La Semana Santa de 2007, mi mujer y yo, tuvimos la gran suerte de coincidir en fechas y poder viajar hacía Praga. Así que nos levantamos a las 3 y media de la madrugada y nos fuimos hacia el aeropuerto del Prat donde después de 8 horas interminables de retraso (el avión tenía que salir a las 7) pudimos coger el vuelo hacia la capital de la República Checa.
Sobra decir que nuestro horarios previstos se vieron del todo perjudicados, pero que se le va a hacer, decidimos olvidar el incidente (de momento ya habíamos cursado la queja por escrito, que a fecha de hoy no ha servido absolutamente para nada).
Llegamos al hotel con el bus de la compañía (que como diría Cervantes de cuyo nombre no quiero acordarme.. que carai, era Travelplan, esa banda de corrup... bueno, bueno, ya me calmo que me pongo de los nervios de sólo pensarlo, jejeje). Así pues nos dejaron en el IBIS WENCESLAO HOTEL a unos 6-7 minutos andando de la plaza Wenceslao y a un poco más de un cuarto de hora de la Ciudad Vieja. Para los que queráis ir a Praga, el hotel está bien: limpio, buenos almuerzos, la zona tranquila. Eso sí, a mi entender es mejor coger el IBIS OLD TOWN que es de la misma cadena y está súper céntrico.
Una vez listos, salimos sin más demora a saciar nuestra ansia de Praga. El primer lugar que visitamos fue la propia plaza Wenceslao. Una plaza enorme que en su día fue un mercado de caballos. Hoy se puede encontrar en ella el Museo Nacional custodiado por San Wenceslao a caballo. Un consejo. Si tenéis un hijo ponedle Wenceslao que el pobre santo bien se lo merece.
La plaza ha sido al lo largo de la historia testimonio directo de todos los echos importantes acaecidos en la ciudad. Revolución de terciopelo, celebración de la caída del comunismo, inmolación de Jan Palach (en la plaza hay un recordatorio). Celebración de la independencia, etc... Vale la pena llegarse a la plaza de noche para echarle alguna fotos y de paso entretenerte mirando los diversos hoteles que la escoltan como el Europa que aun conserva la decoración art nouveau original.
Como el hambre apretaba decidimos ir a cenar y escogimos U KALINCHA por estar en la calle trasera a nuestro hotel, y porqué nuestra guía (Guía Visual del País Aguilar) la recomendaba por su buen ambiente. Lo cierto es que comimos copiosamente y a bastante buen precio. La cerveza estaba bien, aunque he probado de mejores. Eso sí, el precio inmejorable y la cantidad exagerada, medio litro te meten los tíos, y tú , pues tienes que poner cara de póker y adelante. Al final de la cena apareció un grupo folclórico con acordeón incluido que amenizó nuestra estancia. ¿Turístico? Sí, pero la verdad eran bastante animados y divertidos. Antes de marchar nos decidimos a escribir unas frases en una de las paredes de la taberna. De echo todas las paredes del local están repletas de dibujos, firmas, frases, caricaturas, lo que sea. Así que no desaprovechamos la ocasión de estampar nuestras inquietudes.
Salimos un poco tocados por la cerveza y caminamos hasta encontrar la plaza Karlovo Namesti. Y de allí nos adentramos en una calle hasta encontrar la famosa cervecería U FLEKU. Rezan sus propietarios, de que allí se fabrica cerveza desde 1459. El brebaje que preparan es de un color oscuro y la verdad, aunque no está mal, no llego a la altura de nuestras expectativas... tanto la cerveza como el local. Para que nos entendamos, estaba masificada de turistas, la mayoría de ellos levaba alcohol hasta las cejas. Pero bueno, es de esas cosas que toca ir y que más da si lo importante es pasártelo bien, y la verdad, de todo se aprende.
A estas horas de la noche el cansancio ya empezaba a hacer mella (por no decir el alcohol que ya llevábamos por las venas), pero no quisimos dejar la oportunidad de llegarnos hasta el famoso Puente de Carlos IV. Así que paseamos tranquilamente hasta los dominios del Moldava y poco después, apareció ya el puente y la silueta del castillo en la cima de la colina, en la otra orilla, aunque a decir verdad, por lo poco iluminado que estaba casi más que ver se intuía (de echo todos los edificios están bastnte mal iluminados, ya os dareis cuenta de ello por las fotos). Fotos de rigor y andando hacia el puente en búsqueda de la estatua de St Juan Nepomuceno (Nepomuceno se lo ponéis al segundo hijo que también queda bien), que dicen que has de tocar que da suerte (más adelante ya veremos lo que dicen que has de tocar los de Praga... tranquilos que no es nada...). Así que llegamos a la estatua de marras y tocamos el santo (que para vuestra información se encuentra en una pequeña placa a los pies de la figura en que aparece sant Juan Nepomuceno cuando fue tirado por el rey al río. Se ve que el santo era el confesor de la reina, y no quería soltar prenda de lo que ésta le confesaba, y claro pues es rey hizo lo que se hace en estos casos, pues tirarlo al río y santas pascuas (por desgracias hay días que miro las noticias y pienso que no han cambiado tanto las cosas).
Por otra parte, al otro lado hay el dibujo de un perro que dicen que también da suerte tocar (en Praga todo lo que tocas te da suerte, ya lo veis), así que le dije a mi mujer, toca al perro. Y va y lo toca. ¡Pero tócalo más fuerte, mujer, que no te morderá! Le grite, y entonces cuando miraba hacia el perro le tiré una cajita que llevaba preparada desde casa (si amigos, hice una de esas cosas que encantan a las mujer, pero se lo tenía bien ganado, porque para aguantarme...). Sobra decir que se puso muy contenta con el collar que le regalé.
Como que las piernas ya casi no nos respondían, nos fuimos andando al hotel, que ya os digo que está a unos 15-20 minutos (20 minutos la primera vez porqué no sabes por donde vas). De camino, nos cruzamos con el edificio danzante GINGER Y FRED, así es como lo llaman lo praguenses por recordar según ellos los bailes que hacían los famosos actores de Hollywood (está claro que lo dijeron nada más salir de una de las múltiples cervecerías que se encuentran en la ciudad).
Y sin más llegamos al hotel. Sólo una pega en el recorrido: No encontramos ningún Mc Donald’s y esto es imperdonable. Como en un Mc Donald’s no se mea en ningún sito, y si te has llenado de cervezas, está claro que necesitas evacuarlas en un sitio de confianza como es el Mc Donald’s. Comer allí una hamburguesa ni harto de vino, pero para evacuar las aguas es mi sitio preferido.