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Ese día teníamos previsto ir a visitar Las Médulas, una de las principales razones de esta escapada, que teníamos ganas hacía tiempo.
El paisaje de Las Médulas es el resultado del paso del tiempo por una explotación minera de oro de la época romana. Está considerada la mayor mina de oro a cielo abierto de todo el Imperio romano. Tras en abandonó de la mina, el entorno se repobló con robles y castaños, dando lugar al paisaje de montículos rojizos entre árboles verdes que tanto impacta. Fue declarado Bien de Interés Cultural en 1996, en atención a su interés arqueológico, y en 1997 fue declarado por la Unesco Patrimonio de la Humanidad y Monumento Natural en 2002.
Llegamos al pueblo de Las Médulas a las 10 de la mañana. Dejamos el coche en el aparcamiento que hay habilitado a las afueras del pueblo, desde el que ya se tienen vistas de las montañas rojizas. Nos pasamos por el Centro de Visitantes, pero estaba cerrado, a pesar de que se indican que abren a las 10 de la mañana. Menos mal que yo llevaba los deberes hechos y llevaba impreso un pequeño mapa con las rutas a pie.
La ruta más transitada es la de Las Valiñas, que recorre la antigua mina de oro desde cerca, y pasa por muchos de sus picos. Es sencilla y tiene una longitud de 4 kilómetros. Nosotros la recorrimos en el sentido contrario a las agujas de reloj. Al principio la ruta va por un bosque de castaños, sin vislumbrar los picos rojizos hasta llegar a la Fuente de la Tía Viviana. Junto a la fuente sale un sendero cuesta arriba de un kilómetro de longitud, que conecta con otra de las rutas, la ruta perimetral, y por el que se llega al Mirador de Orellán. Nosotros lo subimos y se nos hizo un poco durillo, porque además de la cuesta la humedad era bastante alta ya que la vegetación es bastante cerrada.
Pero las vistas al llegar arriba merecen mucho la pena. Desde el Mirador de Orellán se tienen las famosas vistas de postal de Las Médulas. Muy cerca hay una galería que se puede visitar (creo que cuesta 3 euros).
Tras las fotos de rigor volvimos sobre nuestros pasos bajando en empinado camino que nos llevó de vuelta a la Senda de Las Valiñas. A partir de aquí la ruta discurre por muchos de los picos rojizos, que van cambiando de forma al avanzar y variar la perspectiva. Es un camino precioso, en el que nos entretuvimos cogiendo unas moras, un tentempié para el camino.
Uno de los puntos fuertes de este sendero son la Cuevona y la Encantada, unas cuevas que quedaron y en las que podemos comprender un poco la técnica empleada para la extracción minera, el ruina montium, que consiste en la inundación de las galerías y posterior derrumbe de los montes por arrastre de agua.
Llegamos de vuelta al pueblo a eso de la una de la tarde. Tardamos bastante en hacer la ruta, pero porque nos lo tomamos con mucha calma y nos paramos mucho, además del añadido al mirador de Orellán, que nos llevó más tiempo del esperado. Hay variantes más cortas de esta ruta, enfocadas a visitar La Cuevona y La Encantada
Fuimos al Centro de Visitantes y les comentamos que queríamos visitar el Mirador de Pedrices, al que se llega por la Senda Perimetral, pero nos lo desaconsejaron dado que hacía mucho calor y a esas horas no íbamos a encontrar nada de sombra. En lugar de eso, fuimos al Lago Sumido, por un sendero muy sencillo de poco más de un kilómetro. Tampoco hay sombra, pero al ser llano y corto se puede hacer bien incluso con calor. Lo mejor de esta ruta está al final, que hay vistas panorámicas de Las Médulas. Antes de llegar al lago se pasa por unas lagunas, que en esa época del año no tenían mucha agua. Desde el lago hay una buena panorámica de Las Médulas, justo la opuesta a la que se ve desde el Mirador de Orellán. Bordeamos el lago a ver si se podía hacer la famosa foto de Las Médulas con reflejo en el lago, pero para eso el lago tiene que estar bastante más lleno. Según se regresa se camina con las vistas de frente y es un camino muy bonito.
