Esta breve incursión manchega la realizamos casi por casualidad puesto que en principio se trataba de hacer un alto en el camino que nos traía desde Granada y evitar recorrernos los cuatrocientos y pico kilómetros de una tirada hasta Madrid, considerando, además, que en pleno invierno anochece pronto y podíamos encontrarnos con niebla en la carretera. De modo que, puestos a pernoctar en la provincia de Ciudad Real, me puse a consultar lugares interesantes para visitar que no nos llevasen demasiado tiempo, y que terminaron siendo un castillo conocido pero que nunca nos pillaba de paso (el de Calatrava la Nueva, en Aldea del Rey) y dos auténticas sorpresas, una prevista en el itinerario (el Palacio del Marqués de Santa Cruz en Viso del Marqués) y otra con la que me topé sobre la marcha (la Plaza de Toros cuadrada más antigua de España y su Ermita aneja, en el poblado de Las Virtudes, a ocho kilómetros de Santa Cruz de Mudela).
Situación en el mapa peninsular.
Aunque nosotros hicimos noche en Santa Cruz de Mudela porque veníamos de otro destino, la excursión completa con sus tres visitas se pueden realizar en una única jornada, ya que las distancias no son muy grandes: 70 kilómetros en total, poco más de una hora en coche recorriendo los cuatro puntos que menciono. Además, es muy cómoda como complemento de un viaje hacia Andalucía o de regreso desde allí por su cercanía a la autovía A-4.
Plano de nuestra ruta (más o menos) según GoogleMaps.
VISO DEL MARQUÉS.
Como he mencionado, ya de regreso a Madrid desde Granada, nos detuvimos en Viso del Marqués para visitar el Palacio del Marqués de Santa Cruz, de cuya existencia me enteré a través de uno de los hilos del foro. Confieso que anteriormente nunca había oído hablar de este sitio, lo cual no es tan raro, ya que sorprendentemente apenas existe promoción turística del mismo. Se encuentra a 254 kilómetros de Madrid por la A-4, que hay dejar en la salida 230 (Almuradiel) para tomar a continuación la CM-4111, que en apenas 7 kilómetros nos llevará hasta esta localidad manchega. El hecho de la ubicación del palacio tampoco es ninguna casualidad, sino la consecuencia lógica de que el marqués de Santa Cruz lo construyó junto al Camino Real que en el siglo XVI unía la Corte con Andalucía.
Rincones de Viso del Marqués.
Nos dirigimos directamente hacia la Plaza del Pradillo, la principal del pueblo, inconfundible por las dimensiones de sus dos edificios más importantes, el Palacio y la Iglesia Parroquial de Nuestra Señora de la Asunción, que se encuentran al lado, si bien no tienen nada que ver uno con otra.
Iglesia Parroquial de Nuestra Señora de la Asunción.
Aparcamos sin ningún problema pues al ser día de diario no había visitantes y tampoco abundaban los lugareños. Pese a que era hora de visita, las puertas del palacio estaban cerradas, así que nos asomamos a la Iglesia, que tenía las puertas abiertas y de cuyo interior provenía una agradable música de órgano. Nada más vernos, el capellán se levantó, fue a recibirnos y muy amablemente nos enseñó el templo y nos contó toda su historia, anécdotas incluidas, como la del “cocodrilo”.
El templo, de una sola nave, data del siglo XV y se erigió probablemente sobre otro anterior. Sin embargo, su mayor fama proviene de la leyenda del cocodrilo que se encuentra disecado y colgado en una de sus paredes. Se dice que hace siglos, en la cercana Sierra de San Andrés, habitaba un cocodrilo que tenía aterrorizada a la población. Para solucionar el problema, el corregidor encargó su caza a un prisionero de la cárcel de Toledo, conocido por no temer nada ni a nadie. En efecto, mató al cocodrilo y fue considerado un héroe. El alcalde del pueblo decidió disecarlo y colgarlo en la iglesia. Naturalmente, la versión más creíble es que fue un trofeo de caza que se trajo el Marqués de Santa Cruz durante un viaje a Egipto. El caso es que allí está el “animalito”.
Palacio del Marqués de Santa Cruz.
Antes de ir, conviene consultar en internet los horarios, que actualmente son los siguientes:
Martes a Viernes: 09:00 a 13:00 y de 16:00 a 18:00; Sábados: 10:00 a 13:00 y de 16:00 a 18:00
Domingos y Festivos: de 09:30 a 14:00.
Julio y Agosto: de 09:00 a 14:00, de martes a domingos.
Calcular 45 minutos antes del cierre para la última visita guiada.
Los lunes está cerrado.
Las visitas son guiadas y el precio por persona es de 3 euros.
