A primeros de año hicimos una escapada de cinco días a las provincias de Córdoba y Sevilla, durante la cual nuestra primera parada fue en la población de Montoro, de camino hacia Córdoba capital, donde íbamos a alojarnos esa noche. Estuvimos apenas cuatro horas, ya que íbamos sobre todo con la idea de almorzar en un restaurante que nos habían recomendado y de paso ver un poco un lugar andaluz muy conocido por sus altas temperaturas en verano, que a menudo superan los cuarenta y cinco grados. Claro que en esta ocasión, en enero, no era el caso y nos encontramos una tarde soleada con una temperatura muy agradable, en torno a los 17 grados.
Situación de Montoro en el mapa peninsular según Google Maps.
Cuando llegamos, dejamos el coche en el centro, ya que al ser un lunes había huecos de sobra. Si se va en fines de semana, lo mejor es utilizar los aparcamientos habilitados a tal efecto cerca del Puente de las Damas. Como era la hora de comer, fuimos directamente al restaurante Neo Tradición Casa José (Plaza de España n´º 3), en pleno casco histórico. El comedor tiene unas vistas estupendas al río y al puente de las Damas y ofrece platos tradicionales con aires renovados. Nos gustó y el precio, aunque no es barato, nos pareció correcto. Tomamos salmorejo con jamón ibérico, setas de temporada con torreznos, huevo de corral y crema de invierno, rodaballo con consomé de trompetas de la muerte y torrija de la abuela. De todas formas, nos han comentado que no faltan otras opciones para comer bien en Montoro y a menor precio.
Después, salimos a conocer un poco el pueblo, que ya de entrada nos había gustado bastante al pasar cerca del río y también al contemplar las vistas desde el propio restaurante.
Montoro se encuentra solo 45 kilómetros de Córdoba capital, en la zona de contacto de Sierra Morena con la campiña y pertenece a la comarca del Alto Guadalquivir. De Madrid dista 327 kilómetros, lo que supone en torno a tres horas y tres cuartos en coche por la A-IV, autovía de Andalucía.
Itinerarios de Madrid a Montoro y de Montoro a Córdoba propuestos por Google Maps.
En el entorno de Montoro se han encontrado hallazgos arqueológicos del Paleolítico Medio con una antigüedad de 50.000 años, si bien las primeras pruebas de asentamientos humanos se refieren a la época final de la Edad del Bronce, entre el 1100 y el 950 a.C., cuyos restos se encuentran expuestos en el Museo Arqueológico de Córdoba. Algunos historiadores defienden que fue fundado como colonia por los griegos y que por allí pasaron fenicios y cartagineses, lo cierto es que la antigua ciudad de Epora alcanzó su mayor esplendor en tiempos de los romanos, al quedar incluida en la Vía Augusta. Tras el paso de los godos, con los árabes, el caserío se desarrolló en torno a un castillo, en lo alto de un promontorio, encajonado en un meandro del río Guadalquivir, y recibió el nombre de Hisn Muntur. De esa época conserva el intrincado trazado de sus calles.
Después de cinco siglos de dominación musulmana, en 1238 el Rey Fernando III el Santo conquistó la plaza, que pasó a la Corona de Castilla en 1245 bajo la jurisdicción de Córdoba. En 1658, pasó al Marquesado de El Carpio y en 1662 el rey Felipe IV convirtió la villa en Ducado. Por su destacado papel en la Guerra de la Independencia contra los franceses recibió el título de “Ciudad Noble, Leal y Patriótica”.
La población, una de las más pintorescas de la provincia, actualmente cuenta con algo más de 9.200 habitantes, y su economía se basa fundamentalmente en los cultivos tradicionales de secano, en especial Olivos y cereales, aunque también está en proceso de desarrollar el turismo, pues es el casco antiguo es Conjunto Histórico Artístico desde 1969 y el Meandro del Guadalquivir ha recibido la calificación de Monumento Natural.
