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Por último recorrimos la zona central de la isla, ya con mejor tiempo aunque el fuerte viento siguió acompañándonos.
Lo primero que visitamos de esta zona, por cercanía al hotel fue el FARO DE LA ENTALLADA, uno de los últimos faros construidos en España bajo el diseño de torre con viviendas para el personal. Tiene un pequeño mirador sobre un acantilado construido a través de un sendero de madera. Las vistas son excepcionales y es muy sencillo el acceso.
Tras sobrevivir al viento en el mirador, decidimos visitar el POBLADO DE LAS ATALAYITAS, con la esperanza de poder pasar un rato sin ese viento tan fuerte y desagradable. El acceso es sencillo a pesar de transcurrir por pista de tierra, y aunque cuando llegamos el centro de interpretación estaba cerrado, pudimos visitar el poblado ya que no está vallado y está muy bien señalizado.
Cuenta con más de 115 construcciones arqueológicas de los aborígenes de Fuerteventura, destinando su levantamiento a viviendas y zonas para el ganado.
Fue muy interesante y nos encantó, sobre todo a Hugo, que se movía por los caminos entre las edificaciones y entrábamos a la mayoría de las viviendas, o de lo que queda de ellas.
Cerca del poblado está el MUSEO DE LA SAL, que aunque no lo visitamos porque ya estaba cerrado cuando llegamos si que paseamos por sus salinas.
Si seguimos la carretera hacia el norte llegamos a las PISCINAS NATURALES DE CASTILLO DE CALETA DE FUSTE. Es imprescindible visitarlas con marea baja. Nosotros llegamos cuando comenzaba a bajar y tardamos un poco en localizarlas. Podéis saber en cualquier momento si las mareas suben o bajan en webs como esta:
TABLA DE MAREAS FUERTEVENTURA
Para llegar debes conducir hasta la Av. de la Marítima y allí buscar El Corralito y bajar a pie. Son recomendables escarpines para no resbalar.
En el lado oeste de la isla, y subiendo desde el sur, visitamos en primer lugar la PLAYA DE LA PARED (que tiene cueva, hay que visitarla con marea baja) y la de VIEJO REY:
Nuestro siguiente objetivo eran las Cuevas de Ajuy pero antes paramos en el MIRADOR DE SICASUMBRE, el parking está a pie de carretera, pero luego toca subir una cuesta importante luchando además con el fuerte viento. Eso sí, desde arriba las vistas bien merecen la subida.
Dicen que las mejores vistas son las nocturnas para poder admirar el cielo estrellado y varias constelaciones, de hecho en la cima hay un par de relojes solares, y una maqueta a escala del sistema solar.
Ahora sí, rumbo al destino estrella, LAS CUEVAS DE AJUY, cuyo origen geológico es anterior incluso a la formación de la propia Fuerteventura.
Hay dos opciones para aparcar en Ajuy y visitar sus cuevas, bien a la entrada del pueblo en el parking que hay habilitado o a pie de playa en otro parking más improvisado.
Desde la propia playa se divisa perfectamente el sendero que hay que seguir, siendo aproximadamente de un kilómetro y medio. Y la primera atracción la encuentras nada más poner el primer pie en el sendero:
Estas simpáticas ardillas campan a sus anchas, están acostumbradas al público e incluso comen de tu mano. Un chico que era de la zona nos dijo que eran las ratas de Fuerteventura, pero a nosotros, que no estamos acostumbradas a verlas nos parecieron de lo más entrañables y una motivación extra para que Hugo subiese la cuesta sin protestar.
Por el camino también encontramos dunas petrificadas con multitud de fósiles.
Pasamos de los hornos de cal para visitarlos a la vuelta y continuamos hasta las cuevas. Una escalinata te deja en la primera de ellas. No te conformes con esa y trepa por las piedras para pasar a la segunda, más espectacular si cabe.
A medida que te adentras en las cuevas pierden altura y el olor a meados en nauseabundo, así que ahórratelo.
Ya de regreso visitamos la zona de los hornos de cal y lo que antaño era un embarcadero y volvimos al punto de salida.
La visita es preciosa pero con Hugo nos costó mucho debido a sus problemas de movilidad, hay muchas escaleras, rocas por las que trepar...y mucha gente que en ocasiones no entienden que vayamos más rezagados.
Por fin el viento cesaba y nos permitió pasar el resto de la mañana en bikini y disfrutando de esta maravillosa playa con un tiempo casi casi veraniego.
Después de comer nos dirigimos al aeropuerto donde nos encontramos con un retraso de mas de 2 horas para volver a Madrid, así que con mucha paciencia y el grato recuerdo de la isla pasamos la tarde en la sala de embarque.
Y ahora que termina mi diario os dejo el secreto de tanto viento en la isla majorera:
"A mediados de el siglo XV, Fuerteventura se encontraba gobernada por Pedro Fernández de Saavedra, un señor perteneciente a la Corona de Castilla y con mucha fama de conquistador, tanto entre las mujeres aborígenes, como en las batallas. Al poco de llegar a la isla, se casó con Constanza, con la cual tuvo catorce hijos, aunque, a parte, posiblemente había tenido más con otras isleñas.
Uno de los hijos de Constanza, Luis Fernández de Herrera, era también un apuesto galán que, aunque de su padre solo había heredado los rasgos más negativos, se divertía también seduciendo a las mujeres de la isla. Un día, Luis se encaprichó de una joven llamada Fernanda a la que tardó mucho en seducir, hasta que aceptó su invitación de pasar un día juntos. Sin embargo, cuando todo parecía ir bien, Luis intento abrazar a Fernanda, pero esta no quiso, se intentó resistir y comenzó a dar voces para que este parara, a lo que no obedeció.
Por suerte, algunos cazadores que se encontraban en las cercanías escucharon los gritos, así como un labrador indígena que fue el primero en llegar para defenderla. En ese momento, apareció Pedro, el padre de Luis, a defender a su hijo y embistió con su caballo al campesino, matándolo en el propio acto.
De entre los árboles apareció entonces una vieja anciana, madre de aquel labrador. Cuando fijó su mirada en Pedro, ambos sabían que se conocían. Ella era una de las indígenas con la que en el pasado Pedro había tenido relaciones y, fruto de estas, un hijo, al cual acababa de matar. Esto hizo que la vieja, llamada Laurinaga, invocara a los dioses guanches, maldiciendo a la tierra de Fuerteventura.
A partir de este momento, los ciudadanos vieron como en las tierras de la isla empezaron a soplar vientos ardientes del desierto del Sahara, haciendo que la isla se quedara sin flores, sin vegetación, y transformándolo todo en desierto. Según la maldición de Laurinaga, esta isla debe acabar desapareciendo."
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