Exterior del Palacio.
Cuando salimos de la iglesia, volvimos al palacio, cuyas puertas seguían cerradas a cal y canto. Entonces se me ocurrió llamar a un portero automático que hay a la izquierda y donde pone “visitas” en chiquitito. Me abrieron enseguida y se extrañaron porque hubiésemos estado esperando. Vamos, que no hay que ser tímidos: si es horario de visita y la puerta está cerrada, se llama al timbre y punto. Como éramos los únicos visitantes, estuvimos solos con el guía, que nos enseñó todo un poco a la carta a fin de aprovechar en lo posible la luz solar, con la cual se aprecian mucho mejor las pinturas.
El exterior del edificio presenta una atractiva arquitectura de ladrillo, renacentista, si bien le faltan las cuatro torres de las esquinas, que se derrumbaron como consecuencia del terremoto de Lisboa de 1755. Sin embargo, no anticipa lo que hay dentro, así que te quedas con la boca abierta cuando traspasas la puerta.
Este palacio es Monumento Nacional desde 1931 y fue construido entre 1564 y 1588 por Álvaro de Bazán, primer marqués de Santa Cruz de Mudela, que fue también Caballero de Santiago y Almirante de la Marina en tiempos de Felipe II. Para premiar sus victorias en las batallas navales, el rey le concedió el dominio de estas tierras, lo cual aprovechó para dotarse de un palacio que le servía de cómodo alojamiento de paso ya que se encontraba a medio camino entre Madrid y Sevilla, donde permanecía anclada la Armada española; igualmente era un punto equidistante entre la corte y las bases navales de Cádiz, Cartagena y Lisboa.
Además de los destrozos causados por el terremoto de Lisboa, fue arrasado por los ejércitos franceses durante la Guerra de la Independencia y se utilizó posteriormente de granero, cárcel y hospital. Desde 1948, el edificio está alquilado por sus propietarios, los marqueses de Santa Cruz, a la Armada Española por el precio simbólico de una peseta al año, y en él se encuentra un Museo y el Archivo General de la Marina.
Durante sus largas estancias en Italia, Álvaro de Bazán se vio influenciado por los gustos italianos en cuanto a arquitectura y pintura, por lo cual contrató a varios destacados artistas de aquel país para el diseño renacentista de su palacio y su decoración interior de bóvedas y paramentos mediante pinturas al fresco, que son las que le confieren su carácter especial y magnífico.
El edificio consta de dos plantas y la mayor parte de sus estancias, incluidas las galerías y la magnífica escalera, están pintadas al fresco. Realmente resulta impactante subir los escalones rodeados de tal cantidad de pinturas, cada una de las cuales tiene una historia, que va contando el guía, con el que estuvimos en exclusiva en torno a una hora.
En total son 8.000 los metros cuadrados de paredes y techos decorados con pinturas manieristas, realizadas por artistas italianos de primer nivel, que según se cuenta fueron incluso discípulos de la escuela de Miguel Ángel, de ahí que algunos denominen a este lugar “la Capilla Sixtina Manchega”. También son notables los trabajos de estucos, yeserías, solados y carpintería. Igualmente abundan los trampantojos que simulan puertas, ventanas, columnas y otros elementos arquitectónicos.
La temática de las pinturas glorifica al marqués, ensalzando sus valores militares y su linaje. Así aparecen retratados los miembros de su familia y también vistas de ciudades y puertos que visitó y conquistó, y representaciones de sus victorias militares y navales.
El tema militar es un tema recurrente, como lo es también la mitología. Hasta el punto de que se trata de la mejor representación de la mitología clásica en España.
Las salas se encuentran decoradas con muebles y cuadros, y algunas presentan maquetas de barcos a una buena escala. La sala principal estuvo adornada con una gran pintura de la Batalla de Lepanto que se perdió al hundirse el techo con motivo del terremoto de Lisboa.
También son muy interesantes algunas esculturas, como la del marqués y su esposa, que se encuentran en la puerta que da al jardín del palacio.
En resumen, una visita sumamente recomendable para los amantes de los palacios decorados con pinturas al fresco, el exponente principal de tal estilo en territorio español. En fin, que sorprende encontrarse algo así en mitad de la Mancha, que nos queda mucho más cerca que La Toscana (preciosa, igualmente, por cierto).
SANTA CRUZ DE MUDELA.
Cuando terminamos, eran más de las seis y estaba empezando a oscurecer. La benigna climatología diurna por acción de un sol espléndido se tornaba en un frío de casi bajo cero al caer la noche. Desde luego, no apetecía nada estar al aire libre y tampoco había demasiados sitios adonde ir ni cosas que hacer, así que enfilamos directamente hacia nuestro alojamiento en Santa Cruz de Mudela, el Hotel Casa Palacio, una casa solariega rehabilitada.
