
Aterrizamos en la noche del día 14 de julio a Edimburgo tras un vuelo desde Londres Heathrow que acumuló dos horas de retraso. Al llegar al aeropuerto de la capital escocesa, era ya más allá de la medianoche, por lo que solo nos quedó la opción de coger el autobús hasta el centro.
Tras un recorrido de unos treinta minutos en bus, alcanzamos en la lluviosa oscuridad nocturno la estación central de Waverley . A esas horas, decidimos tomar en taxi desde el centro hasta la residencia de estudiantes donde nos alojamos. Estos alojamientos acondicionados para estudiantes universitarios quedan libres para los turistas en verano y son la opción más económica para hospedarse en Edimburgo, donde los hoteles se disparan durante estas fechas hasta precios prohibitivos.
Las instalaciones de la residencia Murano, donde estuvimos, son muy básicas y limitadas. Nos dieron una habitación en un bajo con una cama de dimensiones demasiado reducidas para dos personas, un colchón aceptable y un baño. En general, el cuarto recuerda a una minúscula caja de cartón para guardar zapatos, donde aparte de la cama, solo puedes disfrutar de una austera mesa de estudio y su correspondiente silla. El precio por noche ronda los 80 euros.