Hoy abandonamos la isla de Lewis. Zarpamos de Stornoway a las 7 de la mañana. El sol vuelve a brillar, si bien ya se intuye la presencia de los primeros cúmulos nubosos que traerán precipitaciones en los próximos días. Embarcamos y partimos de Stornoway. Nos alejamos de la isla con cierta tristeza, pues hemos pasado allí dos maravillosos días. En apenas una hora ya contemplamos las montañas y los fiordos de tierra firme escocesa. El barco se acerca a Ullapool mientras un agitado mar golpea el casco de la nave. Desde la cubierta exterior del ferry observamos el maravilloso panorama de la costa. Un contorno de montañas aparece dibujado en el cercano horizonte difuminado por una tenue bruma matutina, un velo blanquecino arponeado por unos frágiles rayos de sol que quieren ganar fuerza con el paso de las horas.

El ferry va adentrándose en la grandiosidad del fiordo mientras un imparable juego de colores es el resultado de la lucha que mantienen el sol y las nubes. El viento y las olas siguen batiendo con furia hasta que llegamos a las cercanías de Ullapool. Una vez allí, un autobús con destino Inverness nos está esperando en el muelle. Sobre el mediodía tenemos prevista la llegada a la capital de las Highlands.

En el autobús aprovecho para descansar y dar unas cabezadas a la par que el tiempo va variando por minutos: sol, nubes y lluvia. Al llegar a Inverness brilla el sol y hay que apurar su presencia efímera para descubrir otro de los puntos más importantes del viaje: el Lago Ness. Tras una breve pausa en la estación de autobuses de Inverness, cogemos el primer autobús para el castillo de Urquhart , una antigua edificación medieval a los pies del mítico lago y que hoy en día ha quedado reducida a ruinas. El lugar más cercano al lago es Drumnadrochit, un poblado que como temíamos ahora forma parte del entramado turístico que ha devorado la zona y que ha fomentado la instalación de numerosas tiendas de souvenirs, restaurantes y exposiciones de todo tipo acerca del monstruo del Lago Ness. A pesar de la multitud de viajeros y excursiones que viajan hasta aquí atraídos por la fama del lago y su monstruo, hay que reconocer que el lugar es aún fascinante. El Lago Ness se extiende a lo largo de la falla del Great Glen entre unas montañas repletas de preciosa arboleda verde. Cuando nos bajamos del autobús en el castillo de Urquhart, nuestra decepción fue la imposibilidad de acceder libremente a la parte baja del lago, pues esto solo se puede hacer pagando. Unos quince euros por tan solo descender unos metros hasta la antigua fortaleza atestada de turistas no nos parece la mejor decisión. Ante esta situación, decidimos bordear el lago desde la altura e ir retornando a pie hasta el poblado de Drumnadrochit. Se trata de un recorrido muy bonito y bastante bien acondicionado para el viandante que discurre en paralelo a la carretera. En mitad del camino, hacemos un breve descanso en un merendero junto a un riachuelo. Proseguimos minutos más tarde hasta el pueblo acumulando para entonces otros cinco kilómetros de caminata. En Drumnadrochit esperamos el autobús de vuelta hasta Inverness. El viaje dura unos treinta minutos y durante el trayecto de vuelta comienza a llover quedando las vistas del Lago Ness a nuestra derecha.

El hostal que hemos reservado en Inverness está bastante lejos de la estación, por lo cual tomamos la decisión de ir hasta allí en taxi. Una vez en el hostal nos exigen pagar en efectivo por lo cual tenemos que dar un nuevo paseo hasta encontrar el cajero automático más cercano. Aun así, hemos acertado con el lugar: una amplia y cómoda habitación con cuarto de baño privado. Tras varios días de excursiones, el cansancio se va haciendo crónico y hay que ir pronto a dormir para recuperar energías de cara al día siguiente.