Hoy dedicamos el día a conocer la zona de Vega de Liébana. En concreto hacemos la ruta MAREDES-CRUZ DE LA VIORNA
Si tomamos como punto de partida Potes, por la carretera que sube al Puerto de San Glorio llegamos a la entrada de Vega de Liébana, donde tomamos el desvío hacia Campollo y Maredes. Al llegar al pueblo de Maredes, tras el correspondiente jueguito en la fuente, por el camino a la derecha del pequeño aparcamiento, empezamos a caminar por detrás de las casas. La subida es ligeramente pronunciada, por una senda estrecha, con mucha piedra suelta… pero las vistas del alto de San Martín lo justifican.
Eso sí, el niño solo por aquí nunca. Subimos en fila india con él en medio. Si tienes bastones, llévalos y buen calzado también. Cuando por fin llegamos a la base de la Cruz de la Viorna, a 1087 metros de altitud, en una hora aproximadamente, vemos que está situada justo encima de Potes y de Santo Toribio.
Es un excelente mirador tanto del Macizo Oriental de los Picos de Europa como de una buena parte de la Montaña Palentina.
Después de descansar y de ver que subía gente literalmente muriéndose desde Potes, llamamos desde aquí arriba para reservar en el Mesón la Vega.
El Mesón La Vega es un restaurante familiar, muy bien atendido y lleno de gente. Para encontrarlo, siguiendo por la N-621, a la altura de las señales a Puerto San Glorio y Riaño, por un lado, y a Potes-Santander, por otro, en Poblado Vega, cogemos dirección al camping y a Dobres, atravesando un pequeño puente sobre el río. ¡Qué suerte que se cruzó en nuestro camino! Comimos de menú (9.5€), pero ¡de qué manera! Unas sopas de pollo y de cocido, a pesar del calor que pasamos subiendo a la Cruz, que nos dejaron sin habla. Para colmo ponen las soperas en la mesa… ¡No sé cuántas veces nos servimos! De segundo cocido lebaniego (¡madre mía, cómo estaba el tocino!) y carrilleras (la carne se partía de solo mirarla), con flan y tarta de queso de postre. Nuestro hijo con sus tradicionales croquetas de jamón (¡vaya sabor, jamoncito del bueno, que me perdonen mi madre y mi abuela!) Personal amable y trabajo a destajo.
Por la tarde, por el valle de Cereceda, recorrimos la carretera que une Cantabria y León por el Puerto de San Glorio. Subimos hasta el mirador de Llesba.
En el Mirador del corzo las vistas son espectaculares, los macizos aparecen en la montaña descomunales. Nos recordaron, salvando las distancias, a los Dolomitas, en el Passo del Sella.
Y, más arriba, el Mirador del oso, con la pertinente cuesta para llegar hasta él. Los macizos se ven impresionantes desde aquí.
Si tomamos como punto de partida Potes, por la carretera que sube al Puerto de San Glorio llegamos a la entrada de Vega de Liébana, donde tomamos el desvío hacia Campollo y Maredes. Al llegar al pueblo de Maredes, tras el correspondiente jueguito en la fuente, por el camino a la derecha del pequeño aparcamiento, empezamos a caminar por detrás de las casas. La subida es ligeramente pronunciada, por una senda estrecha, con mucha piedra suelta… pero las vistas del alto de San Martín lo justifican.

Eso sí, el niño solo por aquí nunca. Subimos en fila india con él en medio. Si tienes bastones, llévalos y buen calzado también. Cuando por fin llegamos a la base de la Cruz de la Viorna, a 1087 metros de altitud, en una hora aproximadamente, vemos que está situada justo encima de Potes y de Santo Toribio.

Es un excelente mirador tanto del Macizo Oriental de los Picos de Europa como de una buena parte de la Montaña Palentina.

Después de descansar y de ver que subía gente literalmente muriéndose desde Potes, llamamos desde aquí arriba para reservar en el Mesón la Vega.
El Mesón La Vega es un restaurante familiar, muy bien atendido y lleno de gente. Para encontrarlo, siguiendo por la N-621, a la altura de las señales a Puerto San Glorio y Riaño, por un lado, y a Potes-Santander, por otro, en Poblado Vega, cogemos dirección al camping y a Dobres, atravesando un pequeño puente sobre el río. ¡Qué suerte que se cruzó en nuestro camino! Comimos de menú (9.5€), pero ¡de qué manera! Unas sopas de pollo y de cocido, a pesar del calor que pasamos subiendo a la Cruz, que nos dejaron sin habla. Para colmo ponen las soperas en la mesa… ¡No sé cuántas veces nos servimos! De segundo cocido lebaniego (¡madre mía, cómo estaba el tocino!) y carrilleras (la carne se partía de solo mirarla), con flan y tarta de queso de postre. Nuestro hijo con sus tradicionales croquetas de jamón (¡vaya sabor, jamoncito del bueno, que me perdonen mi madre y mi abuela!) Personal amable y trabajo a destajo.

Por la tarde, por el valle de Cereceda, recorrimos la carretera que une Cantabria y León por el Puerto de San Glorio. Subimos hasta el mirador de Llesba.

En el Mirador del corzo las vistas son espectaculares, los macizos aparecen en la montaña descomunales. Nos recordaron, salvando las distancias, a los Dolomitas, en el Passo del Sella.

Y, más arriba, el Mirador del oso, con la pertinente cuesta para llegar hasta él. Los macizos se ven impresionantes desde aquí.
