Desde la Plaza de toros se toma el camino del cementerio para desviar pronto a la izquierda en un cruce señalizado. En apenas 800 m estamos ante un tramo restaurado de la Vía Augusta. Augusta por las mejoras llevadas a cabo en tiempos del emperador Augusto y más Augusta todavía por su formidable trazado de 1500 Km: De los pirineos a Cádiz bordeando el mediterráneo.
El tramo reacondicionado discurre entre romero y olivos. Tiene su encanto caminar sobre piedras milenarias.
No soy muy de imponer mi coche en los cascos históricos y mi elección para aparcar fue cruzar el Guadalquivir por el Puente de las Doncellas y probar suerte (que la hubo) en la frontera barriada de El Retamar. Esto tiene la ventaja de disfrutar de una bonita panorámica frontal del pueblo.
Aparte, hay varios aparcamientos municipales gratuitos en medio del casco urbano, como el de la Plaza de Santa María o el de la calle Jardín, pero requieren más callejeo. A orilla de la N-420 hay algunas plazas también.
Después de recorrer el casco urbano, regresamos a El Retamar por la pasarela de madera apreciando el gran meandro del Guadalquivir, caballitos pastando y más vistas frontales de Montoro. Una bonita manera de cerrar el círculo. _________________ Todos somos ignorantes, solo que de distintas cosas. Albert Einstein.
Una sugerencia para comer, captada allí: Restaurante Neo Tradición Casa José. Por el salmorejo y por las vistas en altura sobre el Guadalquivir. El tinto de verano tiene también un toque aromático especial.
La oficina de turismo es un mirador en sí misma y ya por eso, merece una visita.
Otro mirador no oficial que me dejó buen sabor está al final de la calle Blas Infante. Prácticamente cualquier bocacalle desde C/ Cervantes hacia el río puede obsequiar alguna panorámica interesante. Y ya estamos encaminados, casi sin darnos cuenta, a la muy augusta calzada romana. _________________ Todos somos ignorantes, solo que de distintas cosas. Albert Einstein.