Como a casi todos, el viaje que teníamos pensado para este año no tenía nada que ver con el que al final realmente hicimos. Este agosto del 2020 íbamos al parque nacional Kruger, en Sudáfrica, para disfrutar de un safari durante 9 días en el que podríamos recrearnos viendo decenas y decenas de animales salvajes. No pudo ser, otro bicho nos dejaba en casa pero no nos quitaba las ganas de tener unos días buscando animalitos y realizar algunas rutillas senderistas. Tras unos días pensando dónde ir, nos decidimos por el norte de León, una zona no muy conocida pero de gran belleza y que aloja una buena muestra de fauna ibérica. Así que establecimos dos bases: una en Riaño, en su parte oriental, y otra en Villablino, en la occidental. Las noches las repartimos de la siguiente forma: 7 para Riaño y 4 para la capital del valle de Laciana.
Nuestro viaje empezaba en Jaén, donde habíamos pasado el fin de semana viendo a la familia. De Jaén a Riaño hay más de 7 horas en coche, por lo que la mayor parte de este día fue conducir, conducir y conducir. Teníamos pensado parar en Aranda de Duero para comer, pero había sido confinada en días previos así que paramos un poco antes en un restaurante asador en el que comimos a gusto en la terraza. De nuevo en el coche y ya no paramos hasta llegar a nuestro destino, un poco antes de las 7 de la tarde.
El hotel que teníamos reservado era el hotel Presa, en plena calle principal, no por nada en particular, sino que era el único que admitía mascotas. Así es, en esta aventura también venía nuestra perrita, Nova.
Riaño es el centro neurálgico del Parque Regional de la Montaña de Riaño y Mampodre, que está literalmente pegado al Parque Nacional de Picos de Europa, a su vertiente leonesa. Decidimos venir aquí, además de por sus belleza paisajística, para tratar de ver el lobo ibérico, ya que es aquí junto a la más conocida Sierra de la Culebra, donde es más fácil divisarlo. El pueblo es un pueblo relativamente nuevo, porque el antiguo Riaño está sumergido junto a otros 8 pueblos bajo las aguas de su gran embalse cuya única función es producir energía eléctrica. Si queréis saber más de su polémica construcción y de lo que supuso para las gentes del valle anegado podéis echar un vistazo al documental Mi valle
Nosotros tras dejar las cosas en la habitación, primero nos dirigimos a las oficinas de Wildwatchingspain, la agencia con la que teníamos reservada para el miércoles la salida para el avistamiento del lobo, ya que queríamos preguntar que ocurriría si lloviera, tal como estaba pronosticado. Nos dijeron que podíamos cambiar de día, así que la pasamos al viernes ya que en el pronóstico era cuando parecía que no llovía por esto lares. Luego nos dimos una vueltecilla por el paseo que bordea el embalse con paneles informativos que recuerdan a los pueblos caídos, acabando en la explanada donde se situa la Iglesia de Nuestra Señora y el monumento de El silencia de las Campanas. Tras ello fuimos a la terraza del hotel, situado en la plaza del ayuntamiento, a cenar. Una gran y rica ensalada con ventresca de bonito. Y tras disfrutar de las noches fresquitas del norte para la habitación.
Nuestro viaje empezaba en Jaén, donde habíamos pasado el fin de semana viendo a la familia. De Jaén a Riaño hay más de 7 horas en coche, por lo que la mayor parte de este día fue conducir, conducir y conducir. Teníamos pensado parar en Aranda de Duero para comer, pero había sido confinada en días previos así que paramos un poco antes en un restaurante asador en el que comimos a gusto en la terraza. De nuevo en el coche y ya no paramos hasta llegar a nuestro destino, un poco antes de las 7 de la tarde.
El hotel que teníamos reservado era el hotel Presa, en plena calle principal, no por nada en particular, sino que era el único que admitía mascotas. Así es, en esta aventura también venía nuestra perrita, Nova.
Riaño es el centro neurálgico del Parque Regional de la Montaña de Riaño y Mampodre, que está literalmente pegado al Parque Nacional de Picos de Europa, a su vertiente leonesa. Decidimos venir aquí, además de por sus belleza paisajística, para tratar de ver el lobo ibérico, ya que es aquí junto a la más conocida Sierra de la Culebra, donde es más fácil divisarlo. El pueblo es un pueblo relativamente nuevo, porque el antiguo Riaño está sumergido junto a otros 8 pueblos bajo las aguas de su gran embalse cuya única función es producir energía eléctrica. Si queréis saber más de su polémica construcción y de lo que supuso para las gentes del valle anegado podéis echar un vistazo al documental Mi valle
Nosotros tras dejar las cosas en la habitación, primero nos dirigimos a las oficinas de Wildwatchingspain, la agencia con la que teníamos reservada para el miércoles la salida para el avistamiento del lobo, ya que queríamos preguntar que ocurriría si lloviera, tal como estaba pronosticado. Nos dijeron que podíamos cambiar de día, así que la pasamos al viernes ya que en el pronóstico era cuando parecía que no llovía por esto lares. Luego nos dimos una vueltecilla por el paseo que bordea el embalse con paneles informativos que recuerdan a los pueblos caídos, acabando en la explanada donde se situa la Iglesia de Nuestra Señora y el monumento de El silencia de las Campanas. Tras ello fuimos a la terraza del hotel, situado en la plaza del ayuntamiento, a cenar. Una gran y rica ensalada con ventresca de bonito. Y tras disfrutar de las noches fresquitas del norte para la habitación.
Iglesia de Nuestra Señora y vistas de ella