Hoy amaneció con un contraste de tiempo muy fuerte, frío y lluvioso. En Potes en la oficina de turismo fuimos a por un mapa de la zona. ¡Qué preciosidad lo poco que vimos! No nos detuvimos porque ya había un día en nuestro itinerario para conocer la capital de Liébana.
Nos acercamos a Camaleño, pasando el camping La Viorna, al Monasterio de Santo Toribio, una visita estrella en la zona. Es famoso por guardar el fragmento más grande de la cruz en la que murió Cristo (Lignum Crucis). Hay un aparcamiento enorme a la llegada. Empezamos por el muy bien cuidado claustro de piedra.
Nos acercamos a Camaleño, pasando el camping La Viorna, al Monasterio de Santo Toribio, una visita estrella en la zona. Es famoso por guardar el fragmento más grande de la cruz en la que murió Cristo (Lignum Crucis). Hay un aparcamiento enorme a la llegada. Empezamos por el muy bien cuidado claustro de piedra.

Enfrente, cerca de los baños, en los paneles informativos vimos las rutas que pueden hacerse por las distintas ermitas: la cueva santa, Santa Catalina, San Juan de la Casería, San Miguel, San Tirso… Hay de distinta duración.
Las ruinas de la ermita de Santa Catalina están en la loma que sube a la derecha de Santo Toribio (partiendo de los baños). Es un camino corto y sencillo, y vale la pena también por las vistas.
Las ruinas de la ermita de Santa Catalina están en la loma que sube a la derecha de Santo Toribio (partiendo de los baños). Es un camino corto y sencillo, y vale la pena también por las vistas.

De vuelta al monasterio, visitamos la iglesia por dentro. Precisamente tuvimos oportunidad de ver el Lignum Crucis (¡qué trabajito explicarle al niño qué era!). Y a continuación, nos acercamos caminando por la carretera hasta la ermita y mirador de San Miguel. Solo se conserva la cabecera, pero es espectacular la panorámica del valle del Deva y de Potes.

Para comer fuimos a Mogrovejo. Este es mi pueblo preferido de los Picos. En la entrada aparcamos cerca de la iglesia y de su minúsculo cementerio. Siguiendo a pie por la misma CA-887 hay un parque infantil pequeñito.

A simple vista parece un lugar más, sus casitas de piedra y tejados.

Pero poco a poco nos vamos damos cuenta de que Mogrovejo tiene algo especial, auténtico.

Usos antiguos y tradicionales...

... y un respeto y cuidado por su conservación.

Habíamos reservado (indispensable) en Peña Cortes, quesos y cosas, un local pequeño y muy demandado (no me extraña), atendido con gran amabilidad, para degustar sin prisas. El Peña Cortes tiene también una tienda de productos de la región. La comida es de elaboración sencilla. Comimos en la pequeña terraza de tres mesas, con vistas a los tejados de teja de las casas de enfrente. El paisaje transmite una quietud que invita a comer con la misma tranquilidad.

Quesos (oveja, cabra, tres leches y picòn con mermelada de manzana, delicioso) y embutidos lebaniegos (chorizo, salchichón, jamón, lomo y cecina). Y de remate un flan de queso espectacular.
Después paseamos por el pueblo sin rumbo, llegamos hasta la torre, la iglesia de la Asunción, pero, sobre todo, admirar sus casas del siglo XVI-XVIII… Un auténtico privilegio estar aquí.


