El sábado era el último de los días hábiles que nos restaban para conocer Londres. Nos quedaban algunos flecos por pulir, así que nos preparamos, una vez más par una larga jornada londinense.
Empezamos el día, como no podía ser de otra manera, con lluvia. Así que directos al metro de Pimlico a comprar la Travel Card de un día, ya que ya se había agotado el cupo de la que compramos tres días antes. Así pues, la línea azul nos llevó hasta Green Park. De allí puedes acceder mediante un paseo corto y relajante hasta el palacio de Buckingham. Al llegar al parque la lluvia empezó a apretar más pero nosotros a lo nuestro. A medio camino encontramos unas pequeñas amigas: las famosas ardillas de los parques de Londres. Estuvimos un buen rato jugueteando para ver si podíamos echarles algunas fotos en condiciones y al final lo logramos, aunque alguna se intentó esconder en un árbol, tal y como se ve en la foto.
Llegamos pues al palacio desde el parque. La visión nocturna de Bukingham que tuvimos unos días antes, desmerecen totalmente este fastuoso palacio. Nos impresiono tanto el propio edificio como la avenida The Mall. El echo de que por algún casamiento, coronación, victoria, lo que sea, se llene esa larguísima y ancha avenida de gente con banderas inglesas y de st. Jorge pues la verdad impresiona enormemente. Encima, la estatua (Victoria Monument, que podeis ver retratada en una etapa anterior de este mismo viaje) que está enfrente del palacio, es la guinda que completa el entorno de Buckingham.
Un par de cosas a señalar. La reina se encontraba en el palacio. El echo que la bandera ondease desde lo alto del palacio así lo certificaba. La pena es que cuando la octogenaria se encuentra en Buckingham Palace, el palacio no se puede visitar, es decir, se tiene que esperar hasta verano que se va a pasarlo a su residencia estival. La otra cosa reseñable por así decirlo) es que los famosos soldados reales no iba con los tradicionales abrigos o casacas rojas. Utilizaban los grises que son los que correspondes llevar en invierno por abrigar más. Nosotros preguntamos intentamos abrir la puerta del palacio con la llave de casa (como se ve en la foto) pero está claro que no coló cuando le digimos al guardia que éramos los del 1º 2ª, jejeje
Empezamos el día, como no podía ser de otra manera, con lluvia. Así que directos al metro de Pimlico a comprar la Travel Card de un día, ya que ya se había agotado el cupo de la que compramos tres días antes. Así pues, la línea azul nos llevó hasta Green Park. De allí puedes acceder mediante un paseo corto y relajante hasta el palacio de Buckingham. Al llegar al parque la lluvia empezó a apretar más pero nosotros a lo nuestro. A medio camino encontramos unas pequeñas amigas: las famosas ardillas de los parques de Londres. Estuvimos un buen rato jugueteando para ver si podíamos echarles algunas fotos en condiciones y al final lo logramos, aunque alguna se intentó esconder en un árbol, tal y como se ve en la foto.
Llegamos pues al palacio desde el parque. La visión nocturna de Bukingham que tuvimos unos días antes, desmerecen totalmente este fastuoso palacio. Nos impresiono tanto el propio edificio como la avenida The Mall. El echo de que por algún casamiento, coronación, victoria, lo que sea, se llene esa larguísima y ancha avenida de gente con banderas inglesas y de st. Jorge pues la verdad impresiona enormemente. Encima, la estatua (Victoria Monument, que podeis ver retratada en una etapa anterior de este mismo viaje) que está enfrente del palacio, es la guinda que completa el entorno de Buckingham.
Un par de cosas a señalar. La reina se encontraba en el palacio. El echo que la bandera ondease desde lo alto del palacio así lo certificaba. La pena es que cuando la octogenaria se encuentra en Buckingham Palace, el palacio no se puede visitar, es decir, se tiene que esperar hasta verano que se va a pasarlo a su residencia estival. La otra cosa reseñable por así decirlo) es que los famosos soldados reales no iba con los tradicionales abrigos o casacas rojas. Utilizaban los grises que son los que correspondes llevar en invierno por abrigar más. Nosotros preguntamos intentamos abrir la puerta del palacio con la llave de casa (como se ve en la foto) pero está claro que no coló cuando le digimos al guardia que éramos los del 1º 2ª, jejeje


Sobre el cambio de guardia, no esperamos a verlo, ya vimos el de la guardia montada y la verdad no teníamos ganas de perder otra vez el tiempo con una ceremonia parecida.
