Sindou ✏️ Diarios de Viajes de Burkina FasoDescubriendo en moto el País Senoufou, muy cerca de la frontera con Mali, entre montañas de formas sorprendentes y verdes arrozales.Diario: 11 DIAS DE MOCHILERO POR BURKINA FASO MARZO 2017⭐ Puntos: 5 (11 Votos) Etapas: 9 Localización: Burkina FasoSindou es una pequeña población ubicada a unos 40km de la frontera con Mali. Se trata de la capital del País Senoufou, las tierras donde habita un grupo étnico cuyas costumbres y tradiciones están envueltas en un halo de misterio. Adoran a un ser superior al que llaman Koutyolo. Y son habituales las celebraciones, con música y bailes rituales hasta bien entrada la noche. El pueblo no tiene mucho que ver. Pero a escasa distancia aguarda uno de los paisajes más impresionantes de Burkina: los Pics de Sindou. PREPARATIVOS EN BANFORA Antes de partir, decidí pegarme un buen desayuno en Banfora, para evitar los problemas físicos que sufrí durante mi visita a los Dômes de Fabedougou. Esta vez seguí los consejos del dueño de mi hotel, y salí en busca de una boulangerie donde, según él, servían auténticas delicias. Pero tras una intensa caminata, ni rastro del local: o bien estaba cerrado (todavía era temprano); o no lo supe encontrar (en África los comercios suelen ser muy diferentes a como te los imaginas). El caso es que una vez más acabé en McDonald, que por suerte acababa de abrir. Allí pedí una tortilla francesa, con verduras y patatas; una botella de agua grande; y, como no, un zumo de mango. Todo por 2.200f. Sin duda, mi restaurante favorito de Banfora (con permiso del makis de las cervezas gélidas). En el exterior, confirmé que el día había amanecido con un tiempo horrible. Cielo gris, viento, y gotas de lluvia esporádicas. Pero bueno, yo continué con mis planes como si nada (principalmente porque tampoco había plan b). De regreso en el Hotel Comoé, desalojé mi habitación (qué ganas tenía de abandonar aquel nido de cucarachas); le dejé al dueño mi mochila grande; y me subí a mi moto, listo para nuevas aventuras. Pero la moto no arrancaba... Por suerte, tras intentarlo varias veces sin éxito, apareció un chaval, que utilizó el sistema manual, y a la quinta consiguió ponerla en marcha. Ya me temía lo peor. Aunque más tarde me di cuenta que aquel suceso había sido un pequeño anticipo de lo que me esperaba... UN ACCIDENTADO VIAJE BANFORA - SINDOU Sindou se encuentra a 51km de Banfora, y se llega por una carretera asfaltada en perfecto estado (la misma que recorrí parcialmente para llegar a Toumousseni). Así que no me costó nada orientarme y enfilar el camino correcto. Pero cuando avanzaba a buen ritmo, antes de llegar a Tengrela, comenzaron los problemas... 1. De repente, noté que patinaba la rueda trasera. Así que me detuve, y comprobé que estaba totalmente desinflada. Había pinchado... Me quedé totalmente helado, porque no tenía ni idea de qué hacer (la mecánica no es lo mío). Por suerte, un crío que pasaba por allí en su bici, me dijo que continuara hasta Tengrela, donde había talleres. Y que podía seguir subido en la moto, pero conduciendo poco a poco. Eso hice, y conseguí llegar a un "taller" (en realidad, un tío sentado en el suelo, rodeado de piezas de vehículo). Diagnóstico: no se trataba de un simple pinchazo. Un trozo de hierro había atravesado la llanta y perforado varias veces la cámara de aire. Tanto, que había que poner una cámara nueva. Así que me senté en un taburete que me ofreció el mecánico. Y esperé pacientemente una media hora larga. Contrariado por dos motivos: la pérdida de tiempo; y la clavada que me iban a pegar por la reparación. Mientras, movimiento de lugareños a mi alrededor: niñas en bici que antes de ir al colegio pasaban por el taller a inflar sus ruedas a cambio de una moneda; mujeres saludándome... Pero bueno, al final moto arreglada. Y gran sorpresa a la hora de pagar: 2.000f por la cámara nueva, y 200f por la mano de obra. Menos de 4 euros... Así que dejé 300f de propina, y continué mi camino con una sonrisa de oreja a oreja. A veces se me olvida que en África las cosas no son lo que parecen, para bien y para