En enero, anochece pronto, con lo cual no disponíamos de mucho tiempo para nuestro recorrido y tuvimos que conformarnos con ver lo que pudimos en un par de horas. Además, la Oficina de Turismo (calle Corredera, 19), pese a que ponía en su web que su horario era de 09:30 a 15:00, ya estaba cerrada cuando llegamos, a las 14:15, de modo que para orientarnos tuvimos que apañarnos con algunos apuntes que yo llevaba y un plano que vimos en la calle, del que pongo una foto a continuación.
Los principales lugares a visitar en Montoro son: la Plaza de España, la Plaza del Charco, la Iglesia de San Bartolomé, la Iglesia de Nuestra Señora del Carmen, la Iglesia de Santa María la Mota (gótica-mudéjar, que conserva capiteles románicos), la Capilla de San Juan de Letrán (con una cúpula dorada de estilo rococó), el Museo Arqueológico Municipal, el Ayuntamiento, el Museo Pintor Rodríguez Luna, la Casa de las Conchas, el Mirador del Realejo, el Puente de las Donadas, la Ermita de la Virgen de Gracia, las Tercias Catedralicias (hoy Museo del Aceite) y el Arco de la Cárcel.
Junto a la Plaza del Charco, está la Iglesia de Nuestra Señora del Carmen, de finales del siglo XVII. Tiene una portada de arco de medio punto entre pilastras, coronado por un frontón partido sobre el que hay una imagen de San Juan de la Cruz en el interior de una hornacina. Cuenta con retablos barrocos y una colección de pinturas del siglo XVII. Estaba cerrada, con lo cual no la vi por dentro.
La Plaza de España ha sido el punto de referencia de la población durante siglos, donde se encontraban reunidos el poder local (ayuntamiento), el poder religioso (Iglesia de San Bartolomé), el poder judicial (la cárcel) y el poder económico (pósito, carnicerías, pescaderías, posada…). Además, antaño allí se ejercía la justicia pública, pues era donde se hallaba la picota y el baluarte del patíbulo bajo la adyacente calle Salazar. En el centro está la escultura conocida como La Segadora, una representación de la Diosa Ceres, símbolo de la agricultura y que reconoce el papel desempeñado por la mujer en este sector.
La Iglesia de San Bartolomé, de estilo gótico-renacentista, se empezó a construir a finales del siglo XV, si bien las obras se prolongaron a lo largo de cuatro siglos. La fachada que da a la Plaza de España es del siglo XVI y presenta estilo gótico tardío. Cuenta con tres naves, la central cubierta con artesonado mudéjar. Estaba cerrada, así que no pude entrar a ver el interior, en el que destaca una capilla barroca del siglo XVIII, dedicada a Nuestra Señora del Rosario.
La Torre cuadrada anexa a la Iglesia, conocida como Torre de Montoro y que se puede ver desde casi todos los puntos de la localidad, se terminó en 1817, añadiéndose un campanario renacentista a la torre ya existente.
La calle Postigo se encuentra en la parte trasera de la Iglesia de San Bartolomé y en ella aparece uno de los rincones emblemáticos de Montoro, el altar dedicado al Cristo de Limpias, coronado por una cruz de piedra bajo la cual aparece la inscripción del año 1672. Se dice que además de favorecer el culto, su intención era evitar la suciedad y los malos hábitos higiénicos en torno a la iglesia. La imagen actual y la reja son de épocas posteriores.
En la Plaza de España también está el Ayuntamiento, que ocupa el antiguo palacio ducal de la Casa de Alba y Montoro. Es del siglo XVI y cuenta con fachada plateresca labrada en piedra molinaza, con su tono rojo tan característico. En su interior hay numerosos artesonados de estilo mudéjar.
Sostenido entre las casas de la calle Salazar y el edificio del Ayuntamiento, está el Arco de la Cárcel, que hace referencia a una prisión construida en tiempos de Felipe III y que actualmente se encuentra insertada en la casa consistorial.
Para llegar a la Casa de las Conchas desde la Plaza de España tuve que bajar por un enjambre de callejuelas con mucho encanto, en las que se repiten fachadas blancas con zócalos rojos, y donde no faltan puertas singulares que atrajeron mi atención. Son numerosas las casas señoriales, algunas blasonadas, que se pueden contemplar paseando por Montoro y que pertenecieron a familias acomodadas de los siglos XVI al XIX.
