Día completo en Budapest y con muchas ganas de exprimirlo. Lo primero que hicimos nada más salir del hotel fue desayunar unos tremendos gofres con muchísimos toppings en el mismo sitio que el día anterior. Deliciosos y por sólo 1300F.
Cómo habíamos previsto el día anterior, nos levantamos más pronto de lo previsto para volvernos a acercar en metro a la Plaza de los Héroes y verla de día. No tiene nada destacable con respecto a otras plazas de esta temática, pero nos gustó hacerlo.
También nos acercamos al castillo de Vajdahunyad, que está muy cerca. Por un momento, nos trasladamos a Rumanía y es que resulta que es una copia de un castillo de Transilvania, aunque éste alberga un museo de agriculutra.

Con los deberes hechos. Regresamos a la zona de nuetro hotel y fuimos andando hasta la base del Puente de la Libertad, concretamente hasta la estación de Fovam Ter, donde cogimos el Tranvía nº 22 para hacer uno de los recorridos más bonitos del mundo a orillas del Danubio.
Bajamos en la parada del Puente de las Cadenas y nos maravillamos con las vistas de la zona de Buda. El cielo amenazaba lluvia, pero no terminaba de caer fuerte. Cruzamos el puente andando, parando cada pocos metros para hacer foto tanto de ambas orillas como del propio puente…. ¡Qué ciudad!
Cuando llegamos al lado de Buda, en lugar de en funicular decidimos subir andando a la colina. Es un trayecto en zigzag que no nos pareció ni de lejos tan duro como nos lo pintaban y al llegar…. Una de las vistas más maravillosas que se pueden tener en Europa: Pest con su imponente Parlamento al otro lado del rio.

Una vez en el castillo de Buda, pudimos ver el cambio de guardia que se hace en todas las horas en punto, así como la estatua de Turul, un ave mítica que siempre se ha considerado una figura esencial de la cultura húngara ya desde los tiempos de Atila el Huno.

La mejor parte del Castillo son sin duda sus vistas, porque la edificación en sí no tiene nada de especial salvo el hecho de que fue usado como base para nos nazis. Nosotros ni entramos porque habíamos leído que por dentro es un mero cascarón que alberga un museo con muy poca chicha, así que disfrutamos de las vistas de ambos lados: La de Buda, de arquitectura digamos más siemple y “comunista” y la de Pest, plagada de puentes, catedrales y edificaciones preciosas.
Caminamos hacia la fantástica iglesia de San Matías, con un tejado de colores nada habituales para un edificio religioso y paseamos por el famosísimo Bastión de los Pescadores. No es necesario pagar para pasear por la parte inferior pero si se quiere acceder a la pasarela de arriba sí que es preciso abonar entrada…. No se si es porque había unas pequeñas obras pero el caso es que nosotros nos encontramos la escalera abierta y pasamos gratis. Las vistas desde allí, aún mejores.. Un cuento de hadas, sin duda.

Nos pasamos un largo rato recorriéndolo de aquí para allá y haciendo fotos y después nos internamos un poco más por la zona menos turística de la colina. Además de bonitas casas de fachadas coloridas (superadas de largo por las de Praga), vimos la iglesia de María Magdalena y la tienda del Hospital in the Rock, un lugar que fue un bunker durante la guerra y que nos arrepentimos de no haber visitado después de leer algunas opiniones.

Ya pasadas las dos, fuimos a comer. Había leído que la mejor y más económica opción en la colina era el restaurante Var Bistro, con un menú para turistas compuesto de sopa y un plato principal por 7,5€ al cambio si se va antes de las 14:00. Nosotros llegamos hacia las 14:20 y la diferencia de precio un fue mucha. Es un restruante de tipo self service con platos húngaros e internacionales, por lo que es bastante recomendable si sois delicados con la comida. Nosotros cogimos sopa goulash, oca asada con patatas y pasta con semillas de amapola, todo típico. Tanta caloría nos vino genial para combatir el calor y además nos supo a gloria después de malcomer en Austria. Disfrutamos de los platos en una terraza cerrada y caldeada con lámparas de calor mientras hacíamos una larga sobremesa, ya que queríamos hacer tiempo en esa zona para ver las vistas de noche. Todo eso con un par de bebidas, nos costó 5600 F
Para seguir con las calorías, el postre nos lo tomamos en otro lado: La pastelería Ruszwurm, la favorita de Sissi en la ciudad. Es un sitio pequeño que termina resultando algo agobiante por la gente que espera para comprar dulces para llevar o que alguna mesa se queda libre… así que mientras estás sentado recibes miradas inquietantes. Nosotros después de unos minutos de espera dentro, conseguimos una mesita junto a la barra y pedimos un par de tés y dos tartas, una de ellas la Dobos Torte, la favorita de Sissi, compuesta de finas capas de bizcocho separadas por crema de mantequilla y chocolate y coronada con caramelo glaseado. Estaba buena pero, honestamente, no era nada del otro mundo. La “turistada” nos costó 2200 F

Cuando salimos ya estaba anocheciendo, así que fuimos hacia el bastión a sacar fotos de la ciudad iluminada… una des las estampas más bellas que hayamos visto jamás.