mal... 2. De regreso en la carretera, volvió la normalidad. Y paré en varias ocasiones a sacar fotos interesantes: casas tradicionales, carteles curiosos... Hasta que tras una de esas paradas, intenté acelerar para continuar avanzando, y el puño del acelerador no respondía. No daba crédito a lo que me estaba pasando... Lo intenté todo, y la moto no se movía. Hasta que de nuevo un chaval en bici que me vio con cara de desesperación me ayudó guiándome hasta el "taller" más cercano. Donde llegué caminando, empujando la moto, y deshaciendo parte del camino realizado. Diagnóstico: se había roto el cable del acelerador, y era necesario cambiarlo. Un proceso realmente laborioso, porque había que desmontar un montón de piezas de la moto para dejar el cable al descubierto. Así que me tocó esperar tres cuartos de hora. Pero al final, nueva sorpresa. ¡El mecánico me pidió solo 300f! Menos de 50 céntimos... Acabé dejando 200f de propina, y el chaval tan agradecido. De estos incidentes puedo extraer dos lecturas positivas. La bondad de los lugareños, que sabiendo que era un turista con dinero en una situación límite, me cobraron el mismo precio que a cualquier otro Burkinabe. Y que al final tuve suerte, porque las dos averías tuvieron lugar relativamente cerca de poblaciones con talleres. Me llega a pasar lo mismo en una zona más remota, y el problema hubiera sido gordo. El resto del trayecto hasta Sindou transcurrió con normalidad. Tras algunos pequeños asentamientos, el paisaje se fue haciendo cada vez más boscoso y solitario. Y solo me cruzaba con otro vehículo muy de vez en cuando. LOS PICS DE SINDOU Cuando faltaba poco para llegar a la población de Sindou, apareció en el horizonte una hilera de curiosas formaciones rocosas que emergían del bosque: los Pics de Sindou. Eran como enormes chimeneas que se elevaban hacia el cielo. Y su color naranja contrastaba con el verde de los árboles que cubrían la zona. Según me fui acercando, no pude resistir la tentación. Y abandoné la carretera, tomando una pista de tierra que en poco tiempo me llevó frente a las extrañas formaciones de piedra. Bajé de la moto, y di un paseo por los alrededores. La sensación era indescriptible. Allí estaba yo, completamente solo, perdido en un rincón de Burkina Faso, en medio de un paisaje surrealista. Con un silencio absoluto que solo rompía de vez en cuando el canto de algún pájaro. Alucinando con cada nueva panorámica que descubría. Sin parar de hacer fotos... Estos minutos compensaron por sí solos todos los problemas que me dio la moto. Y es que conseguir llegar hasta los Sindou Peaks superando adversidades sentó infinitamente mejor que si hubiera aparecido en un cómodo minibus junto a un grupo de turistas. Más tarde, regresé a mi moto, y continué por una pista de tierra que discurría paralela a la carretera principal. Hasta que llegué a un chiringuito que actuaba como improvisado Centro de Visitantes del lugar. Allí pagué la entrada (1.000f) y la visita guiada obligatoria (otros 1.000f). Y un chaval amable y sonriente me acompañó durante un paseo que duró unos 45 minutos. En un principio, había planeado hacer la visita más tarde, durante las últimas horas de sol. Pero como el cielo continuaba nublado, y amenazaba lluvia, decidí adelantarla por si las moscas. La excursión estuvo genial, y el guía me explicó un montón de historias interesantes. Subimos por un desfiladero entre montañas, y en cuestión de minutos estábamos en una meseta, rodeados de formaciones rocosas increíbles. Por lo visto, el origen de este paisaje es el mismo que el de los Dômes de Fabedougou: antiguamente la zona estaba cubierta por las aguas, y al retirarse la erosión actuó de forma distinta en función de la dureza de las capas de sedimentos. Otros detalles curiosos: 1. En un lugar encontramos los muros semi derruidos de una casa que se había construido para el rodaje de una película bastante conocida en Burkina. 2. El terreno estaba cubierto de pequeños trozos de vasijas antiguas. 