no me sentía incómodo, ahora sentía que era una celebridad. Adrián no podía contener la risa por la situación.

Dimos un recorrido por la zona. Como todo estaba cerrado, apenas y pudimos ver la maquinaria que supongo usaban a principios de siglo. Todo bastante artesanal y pintoresco. El ambiente impregnado de un olor a melaza, y a cada paso que dabas tropezabas con la caña de azúcar. Para completar el escenario, el cantar de los pájaros le daba un aspecto idílico a esta destilería. Sin duda, un lugar recomendado para visitar.


*** Imagen borrada de Tinypic ***
Maquinaria para el ron (supongo)

Tomamos nuevamente la ruta, esta vez dirección St Georges en busca del famoso Fort George. Elwen tomo en esta oportunidad la Eastern Main Rd, una carretera que bordeaba la costa este de Grenada, ofreciendo vistas increíbles, pero con 30 km de curvas que provocaron nauseas en casi todo el grupo. Cuando llegamos a Mont Tout, apenas Adrián y yo nos manteníamos en pie. Como a ninguno de los dos nos atraía el tema de ir a ver una fortaleza, decidimos dejar el tour hasta allí.


*** Imagen borrada de Tinypic ***
Dejando atrás la Eastern Main Rd

Por otra parte, Laura (aún convencida de una actitud suicida en mi persona) me invito a cenar con ellos esa noche, porque según sus palabras “eres un excelente chico, y no me gustaría que estés solo el último día del año”. Tomando en cuenta que no tenía nada planificado, acepte de inmediato. Como ya el sol comenzaba a ocultarse, me despedí e inicie mi recorrido hasta L’Anse Aux Epines. Cuando llegue a casa, hice el zapping de costumbre. En uno de los canales transmitían un biopic de Helen Keller, escritora estadounidense sordociega, que se convertiría en referencia para la sociedad de la primera mitad del siglo XX. En una de las escenas de la película, Helen (o mejor dicho, la actriz) pronuncia una frase poderosísima, que se amoldaba perfectamente a lo que hasta ese momento había sido mi travesía como viajero solitario: la vida es una atrevida aventura o no es nada.

Gracias por leer!!!




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Total comentarios: 5  Visualizar todos los comentarios
Yennefer  Yennefer  03/07/2015 11:30   📚 Diarios de Yennefer
Tu primer viaje en solitario y tu primer diario con un inicio que promete sesr interesante. Ánimo y no lo dejes sin terminar. Saludos
Monik2012  Monik2012  01/09/2015 01:38   📚 Diarios de Monik2012
Pero no sigues escribiendo tu diario!!!! Vamos, por favor! Me encantó el comienzo y me gustaría verlo terminado....Un saludo!
Angel2711  angel2711  02/09/2015 06:21   📚 Diarios de angel2711
Gracias Monik2012 Pense que nadie me leia, jeje. Prometo seguir actualizandolo. Un abrazo
Monik2012  Monik2012  02/09/2015 13:53   📚 Diarios de Monik2012
Ahhhhh espero entonces. Grenada es una isla que nos interesa, no hay información y tu forma de relatar es muy amena! Un saludo!
BaNGo  BaNGo  09/09/2015 21:24
Muy interesante Grenada. Ánimo con tu diario.
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