Tiene dos plantas y las habitaciones están dispuestas alrededor de las balconadas que dan a un patio central de columnas con una fuente en el centro y cubierta por una cristalera. Las habitaciones son confortables (sólo un poquito de frío en el cuarto de baño, donde no había calefacción) y dispone de terraza para el verano con una pequeña piscina. Además, dispone de bar y restaurante. Está catalogado como de tres estrellas. Nos costó 60 euros el alojamiento con desayuno.
A unos metros se encuentra la Iglesia Parroquial de la localidad, cuya construcción comenzó a finales del siglo XV. La torre campanario se eleva a 45 metros de altura.
ERMITA SANTUARIO Y PLAZA DE TOROS CUADRADA DE NUESTRA SEÑORA DE LAS VIRTUDES.
La noche anterior, mientras ojeaba un libro turístico ilustrado sobre Ciudad Real que nos habían dejado en la habitación, descubrí un lugar que atrajo mi atención: la plaza de toros cuadrada más antigua de España, aneja, además, a una ermita con pinturas en paredes y techos, cuyo conjunto fue declarado en 1981 conjunto histórico-artístico de carácter nacional. ¿Cómo…? ¿Sólo a siete kilómetros de Santa Cruz de Mudela…? Naturalmente, iba a caer.
Panel informativo.
Al día siguiente, retrocedimos un par de kilómetros por la A-4 hasta la salida que pone “Las Virtudes”, una pedanía de Santa Cruz de Mudela, donde se encuentra el conjunto señalado. Si se quiere visitar, hay que tener presente que cierra los martes. El horario concreto es mejor consultarlo previamente, aunque suele estar abierto por la mañana. La plaza de toros se visita libremente; la ermita tiene la puerta cerrada, pero una señora muy amable que suele estar por allí va a buscar la llave, te acompaña y te lo explica todo. Aunque la vista es gratuita, se puede dar una pequeña contribución al mantenimiento si se desea. Conmigo, la señora estuvo más de media hora, contándome mil cosas de otro lugar sorprendente e inesperado en La Mancha.
Plaza de Toros cuadrada de 1641.
Aparte de su originalidad de su forma cuadrada, presenta otras particularidades que la hacen digna de ser visitada. Por ejemplo, está considerada como la plaza de toros más antigua de España, ya que data de 1641. Además, sus galerías son diferentes unas de otras. En origen, toda la plaza estuvo porticada, al estilo del Patio de Comedias de Almagro si bien en color rojo en lugar de verde, pero en el siglo XIX se construyeron tres graderíos laterales y actualmente solo se conserva una de las galerías porticada, sobre zapatas de madera que descansan en pies de columnas de piedra o madera.
Hay que hacer notar que la plaza de toros y el santuario constituyen un conjunto, aunque se construyeran en épocas diferentes. Se supone que la plaza, en un principio, se utilizaba como espacio urbano y se convertía en coso para festejos, torneos, etc. El hecho de construirse aquí, precisamente, parece deberse a que era el lugar donde en la Edad Media se celebraban las justas.
En una de las columnas se aprecia una inscripción muy antigua, quizás visigótica, que no ha sido interpretada.
Ermita Santuario de Nuestra Señora de las Virtudes.
Según la tradición popular, aquí se apareció la Virgen a un pastor en 1330. La ermita fue construida en tres etapas, la primera (presbiterio y una nave) en el siglo XIV, y la última a finales del siglo XVII y principios del XVIII.
La planta consta de una nave y dos puertas, una principal y la otra con salida a la plaza de toros. Mide 30 metros de largo por 7 de ancho y tiene una espléndida techumbre con artesonado mudéjar del siglo XV o XVI, y una pila bautismal de piedra con mezcla de restos romanos.
Sin embargo, sus pinturas son lo más llamativo. Las del Camarín de la Virgen datan de finales del siglo XVIII y están consideradas como las mejores pinturas al fresco barrocas de Ciudad Real.
Las pinturas del techo se han atribuido a Antonio Palomino, discípulo de Lucca Giordano. Representan las tres virtudes teologales y las cuatro cardinales, con la Coronación de la Virgen en el Centro.
La escalera y la habitación contigua se han restaurado recientemente y presentan también pinturas muy llamativas.
Una visita muy interesante y más todavía por lo inesperada.
ALBA DEL REY.
Desde Las Virtudes, fuimos hasta la localidad de Alba del Rey, en cuyas proximidades se encuentra los restos del Castillo de Calatrava la Nueva, que me apetecía mucho visitar desde hace tiempo.
Sacro Castillo-Convento de Calatrava la Nueva.