Después de un rato, desdendimos por la parte frontal del Bastión y cuando llegamos a la orilla del rio, continuamos andando hasta quedar justo en frente del Parlamento para fotografiarlo más de cerca: Maravilloso.

El punto exacto es a la altura de la parada de metro Bathany.
Otra cosa que teníamos muchas ganas de hacer era ver el “Tranvía de las Luces”, también rebautizado familiarmente como “Tren de Cásper”. Se trata de un tranvía que decoran con luces blancas en fechas navideñas y que, con el movimiento, sobre todo captado en fotos, parece un tren fantasma. Existe un calendario que se puede consultar para saber qué línea irá decorada cada día y pero deberéis ser pacientes porque sólo se decora un tranvía de la misma cada jornada. Nosotros tuvimos la suerte de verlo pasar justo cuando regresábamos de Bathany al puente de las cadenas, en la línea 19.

Cruzamos de nuevo el Puente de las Cadenas andando en dirección Pest y nos dirigimos al mercadillo navideño de Vorosmarty, que estaba bastante animado. Dimos una vuelta por el centro disfrutando del ambiente y las luces y cambiamos algo más de dinero antes de ir a cenar.

El sitio esta vez lo teníamos claro: Töltö, un lugar del Barrio Judío especializado en bocadillos de salchicha que tenía anotado desde hace siglos. Es un lucal pequeño, más diseñado para llevarse la comida, y con sólo un par de mesas, pero cuando llegamos éramos los únicos y nos sentamos sin problema. Pedimos un bocadillo de salchicha de jabal y shitake, con salsa chinkiang, wakame y esponja de espirulina y otro de salchicha de pollo, con lima, jengibre, salsa ponzu, rabanitos, dados de coco y cilantro. Casi nada. Estaban ambus espectaculares y los regamos con un par de cervezas de la zona… así que todo nos costó 2950F.

La siguiente parada también era en el barrio judío. Uno de los planes típicos de Budapest: Visitar un Ruin Bar, es decir, un edificio en ruinas que se ha revitalizado decorándolo con los objetos más inverosímiles para reconvertirlo en un pub nocturno. Nosotros nos decidimos por Szimpla Kert, el más famoso, y acertamos de pleno. Dentro te podías encontrar desde una bici a unas piernas de maniquí y estaba iluminado con luces de todos los tonos y colores… Me recordaba ala casa de Will de Stranger Things. El bar tenía varias barras y distintos ambientes, zonas para sentarte en sofásy fumar una shisha de sabores mientras conversabas animadamente, mesas altas con taburetes, una zona exterior DJ y música más alta… en fin, para todos los gustos. Nosotros decidimos sentarnos y compartimos habitación y sofá con otros turistas mientas disfrutábamos del ambiente, la decoración, una shisa especual de la casa y un Red Bull, por los que pagamos 3750 HUF.

Después de pasar un rato de lo más agradable, regresamos al hotel donde nos esperaba una desagradable sorpresa: Teníamos un huésped nuevo en nuestra planta que resultaba ser un señor ya entrado en años, con un hedor insoportable y claros signos de embriaguez. Nos pareció inofensivo, pero no nos apetecía compartir planta con él y además había dejado el baño hecho un cristo. Fuimos al edificio principal del hotel, que estaba en frente y nos quejamos. Lo increíble de todo es que admitieron haberle dado habitación en ese estado, pero cómo había pagado y dada la hora que era no podían echarle…. Total, que nos ofrecieron cambiarnos de habitación a ese edificio. Aunque no llevábamos mucho equipaje, no nos apetecía hacer mudanza a esas horas pero era preferible antes que quedarse allí… No por miedo, sino por desconfianza.
Trajimos nuestras cosas a la nueva habitación, que era una cuádruple con dos literas enormes y bastante espacio también. Lo malo es que en ese ala, el baño no era tan privado como el otro, sino duchas separadas en plan gimnasio… pero bueno, hubo que tragar y no nos apatecía seguir discutiendo.
A pesar de todo, nos fuimos a dormir muy contentos. Budapest nos había encantado briándonos un día de lo más completo en el que disfrutamos de la historia, sus monumentos, la gastronomía, el ambiente y su animada vida nocturna. Un 10 para esta ciudad.
Gastos del día para 2 personas:
- Desayuno: 1300F
- Comida: 5600 F
- Té y tartas: 2200F
- Cena: 2950 F
- Shisha y Bebida en Szimpla Kert: 3750
Total: 15800 F (51€)