El primer día entero, nos despertamos muy temprano para poder conseguir con éxito el “asalto al castillo” y luego realizar todo el camino real, pero empezando por el final.
Así que salimos del hotel y a unos 300 metros hay una parada de metro y una de tranvía (I.P. Pavlova). Tras comprobar que los números 22 y 23 paraban allí (que son los que te llevan hasta el castillo) decidimos que lo más práctico, a la par que bonito, era subirse al tranvía para poder ver las calles de Praga a la vez que nos ahorrábamos las cuestas del castillo. La idea fue genial, ya que pudimos degustar Praga sentados cómodamente en el tranvía.
Allí mismo entablamos amistad con una familia de Barcelona que ya hacía una semana que estaba por Praga. Su información fue básica para nosotros, así como su ayuda.
Bajamos cerca del Loreto y contemplamos el edificio desde fuera. Sabíamos que por culpa del retraso teníamos que reestructurar nuestro itinerario y al Loreto le toco la china.
Entramos al castillo, no antes sin hacer unas cuantas fotos a la catedral y, claro está, también nos hicimos la típica foto al lado del soldado que guarda en la entrada. Típico, sí y ¡que! Estamos de vacaciones y hacemos el turista. Pues eso. (ya se que no os habré convencido pero...). Justo cuando entrábamos nos cruzamos con el relevo del guardia. Aprovechamos que estas historias no nos van, y que la gente se quedaba allí amontonada, para entrar a comprar las entradas.
Decir que gracias a los buenos consejo de los amigos de Barcelona nos saltamos la cola ¿Cómo?, pues es bien sencillo. Al entrar en el complejo del castillo, pasas por debajo de un arco y enfrente venden las entradas. Allí es donde normalmente toda la gente se pone a hacer cola. Pues hay otro sitio donde también se compran. Seguid andando y pasad por otro arco. Allí enfrente os encontrareis con las paredes de la catedral. La distancia entre el arco es tan pequeña (unos 10-15 metros) que os sería imposible hacerle una foto entera a la iglesia. Pues si salís del arco a mano derecha. Hay una puerta donde también venden las entradas. Recordad que son válidas para dos días consecutivos, ya que el complejo alberga tanto edificios que en un día solo es muy difícil de abarcar la mayoría de ellos.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Otra cosa. Al menos cuando fuimos nosotros (no se si ahora habrá cambiado ya que hablo de abril de 2007), la visita a la catedral no es de pago. Esto es por un conflicto entre el presidente de la república y el obispo. Como que la catedral se encuentra dentro del “complejo del castillo”, está en una propiedad gubernamental y por tanto no dejan que sea de pago. Es decir sólo pagas por ver los edificios y calles que pertenecen al país.
Entradas en mano, teníamos que decidir por donde empezaba nuestra ruta del castillo. Queríamos ver la catedral de san Vito, pero la cola era inmensa, daba la vuelta al edificio. Nos dio mucha rabia, porqué el día anterior ya habíamos perdido demasiado tiempo y entonces, paso el milagro... estábamos cruzando por en medio de la cola (nuestra idea era cruzar la cola, ya que cortaba el paso, para dirigirnos al callejón de Oro), cuando aparecieron dos grupos organizados con los típicos guías con la banderita en la mano. Pues se ve que los grupos organizados conciertan las visitas o algo por el estilo, el caso es que tienen preferencia y no han de hacer cola. En un momento nos vimos mezclados en medio de los grupos organizados. Mi mujer y yo, que esto de las triquiñuelas lo llevamos por la mano (si alguna vez hago el diario de París o el de Cuba lo descubriréis), nos miramos a la cara y rápidamente vimos que los dos pensábamos en la misma cosa: aprovechar los grupitos y colarnos. Pues así lo hicimos... y ya estábamos en el interior de la Catedral. Nos habíamos saltado por lo menos 40 minutos de interminables colas.