Se dice que la Casa de las Conchas es el lugar más visitado de Montoro y curiosamente se trata de una vivienda particular totalmente cubierta de conchas marinas, perteneciente a un señor llamado Paco del Río, ya fallecido. La historia comenzó hace más de medio siglo, cuando un camión cargado de almejas volcó en Pedro Abad y este vecino decidió recuperar la mercancía para adornar el interior, el exterior y los patios de su casa, completándolo después con conchas procedentes de muchos lugares costeros de España y del extranjero. Actualmente, su hija se ocupa de enseñar la casa. Si está cerrada, hay que llamar para poder visitarla por dentro. Donativo: 1 euro.
Volví al centro y pasé por la calle de la Corredera, donde se encuentra la Oficina de Turismo, a la que pude acceder un momento, aunque seguía cerrada, aprovechando la gran amabilidad de las limpiadoras que estaban dentro. Son muy bonitas las vistas desde los balcones del edificio.
Ya de camino hacia el río, me encontré con un par de pintorescas fuentes (pilares), una de ellas, el Pilar de Santo Domingo de la Calzada, ya cerca del puente. Desde esta parte, ya en la carretera realmente, se tiene unas vistas muy bonitas de las casas de Montoro colgadas del promontorio donde se asienta el núcleo urbano. Sin embargo, el sol se estaba empezando a ocultar y era un momento horrible para tomar fotos. Aena fin, algo se aprecia.
Otro punto importante es el Puente de las Donadas, diseñado por Enrique Egas en 1480 y cuyo nombre responde a que el gasto para su construcción fue sufragado en buena parte por las donaciones de las mujeres del pueblo, que entregaron sus joyas y otras pertenencias.
La perspectiva es muy bonita desde aquí, pero el sol daba completamente de frente y me fue imposible captar alguna fotografía en condiciones, ya que debía esquivar los destellos y no resultaba nada fácil. Una lástima, porque me queda el recuerdo de lo imponente que me pareció el mismo lugar cuando llegamos, sobre las dos, aunque no me detuve a fotografiar nada para llegar cuanto antes al restaurante. De modo que con tal panorama ni siquiera me molesté en cruzar al otro lado, pues el resultado hubiese sido aún peor y necesitaba el poco tiempo de luz que quedaba para ir a otros miradores.
Uno de los puntos destacados de la visita a Montoro es contemplar el Meandro del Guadalquivir, catalogado como Monumento Natural. Tiene cinco kilómetros de longitud y ocupa unas 100 hectáreas. Entre huertas, destaca la vegetación de ribera, con dominio de almeces y chopos, y la presencia de aves propias de estos terrenos. Especialmente importantes son también las aceñas, unos molinos cuya función era moler los cereales, sobre todo el trigo. Se construían con roca arenisca y o utilizando el ladrillo. Se pueden ver varias a lo largo del río.
Caminando por un paseo paralelo a la carretera, hacia la salida de la población, con el río a mi izquierda, llegué hasta el “Mirador del Imperio Romano”, ubicado en la calle Realejo, cuyo nombre recuerda la parada que hizo en este lugar el rey Felipe IV. Las vistas de las casas colgadas del promontorio asomándose al Guadalquivir sorprenden bastante, ya que la perspectiva resulta inesperada, incluso habiéndolo visto previamente en fotos. El sol le daba un brillo muy especial a la torre de la Iglesia de San Bartolomé.
Sin embargo, no me conformé con esa panorámica y, siguiendo la recomendación de la Oficina de Turismo, seguí por un camino de tierra que sale a la derecha del mirador y que baja hasta una pasarela de madera sobre el río, desde la que se obtienen unas imágenes muy atractivas de Montoro y su espectacular montonera de casas colgadas sobre el Guadalquivir.
Y ya no hubo para más porque la noche se echaba encima. Una pena, pues me hubiese gustado pasar otro ratito en Montoro, que me pareció un pueblo muy bonito, donde, además, habíamos comido muy bien. Me gustaría volver en alguna otra ocasión; a ver si tengo más suerte con la luz para las fotos y contemplar también algunas otras perspectivas del meandro.