La carretera CA-185 que lleva desde Potes a Fuente Dé va pasando por multitud de pueblos y aldeas, con la estampa de los Picos por cualquier parte.
Si lees que hay que llegar temprano a Fuente Dé para evitar colas, es cierto, al menos a mitad de agosto. Un consejo que te damos es llevar agua suficiente, pues salvo en la estación superior, no hay ningún sitio más donde conseguir bebida, hasta llegar al refugio. Y si te toca en un día de pleno verano como a nosotros…
Antes de las 9 habíamos aparcado ya en el aparcamiento enorme y gratuito, para comprar las entradas; casi hicimos una hora de cola; la subida se hace por números. Vimos marcharse a bastante gente ante este panorama. Teníamos unas dos horas y media por delante de espera, así que sin prisas nos entretuvimos en un parque infantil grande (¡por fin!) que hay enfrente del Parador, con unas vistas maravillosas de los Picos, mientras sube y baja el teleférico.
A la izquierda del parador se puede visitar, previo pago, la Casa del Oso. No entramos, ya los 17€ por persona del teleférico nos parecieron suficientes (menores de 5, gratis).
Detrás de los baños y enfrente de la cafetería, hay un “bosquecillo”, según nuestro hijo, donde se entretuvo muchísimo con otros niños. Hay un árbol con forma de oso (¿?), una caseta hecha con ramas de árboles… Mil historias para que se nos hiciera ameno el rato.
Nuestro turno y hacia arriba. El teleférico va despacito, mientras se va haciendo pequeñito el pueblo y las montañas crecen ante nuestros ojos. En menos de 4 minutos estamos ya a 1834 metros en el Mirador del Cable, que es como se llama la estación superior del teleférico.
Las vistas hacia cualquier parte son monumentales.
Empezamos a caminar y encontramos a una cabra fotogénica y paciente, pues todo el mundo quería foto con ella. Nosotros no íbamos a ser distintos.
Seguimos a la derecha la pista que lleva a la Horcadina de Covarrobres, más o menos un kilómetro de camino llano. Acompaña la gran mole de la Peña Olvidada y las agujas de Covarrobres. Me encanta esta estampa.
En la Horcadina, el camino se bifurca hacia las minas de Altaiz a la izquierda o de frente y a la derecha hacia Áliva. Este es el camino que tomamos nosotros. Según se baja vemos enfrente el macizo oriental de los Picos de Europa y la Peña Vieja.
Tras el Collado de Juan Toribio, aparece el Chalet Real (en 1912 se estrenó con motivo de una cacería de Alfonso XIII), un poco separado de la pista.
Aquí hicimos un descanso y nos tiramos en la hierba a comer los bocadillos que llevábamos y a descansar un poco. Todo el mundo hacía lo mismo, a disfrutar del buen tiempo.
Seguimos bajando por un “camino de ovejas”, con su perro pastor incluido, hasta llegar al refugio de Áliva, a 1666 metros. Podríamos haber seguido caminando hacia los Puertos de Áliva e, incluso, llegar hasta Fuente Dé. Allí descansamos y bebimos, ¡el calor agota!
El camino es sencillo y asumible, unos 7 km en total, con parada intermedia para comer y múltiples fotos de por medio; hay algunas pendientes sin importancia de bajada (desnivel de 108 metros) y de vuelta, subida. Por momentos se nos hizo pesado por el calor, sobre todo, pero acabamos muy orgullosos. ¡Habíamos hecho algo mítico! Cuando volvamos queremos llegar a Horcados Rojos o a la Cabaña Verónica, que son rutas un poco más largas (11-14 km) y de mayor dificultad y desnivel (500 metros).
Si lees que hay que llegar temprano a Fuente Dé para evitar colas, es cierto, al menos a mitad de agosto. Un consejo que te damos es llevar agua suficiente, pues salvo en la estación superior, no hay ningún sitio más donde conseguir bebida, hasta llegar al refugio. Y si te toca en un día de pleno verano como a nosotros…
Antes de las 9 habíamos aparcado ya en el aparcamiento enorme y gratuito, para comprar las entradas; casi hicimos una hora de cola; la subida se hace por números. Vimos marcharse a bastante gente ante este panorama. Teníamos unas dos horas y media por delante de espera, así que sin prisas nos entretuvimos en un parque infantil grande (¡por fin!) que hay enfrente del Parador, con unas vistas maravillosas de los Picos, mientras sube y baja el teleférico.

A la izquierda del parador se puede visitar, previo pago, la Casa del Oso. No entramos, ya los 17€ por persona del teleférico nos parecieron suficientes (menores de 5, gratis).

Detrás de los baños y enfrente de la cafetería, hay un “bosquecillo”, según nuestro hijo, donde se entretuvo muchísimo con otros niños. Hay un árbol con forma de oso (¿?), una caseta hecha con ramas de árboles… Mil historias para que se nos hiciera ameno el rato.

Nuestro turno y hacia arriba. El teleférico va despacito, mientras se va haciendo pequeñito el pueblo y las montañas crecen ante nuestros ojos. En menos de 4 minutos estamos ya a 1834 metros en el Mirador del Cable, que es como se llama la estación superior del teleférico.

Las vistas hacia cualquier parte son monumentales.

Empezamos a caminar y encontramos a una cabra fotogénica y paciente, pues todo el mundo quería foto con ella. Nosotros no íbamos a ser distintos.


Seguimos a la derecha la pista que lleva a la Horcadina de Covarrobres, más o menos un kilómetro de camino llano. Acompaña la gran mole de la Peña Olvidada y las agujas de Covarrobres. Me encanta esta estampa.


En la Horcadina, el camino se bifurca hacia las minas de Altaiz a la izquierda o de frente y a la derecha hacia Áliva. Este es el camino que tomamos nosotros. Según se baja vemos enfrente el macizo oriental de los Picos de Europa y la Peña Vieja.
Tras el Collado de Juan Toribio, aparece el Chalet Real (en 1912 se estrenó con motivo de una cacería de Alfonso XIII), un poco separado de la pista.

Aquí hicimos un descanso y nos tiramos en la hierba a comer los bocadillos que llevábamos y a descansar un poco. Todo el mundo hacía lo mismo, a disfrutar del buen tiempo.

Seguimos bajando por un “camino de ovejas”, con su perro pastor incluido, hasta llegar al refugio de Áliva, a 1666 metros. Podríamos haber seguido caminando hacia los Puertos de Áliva e, incluso, llegar hasta Fuente Dé. Allí descansamos y bebimos, ¡el calor agota!

El camino es sencillo y asumible, unos 7 km en total, con parada intermedia para comer y múltiples fotos de por medio; hay algunas pendientes sin importancia de bajada (desnivel de 108 metros) y de vuelta, subida. Por momentos se nos hizo pesado por el calor, sobre todo, pero acabamos muy orgullosos. ¡Habíamos hecho algo mítico! Cuando volvamos queremos llegar a Horcados Rojos o a la Cabaña Verónica, que son rutas un poco más largas (11-14 km) y de mayor dificultad y desnivel (500 metros).