Así es que retomamos nuestros pasos en busca del metro y de allí (al ser sábado) hacía Camden Town. Amigos, todo lo que había oído sobre este mercado se quedaba corto. Mercados por todas partes, puestos de venda de todo tipo, que si abrigos de segunda mano, camisetas, gorros, botas, bisutería, bolsos... los que no encuentres aquí dudo que se fabrique (yo por decir algo me encontré con mi homonimo, el Chino Karatea real, y sinó mirad la foto). Encima, para llamar a la clientela, muchas tiendas ponen réplicas en gigante, en las fachadas, de lo que venden. También apuntar, que el regateo está al orden del día. O sea que, un poco de paciencia y a ver asta donde llegais (que siempre será, evidentemente, hasta donde ellos crean que has de llegar, pero bueno, unas libras si te ahorras).
Sólo tuvimos una pega, y es que la lluvia fue especialmente dura en nuestra estancia en Camden, pero “no problem”, nosotros a pasear con los paraguas y de compras. Especialmente contenta se puso mi mujer ya que no la había puesto para nada al corriente de donde íbamos, y la verdad se lo pasó pipa.
Almorzamos en Camden también, y como la lluvia no menguaba, lo hicimos de pie, debajo del puente de Camden Lock que nos daba la protección necesaria para no quedar más mojados que un pez. La comida la compramos en un chino de los muchos que hay por la zona, y he de decir que estaba exquisita, y eso que no soy para nada amante de este tipo de comida.
Así es que retomamos nuestros pasos en busca del metro y de allí (al ser sábado) hacía Camden Town. Amigos, todo lo que había oído sobre este mercado se quedaba corto. Mercados por todas partes, puestos de venda de todo tipo, que si abrigos de segunda mano, camisetas, gorros, botas, bisutería, bolsos... los que no encuentres aquí dudo que se fabrique (yo por decir algo me encontré con mi homonimo, el Chino Karatea real, y sinó mirad la foto). Encima, para llamar a la clientela, muchas tiendas ponen réplicas en gigante, en las fachadas, de lo que venden. También apuntar, que el regateo está al orden del día. O sea que, un poco de paciencia y a ver asta donde llegais (que siempre será, evidentemente, hasta donde ellos crean que has de llegar, pero bueno, unas libras si te ahorras).
Sólo tuvimos una pega, y es que la lluvia fue especialmente dura en nuestra estancia en Camden, pero “no problem”, nosotros a pasear con los paraguas y de compras. Especialmente contenta se puso mi mujer ya que no la había puesto para nada al corriente de donde íbamos, y la verdad se lo pasó pipa.
Almorzamos en Camden también, y como la lluvia no menguaba, lo hicimos de pie, debajo del puente de Camden Lock que nos daba la protección necesaria para no quedar más mojados que un pez. La comida la compramos en un chino de los muchos que hay por la zona, y he de decir que estaba exquisita, y eso que no soy para nada amante de este tipo de comida.


Atención, la parada de metro en día de mercado sólo permite viajes para ir a Candem Town, no de Camden Town a cualquier otro sitio. Esto es así porqué eran muy peligrosas las aglomeraciones que se creaban. Así que o coges el otra parada de metro (Mornington Crescent por ejemplo), o pillas un autobús. Nosotros opamos por la segunda opción para conocer como son las calles de está zona de Londres. Decir también que el autobús llega a zonas muy céntricas, pero que el transito hacen que el avance del autobús sea a veces lento y pesado. Pero bueno, la verdad es que sentados como íbamos tampoco nos importo mucho esto.
Fialmente bajamos en Trafalgar Square y entonces aparecieron delante de nuestros ojos... dos buses de los antiguos uno detrás del otro, el primero verde, el segundo de rojo omo mandan los cánoes y esta vez, la cámara no falló:
Fialmente bajamos en Trafalgar Square y entonces aparecieron delante de nuestros ojos... dos buses de los antiguos uno detrás del otro, el primero verde, el segundo de rojo omo mandan los cánoes y esta vez, la cámara no falló:


Así que "pieza fotográfica en mano", nos dirigimos hasta el hotel para cambiarnos de ropa, porqué en Camden habiamos quedado empapado.
Tras el descanso, y aunque era sábado, nos dirigimos hacia el Spekers Corner, que evidentemente encontramos vacío. Sirvió, pero, el desplazamiento para ver Marble Arch, un arco creado para el palacio de los reyes pero debido a las dimensiones de los carruajes se les quedó pequeño y lo trasladaron derca de Hyde Park. Eso sí, nadie puede cruzar en carruaje debajo del arco excepto los de sangre azul, claro está.
