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Llegué a Praga en tren desde Berlín y aunque ya era por la tarde salí a patear un poco la ciudad.
Nada más bajar del tren saqué dinero de un cajero para ahorrarme el suplicio de las casas de cambio y además te dan el cambio del día, lo que no sé muy bien es si metí la pata con la comisión del banco, pero después de los kilómetros que tenía ya en el cuerpo ni me lo pensé.
Un pequeño apunte de supervivencia:
2000 coronas en cajero : 78 euros
27 coronas: 1 euro
100 coronas : 3.69 euros
En la oficina de Turismo o en cualquier máquina del metro te puedes comprar un billete de tres días para viajar en cualquier medio de transporte por la ciudad y te cuesta 11 euros, a mi me sirvió mucho porque estaba algo alejada del centro, pero Praga es una ciudad que se puede hacer andando.
Y de cuento de hadas...
Primer día
Mi primera visita en Praga fue al palacio barroco Lobkowicz que se encuentra en uno de los extremos de la ciudadela del Castillo de Praga, donde además de objetos personales de la familia Lobkowicz, tuve el placer inmenso de contemplar esta 7ª sinfonía con arreglos de puño y letra de Beethoven. Imprescindible la audioguía para enterarte de lo que estás viendo (275 coronas)
De allí subí al castillo y me saqué la entrada completa (catedral, palacio real, basílica, callejón del oro...)
La catedral de san Vito alberga la tumba de Wenceslao IV (El rey bueno), las Joyas de la Corona, y es el lugar de coronación de los reyes de Bohemia.
Me encontré con unos novios.
Pero la visita más mágica de esta entrada es el callejón del oro, una pequeña y estrecha calle dentro del castillo donde vivían los orfebres (de ahí su nombre) de Praga, y ya en el siglo XIX un lugar poco recomendable habitado por delincuentes y mendigos. Tiene la peculiaridad que en el número 22 vivió una hermana de Kafka y allí vivió él durante un año mientras su hermana lo cuidaba de la tuberculosis que padecía.
Al final del callejón se encontraba la casa de un historiador de cine que durante la ocupación escondió en su casa cientos de rollos de películas de cine checo y documentación para que no fuera destruida por los nazis. Dentro de la casa hay un pequeño cine donde te puedes sentar a ver películas.
Dentro del callejón hay una espacio donde puedes tirar con ballesta y una gran colección de armaduras que impresiona.
De allí me fui a ver el muro de John Lennon en Velkoprevorske. Este muro era uno de los muchos que se podía ver en el barrio de Malá Strana y que hoy en día se sigue conservando a pesar de que el Ayuntamiento lo pintara de blanco dos veces. El muro surgió a raiz del asesinato de Lennon y casi todas las pintadas hacen referencia a él y a los Beatles, aunque se ha convertido en un monumento a la libertad de expresión y a la revolución pacífica checa.
Pub Lennon
Muy cerca, en Karmelitska, 9 se encuentra el famoso Niño Jesús de Praga, dentro de la Iglesia de nuestra señora triunfante (entrada gratuíta al menos cuando hay oficios). Es un lugar de culto donde hay mucha devoción y da casi corte hacer alguna fotografía.
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