Merendamos y a las 17.00 pm anunciaron la llegada a la isla de Patmos. En este caso, el desembarque era con lanchas.
En Patmos, la excursión a la Gruta del Apocalipsis y el Monasterio de San Juan que ofrecía el crucero era innecesaria porque tranquilamente se podía hacer por cuenta propia. Ni bien se llegaba al puerto, había un puesto de taxis que cobraban 30€ por llevar a 4 personas hasta ambos lugares. Nosotros nos juntamos con otros compañeros de grupo y éramos 5, así que nos llevaron a todos por 40€. La subida también se podía hacer a pie, pero era un trayecto largo y no lo consideramos conveniente dado el poco tiempo que teníamos disponible.
Primero visitamos la Gruta del Apocalipsis (2€), a la que llegamos en tiempo récord porque el taxista iba a toda velocidad siguiendo el camino en zigzag por la ladera de la montaña. Esa rapidez seguramente se debía al hecho de que ni bien el taxista nos dejó a nosotros (nos dijo la hora en que nos iba a pasar a buscar), salió en busca de otros pasajeros y así sucesivamente (aprovechan las escalas de los cruceros para recaudar haciendo múltiples viajes).

En el interior de la gruta propiamente dicha había bastante gente y no estaba permitido sacar fotos; en el resto del lugar no había problema. En la entrada había una pequeña tienda en la que se vendían objetos religiosos.
El tiempo nos alcanzó perfectamente para esta visita. Salimos y nos quedamos unos minutos contemplando las vistas de la isla y a sacando fotos del paisaje mientras esperábamos al taxista, que llegó puntual.
La siguiente parada fue el Monasterio de San Juan (4€). Para llegar tuvimos que caminar unos metros cuesta arriba por una calle empinada y algunos escalones. El lugar es enorme, tiene un lindo patio con plantas y flores y se pueden recorrer sus pasillos y terrazas. Tiene un pequeño museo, que está incluido en el precio de la entrada. En el museo y en el interior del monasterio no se pueden sacar fotos. Desde este lugar también hay unas lindas vistas de la isla.



El taxista nos vino a buscar a la hora acordada, nos llevó de regreso al muelle a la velocidad de la luz y le pagamos el viaje. Caminamos unas cuadras bordeando el mar y luego recorrimos algunas calles con varias tiendas de souvenirs.


Volvimos al barco mucho antes de las 21.00 pm, horario de salida de la última lancha, y fuimos a cenar. Al día siguiente haríamos escala en Rodas.