Una de las rutas que hicimos por el Parque Natural del Alto Tajo -de las cuales ya he hecho algunos relatos en otras etapas de este diario y cuyos enlaces se pueden consultar al final- fue la que tiene como objetivo principal el Barranco de la Hoz y su Santuario. Se puede hacer la ruta completa, iniciando el recorrido desde varios puntos que comentaré más adelante, o visitar el Santuario, situado en un lugar con un paisaje espléndido, bajo unas impresionantes paredes rocosas y a orillas del río Gallo, y después, si se desea, subir el barranco por unas escaleras y contemplar arriba unas vistas impagables, para luego descender al punto de partida por las mismas escaleras. Pero iré por partes.

SITUACIÓN DEL SANTUARIO DE LA VIRGEN DE LA HOZ EN EL MAPA PENINSULAR.

El Santuario (Ermita) de la Virgen de la Hoz se encuentra en la localidad de Ventosa, que pertenece al término municipal de Corduente, en Guadalajara, y a solo 11 kilómetros de Molina de Aragón. Como simple referencia, decir que distancia desde Madrid es de 202 kilómetros (dos horas y cuarto en coche, aproximadamente) y 144 kilómetros (hora y media en coche) desde la capital de la provincia. El itinerario más rápido es por la A-2 hasta Alcolea del Pinar, donde se coge la N-211 hasta pasar la localidad de Rillo de Gallo, ya muy cerca de Molina de Aragón, para tomar allí, a la derecha, la CM-2015 hasta Corduente y, después, las carreteras provinciales Gu-401 y GU-958. Puede parecer un poco complicado, pero está perfectamente indicado, con lo cual, una vez que se sale de la N-211 no hay más que seguir la señalización. Aquí está el itinerario según lGoogle Maps.

LA RUTA.
La ruta senderista completa se puede iniciar en varios puntos, dado que es circular, siendo los principales la localidad de Corduente, el Centro de Interpretación “Dehesa de Corduente” y el propio Santuario. Los datos que constan en los paneles informativos son los siguientes:
- Longitud: 9 kilómetros
- Duración: 2 horas 30 minutos
- Tipo de ruta: circular
- Desnivel: 100 metros
- Grado de dificultad: bajo.

NUESTRA RUTA.
En nuestro caso, preferimos realizar la ruta partiendo de Corduente, en la zona del Polideportivo, si bien dejamos el coche en una calle próxima del pueblo, ya que la zona de inicio se encontraba en obras y no era fácil aparcar. Estamos hablando de unos doscientos metros, así que ningún problema. La noche anterior habíamos dormido en Molina de Aragón, así que tuvimos que recorrer unos doce kilómetros, que resultaron muy amenos por el bonito paisaje con que nos encontramos, pues estábamos a finales de mayo, en plena efervescencia primaveral, y los campos parecían un lienzo.


Pongo una captura de Google Maps con los posibles itinerarios hasta el Santuario desde Molina de Aragón, una localidad que merece la pena visitar y cuyo relato se puede leer pinchando este enlace:
MOLINA DE ARAGÓN (GUADALAJARA). MOLINA DE LOS CABALLEROS Y EL ALTO TAJO.


La caminata la hicimos tal cual aparece en el panel informativo, si bien nos salieron un par de kilómetros más porque dimos algunas vueltas por los sitios que más nos gustaron. En total fueron 11 kilómetros con una duración de tres horas y cuarto, contando paradas para fotos. El desnivel positivo y negativo fue de 297 metros. El grado de dificultad me pareció bajo, si bien hay que tener en cuenta que, aunque se haga la ruta corta desde el Santuario, para llegar hasta los miradores hay que salvar un buen número de escalones, he leído que 300.

A continuación, pongo una captura de mi copia local de wikiloc con la ruta que seguimos y su perfil.


Como ya he mencionado, dejamos el coche en Corduente y fuimos hasta la zona del polideportivo, donde vimos unos paneles informativos, aunque no de la propia ruta. Si bien se puede hacer por un lado u otro, lo mejor es tirar hacia la derecha para realizar la ruta en sentido contrario a las agujas del reloj, ya que así se salva el barranco, con sus consiguientes escaleras, en bajada, lo que resulta, lógicamente, mucho más cómodo que al revés.


