Me despierto al grito de “ina, ina, mé, méeeeeee”, que traducido significa “cocina, comer” (la peque aún está regular de la tripa y cenó muy poco, y claro, ahora tiene hambre). Aiiiiiiiii, cariño, que son las sieteeeeee, es domingo y ESTAMOS DE VACACIONES!!!!!!!
No sirve de nada hacer oídos sordos y darse la vuelta, hay que levantarse. Ha sido buena idea coger aparthotel, ya que así le puedo preparar el desayuno (hemos acarreado con la leche especial, los cereales, las galletas, los palitos, los baberos, … y por si acaso también con boles, cucharas....
Al cabo de bastante rato conseguimos ponernos todos en marcha y nos vamos a desayunar. Esta vez bajamos con las sillas, y nos llevamos también los baberos, las galletas, el vaso especial, ....
El ascensor está al lado del apartamento (que, por otra parte, está un poco ”aislado” del resto), y luego hay que andar un trecho hasta el restaurante, aunque no es mucho.
Quizá porque es fin de semana el buffet está muy bien, tiene cava y todo. No acabo de entender esto del cava en el desayuno, yo lo preferiría en la cena (gratis, claro ), pero de todos modos, por ser el primer día me tomo una copa, por si no lo volvieran a poner (y efectivamente, no lo volvieron a poner ). Se nota que es un hotel familiar, porque tiene un montón de tronas, con bandeja como en casa, pero la mayor es ya muy grande para trona y se sienta en una silla “normal”, ya se aguanta bastante bien, y ella está encantada.
Como no llevamos mucho equipaje no hemos traído toallas de playa así que nos llevaremos las de la piscina (sí, ya sabemos que no se pueden sacar, pero...). Vamos a buscar la piscina y hay escaleras por todas partes, pero mi marido, que se orienta muuuuuucho mejor que yo (bueno, es que yo para eso soy un desastre), encuentra pronto el camino. Cogemos las toallas y nos volvemos por otro camino (vaya, yo aún estaría dando vueltas a ver por dónde podía ir). El hotel está configurado como un pueblo, con calles y plazas. Los partamentos están en bloques, con ascensores, y los bungalows que vamos viendo por estas calles tienen casi todos escaleras para acceder.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
El Sur de Tenerife ofrece muchas opciones de entretenimiento para familias con niños pequeños, diferentes de lo que uno haría yendo sólo o con críos más mayores. De todas maneras, la peque aún es muy pequeña para según qué, y la mayor es muy miedica. Supongo que ante un peligro, o algo que se lo pueda parecer, ella no puede salir corriendo, y su nivel de tolerancia al riesgo, a lo desconocido, a lo que no domina, es muy pequeño. Aunque nosotros intentamos siempre normalizar la situación y que haga lo que otros críos de su edad, sabemos que exponerla a según que cosas sólo va a ser un fracaso.
Así que descartamos el Siam Park, el Aquapark, el Monkey Park y otros parks varios que hay por aquí y pensamos que el Loro Parque tiene una oferta más variada, y algo habrá que les guste... Pero eso será cuando tengamos coche, con lo que hoy nos quedamos por aquí.
Volvemos a la habitación y cogemos los “aparejos” de playa, y para allá que nos vamos. Decidimos ir a Playa Fañabé, pero escogemos una ruta más “plana” que la de ayer. Tardamos unos 15 minutos en llegar al paseo, pero está unos metros por encima de la playa. Finalmente encontramos unas rampas circulares y conseguimos llegar a un nivel inferior. Seguimos las indicaciones del icono de discapacitados, y encontramos la rampa para bajar hasta la playa.
Hay una pasarela de madera, elevada unos 20 cm. sobre el nivel de la arena, que además no está en muy buen estado, damos unos cuantos botes. Cuando llegamos al final hay un buen escalón para bajar a la playa. En silla de ruedas no sé cómo se salva eso (porque luego en la arena ya te quedas clavado)
La temperatura es ideal, “cero grados, ni frío ni calor”, está nublado pero cuando sale el sol, pica lo suyo. La peque grande se sienta a jugar con la arena, no quiere saber nada del agua, ni de la sensación de la arena en los pies … la peque peque aguanta poco sentada y quiere ir a la orilla. Pensaba que el agua estaría más fría, pero no me lo parece (bueno, tampoco es que me moje mucho más arriba de los tobillos...), y las olas parece que sean nada pero tienen bastante resaca.
Nos volvemos a las toallas y me dedico a hacer mil fotos de todo, estoy en la gloria, las peques están entretenidas, la peque peque no sabe andar muy bien en la arena y se cae continuamente, así que está toda embardunada de arena negra pegada a la crema solar (bueno, gris, la arena negra está mezclada con arena más clara) y está graciosísima, así que le hago un montón de fotos también.
De vuelta para el hotel vemos la oficina de Orcar, donde tenemos que ir el lunes para buscar el coche que reservamos con Autoreisen. Menos mal que no está en la calle del medio del centro comercial, porque allí todos son escaleras.
