DÍA 8: DESIERTO DE WADI RUM ✏️ Diarios de Viajes de Asia Central y Oriente Medio

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Desayunamos estupendamente en nuestro hotel, tostadas con mermelada, para estar listas a las 8:30, hora a la que nos venía a buscar el taxista de Mohammed, el que nos organizaba el tour en el desierto de Wadi Rum y dueño del campamento famoso Sunset Camp. Para variar, el conductor también se llamaba Mohammed. El taxista era de lo más entrañable, regordete y con bigote y nos dice que en su pueblo, que está de camino, se quedó a dormir una vez el Rey Juan Carlos. De camino a Wadi Rum, vemos la montaña más alta de Jordania, 1.700 m de altura.

Como todo conductor que se precie, va hablando por teléfono, con la ventanilla bajada dándonos todo el aire en la cara con la fresca de la mañana y, de vez en cuando, se echa algún que otro baile con la música de la radio! (ya no nos parecía tan entrañable cuando soltaba las manos del volante...)

Sobre las 10:00 llegamos a casa de Mohammed (el del campamento Sunset), que nos invita a un té y nos explica el tour nº 3, que es el más completito, (40 JOD por barba). Aquí es donde presenciamos el baño más asqueroso de la historia, ni lo describo, sólo decir que si hay ganas, mejor hacerlo en cualquier otro sitio. Dejamos las maletas en su casa y nos llevamos en las mochilas lo justo, incluyendo bastante ropa de abrigo para la noche, ya que la temperatura en el desierto baja bruscamente (y más en marzo).

Nuestro nuevo chófer es un beduino de unos 25 años y de nombre Mehdi (sí, léase Megdi, sí) que nos lleva en un 4x4 de 16 años de edad y cuya toma de contacto era un cable y un puente.

El paisaje de Wadi Rum es imponente, nos encantó el desierto casi tanto como Petra. Es un conjunto de montañas de areniscas rojas, marrones y anaranjadas que se levantan sobre un suelo arenoso. Hacemos varias paradas, a recordar:
· Parada en la fuente: desde aquí muy buenas vistas del pueblo de Wadi Rum en medio del desierto
· Parada en la Bedouin Tent e inscripciones
· Visitamos el manantial de Lawrence de Arabia
· Entramos en el cañón de Barrah, pero no se puede subir, se necesita material especial
· Disfrutamos subiendo una de las dunas rojas más grandes y bajando a toda velocidad
· Nos enseñaron el camino a la Meca desde Siria
· Comimos en una zona super bonita (nos vinieron de perlas los embutidos que habíamos traído)
· Nos subimos al puente de Lawrence de Arabia
· Vimos la piedra que parecía un pollo

A las 18:00 nos fuimos al Sunset Camp a ver el atardecer. Nuestra tienda era exclusivamente para las 4: había colchones en el suelo y nos dieron todos los edredones que pedimos. Hay que destacar que la comida estaba buenísima, preparada por un cocinero sudanés. La comimos dentro de la tienda de los que vivían en el campamento, que tenía su especie de chimenea.

Después de la cena, estuvimos hablando con los beduinos, entre ellos, el hijo de Mohammed que nos contó que su padre tenía 29 hermanos ya que el abuelo había tenido 4 mujeres (el máximo que se puede tener).

También nos fuimos a dar una vuelta por el desierto a ver las estrellas. Es sorprendente ver el cielo tan estrellado, se veía perfectamente la Vía Láctea y un montón de constelaciones.

Nos fuimos a dormir felizmente con nuestros n edredones. Pero al rato de quedarnos dormidas, una parte de la tela que cubría la tienda se levantó y empezamos a notar el vendaval en nuestras caras. Era imposible dormir así, porque estábamos totalmente al descubierto y con un bastante frío. Intentamos arreglarlo como pudimos, poniendo nuestra cabeza encima de la tela para que no se levantara, en fin, una odisea. Pero fue bastante incómodo porque cada rato, se levantaba la tela y otra vez el vendaval.

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