Un poco decepcionados por la poca iluminación del Arco, nos dirigimos a cruzar uno de los parques más grandes de Londres (si no el que más), el famoso Hyde Park. Un cartel rezaba que en invierno, a partir de las 6 no se permite cruzarlo, pero al ver más gente por allí pues no adentramos en él. La verdad es que dada la poca iluminación del parque, no tardamos ni 10 minutos en perdernos. Llegamos eso sí a uno de los lugares que están más alcentro de Hyde Park, el puesto de vigilancia. Allí unos carteles nos indicaron la dirección correcta. El objetivo era llegar cerca de Harrods para ver la iluminación de noche. Antes pero nos encontramos con una feria navideña, con noria incluida. Decidimos hacernos una foto, y para que quedase un poco más alto me subí a una especie de tapa de alcantarillado. Cuando acabamos de echar la foto, vimos que realmente no me había subido a ninguna tapa del alcantarillamos, si no al memorial a la persona de Lady Diana. Quedamos realmente desorientados, ya que si eso es un recordatorio para su princesa más querida...
Finalmente acabamos de cruzar el parque y llegamos a Harrods donde la iluminación hace parecer al edificio aun más grande. Luego cogimos el metro (que parecía la cabina de los hermanos Marx) y hacia Wenstminter a ver de cerca por última vez el famoso reloj. Dímos una vuelta por el entorno del parlamento de la abadía y de allí hacía la más animada zona del Soho.
Tras el descanso, y aunque era sábado, nos dirigimos hacia el Spekers Corner, que evidentemente encontramos vacío. Sirvió, pero, el desplazamiento para ver Marble Arch, un arco creado para el palacio de los reyes pero debido a las dimensiones de los carruajes se les quedó pequeño y lo trasladaron derca de Hyde Park. Eso sí, nadie puede cruzar en carruaje debajo del arco excepto los de sangre azul, claro está.
Un poco decepcionados por la poca iluminación del Arco, nos dirigimos a cruzar uno de los parques más grandes de Londres (si no el que más), el famoso Hyde Park. Un cartel rezaba que en invierno, a partir de las 6 no se permite cruzarlo, pero al ver más gente por allí pues no adentramos en él. La verdad es que dada la poca iluminación del parque, no tardamos ni 10 minutos en perdernos. Llegamos eso sí a uno de los lugares que están más alcentro de Hyde Park, el puesto de vigilancia. Allí unos carteles nos indicaron la dirección correcta. El objetivo era llegar cerca de Harrods para ver la iluminación de noche. Antes pero nos encontramos con una feria navideña, con noria incluida. Decidimos hacernos una foto, y para que quedase un poco más alto me subí a una especie de tapa de alcantarillado. Cuando acabamos de echar la foto, vimos que realmente no me había subido a ninguna tapa del alcantarillamos, si no al memorial a la persona de Lady Diana. Quedamos realmente desorientados, ya que si eso es un recordatorio para su princesa más querida...
Finalmente acabamos de cruzar el parque y llegamos a Harrods donde la iluminación hace parecer al edificio aun más grande. Luego cogimos el metro (que parecía la cabina de los hermanos Marx) y hacia Wenstminter a ver de cerca por última vez el famoso reloj. Dímos una vuelta por el entorno del parlamento de la abadía y de allí hacía la más animada zona del Soho.


En el West End, pues, fue donde al fin encontramos lo que buscábamos hacía rato, el lugar que todo buen viajero ha de tener en su agenda marcado en rojo, el nirvana del trotamundo... ¡Un Mc Donalds! No sabéis las ganas que teníamos de encontrarlo. En nuestros viajes nunca falta una buena visita al Mc Donalds y finalmente el último día la pudimos realizar... y es que como se mea en un Mc Donalds no se mea en ninguna parte. Echo pues el cambio del agua de las olivas (como decios en Catalunya), nos fuimos en busca de un lugar donde comer alguna cosa que no fuese indigesta. Y así fue, nos tomamos ricamente, unos kebabs que estaban deliciosos.
Luego hicimos nuestra última vuelta por la zona. Decir que estaba super abarrotada y que la policía estaba por todos los lados. Así fue como conseguimos la foto que nos faltaba... la de los bobbies, jejeje.
Después de pasear un buen rato por la zona (la lluvia hacía rato que había desaparecido del mapa), subimos al metro de rigor para acercarnos al hotel y tomar unas pintas, las últimas del viaje.
Luego hicimos nuestra última vuelta por la zona. Decir que estaba super abarrotada y que la policía estaba por todos los lados. Así fue como conseguimos la foto que nos faltaba... la de los bobbies, jejeje.
Después de pasear un buen rato por la zona (la lluvia hacía rato que había desaparecido del mapa), subimos al metro de rigor para acercarnos al hotel y tomar unas pintas, las últimas del viaje.