Y vuelta a hacer piernas por aquellas subidas, se me van a poner unos gemelos .... Hemos visto varios minimarkets, spar y otros similares, pero al lado del hotel, en un centro comercial (cómo no!) hay un hiperdino, y como me sonaba de indicaciones de los foreros paramos allí a comprar comida, merienda, bebidas …..
Es curioso el “tejido comercial” de Costa Adeje, todo aglutinado en centros comerciales. Yo estoy más acostumbrada al paseo marítimo con tiendas y bares a pie de calle, y este estilo se me antoja extraño. Claro que aquí todo son alojamientos turísticos, tengo la impresión de que el porcentaje de primera (incluso de segunda) residencia es bastante bajo.
Ya en el hotel metemos a las peques en la bañera, que van cargadas de arena, y ya comemos allí. Preparamos comida, ponemos la mesa, la quitamos, fregamos los cacharros, no barremos porque no tenemos escoba …, eso me ratifica una vez más en mi aversión a las vacaciones de apartamento.
Después de una siestecita nos vamos a la calle otra vez. Esta vez iremos a la Playa del Duque, pero sólo de paseo, que con un proceso de desarenización al día ya tenemos bastante!!
Nos armamos un poco de lío, pero finalmente llegamos al centro comercial plaza del Duque, que como es domingo está casi todo cerrado (aunque el resto de centros estaban abiertos), y de ahí ya a la playa. Esta zona, aunque está al lado de Fañabé, es mucho más pija. Se ve todo muy cuidado, todo parece de más calidad, ya sean las sombrillas o los restaurantes. El paseo es muy agradable, y hacemos unas cuantas fotos más.
Aquí el paseo también está elevado, pero también hay acceso a la playa con rampas y plataforma de madera (ésta sí que está sobre la arena). Y sí, aquí también hay cuestas, así que cuando llegamos a la cima del pequeño promontorio nos volvemos, que nos queda un rato hasta el hotel.
No podemos evitar comentar el ambiente que hay en aquella zona, los pubs, o como se llamen ahora, con camas balinesas o sofás, los guardias de seguridad en la puerta del hotel Bahía del Duque “only guests”, las chicas estupendas de 30 años con los señores no tan estupendos de 60, la ausencia total de niños en las terrazas …
Y ya en el hotel nueva sesión de duchas y arreglos y para el restaurante. Como la peque aún come raro le he dado la cena en el apartamento, y así nos ahorramos el espectáculo de anoche, que se la oía llorar desde la otra punta del restaurante.
Y a dormir, que tanto andar arriba y abajo arrastrando la silla acaba cansando...
No sirve de nada hacer oídos sordos y darse la vuelta, hay que levantarse. Ha sido buena idea coger aparthotel, ya que así le puedo preparar el desayuno (hemos acarreado con la leche especial, los cereales, las galletas, los palitos, los baberos, … y por si acaso también con boles, cucharas....
Al cabo de bastante rato conseguimos ponernos todos en marcha y nos vamos a desayunar. Esta vez bajamos con las sillas, y nos llevamos también los baberos, las galletas, el vaso especial, ....
El ascensor está al lado del apartamento (que, por otra parte, está un poco ”aislado” del resto), y luego hay que andar un trecho hasta el restaurante, aunque no es mucho.
Quizá porque es fin de semana el buffet está muy bien, tiene cava y todo. No acabo de entender esto del cava en el desayuno, yo lo preferiría en la cena (gratis, claro ), pero de todos modos, por ser el primer día me tomo una copa, por si no lo volvieran a poner (y efectivamente, no lo volvieron a poner ). Se nota que es un hotel familiar, porque tiene un montón de tronas, con bandeja como en casa, pero la mayor es ya muy grande para trona y se sienta en una silla “normal”, ya se aguanta bastante bien, y ella está encantada.
Como no llevamos mucho equipaje no hemos traído toallas de playa así que nos llevaremos las de la piscina (sí, ya sabemos que no se pueden sacar, pero...). Vamos a buscar la piscina y hay escaleras por todas partes, pero mi marido, que se orienta muuuuuucho mejor que yo (bueno, es que yo para eso soy un desastre), encuentra pronto el camino. Cogemos las toallas y nos volvemos por otro camino (vaya, yo aún estaría dando vueltas a ver por dónde podía ir). El hotel está configurado como un pueblo, con calles y plazas. Los partamentos están en bloques, con ascensores, y los bungalows que vamos viendo por estas calles tienen casi todos escaleras para acceder.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
El Sur de Tenerife ofrece muchas opciones de entretenimiento para familias con niños pequeños, diferentes de lo que uno haría yendo sólo o con críos más mayores. De todas maneras, la peque aún es muy pequeña para según qué, y la mayor es muy miedica. Supongo que ante un peligro, o algo que se lo pueda parecer, ella no puede salir corriendo, y su nivel de tolerancia al riesgo, a lo desconocido, a lo que no domina, es muy pequeño. Aunque nosotros intentamos siempre normalizar la situación y que haga lo que otros críos de su edad, sabemos que exponerla a según que cosas sólo va a ser un fracaso.