La visita la hicimos tranquila, a nuestro aire, siguiendo las indicaciones de nuestra Guía Visual del País Aguilar. Nos sorprendieron la vidrieras así como la bóveda muy elevada. Pasamos por delante de la tumba de san Juan Nepomuceno, y también visitamos la Capilla de san Wenceslao (acordaros de ponerles estos nombres a vuestros hijos varones, que cuando sean mayores os lo agradecerán).
Finalmente subimos a las torres de la catedral para contemplar las vistas de Praga con sus iglesias, los tejados y el puente de Carlos IV en el centro. La escalera de caracol es durilla, pero las vistas bien lo valen.
Al salir fuimos al Callejón de Oro. Ésta es una muy corta y estrecha calle que en su día estaba poblada por orfebres (de ahí el nombre). Es muy curiosa. Sus casas son de poca altura y sus fachadas coloreadas con colores vivos. Con el tiempo los orfebres fueron desalojados y pasaron a habitar la calle libreros, vendedores de cristal y comerciantes en general. Frank Kafka vivió en la número 22 junto con su hermana. Hoy en día aun hay todo tipo de comerciantes.
En una de las tiendas vendían juguetes de madera (los de toda la vida) y le compramos una oruga corredora a nuestro hijo. También adquirimos en la misma calle camisetas, postales y un libro infantil del Golem (más adelante hablaré sobre él), así coma uno de leyendas judías. Los precios. A decir verdad, estaban bastante bien.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Por último visitamos el Palacio Real donde nos resultó curioso comprobar que los caballeros entraban cabalgando directamente hasta el salón de Ladislao por la escalera de los jinetes, ya que en el salón se celebraban justa. Aquí dimos por concluida nuestra visita al castillo y nos fuimos a buscar un lugar para comer rápido.
Saliendo del castillo a mano izquierda, hay una especie de frankfurt al aire libre. Allí nos tomamos un par de ellos por cabeza y luego nos llegamos hasta los aledaños del Loreto, ya que habíamos visto vendedores de cuadros y además de bonitos, no pareció que los precios eran razonables. Una vez más tuvimos suerte, porqué como compramos 2, la chica nos rebajo el precio.
Bajamos al barrio de la Mala Strana por las escaleras que quedan justo al lado del castillo y que van a desembocar en la popular calle Nerudova (aprovechamos la perspectiva desde las escaleras para hacer algunas fotos). Así que una vez allí, paseamos por la calle y pudimos contemplar sus preciosas casas y palacetes. Muchos de ellos están actualmente ocupados por consulados (sus banderas los delatan).
Nos dimos cuenta que las placas con los nombres de las calles son totalmente diferente a las de aquí ya que son de color rojo y quedan muy originals (nos gustaron tanto que compramos un iman para la nevera en forma de placa de calle). También descubrimos que muchas casas tienen escudos, dibujos o emblemas esculpidos en sus paredes. Eso es así porqué antiguamente se conocian las casas no por el nombre de la calle sino por el emblema que tenían. Así podemos encontrar la casa de los 3 avestruces, las de los violines la de la campana, la serpiente de oro...
A estas alturas de la tarde, las piernas ya empezaban a protestar (no nos habíamos sentado ni para almorzar), así que decidimos buscar algún refugio tranquilo. Antes, pero, pasamos por la Iglesia de San Nicolás, así como también por la de Nuestra Señora de la Victoria, para visitar al Niño Jesús de Praga. Al salir de la iglesia, tomamos dirección hacía la izquierda y entramos a los jardines Vrtba (Calle Karmelitska 25).
Fue un acierto ir a los Vrtba. La entrada tirada de precio, 40 coronas y el lugar es bonito, y lo mejor de todo, puedes descansar y admirar desde la catedral hasta la Iglesia del Tyn. Aprovechamos, claro está, para tirar unas fotos y para sentarnos tranquilamente y admirar los tejados de la Mala Strana. UHF! Que descanso. Es que estábamos a las últimas.
