A las 8 de la mañana nos fuimos en el tour contratado dirección a Delfos.
Te das cuenta que estás llegando cuando ves el monte Parnaso... y la emoción te puede (al menos a mi)
La entrada cuesta 6 euros en invierno (también reducido) e incluye el museo.
A la llegada empiezas el ascenso al oráculo por la vía sacra pasando por el monumento (en muy mal estado) a la primera pitonisa, la esquina que tocaban los esclavos para convertirse en hombres libres, la columna serpentina (aunque es una copia, la original se encuentra en Estambul), etc.
Y a su lado te encuentras con el templo de Apolo, el Oráculo de Delfos. Que no hay que confundir con el Tholos o templo circular dedicado a Atenea que se encuentra al otro lado de la carretera cuando subes a Delfos y que sale en la mayoría de las fotografías cuando se habla del famoso Oráculo...
Aquí era donde se ponían tibios de efluvios y se hacían las consultas a la pitonisa

Tuvimos la suerte de poder visitar el Estadio de Delfos, que se encuentra en la zona más elevada del conjunto arqueológico. Normalmente está cerrado, pero lo estaban restaurando y alguien se dejó la puerta abierta... o eso nos dijo la guía

La subida es tremenda y al bajar, no sé si porque aún siguen saliendo los vapores de las plantas o por el hambre que tenía, me encontré en trance pidiéndole a la pitonisa que fuera capaz de terminar con salud el viaje



Tras la visita al centro arqueológico nos fuimos al museo dando un pequeño paseo y allí, entre otras muchas maravillas, nos estaba esperando el famoso Auriga de Delfos.
Escultura realizada en bronce a tamaño natural para conmemorar la victoria del tirano Polizalo de Gela en la carrera de cuadrigas de los Juegos Píticos 474 a.C.
Comimos el bocadillo que llevábamos, esta vez sentadas en un pequeño muro a la entrada del Restaurante donde los demás se ponían finos y tras la comida regresamos a Atenas.
Nos pilló una manifestación, así que tardamos un siglo en llegar al hotel. Cena griega-asturiana y para la cama pues al día siguiente nos esperaba al fin... La Acrópolis!