Hoy iba a ver por fin Niágara!!!
Nos levantamos prontito en el hotel, hicimos el ckeck out correctamente y nos pusimos rumbo a Niágara.
Teníamos una hora de camino hasta el hotel. A la hora y así de estar en el coche paramos en un área de servicio a desayunar y desayunamos en el Dunkin Donuts.
Después de tener la barriga llena nos subimos de nuevo en el coche, pusimos gasolina para llegar a destino y nos pusimos de nuevo en ruta hacia el hotel.
Yo había puesto el destino en el gps, así que sin problemas llegaríamos al destino. La sorpresa vino cuando íbamos llegando a Niágara y cada vez quedaba menos para llegar y ahí no se veía nada. Al final nos dejó en lo que supuestamente era el hotel y no era eso ni mucho menos. Nos había dejado en un barrio alejadísimo del centro con las típicas casas de madera una enfrente de la otra y que seguramente habrían vivido tiempos mejores.
Al final conseguí que mi móvil encontrara una calle cercana a las cataratas recordando en mi memoria más o menos donde estaba el hotel. He de deciros que es muy fácil situarse para llegar a destino. Las calles van numeradas en paralelo a las Niágara Falls, así que si tu hotel está en la calle 13 y el mío en la 9, yo estaría más cerca que tú de las cataratas.
Nosotros teníamos en hotel en la calle 1, así que como os podeís imaginar estábamos muy cerca y a tan sólo una calle empezaba ya el Niágara State Park.
Nuestro hotel elegido para pasar una noche allí fue el Quality Hotel& Suites at the falls. Es un hotel viejo, pero en el que tienes wifi, está limpio, situado al lado de las cataratas y la cama es comodísima, así que por 87 dólares puedes pasar la noche y ver las cataratas iluminadas que era lo que queríamos nosotros.
Llegamos, hicimos el ckeck in y nos fuimos a dejar las maletas para empezar nuestra visita.
Cuando salimos a la calle nos dimos cuenta de que iba a estar complicado el día, porque estaba muy nublado, chispeaba y hacía un frío espantoso.
El día anterior también nos había estado lloviendo, así que me compré un paraguas en el hotel porque se me había olvidado cogerlo de casa (siempre se me olvida algo) y así no habría nada que me impidiese disfrutar de mi visita, aunque un poco putada si es que es porque te limita un poco para hacer las cosas.
El pueblo de Niágara Falls es un pueblo en decadencia, se nota que tuvo su esplendor hace unos años y que ahora está dejado de la mano de dios y encima en ir en un época de frío y no turística estaba muertísimo. No había nada de gente ni nada de ambiente, así que decidimos irnos directamente al Niágara State Park.
Una vez estábamos en el parque tocaba organizarse para no dejarse ninguna panorámica por ver. Digo panorámica porque no pudimos subir al Maid of the Mist porque como veréis más tarde, las catarátas estaban todavía congeladas y por el clima, el Maid of the Mist no estaba todavía operativo.
Realmente nuestra visita hubiera sido muy distinta si hubiéramos ido otro mes, porque las atracciones hubieran estado abiertas pero todo abre en mayo, cuando ya se han ido las heladas. La parte positiva ha sido lo espectacular que es ver las cataratas heladas, ya que en ninguna foto salen así.
Estuvimos recorriendo toda la parte sur del parque y cruzamos el río Niágara.
De ahí nos fuimos bordeando el lateral de las cataratas y no podíamos parar de hacer fotos, nos impresionaba mucho lo que estábamos empezando a ver.
Hay varios miradores para ver las cataratas desde el lado estadounidense, pero nosotros fuimos al elevador del Maid of the Mist desde donde las vistas son espectaculares. No se podía bajar pero si que podías entrar de forma gratuita para ver las cataratas desde el elevador.
Después de hacernos un montón de fotos, bajamos y entramos a la tienda que hay para comprar un imán de Niágara con el Maid of the Mist y ya de ahí nos fuimos hacía la aduana para pasar el puente de une Estados Unidos y Canadá.
