PARQUE NACIONAL DE ORDESA Y MONTE PERDIDO.
En los meses de verano no se permite acceder al Valle de Ordesa en vehículo privado, con lo que hay que dejar el coche en el aparcamiento de Torla y coger un servicio público de autobuses que sale cada 20 minutos. Así que toca calcular bien los tiempos y las distancias, teniendo en cuenta además que en verano hay mucha afluencia de visitantes.
Situación del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido según Google Maps.
Por lo tanto, nos trasladamos en coche desde nuestro hotel en Broto, esperamos turno para el autobús en Torla y nos dispusimos a hacer la caminata de la jornada, que fue la siguiente:
PRADERA DE ORDESA - SENDA DE LOS CAZADORES - FAJA DE PELAY - CIRCO DE SOASO Y REGRESO A LA PRADERA DE ORDESA POR LOS SENDEROS QUE VAN JUNTO AL RÍO.
Datos de la ruta:
Sentido: Circular.
Longitud: 20 kilómetros, aproximadamente.
Duración: entre 7 y 8 horas, dependiendo de si la Senda de los Cazadores se hace de subida (a la ida) o de bajada (a la vuelta). Nosotros lo hicimos de subida ya que, pese a ser más duro, tiene la ventaja de no resultar peligrosos, mientras que si la senda se hace en bajada puede presentar complicaciones en caso de que el suelo esté mojado. En cualquier caso, como siempre en la montaña, hay que informarse previamente del estado del tiempo.
Grado de dificultad: moderado.
Esta espectacular senda permite contemplar el valle y los picos que lo rodean a vista de pájaro desde la Faja de Pelay, llegando al circo de Soaso y a la Cascada de la Cola de Caballo, para luego volver a la zona de la Pradera por el valle, junto al río y las llamadas Gradas de Soaso, (esta segunda parte constituye la excursión más clásica y cómoda del Parque, que se hace en itinerario de ida y vuelta). Además de las fantásticas panorámicas que depara, otra ventaja de este recorrido por la Senda de los Cazadores es que se evitan las multitudes que frecuentan la ruta tradicional por el valle.
La ruta tradicional como la contemplaríamos después, a vista de pájaro.
Preparados para el comienzo, así veíamos la proa de Carcilarruego desde el valle. Y hasta allí teníamos que subir; ¡madre mía, casi se nos quitaban las ganas!
El día era muy agradable, con la temperatura en torno a los 22 grados y lucía el sol, pero no estaba despejado y había algunas nubes, aunque que no amenazaba lluvia según las previsiones meteorológicas . Caminamos hacia el puente sobre el río Arazas, lo cruzamos y nos encaminamos hacia la Senda de los Cazadores. Enseguida empezó a serpentear y a picar hacia arriba que daba gusto; bueno, después de un rato, no tanto gusto.
Menos mal que había sombras y, al principio, no sudamos demasiado. La senda es ancha y no presenta problemas aparte de la dureza de la subida; pero, sin saber cómo ni por qué, la ruta empezó a complicarse y, seguramente por seguir tontamente a otros senderistas, unos por otros nos quedamos enriscados y ni para adelante ni para atrás. Afortunadamente, entre todos, conseguimos recuperar la senda correcta y dejar la otra para las cabras.
La ascensión nos resultó dura, sobre todo la parte que va desde que se bifurca la senda, una hora después de haber iniciado la marcha, ya con casi 700 metros de desnivel superados, hasta que se llega al mirador de Carcilarruego, cuyas perspectivas nos dejaron asombrados.
Estábamos a 1950 metros de altura, casi con la lengua afuera, pero los sudores pasados se olvidan completamente cuando puedes echas un trago de agua de la cantimplora mientras contemplas estos soberbios panoramas:
Mirando a la izquierda, hacia Torla:
Mirando hacia la derecha, dirección que teníamos que seguir hacia el circo de Soaso:
Por la Faja de Pelay:
Seguimos avanzando asombrados por la majestuosidad de los paisajes que veíamos, aunque el día se nos había nublado un poquito, quitando luminosidad a las fotografías:
Sabíamos que lo peor ya había pasado y tocaba disfrutar. Seguimos por la Faja de Pelay, con magníficas vistas de formaciones rocosas como Tobacor, Gallinero, Mondarruego y Descargador. De pronto, las nubes se apartaron y también pudimos divisar lo que tanto habíamos buscado con la mirada: la famosa Brecha de Rolando, una inconcebible puerta abierta en la montaña que separa la zona pirenaica española de la francesa. También se veía el circo y la cascada de Cotatuero:
La senda permite ver desde lo alto el curso de agua del río Arazas y la sucesión de cascadas que forma y la caminata, más cómoda, se volvió una gozada.
Al fondo, ya veíamos la cascada de la Cola de Caballo como meta a alcanzar para, por fin, poder tomarnos un muy merecido bocata.
La preciosa Cascada de la Cola de Caballo presentaba un aspecto estupendo, si bien ya había bastante gente, puesto que llegaban por la senda tradicional, que requiere mucho menos esfuerzo.
Después, iniciamos el retorno hacia la pradera de Ordesa y, caminando junto al río, podíamos contemplar en todo su esplendor las cascadas que habíamos visto desde las alturas. El agua salta como en escalones, por eso reciben el nombre de Gradas de Soaso.
Al final, también nos encontramos con la Cascada del Estrecho y otras.
La verdad es que fue duro y sobre todo largo, al final casi no podía con mis pies. La parada del autobús no parecía vislumbrase nunca, menos mal que el terreno es más sencillo al acabar. Terminamos muy cansados, pero muy satisfechos del bonito día vivido. La ruta completa es espectacular. Me gustaría repetirla algún día.