Día 1 (Jueves 28 de Agosto)
El vuelo de ida es muy puntual. Como casi siempre que eliges Ryanair (aquí por obligación, ya que ninguna otra compañía vuela de Barcelona a Glasgow), tenemos pollo. Resulta que nos habíamos comprado un carrito YoYo de Babizen, uno de los más pequeños del mercado y que se puede meter en el avión como equipaje de mano (de hecho luego en el vuelo de vuelta hemos visto una publicidad de la revista de la compañía que especificaba que el YoYo se puede meter dentro del compartimento de equipaje mano). Pues la tía de la puerta nos dice que no, que hay que ponerle la etiquetita y meterlo en bodega. Pasamos de todo, lo metemos en la funda que lleva el carrito y adentro del avión sin problemas. Cabe de sobras en los compartimentos. De hecho, en este viaje de ida conseguimos meter “sólo” cuatro mochilas, el carro, y tres bolsos, para cuatro personas, jaja. Ryanair ya no es lo que era.
El segundo pollo del día es que, teniendo asiento asignado por la chica de facturación (fila 15), y sabiendo la compañía que vamos con un bebé, resulta que esos asientos no se pueden dar a niños porque son los de al lado de la puerta de emergencia. Y la azafata tiene que mover a medio avión para que nos podamos sentar. Vaya chiringuito de compañía.
Por suerte, no hay más contratiempos y el vuelo es muy tranquilo. El viaje no es muy largo, unas 2h30min. Llegamos sin problemas al aeropuerto de Prestwick, que es muy pequeño. Llamamos desde una cabina pública al número gratuito de Arnold Clark, y en 15 minutos nos viene a buscar una furgoneta de la compañía para llevarnos a sus oficinas. Allí ya vemos lo que cuesta entender a un escocés cuando no hablan contigo, parece otro idioma (hay un compañero al lado del que nos atiene que está hablando por teléfono y parece élfico, y no inglés). Sin embargo, cuando se dirigen a los turistas se entiende bastante bien. Total, después de todos los trámites y de pagar el pastizal, nos traen la furgoneta, un bicharraco blanco Volkswagen de cinco metros de largo, tres asientos de ancho, y casi nuevo. Después de meter las maletas e instalar la sillita de la niña, nos ponemos en marcha. Nos sobra toda la fila de asientos de atrás, juas. Primer destino, un supermercado para comprar de todo.
Nuestra furgonetilla de viaje
De allí ya nos dirigimos hacia Glasgow y nuestro primer alojamiento, Amadeus Guesthouse (a todos los sitios yo les llamo Bed & Breakfast, aunque se nota la diferencia entre B&B y Guesthouse, ya que estas segundas suelen tener más habitaciones y no viven los propietarios en ellas). El primer conductor es Maxi, que comenta que al principio cuesta un poco, por eso de conducir por la izquierda y que el vehículo sea tan grande. Sobre todo te pegas a la izquierda involuntariamente, y claro, el copiloto ve el bordillo venir; a mí me pasa más que a Maxi, tengo que reconocerlo. La palabra: “Bordillo!!!!” se convertiría en un clásico de nuestras conducciones, aunque poco a poco la cosa se va corrigiendo. Lo bueno de este país es que en cuanto sales de las grandes ciudades no hay muchos coches (más que en New Zealand, pero no demasiados).
Típica carretera escocesa con pocos coches
Otra carretera donde vamos solos y podemos disfrutar de los increíbles paisajes
Una anécdota curiosa de ese día es cuando salimos de la autopista y entramos en Glasgow, pasamos por delante del hotel Hilton, y vemos de lejos que parece que está allí el primer ministro (suponemos que Escocés) y un grupo de apoyo al “YES” de la independencia.
Bien, llegamos al alojamiento, hacemos el check in, y le pedimos a la chica que nos recomiende un sitio para cenar. El B&B era bastante bonito, tiene wifi (y moqueta, como todo alojamiento británico), y además nos da un vale para aparcar delante pagando muy poquito (creo que por aparcar de 8h a 14h pagamos unos £2).
El link del lugar: http://www.amadeusguesthouse.co.uk/. A nosotros nos ha salido por £70 cada habitación (disponían de cuna).
La chica del B&B nos recomienda un pub para cenar, “The Lansdowne Bar & Kitchen”. Llegamos sobre las 20h y nos dicen que a las 21h nos tendremos que ir por la niña (no se puede estar en pubs a partir de cierta hora porque se sirve alcohol). Nos ponemos afuera, en una especie de terracita cubierta, y pedimos nuestra primera comida escocesa. Cenamos super bien, tienen banquito para bebés, y a Candela le traen unos papeles y lápices de colores para que se entretenga. Nos ponemos hasta el ojo por £80 los cinco: 4 soup of the day (en este caso de lentejas, tremendas las sopas en todos los sitios adonde las hemos pedido) con su pan con mantequilla, unos nachos completísimos (nunca he visto tanto queso, salsa y jalapeños en un plano de nachos, tremendo), y un plato principal cada uno (creo que también pedimos un postre para compartir). Y para beber pintas de Tennent’s. Todo delicioso.
De allí ya nos vamos a dormir. El día ha sido muy largo, y con buen tiempo, por cierto. Sol por la tarde y nada de frío.