Tiene una parte para que pasen los peatones y desde el puente tienes unas vistas impresionantes ya de las cataratas.
Estaba a punto de entrar en el país número 20 y al ser una cifra redonda, realmente me emocionaba y estaba como una niña con zapatos nuevos de ver en el sitio que me encontraba y que por fin estaba cumpliendo un sueño viajero y el sueño de mi vida que se vería totalmente completado con la visita a Nueva York.
Al entrar en Canadá, la policía que estaba allí nos hizó un par de preguntas y selló nuestro pasaporte. Ya habíamos entrado oficialmente en Canadá, así que nos fuimos al lateral del Niágara River para ir haciendo fotos. Hicimos tantas fotos, que hasta le hice fotos a un grupo de japoneses que estaban ahí y hasta alguno posaron para mí. Se ve que les hizo gracia que les hiciera una foto.
Estuvimos haciendo fotos mientras nos mojábamos un poco de la bruma que caía pero valía la pena el estar ahí. No quiero ni pensar lo que sentiré cuando vea alguna vez en li vida las cataratas de Iguazú, que es el siguiente sueño viajero que tengo (viajar a Argentina) pero el presupuesto y el tener unas vacaciones largas, me lo impide de momento.
Cuando ya habíamos recorrido todo el lateral y habíamos visto las cataratas desde todos los ángulos, aprovechamos para entrar a comer a un local que está pegado a la catarata Horseshoe y tienes varios restaurantes para comer. Puedes pagar con dolares americanos sin problemas o sino, con la tarjeta de crédito que es lo que hicimos nosotros.
Lo que me decepcionó un poco y que no me esperaba para nada es que en la parte canadiense hubieran montado lo que hay ahí.
Está todo lleno de sitios de comida rápida para comer y puestos de una manera muy hortera para atraer a los turistas. Realmente me hubiera gustado que fuera un entorno más natural y no tan construido, pero bueno, que se le va a hacer...
Estuvimo turisteando un poco por esos sitios, compramos un imán de Canadá para mi colección y empezó a caer un chaparrón de importantes consideraciones, así que nos entrtuvimos mirando souvenirs y camisetas en la tienda Harley.
En una tregua que nos dió un poco la lluvia, aprovechamos para volver a la zona estadounidense. Cuando sales de Canadá, tienes que pasar por un torno donde te piden 50 centavos. Luego ya en la parte estadounidense te vuelven a hacer las preguntas necesarias para poder entrar y ya estás en el otro lado.
De ahí nos fuimos al hotel a esperar a que cambiara un poco el tiempo y cuando se hicieron las 8 de la tarde había dejado de llover y pudimos acercarnos otra vez a las cataratas para poder verlas iluminadas y seguir cumpliendo sueños en este viaje.
De ahí ya nos fuimos a dormir porque al día siguiente tocaba día de carretera para llegar a Washington.
Realmente del día siguiente no voy a hacer etapa porque lo único que hicimos fue levantarnos y ya saliendo de Niagara, aprovechamos y paramos en un mall a comprar provisiones. El supermercado era ecológico, con la consiguiente subida en el precio de los productos, pusimos gasolina y después de 8 horas más tarde llegamos a Washington. Este día no paramos en ningún sitio porque no queríamos llegar tarde.
Llegamos a Washington sobre las 7 de la tarde y estabamos reventados. Nuestro hotel era el Wasington Hilton que está situado cerca de Dupont Circle, en la zona de las embajadas.
El barrio es precioso, lleno de casas unifamiliares y adosadas. Hicimos el ckeck in y dejamos el coche en un parking que había en la calle de atrás por 16 dólares las 24 horas, que he decir que después del sablazo que nos pegaron en Boston, le hice mil preguntas al del parking y me pareció baratísimo.
De ahí nos fuimos a cenar al hotel y ya nos subimos a la habitación a descansar para el día siguiente.