3. Llegamos a un punto elevado desde el que se divisaban perfectamente los alrededores: el pueblo de Sindou, las tierras de Mali en el horizonte, y por todas partes campos de arroz de un verde intenso ( se trata de una de las principales fuentes de ingresos de la zona). No me esperaba para nada encontrarme arrozales en Burkina... 4. Caminamos por la parte de las montañas permitida a los visitantes. Pero cerca de allí había otra parte sagrada, donde los Senoufou se reúnen para realizar sacrificios y ceremonias rituales. Hubiera sido capaz de pagar mucho dinero por presenciar una de esas reuniones. Tras la visita, de regreso en el Centro de Visitantes, me despedí del guía; exploré un poco más la zona por mi cuenta; y conduje hasta el pueblo de Sindou. ALOJAMIENTO: CAMPEMENT DJATIGUIYA - 6.000f/Noche *Puntos a favor: casa tradicional, redonda, con techo de paja y muy espaciosa; cama doble; lavabo individual; ventilador; ubicación céntrica, pero al mismo tiempo tranquila, ligeramente apartado de la calle principal; precio; chaval encargado de la recepción amable y servicial; posibilidad de guardar la moto dentro del recinto del campamento. *Puntos en contra: ducha con un hilo de agua; el alojamiento no tenía bar ni restaurante. No fue sencillo encontrar este lugar, y tuve que preguntar a un par de lugareños. Pero al final llegué al sitio elegido para pasar la noche.Una vez instalado, pregunté al chaval del campamento dónde podía encontrar un buen sitio para comer. Y me envió a un lugar relativamente cercano, al que llegué tras un rato caminando. COMIDA: CLUB LERABA Se trata sin duda del mejor hotel de Sindou. Hacía tan solo un año que había abierto sus puertas, y me encontré con unas instalaciones magníficas. El edificio, imponente: de color granate, con habitaciones impecables; vistas geniales; y todo tipo de lujos. Incluso se ofrecía la posibilidad de alquilar mountain bikes o quads a precios más que razonables. Por ejemplo, el alquiler de un quad nuevecito salía por 40 euros al día, gasolina incluida. Más o menos lo que cobraban en Barcelona por una hora... Durante mi recorrido por el suroeste de Burkina ya había visto varios carteles anunciando este hotel. Así que lo normal hubiera sido encontrármelo lleno de clientes. Pues todo lo contrario. No había absolutamente nadie, y el lugar tenía un aire triste y desangelado. Porque la cercanía de la frontera con Mali había provocado que el turismo local cayera en picado, y muy poca gente se atrevía a visitar la zona. La verdad, no se en qué estaban pensando los dueños cuando decidieron construir el hotel... Para comer, me senté en una mesa de su restaurante. Con una moderna pantalla de TV; personal muy agradable; y enormes fotos de lugares turísticos de Burkina decorando las paredes. Decidí probar uno de los platos más típicos del país: el Riz Gras. Un plato de arroz blanco, acompañado de verduras (berenjena, calabaza...) y trozos de carne de ternera. Riquísimo y abundante. Para acompañar, dos Brakina bien frías. Precio: 3.200f. POR LOS ALREDEDORES DE NIOFILA Tras la comida, caminé hasta mi campamento; cogí la moto; y salí a explorar los alrededores. Mi objetivo era llegar hasta Niofila, una aldea tradicional Senoufou ubicada a 12km de Sindou. Pero me puse en marcha a las 16h, y cuando llegué a los primeros conjuntos de casas, las sombras ya se estaban adueñando del paisaje. Aun así, el trayecto de ida y vuelta fue memorable. Conduciendo por pistas de tierra. Cruzándome con lugareños que me saludaban con sonrisas de oreja a oreja. Sorteando un pequeño arroyo, o bancos de arena que amenazaban con tirarme al suelo... Hubo un momento inolvidable, en el que apagué el motor, y me quedé unos minutos contemplando las vistas. Ante mí había una enorme extensión de arrozales cubiertos de agua, con algún árbol frutal y grupos de garzas blancas picoteando en busca de comida. Como telón de fondo, los Pics de Sindou. Y a mi alrededor, el sonido de aves e insectos, y las últimas luces del día. Sin palabras... Regresé al campamento a las 18h, con una sensación de satisfacción total. Y sin pensar mucho en los peligros que había corrido conduciendo solo a esas horas, tan cerca de la frontera con