Así que descartamos el Siam Park, el Aquapark, el Monkey Park y otros parks varios que hay por aquí y pensamos que el Loro Parque tiene una oferta más variada, y algo habrá que les guste... Pero eso será cuando tengamos coche, con lo que hoy nos quedamos por aquí.
Volvemos a la habitación y cogemos los “aparejos” de playa, y para allá que nos vamos. Decidimos ir a Playa Fañabé, pero escogemos una ruta más “plana” que la de ayer. Tardamos unos 15 minutos en llegar al paseo, pero está unos metros por encima de la playa. Finalmente encontramos unas rampas circulares y conseguimos llegar a un nivel inferior. Seguimos las indicaciones del icono de discapacitados, y encontramos la rampa para bajar hasta la playa.
Hay una pasarela de madera, elevada unos 20 cm. sobre el nivel de la arena, que además no está en muy buen estado, damos unos cuantos botes. Cuando llegamos al final hay un buen escalón para bajar a la playa. En silla de ruedas no sé cómo se salva eso (porque luego en la arena ya te quedas clavado)
La temperatura es ideal, “cero grados, ni frío ni calor”, está nublado pero cuando sale el sol, pica lo suyo. La peque grande se sienta a jugar con la arena, no quiere saber nada del agua, ni de la sensación de la arena en los pies … la peque peque aguanta poco sentada y quiere ir a la orilla. Pensaba que el agua estaría más fría, pero no me lo parece (bueno, tampoco es que me moje mucho más arriba de los tobillos...), y las olas parece que sean nada pero tienen bastante resaca.
Nos volvemos a las toallas y me dedico a hacer mil fotos de todo, estoy en la gloria, las peques están entretenidas, la peque peque no sabe andar muy bien en la arena y se cae continuamente, así que está toda embardunada de arena negra pegada a la crema solar (bueno, gris, la arena negra está mezclada con arena más clara) y está graciosísima, así que le hago un montón de fotos también.
De vuelta para el hotel vemos la oficina de Orcar, donde tenemos que ir el lunes para buscar el coche que reservamos con Autoreisen. Menos mal que no está en la calle del medio del centro comercial, porque allí todos son escaleras.
Y vuelta a hacer piernas por aquellas subidas, se me van a poner unos gemelos .... Hemos visto varios minimarkets, spar y otros similares, pero al lado del hotel, en un centro comercial (cómo no!) hay un hiperdino, y como me sonaba de indicaciones de los foreros paramos allí a comprar comida, merienda, bebidas …..
Es curioso el “tejido comercial” de Costa Adeje, todo aglutinado en centros comerciales. Yo estoy más acostumbrada al paseo marítimo con tiendas y bares a pie de calle, y este estilo se me antoja extraño. Claro que aquí todo son alojamientos turísticos, tengo la impresión de que el porcentaje de primera (incluso de segunda) residencia es bastante bajo.
Ya en el hotel metemos a las peques en la bañera, que van cargadas de arena, y ya comemos allí. Preparamos comida, ponemos la mesa, la quitamos, fregamos los cacharros, no barremos porque no tenemos escoba …, eso me ratifica una vez más en mi aversión a las vacaciones de apartamento.
Después de una siestecita nos vamos a la calle otra vez. Esta vez iremos a la Playa del Duque, pero sólo de paseo, que con un proceso de desarenización al día ya tenemos bastante!!
Nos armamos un poco de lío, pero finalmente llegamos al centro comercial plaza del Duque, que como es domingo está casi todo cerrado (aunque el resto de centros estaban abiertos), y de ahí ya a la playa. Esta zona, aunque está al lado de Fañabé, es mucho más pija. Se ve todo muy cuidado, todo parece de más calidad, ya sean las sombrillas o los restaurantes. El paseo es muy agradable, y hacemos unas cuantas fotos más.
Aquí el paseo también está elevado, pero también hay acceso a la playa con rampas y plataforma de madera (ésta sí que está sobre la arena). Y sí, aquí también hay cuestas, así que cuando llegamos a la cima del pequeño promontorio nos volvemos, que nos queda un rato hasta el hotel.
No podemos evitar comentar el ambiente que hay en aquella zona, los pubs, o como se llamen ahora, con camas balinesas o sofás, los guardias de seguridad en la puerta del hotel Bahía del Duque “only guests”, las chicas estupendas de 30 años con los señores no tan estupendos de 60, la ausencia total de niños en las terrazas …
Y ya en el hotel nueva sesión de duchas y arreglos y para el restaurante. Como la peque aún come raro le he dado la cena en el apartamento, y así nos ahorramos el espectáculo de anoche, que se la oía llorar desde la otra punta del restaurante.
Y a dormir, que tanto andar arriba y abajo arrastrando la silla acaba cansando...