Nos levantamos prontito en el hotel, hicimos el ckeck out correctamente y nos pusimos rumbo a Niágara.
Teníamos una hora de camino hasta el hotel. A la hora y así de estar en el coche paramos en un área de servicio a desayunar y desayunamos en el Dunkin Donuts.
Después de tener la barriga llena nos subimos de nuevo en el coche, pusimos gasolina para llegar a destino y nos pusimos de nuevo en ruta hacia el hotel.
Yo había puesto el destino en el gps, así que sin problemas llegaríamos al destino. La sorpresa vino cuando íbamos llegando a Niágara y cada vez quedaba menos para llegar y ahí no se veía nada. Al final nos dejó en lo que supuestamente era el hotel y no era eso ni mucho menos. Nos había dejado en un barrio alejadísimo del centro con las típicas casas de madera una enfrente de la otra y que seguramente habrían vivido tiempos mejores.
Al final conseguí que mi móvil encontrara una calle cercana a las cataratas recordando en mi memoria más o menos donde estaba el hotel. He de deciros que es muy fácil situarse para llegar a destino. Las calles van numeradas en paralelo a las Niágara Falls, así que si tu hotel está en la calle 13 y el mío en la 9, yo estaría más cerca que tú de las cataratas.
Nosotros teníamos en hotel en la calle 1, así que como os podeís imaginar estábamos muy cerca y a tan sólo una calle empezaba ya el Niágara State Park.
Nuestro hotel elegido para pasar una noche allí fue el Quality Hotel& Suites at the falls. Es un hotel viejo, pero en el que tienes wifi, está limpio, situado al lado de las cataratas y la cama es comodísima, así que por 87 dólares puedes pasar la noche y ver las cataratas iluminadas que era lo que queríamos nosotros.
Llegamos, hicimos el ckeck in y nos fuimos a dejar las maletas para empezar nuestra visita.
Cuando salimos a la calle nos dimos cuenta de que iba a estar complicado el día, porque estaba muy nublado, chispeaba y hacía un frío espantoso.
El día anterior también nos había estado lloviendo, así que me compré un paraguas en el hotel porque se me había olvidado cogerlo de casa (siempre se me olvida algo) y así no habría nada que me impidiese disfrutar de mi visita, aunque un poco putada si es que es porque te limita un poco para hacer las cosas.
El pueblo de Niágara Falls es un pueblo en decadencia, se nota que tuvo su esplendor hace unos años y que ahora está dejado de la mano de dios y encima en ir en un época de frío y no turística estaba muertísimo. No había nada de gente ni nada de ambiente, así que decidimos irnos directamente al Niágara State Park.
Una vez estábamos en el parque tocaba organizarse para no dejarse ninguna panorámica por ver. Digo panorámica porque no pudimos subir al Maid of the Mist porque como veréis más tarde, las catarátas estaban todavía congeladas y por el clima, el Maid of the Mist no estaba todavía operativo.
Realmente nuestra visita hubiera sido muy distinta si hubiéramos ido otro mes, porque las atracciones hubieran estado abiertas pero todo abre en mayo, cuando ya se han ido las heladas. La parte positiva ha sido lo espectacular que es ver las cataratas heladas, ya que en ninguna foto salen así.
Estuvimos recorriendo toda la parte sur del parque y cruzamos el río Niágara.
De ahí nos fuimos bordeando el lateral de las cataratas y no podíamos parar de hacer fotos, nos impresionaba mucho lo que estábamos empezando a ver.
Hay varios miradores para ver las cataratas desde el lado estadounidense, pero nosotros fuimos al elevador del Maid of the Mist desde donde las vistas son espectaculares. No se podía bajar pero si que podías entrar de forma gratuita para ver las cataratas desde el elevador.
Después de hacernos un montón de fotos, bajamos y entramos a la tienda que hay para comprar un imán de Niágara con el Maid of the Mist y ya de ahí nos fuimos hacía la aduana para pasar el puente de une Estados Unidos y Canadá.