Sus torreones pétreos que coronan el cerro del Alacranejo, a 996 metros de altitud, se ven desde muy lejos, poniendo en evidencia la importancia que adquirió a partir de principios del siglo XIII. Tras la batalla de las Navas de Tolosa, los caballeros de la Orden de Calatrava comenzaron su construcción, que terminó en 1217, y allí se trasladaron desde su antigua sede maestral, en el Castillo de Calatrava la Vieja, algo más al norte, en la margen izquierda del río Guadiana. En el nuevo lugar de asentamiento, parece que existían otros pequeños edificios defensivos, algunas de cuyas torres y construcciones fueron aprovechadas por los calatravos, que destruyeron las que no fueron de su interés.
El castillo sufrió los efectos del terremoto de Lisboa y, posteriormente, fue abandonado a mediados del siglo XIX, como consecuencia de la Desamortización de Mendizábal. En todo caso, está considerada como una de las fortificaciones construidas en roca más extensas y mejor conservadas de toda Europa, lo cual no quiere decir que nos encontremos edificios intactos, naturalmente. Las portadas se levantaron con roca volcánica roja y en las bóvedas se utilizó el basalto.
Tras dejar la carretera, hay que subir una empinada pista empedrada, de unos dos kilómetros de longitud, que se hace larga porque se precisa ir muy despacio con el coche si lo queremos mantener entero, claro. Al comienzo de la ascensión ya avisan del horario y, sobre todo, de que lunes está cerrado. Menuda faena hacer todo el trecho y encontrarse el candado echado.
Cerca del aparcamiento, se han encontrado restos de construcciones de la Edad del Bronce. Al llegar, éramos los únicos visitantes, luego apareció otra pareja, con lo cual tuvimos el castillo casi a nuestra disposición. Pagamos los 4 euros por persona que cuesta la entrada y seguimos un itinerario auto-guiado mediante paneles informativos que conducen por todos y cada uno de los rincones del enorme recinto.
Más que un castillo, se trataba de un conjunto de edificaciones, que comprendían varias murallas paralelas que protegían a sus moradores, distribuidos territorialmente en función de su rango social. En la parte externa se encontraban los campesinos, más al interior los artesanos y en el corazón de la fortaleza habitaban los caballeros.
El acceso al recinto se realiza por una puerta del siglo XV, que ya proporciona unas vistas imponentes de las torres que hay detrás, asentadas sobre enormes aglomerados de puntiagudas rocas. El recinto comprendía convento, iglesia, hospedería, puebla, etc.
La parte donde está la taquilla eran los antiguos almacenes, desde los que se accede a la zona de los artesanos, donde se han descubierto restos de lo que fueron los hornos, la herrería, la carpintería, etc. También hay niveles subterráneos que igualmente se pueden visitar.
Se continúa después hacia la Iglesia, que cuenta con una portada muy llamativa, con contrafuertes a modo de torreones, que no sé por qué me recordaron a algunos edificios de Gaudí: ¿se pasaría alguna vez por aquí? Es de estilo cisterciense y el rosetón fue mandado construir por los Reyes Católicos.
El interior consta de tres naves con bóvedas de ladrillo y tres ábsides con arcos apuntados. Hay también capillas funerarias que están pendientes de restauración.
En el exterior se encuentran el cementerio, el pozo de nieve, grandes aljibes subterráneos y las escaleras que conducen a la parte central del castillo, muy protegido, con varias puertas y escaleras: el refugio de los caballeros. Después se accede a las caballerizas, al patio de armas, a la Cámara del Maestre…
Desde aquí, unas escaleras conducen a varios niveles. Es posible caminar por los adarves de las murallas y asomarse a las almenas de los torreones, que presentan unas vistas panorámicas de todo el entorno a kilómetros de distancia, sobre todo en un día claro y soleado como el que tuvimos nosotros durante la visita.
La imagen mirando hacia el este nos presenta la vista de los restos del castillo de Salvatierra, el Torreón de los Cristianos y el Volcán de la Atalaya, de 1118 metros de altitud.
Hacia el suroeste, se asoma a Sierra Morena, el río Fresneda y el paso natural hacia Andalucía por la Hoz de la Junta de los Ríos; así como de la Sierra de Puertollano.
Volviendo a la zona de la entrada, se llega hasta el Convento, con los restos del antiguo claustro y del patio. También aquí se encuentra la Sala Capitular, donde se han hallado las tumbas de varios caballeros y algunas pinturas. Esta sala está en proceso de restauración y no está abierta al público.
Resumiendo, otra de las visitas entretenidas e interesantes que nos deparó nuestra corta pero muy recomendable excursión por tierras de Ciudad Real.