Día 2 (Viernes 29 de Agosto)
Nos levantamos para desayunar prontito (siempre cogemos primera hora en todos los B&B para desayunar, las 8h, ya que hay que aprovechar los días, y nuestra hija a las 5.30h o 6h ya está danzando). Lo primero que vemos que es que el buen tiempo del día anterior parece haber sido un espejismo. Está lloviendo (aunque débilmente), viento fuerte y hace fresquito. Bajamos a desayunar, con todo bastante bueno (incluso el café), y Maxi y yo nos dirigimos a una Post Office que está cerca (a 10 minutos caminando) para cambiar dinero. El cambio es horrible (si el día anterior al pagar la furgoneta con tarjeta me lo cambiaron a 1,29€/£, aquí el cambio es 1,36€/£, eso sí, sin comisión). Nos quedamos flipando, pero al parecer según los foros es el mejor sitio donde cambiar. Así que un consejo, pagad con tarjeta de crédito todo lo que podáis. En fin, nos quedamos con cara de tontos por las pocas libras que nos dan, y nos vamos de nuevo al B&B a recoger a las mujeres y hacer el checkout. Dejamos el equipaje en el B&B, nos ponemos los impermeables, y nos vamos a dar una vuelta por el centro de Glasgow.
Como sigue lloviendo cada vez más, nos metemos en la catedral, que es bastante bonita. Al salir de la visita vemos que ha dejado de llover, y aprovechamos para visitar la necrópolis (justo detrás), que para mí es lo mejor de Glasgow. Subimos la colina hasta los impresionantes mausoleos de la cima, vemos las feas vistas (las fábricas que hay al lado no ayudan mucho a mejorar el skyline de Glasgow), y nos damos una vuelta por allí.
Una de las cristaleras de la catedral
Unas cuantas lápidas del cementerio
Al cabo de un rato nos volvemos hacia el centro, pasando por Merchant Street para buscar algún sitio donde comer algo. Nos sentamos en el Blackfriars Pub a descansar los pies, y comemos unos bocatas, y la soup of the day para Candela (de patata y puerro, muy buena también). En nuestro afán por probar todas las cervezas nacionales, Sandra se pide una llamada “Amarillo”, del norte del país, que está muy afrutada, con un sabor bastante curioso aunque bueno. Salimos a £25 en total, muy bien.
Una cosa a tener en cuenta en este país: casi todos los pubs, para comer, hacen menús de plato principal muy completo y muy económicos, entre 5 y 7 libras normalmente. En cambio para cenar siempre es a la carta.
Bien, una vez recuperados, salimos a la calle para comprobar que sigue lloviendo un poco, así que vamos a coger un autobús que nos lleve cerca del B&B. No llevamos importe exacto y no nos dejan subir al primer autobús, así que tenemos que ir a una tienda a comprar unos chicles y que nos den muchas moneditas. Media hora perdida después, conseguimos subirnos en el bus y volver al B&B a recoger el equipaje para irnos de Glasgow dirección a Stirling, mi primer encuentro al volante de la furgoneta.
De camino a nuestro destino pasamos por Falkirk a visitar un par de sitios.
Nuestra primera parada es el Antonine Wall, que es el lugar más al norte que el Imperio Romano estuvo en las islas británicas. Para encontrarlo tenemos que preguntar, ya que la carretera / calle se acaba de golpe y hay que continuar conduciendo un ratillo por un camino de tierra que parece que no lleve a ninguna parte. Cada vez llueve más, pero llegamos adonde nos han indicado.
Camino de tierra hacia el muro de Antonino
Nos ponemos los impermeables, colocamos a mi hija en la mochila de viaje que llevamos (una Manduka la mar de molona), y aprovechando que está durmiendo le pongo el cobertor impermeable (se me pilló un rebote que no veas luego cuando se despertó). Una vez uniformados vamos a toda prisa por el sendero para ver las cuatro piedras y los paneles explicativos del muro de Antonino. Normal que los romanos decidieran retrasar sus fronteras hasta el norte de Inglaterra, con el tiempo que hacía allí para quedarse ni un minuto jaja.
Piedras que representan donde estaba el muro construido por los romanos
Volvemos a la furgoneta, y nos dirigimos al segundo sitio que queremos visitar, “The Wheel of Falkirk”, una construcción que permite a los barcos, que circulan por un puente fluvial, sortear un desnivel de 40 y pico metros mediante un mecanismo que parece una noria. Cuando llegamos allídeja de llover y sale el sol un poquito, así que nos acercamos a hacer unas fotos y ver como la rueda gira (a una velocidad tremendamente lenta) para bajar un barco hasta la zona inferior. Curioso el sistema.
Curiosa construcción
Seguimos la ruta y nos vamos ya hacia nuestro destino final del día, Stirling, y el Neidpath Bed and Breakfast. Un sitio encantador, y una ciudad mucho más pequeña y bonita que Glasgow. Podemos aparcar en la puerta, a lo peli americana.
El link del lugar: http://www.accommodationinstirling.co.uk/our-rooms/. Nos ha salido por £70 la family room y £65 la doble.
El dueño de la casa, Andrew, un señor super amable y simpático, nos guia a nuestras habitaciones, que tienen nombres de clanes famosos de Escocia. A nosotros nos toca la habitación Campbell. Nos comenta que luego nos montará la cuna de viaje que tiene, y nos recomienda un par de sitios para cenar, aparte de darnos un mapa de Stirling.
En Stirling nos recibe el arco iris
Vamos tirando, ya que es tarde y allí cierra todo pronto (como comprobamos unos días después en Portree). No llueve, pero hace viento y es bastante frío. Cenamos en “Papa Joe’s Restaurant”, muy bueno: la típica Soup of the day (es de pollo, riquísima), yo pido una hamburguesa con chile, cheddar y jalapeños (tremenda); mi mujer pide un Herb Crusted Salmon, muy bueno también, y Maxi y Sandra un costillar y un Blackened Chicken respectivamente. Todo tremendo. Como siempre, unas cervezas locales. Y todo por £70. De allí nos vamos paseando hacia el B&B (un cuartillo de hora), y a dormir.