El descanso nos supo a poco ya que retomamos el marcha rápidamente. Por eso decidimos tomar una barca y dar una vuelta por el Modava sentados tranquilamente. Tomamos la barca debajo del puente (en el lado de la Mala Srana). Unos marineros (vestidos al más puro estilo Popeye) nos propusieron el viajecito y no nos lo pensamos ni un minuto. Con la entrada, también te daban una cerveza, un helado una pasta y vales descuentos para diferentes espectáculos en la ciudad (entre ellos el teatro negro).
*** Imagen borrada de Tinypic ***
La vuelta en barca estuvo muy bien, ves la noria de la abadía, pasas por debajo del puente, tienes vistas del castillo y de la ciudad Vieja muy buenas. Las explicaciones, aunque en inglés, se entendían bastante, y el ir en barca nos permitió tomara algunas fotos fuera de las más usuales. El trayecto duró unos 40 minutos. Y aquí llegó otro momento de calidad del viaje. Cuando pasábamos por el arroyo del Diablo, en la calle que quedaba por encima nuestro, a la derecha, me pareció ver la luz roja de un semáforo. Recordé que por internet vi hablar de una calle estrecha, y aunque en un solo lugar decía que estaba en Paga y cerca del puente, las otras fuentes no negaban y atribuían la paternidad de la calle a otras poblaciones. Incluso la web de radio Praga negaba la existencia de esa calle. Así es que me entraron las dudas y fuimos a dar una vuelta a ver si era cierto lo que pensaba, ya que según mis sospechas esa luz roja era de un semáforo muy especial.
Antes pero, entramos en una tienda artesanal de marionetas preciosa, que se encuentra justo delante de donde coges la barca. Conocía la tienda del programa Planeta Finito y la verdad no nos decepcionó. Podéis encontrar marionetas de todo tipo: desde dragones a soldados, pinocho, arlequines, caballeros, reyes, brujas y un largo etc...
Al salir retomamos la ruta en búsqueda de esa calle enigmática y tatachán allí estaba: Una calle súper estrecha. De echo tanto que han tenido que poner un semáforo en cada lado para regular el transito de los peatones, ya que si 2 personas intentan cruzar la calle en direcciones contrarias, pues quedan atrapados de tan estrecha que es. ¡Esa era la luz roja que yo había visto! Evidentemente tiramos unos fotos, porqué bien se lo valía.
Con esto ya llevábamos casi un día entero en Praga (si contábamos la tarde anterior) y aun no habíamos cruzado el Puente de punta a punta, ni visitado el famoso reloj. Así que dimos la vuelta en búsqueda del famoso puente. Cuando llegamos estaba abarrotado. Bueno, abarrotado es poco. Había gente por todos lados, y oías lenguas de todo tipo, castellano, català, italiano (muchos italianos), francés, alemán y hasta algunos falaban gallego... parecía la torre de Babel, jejeje
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Nos lo tomamos en calma e intentamos degustar lo más cómodamente nuestro avance por el puente. Toda clase de esculturas de santos te vigilan mientras vas avanzando. Algunas de esas estatuas las estaban restaurando, pero no eran más de 2, así que las fotos quedaron bastante bien. Nos paramos al pie de un santo que nos era familar: st Vicent Ferrer, que se hallaba en posición de convertir un rabino en cristiano. Marchamos rápidamente no fuera el caso que el santo valenciano nos quisiera convertir también a nosotros, jejeje. Frenamos la huida delante de San Juan Nepomuceno. La noche anterior ya habíamos echo el ritual de tocarlo a él y al perro, pero decidimos, de nuevo, pedir un deseo por si acaso no se hubiese enterado porque estaba durmiendo.
Proseguimos la caminata y pasamos por delante de santos de nombre tan bonito como Norberto, Segismundo, Cirilio (bien, en caso de familia numerosa ya sabéis). Lo curioso del caso es que el nombre de las santas si que eran de lo más conocidos (Magarita, Isabel, Ana, Bárbara), está claro que en este punto ganan las mujeres de Praga. Por cierto, a mitad del puente vimos una luz roja entre las estrechas paredes de 2 calles. Era la calle estrecha. Con un poco de habilidad se vislumbra desde allí.