Nos quedaron bastantes rutas por hacer, pero creo que nos llevamos una visión bastante buena del entorno. En el siguiente enlace podéis ver todas las rutas disponibles:
www.lagosumido.com/rutas.html
Antes de marcharnos comimos en el Mesón Durandarte, un menú del día bastante completo. Fue de los pocos sitios que encontramos abiertos, la mayoría estaba cerrado por ser lunes o por vacaciones.
Decidimos pasar la tarde en el pueblo de Villafranca del Bierzo, que era el que mejor conexiones tenía para volver luego a Ponferrada. Yo había barajado la opción de ir a Peñalba de Santiago, pero desde Las Médulas tenía que volver a Ponferrada y se tardaba bastante.
En Villafranca del Bierzo aparcamos junto a la Oficina de Turismo. Allí nos dieron un mapa y un folleto explicativo, y nos dijeron algo que ya intuíamos, que por ser lunes no íbamos a poder entrar a casi ninguno de los monumentos. Así que nos conformamos con dar un paseo por el pueblo y ver sus principales monumentos por fuera.
Empezamos por lo más cercano, el Jardín de la Alameda. Un bonito jardín romántico, con fuentes y estatuas, en el que nos refugiamos un rato del calor que hacía esa tarde. Justo al lado está la Colegiata de Santa María.
Seguimos por la Calle del Agua, donde hay palacetes y casas con escudos nobiliarios. Algunas de ellas decoradas con flores, pero también se notaba el abandono de algunas de estas casas señoriales.
Nos desviamos para ver el Convento de la Anunciada y seguimos la Calle del Agua hasta el final. Pasamos por el castillo, una edificación fortificada con macizos torreones coronados con almenas en sus cuatro esquinas. Es propiedad privada y no se puede visitar.
Un poco más arriba está la Iglesia de Santiago, románica del siglo XII. Lo más destacado es la llamada Puerta de Perdón. En los años jubilares, los peregrinos que por enfermedad no puedan llegar hasta Santiago de Compostela podían ganar el jubileo en esta iglesia, igual que si fuese la Catedral de Santiago, si cumple con los requisitos necesarios. Entonces se abre la Puerta del Perdón para ese peregrino. En los folletos informativos ponía que era la única puerta del Camino de Santiago, junto con la de la catedral en la que se pueden obtener las gracias jubilares. Pero en León nos dijeron que en la Basílica de San Isidoro también había una puerta del perdón, con la misma función.
Desde la Iglesia de Santiago hay bonitas vistas del pueblo y de la Iglesia de San Francisco, que fuimos a ver a continuación. Es un antiguo convento franciscano del siglo XIII. Tiene portada románica, pero la ampliación de la iglesia es en estilo gótico, de una sola nave. Como la iglesia está en un alto, hay una buena panorámica desde allí.
Por último, ya de camino al coche, pasamos por la Plaza Mayor y por la Iglesia de San Nicolás, de estilo barroco. Nos sentamos en una terraza a tomar algo para reponer líquidos y volvimos a Ponferrada. Había sido un día muy caluroso, el coche a la sombra marcaba los 34 grados.
La conclusión que sacamos de Villafranca del Bierzo es que es un pueblo que merece la visita. Para ser un pueblo pequeño tiene muchos monumentos interesantes, una lástima no haberlos podido visitar por dentro. Además, se respira un ambiente peregrino que no vimos en Ponferrada, a pesar de que también es una de las paradas importantes del Camino de Santiago.
De vuelta a Ponferrada salimos a cenar. El bar El Otro, donde habíamos estado el día anterior, estaba cerrado por vacaciones. Nos sentamos en la cercana plaza de Tierno Galván, en el bar DKDA, pero ahí no nos dejaban elegir los pinchos. Y nos fuimos a cenar a la pizzería La Competencia, que luego me enteré que es una franquicia que hay varias por la zona. Con la cerveza ponen de pincho una poción de pizza o un bollo preñao. Nos pedimos además media pizza de la casa. Lo mejor las vistas de la terraza, junto a la Basílica de la Encina.
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