En un principio, anduvimos por una pista llana, paralela a la carretera, con poco especial que mencionar al margen de que los campos estaban verdes y bonitos. Tras un par de kilómetros, llegamos al Centro de Interpretación de la Dehesa de Corduente, con un amplio aparcamiento y zona recreativa y que constituye también un sitio excelente para iniciar el recorrido. Nosotros preferimos salir de Corduente porque teníamos pensado comer allí, aunque luego no lo hicimos.

Después de echarle un vistazo a los paneles informativos, seguimos una pista que nos internó en el bosque, donde predominan los pinos resineros, si bien también se pueden encontrar robles rebollos. Las jaras son los matorrales que más abundan. La pista asciende en zig-zag hasta que en un punto dado (hay que ir atentos) gira a la derecha para convertirse en sendero, una especie de atajo, que termina por salir nuevamente a la pista principal. Es corto, pero el desnivel es pronunciado, así que si se quiere evitar no hay más que seguir por la pista.

En continuo pero suave ascenso, llegamos sin mayores novedades interesantes hasta un cruce de caminos, en el que hay que girar a la izquierda, siguiendo un indicador que señala el Mirador del Barranco de la Hoz a 500 metros. A partir de aquí, además del bosque pudimos ya empezar a contemplar algunas rocas de gran tamaño. En cualquier caso, esta parte, unos cuatro kilómetros, nos resultó un tanto monótona. Claro que lo que vino después nos compensó con creces.

Y, además, apareció de improviso. Simplemente, unas protecciones de madera nos avisaron de que algo había allí, adelante. ¿Sería el Mirador del Barranco?

Pues sí, lo era. ¡Y menudas vistas! Realmente espectaculares. A nuestros pies, se presentaba la Hoz que el río Gallo ha excavado a lo largo de los siglos, siguiendo curso entre areniscas y con un ramillete de conglomerados rocosos de tonalidades rojizas, que se elevan cual agujas ante nuestros ojos, enmarcados por grandes masas verdes, sobre todo de pinos. Un panel informativo cuenta la fauna y la flora de estos parajes, en los que abundan las rapaces, en especial alimoches, buitres leonados, águilas reales y halcones peregrinos.

Nos encontrábamos en el Mirador más alto, el primero si la ruta se hace descendiendo el barranco, o el último, si se realiza hacia arriba, desde el Santuario. Al asomarnos, además del fantástico panorama, podíamos ver un espolón rocoso con barandillas y un par de figuras humanas asomadas a él. Era otro mirador, que prometía ser igualmente espectacular, ya que, aunque estaba más bajo, parecía mantenerse colgado del barranco, ofreciendo seguramente una perspectiva distinta. Asimismo, a la derecha, ante nuestra vista aparecían una serie de enormes rocas, a las que se podía acceder mediante unas escaleras y que prometían panoramas igualmente impactantes.

Después de hacer bastantes fotos, que no hacen justicia a lo que se contempla in situ, nos dispusimos a descender, guiándonos por el sentido común y lo que habíamos visto desde el mirador, ya que no vimos indicadores.

En el primer tramo del descenso, no hay que olvidarse de meterse por un pequeño sendero a la derecha antes de afrontar la escalera principal. En pocos metros llegamos hasta las rocas que habíamos visto desde arriba, que cuentan con barandillas y un punto final, desde el que pudimos contemplar nuevas vistas espléndidas.


Los colores de las piedras y sus formas eran muy llamativos, incluso me recordaron a algunas que habíamos visto en Petra. También se puede acceder sin ningún problema al interior de un par de cuevas.







Luego, iniciamos el descenso por los escalones excavados en la roca, que se alternan con algunos tramos de sendero. Los peldaños son altos e irregulares y la pendiente acusada, pero el recorrido está protegido por cable de acero y, en mi opinión, con suelo seco no presenta ningún problema. No sé si alguien podría sentir vértigo aquí, pero es posible sujetarse durante casi todo el trayecto. Si el itinerario de subida resulta fatigoso para algunas personas, siempre se puede solucionar yendo despacio y parando de vez en cuando, pues hay descansillos. En fin, esto ya es muy particular y depende de cada cual. En cualquier caso, hay que llevar calzado adecuado, nada de chanclas o tacones.


