La aventura acaba de comenzar, después de un vuelo de 12 horas al fin llegamos al aeropuerto de Kuala Lumpur. Sin pasar por la capital de Malasia nos ponemos rumbo a Melaka, tomamos un autobús desde el aeropuerto por unos 35rm por persona, en unas dos horitas llegamos a la estación central de Melaka. Cuando por fin llegamos a The Riverside Cardamon, nuestro alojamiento en la ciudad, disfrutamos de un merecido descanso.
Durante esta primera noche en tierras extrañas mi cabeza se disparó a mil por hora y no me dejaba dormir. Se supone que este debe ser el viaje de nuestras vidas, pero durante los primeros días del viaje comencé a tener una sensación de angustia bastante estresante. Somos una pareja acostumbrada a viajar y nunca antes había tenido esta sensación, pero es cierto que es mi primera vez realizando un viaje tan largo, y creo que fue esa sensación de incertidumbre, de no tener nada planeado y no tener cerca el final del viaje, la que me provocaba esta intranquilidad e hizo que mi cabeza se llenara de miedos e inseguridades. Por suerte esta ansiedad fue desapareciendo poco a poco a lo largo de la primera semana.
Dudo que exista una ciudad más acogedora en todo el sudeste asiático, Melaka no ha podido ser más amable con nosotros. Desde que plantamos nuestros pies por sus calles la mayoría de sus habitantes nos han mostrado su mejor sonrisa. La gente es muy abierta, basta cruzar una mirada con algún lugareño para que rápidamente te muestren una sincera sonrisa de oreja a oreja. Muchas veces este gesto significaba el comienzo de una conversación, esto nos ha pasado con personas de todo tipo, taxistas, pescadores, personas mayores que estaban refugiadas a la sombra de un árbol o el camarero de un bar que de repente se convertía en un fantástico historiador.
Lo mejor de Melaka no es su historia, sino sus gentes. Se sienten orgullosos de ser de Melaka y les encanta recibir visitantes y hablarles de su historia, de lo que son y de lo que un día fueron. Así descubrimos sus cruces con pueblos de lugares muy lejanos, fueron colonia portuguesa, holandesa y británica, pero también tienen una gran mezcla con China, la India y otros muchos pueblos.
De sus coloridas calles nos quedamos con el fuerte portugués y la plaza holandesa, que marca el centro mismo de la ciudad, siempre llena de Rickshaws en busca de algún turista al que pasear. Caminar junto al río al atardecer hasta Little India es la mejor manera de comenzar a descubrir la mezcla que representa Malasia a la vez que puedes disfrutar del arte callejero y los murales que hay junto al río. Otra de las experiencias que recuerdo fue el día que probamos por primera vez el Chicken Tandori y el Cheese Nam.
Pasamos tres días en Melaka y quedamos enamorados de ella, lo mejor de todo, lo que más nos gustó es el respeto que existe entre indios, chinos y musulmanes. Nadie se mete en la vida de los otros y sin embargo se mezclan entre ellos, a veces en una calle tienes 3 o 4 religiones diferentes y todos saben convivir sin tener ningún tipo de problemas.
Como consejo práctico os recomiendo el free tour que comienza en la oficina de turismo junto a la plaza holandesa, totalmente gratuito y muy interesante.
Durante esta primera noche en tierras extrañas mi cabeza se disparó a mil por hora y no me dejaba dormir. Se supone que este debe ser el viaje de nuestras vidas, pero durante los primeros días del viaje comencé a tener una sensación de angustia bastante estresante. Somos una pareja acostumbrada a viajar y nunca antes había tenido esta sensación, pero es cierto que es mi primera vez realizando un viaje tan largo, y creo que fue esa sensación de incertidumbre, de no tener nada planeado y no tener cerca el final del viaje, la que me provocaba esta intranquilidad e hizo que mi cabeza se llenara de miedos e inseguridades. Por suerte esta ansiedad fue desapareciendo poco a poco a lo largo de la primera semana.
Dudo que exista una ciudad más acogedora en todo el sudeste asiático, Melaka no ha podido ser más amable con nosotros. Desde que plantamos nuestros pies por sus calles la mayoría de sus habitantes nos han mostrado su mejor sonrisa. La gente es muy abierta, basta cruzar una mirada con algún lugareño para que rápidamente te muestren una sincera sonrisa de oreja a oreja. Muchas veces este gesto significaba el comienzo de una conversación, esto nos ha pasado con personas de todo tipo, taxistas, pescadores, personas mayores que estaban refugiadas a la sombra de un árbol o el camarero de un bar que de repente se convertía en un fantástico historiador.
Lo mejor de Melaka no es su historia, sino sus gentes. Se sienten orgullosos de ser de Melaka y les encanta recibir visitantes y hablarles de su historia, de lo que son y de lo que un día fueron. Así descubrimos sus cruces con pueblos de lugares muy lejanos, fueron colonia portuguesa, holandesa y británica, pero también tienen una gran mezcla con China, la India y otros muchos pueblos.
De sus coloridas calles nos quedamos con el fuerte portugués y la plaza holandesa, que marca el centro mismo de la ciudad, siempre llena de Rickshaws en busca de algún turista al que pasear. Caminar junto al río al atardecer hasta Little India es la mejor manera de comenzar a descubrir la mezcla que representa Malasia a la vez que puedes disfrutar del arte callejero y los murales que hay junto al río. Otra de las experiencias que recuerdo fue el día que probamos por primera vez el Chicken Tandori y el Cheese Nam.
Pasamos tres días en Melaka y quedamos enamorados de ella, lo mejor de todo, lo que más nos gustó es el respeto que existe entre indios, chinos y musulmanes. Nadie se mete en la vida de los otros y sin embargo se mezclan entre ellos, a veces en una calle tienes 3 o 4 religiones diferentes y todos saben convivir sin tener ningún tipo de problemas.
Como consejo práctico os recomiendo el free tour que comienza en la oficina de turismo junto a la plaza holandesa, totalmente gratuito y muy interesante.