Mali, arriesgándome a una nueva avería que hubiera podido tener consecuencias desastrosas... Aunque quizás este sea el secreto para disfrutar de los viajes. Normalmente en Sindou cualquier excusa es buena para organizar una fiesta. Pero por desgracia, para esa noche no había nada previsto. En cambio, la noche anterior hubo baile y música con ocasión de un entierro. Una pena, porque hubiera sido un digno colofón a una jornada genial. En su lugar, estuve charlando un buen rato con un Burkinabe que se encontraba haciendo turismo por la zona, y trabajaba en una fábrica de zumo de mango... REGRESO A BANFORA Al día siguiente, tras picar unas galletas que había comprado la noche anterior, desalojé mi habitación; me despedí del chaval encargado (que incluso me sacó la moto a la calle y le limpió el polvo); y emprendí el camino de vuelta a Banfora. Desde el centro de Sindou se podía contemplar a cierta distancia un grupo de extrañas formaciones rocosas, algunas en precario equilibrio. Mientras, lugareños caminando, una carreta tirada por cebús avanzando a ritmo pausado... La verdad es que me hubiera gustado tener más tiempo para explorar en profundidad el País Senoufou. En concreto, dos de sus atracciones: 1. El Senoufou Circuit. Se trata de una ruta circular que se realiza a pie, y pasa por varias poblaciones tradicionales de la zona (algunas a apenas 5km de la frontera con Mali). Dura 4 días, se duerme con familias locales, y es una oportunidad única para adentrarse en la cultura y costumbres de estas gentes. Por supuesto, es necesario un guía. Los guías del Centro de Visitantes de los Pics de Sindou pueden ayudar a organizar la excursión. 2. El Monte Tenakourou, que con sus 749 metros es la montaña más alta de Burkina Faso. El ascenso resulta sencillo, y las vistas recomendables. A diferencia del trayecto de ida, el regreso a Banfora fue totalmente tranquilo. A buen ritmo, y sin ningún incidente. De vez en cuando paraba a sacar alguna foto interesante: termiteros enormes, árboles frutales, tramos de bosque, el río Comoé, lugareños (en algún caso a cambio de alguna moneda), casas tradicionales con sus curiosos graneros... Todo el mundo me saludaba sonriente, creando una atmósfera de buen rollo increíble. Ya en Banfora, devolví con tristeza mi moto en Chez Tapissier Ouattara, recuperando mi cartilla de vacunación. Después, caminé hasta el Hotel Comoé; recogí mi mochila grande; y me despedí del dueño. Porque por muy amable que fuera, tras el incidente de las cucarachas dos jornadas atrás no estaba dispuesto a pasar otra noche en ese hotel... A continuación, alto en el maquis de las cervezas heladas. Allí cayeron un par de Brakina, sentado tranquilamente en su terraza exterior. Y por último, ya de noche, me marché en busca de un sitio decente para dormir. ALOJAMIENTO: LA CANNE Á SUCRE - 26.100F/Noche *Puntos a favor: habitación espaciosa; cama doble enorme; limpieza extrema; lavabo individual de proporciones gigantescas; aire acondicionado; wifi gratis; ubicación céntrica, pero apartada del bullicio de la ciudad; restaurante propio. *Puntos en contra: precio; la señora encargada de la recepción me recibió con cara inexpresiva y trato poco agradable (algo que no te esperas para nada en un hotel caro). Una vez instalado en mi habitación, decidí cenar en el restaurante del hotel, para evitarme complicaciones. Me senté en una mesa de la terraza exterior. Y disfruté de un plato de spaghetti con salsa boloñesa, regado con una botella de agua grande. Nada del otro mundo, pero con precios en la banda alta (4.100f). En fin, la atmósfera del lugar era tranquila, rodeado de jardines. Y con tan solo otra mesa ocupada por un par de turistas occidentales. Así que pasé un rato relajado, hasta que llegó la hora de irme a dormir. Puedes encontrar más información sobre otros viajes en mi blog ganasdemundo.com Imagenes relacionadas Índice del Diario: 11 DIAS DE MOCHILERO POR BURKINA FASO MARZO 2017
01: Guía Práctica
02: País Kassena
03: Ouagadougou
04: Bobo-Dioulasso
05: Banfora, Karfiguela y Fabedougou
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