Por el puente podéis encontrar también cantidad de artistas, artesanos, músicos, mimos, lo que sea (al estilo las Ramblas de Barcelona o el Covent Garden de Londres). Estuvimos un buen rato escuchando jazz que interpretaba una banda muy animada. Luego mi mujer se hizo con unos pendiente artesanos que tenían una forma curiosa y seguimos avanzando por el puente, donde vimos que a un lado había la isla de Kampa y decidimos que si tuviésemos tiempo ya la iríamos a ver.
Antes de salir del puente subimos a la Torre de la Ciudad Vieja que data del siglo XIV y que es una construcción defensiva preciosa. Por un módico precio puedes subir y obtener fantásticas panorámicas de la zona dela Mala Strana, del Castillo, pero también de la Ciudad Vieja.
Por fin pusimos el pie en la Ciudad Vieja (Stare Mesto). Entramos en la Calle Karlova y la seguimos hasta llegar a la famosa plaza de Stare Mesto, sede del no menos conocido reloj y de la Iglesia del Tyn.
Todo lo que hayáis podido leer del reloj es verdad. Es genial. Reza una leyenda que una vez terminado se les saco los ojos al constructor para que no pudiesen construir belleza igual (bueno, por toda Europa hay cuentos de este tipo adaptados a cada ciudad en cuestión, o sea que...).Tuvimos suerte de ver como tocaban las 7 de la tarde y salían todos los apóstoles de su guarida. También aparecen la muerte que tocara la campana, el turco (símbolo de la lujuria) y que va moviendo la cabeza, y la vanidad y la codicia, representados estos por un hombre que se mira en un espejo, y por un judío medieval. La grandeza del reloj no se acaba aquí. Aparte de dar la hora normal, también da la hora Babilónica (el único el en mundo), así como la posición de los astros a través de los signos del zodíacos. Lo dicho, una virguería. Ahora una cosa os diré quien sepa qué es la hora Babilónica que me lo explique, porqué lo que es yo...
Continuamos por la plaza, que estaba repleta de tiendecillas que vendían objetos típicos, golosinas, anillos, etc (es un mercado popular que se realiza en semana santa) hasta llegar a la Iglesia del Tyn. Curioso el Tyn, ya que se encuentra detrás de las fachas de unas casas, y para llegar a el tienes que pasar por un callejón. Con la cual cosa es difícil observar la fachada entera desde este punto. Para observarlo bien se puede hacer desde la plaza o desde arriba de la Torre del Reloj, pero aun desde las alturas no puedes ver la fachada entera.
Continuamos nuestro periplo hasta la Puerta de la Pólvora que en su inicio buscaba añadir prestigio al anejo palacio de la corte Real. Al lado mismo de la Torre de la pudimos visitar la Casa Municipal. Este es el edificio de Praga más relevante en lo que se refiere a art deco y se ubica en el emplazamiento del antiguo palacio de la Corte Real.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Como podéis ver, el día había sido muy completo y agotador, así que nos dirigimos hasta la plaza de Wenceslao en Stare Novo para sentarnos a cenar. Escogimos una pizzería “Il Castelo” donde nos trataron muy bien y tanto las pizzas como las cervezas nos sentaron de muerte (claro está que el hambre y sed que traíamos nos ayudaron a encontrarlo todo excelente).
Y aquí acaba el periplo del día. Dimos una vuelta tranquilamente por la plaza y sus calles adyacentes y desistimos hacer nada más, derrotados por el cansancio. Y no había para menos, habíamos dedicado el día entero a hacer el camino Real. Por si lo quereis hacer con el itinerario correcto (ya os dije al principio que nosotros lo habíamos echo al revés) se trata de: Puerta de la Pólvora-calle Celetna-Plaza de la Ciudad Vieja (Tyn, Reloj)-Torre de Stare Mesto-Puente de Carlos IV-Torre de Mala Strana-Iglesia de St Nicolás-Calle Nerudova-Castillo (casi nada, jejeje).