Poco después, alcanzamos el mirador que habíamos distinguido desde lo alto. Un panel informativo cuenta la existencia de grandes ríos hace 240 millones de años que en estos lugares dejaron una enorme cantidad de sedimentos. Esta red fluvial, inimaginable en la actualidad, ocupaba casi la mitad de la Península Ibérica, y sus cauces transportaban enormes cantidades de arena. Los granos de cuarzo forman las areniscas que pisamos hoy, a las que el óxido de hierro les confiere su tonalidad roja. También pueden apreciarse el fenómeno geológico que se conoce como “olas petrificadas” y huellas de raíces de la época en que los mares surcaban estos territorios.






Retomamos el sendero y los escalones que, poco a poco, nos condujeron a la parte baja del barranco, hasta que llegamos al Santuario (Ermita) de la Virgen del Barranco de la Hoz, construido en las paredes de un juego de espectaculares torreones de roca roja y negra.



Tuvimos suerte, ya que la Ermita estaba abierta y la pudimos visitar. El acceso es gratuito. Según la leyenda popular, su origen se debe a que un pastor encontró en estos lugares una imagen de la Virgen. De una sola nave, tiene planta rectangular y su estilo es románico, del siglo XIII.



Desde el exterior, ya junto al río, forma una estampa soberbia con los farallones rocosos detrás. Sí, allá, arriba, habíamos estado un cuarto de hora antes. Al lado se encuentra también una antigua hospedería, que está cerrada en la actualidad.



La ruta sigue durante un par de kilómetros por la carretera GU-956, que no suele tener mucha circulación, sobre todo en un día laborable, como era aquél. Como ya he mencionado, se puede aparcar aquí el coche, visitar el Santuario y luego subir por las escaleras hasta los miradores. En total, pueden ser unos tres kilómetros, ida y vuelta por el mismo camino, con cerca de 300 escalones. Requiere un poquito de esfuerzo, pero el lugar merece la pena.

Si lo que se desea es hacer la ruta senderista completa, no aconsejo hacerlo en ascenso desde aquí, ya que habría que encarar el barranco de subida. Mejor, en dirección contraria, aunque la opción preferible en este caso sería iniciarlo en el Centro de Interpretación de la Dehesa de Corduente, como he señalado antes
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En absoluto nos importó hacer el tramo de carretera siguiente, ya que el panorama que presenta aquí el río Gallo es precioso, con vegetación impresionante, con bosques de galería de sargas, chopos, fresnos y carrizos. Una bucólica maravilla verde. No olvidemos que estábamos en mayo.




Por el camino fuimos viendo también curiosas formaciones rocosas, por ejemplo, un Huso.



Al fin, nos encontramos con el Monumento a los Guardias Forestales. Aquí hay que dejar la carretera y tomar el sendero que sale a la izquierda y que asciende lentamente en dirección al bosque. Antes, a nuestra espalda, pudimos contemplar un panorama realmente fantástico, acentuado por la mezcla de colores: azul del cielo, verde por la vegetación y rojo por la tierra.



Continuamos caminando un par de kilómetros hasta que, de pronto, la tierra roja pareció cubrirse de echadizo negro en un curioso contraste, recordándonos a algunos de los terrenos volcánicos que tanto abundan en las Islas Canarias.




Enseguida, vislumbramos a la derecha las casas de Corduente y en pocos minutos aparecimos junto a su Polideportivo. Habíamos completado la ruta circular. Teníamos pensado almorzar en el mismo pueblo, pero el restaurante, que anuncia menú, ese día solo nos ofreció algo de fritura. Así que decidimos ir a comer a Molina de Aragón.

En resumen, disfrutamos de un paisaje espléndido en primavera. La ruta está muy bien, aunque el tramo inicial de la pista por el bosque se nos hizo algo pesado. Sin embargo, la zona del Barranco es espectacular y merece mucho la pena. Si se quiere ahorrar tiempo, se puede optar por recorrerlo en ida y vuelta desde el Santuario. Con paradas para fotos, calculo que puede llevar una hora, más o menos.



Otras rutas en el Parque Natural del Alto Tajo.
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