Tiene una parte para que pasen los peatones y desde el puente tienes unas vistas impresionantes ya de las cataratas.
Estaba a punto de entrar en el país número 20 y al ser una cifra redonda, realmente me emocionaba y estaba como una niña con zapatos nuevos de ver en el sitio que me encontraba y que por fin estaba cumpliendo un sueño viajero y el sueño de mi vida que se vería totalmente completado con la visita a Nueva York.
Al entrar en Canadá, la policía que estaba allí nos hizó un par de preguntas y selló nuestro pasaporte. Ya habíamos entrado oficialmente en Canadá, así que nos fuimos al lateral del Niágara River para ir haciendo fotos. Hicimos tantas fotos, que hasta le hice fotos a un grupo de japoneses que estaban ahí y hasta alguno posaron para mí. Se ve que les hizo gracia que les hiciera una foto.
Estuvimos haciendo fotos mientras nos mojábamos un poco de la bruma que caía pero valía la pena el estar ahí. No quiero ni pensar lo que sentiré cuando vea alguna vez en li vida las cataratas de Iguazú, que es el siguiente sueño viajero que tengo (viajar a Argentina) pero el presupuesto y el tener unas vacaciones largas, me lo impide de momento.
Cuando ya habíamos recorrido todo el lateral y habíamos visto las cataratas desde todos los ángulos, aprovechamos para entrar a comer a un local que está pegado a la catarata Horseshoe y tienes varios restaurantes para comer. Puedes pagar con dolares americanos sin problemas o sino, con la tarjeta de crédito que es lo que hicimos nosotros.
Lo que me decepcionó un poco y que no me esperaba para nada es que en la parte canadiense hubieran montado lo que hay ahí.
Está todo lleno de sitios de comida rápida para comer y puestos de una manera muy hortera para atraer a los turistas. Realmente me hubiera gustado que fuera un entorno más natural y no tan construido, pero bueno, que se le va a hacer...
Estuvimo turisteando un poco por esos sitios, compramos un imán de Canadá para mi colección y empezó a caer un chaparrón de importantes consideraciones, así que nos entrtuvimos mirando souvenirs y camisetas en la tienda Harley.
En una tregua que nos dió un poco la lluvia, aprovechamos para volver a la zona estadounidense. Cuando sales de Canadá, tienes que pasar por un torno donde te piden 50 centavos. Luego ya en la parte estadounidense te vuelven a hacer las preguntas necesarias para poder entrar y ya estás en el otro lado.
De ahí nos fuimos al hotel a esperar a que cambiara un poco el tiempo y cuando se hicieron las 8 de la tarde había dejado de llover y pudimos acercarnos otra vez a las cataratas para poder verlas iluminadas y seguir cumpliendo sueños en este viaje.
De ahí ya nos fuimos a dormir porque al día siguiente tocaba día de carretera para llegar a Washington.
Realmente del día siguiente no voy a hacer etapa porque lo único que hicimos fue levantarnos y ya saliendo de Niagara, aprovechamos y paramos en un mall a comprar provisiones. El supermercado era ecológico, con la consiguiente subida en el precio de los productos, pusimos gasolina y después de 8 horas más tarde llegamos a Washington. Este día no paramos en ningún sitio porque no queríamos llegar tarde.
Llegamos a Washington sobre las 7 de la tarde y estabamos reventados. Nuestro hotel era el Wasington Hilton que está situado cerca de Dupont Circle, en la zona de las embajadas.
El barrio es precioso, lleno de casas unifamiliares y adosadas. Hicimos el ckeck in y dejamos el coche en un parking que había en la calle de atrás por 16 dólares las 24 horas, que he decir que después del sablazo que nos pegaron en Boston, le hice mil preguntas al del parking y me pareció baratísimo.
De ahí nos fuimos a cenar al hotel y ya nos subimos a la habitación a descansar para el día siguiente.