Vuelo directo con Ryanair a Stansted. Stansted Express directas a Liverpool St, y ¡perfecto! porque nos alojamos en un hotel (que es una pasada), que está pegado literalmente a la estación: El Andaz.
El hotel merece un capítulo a parte: sencillamente increíble. Eso que llaman Casual Luxury se materializa en una recepción sin mostrador (con unos recepcionistas cercanos y atentos que pululan todo el rato con los portátiles en la mano pendientes de que nada falte), con exquisitas cookies, infusiones y zumos ecológicos a nuestra disposición, obras de artistas locales en cada esquina y un diseño moderno pero acogedor.
Entre las curiosidades, el salón Masónico que se descubrió en una de las reformas de este antiguo edificio. Sencillamente espectacular.
Me hubiese quedado a vivir allí si mi Visa me lo hubiese permitido…
Como estábamos en plena City, nos cogimos la Travelcard para ir hacia la zona de London Brigde porque queríamos ver Vinópolis y cenar allí (nos habían hablado muy bien de su restaurante, y, aunque un poco caro, mereció la pena).
La mañana del sábado se la dedicamos a Portobello. La riada de turistas abarrota la calle principal y cada uno de sus puestos, restaurantes, cafés y tiendas periféricas, hay artistas callejeros en todas las esquinas y cosas tan curiosas como un puesto de uniformes antiguos donde te puedes encontrar desde los zapatos de los nazis hasta casacas rojas plagadas de galones.
Aún a sabiendas de que Portobello es un tópico “guiri”… es difícil resistirse.
De los 350 mercados que tiene Londres… no podíamos pasar sin ir a ver Borough Market. Aunque el día anterior habíamos pasado por allí para ir a Vinópolis, los puestos ya estaban cerrados y no queríamos quedarnos sin olisquear los quesos, alucinar con las especias, probar alguna de las delicatessen, comprar algún regalito…
A las 16h cierran, así que dimos por concluída la intensa jornada de regateo, y fuimos a pasear por las inmediaciones de London Brigde y a buscar un sitio para cenar un poco menos turístico y concurrido. Dimos con un restaurante indio con una excelente relación calidad/precio (cenamos por 20€ aproximadamente cada una ¡y con vino!) que nos gustó mucho.
Después nos tomamos unas copas en uno de los barcos que están atracados en el muelle y que funcionan como pubs y restaurantes. Una experiencia divertida, y, aunque nos costó mucho encontrar dónde sentarnos, nos encantó el ambiente.
El domingo tuvimos que repartirlo entre Spitafields y Candem Market. Como también nos quedaba muy cerca del hotel, fuimos paseando hasta el divertido y multicultural Brick Lane. El barrio indú por excelencia, está muy de moda entre los artistas londinenses alternativos y se pueden encontrar cantidad de piezas interesantes en la antigua fábrica de cerveza donde muchos exponen su obra.
Plagado de peluquerías modernas, tiendas de ropa sorprendentes, y personajes curiosos… sólo con pasear por Brick Lane la sorpresa está asegurada. Difícil permanecer indiferente a su explosión de creatividad y su rabiosa modernidad.
Spitafields, que fue el mercado de fruta más grande de Londres, se encuentra muy cerquita. Aunque también está repleto de puestos retro, ropa vintage, joyas trendy, artistas estrafalarios y creadores de accesorios sorprendentes, abundan tiendas como Montezuma’s (que ganó con sus trufas el premio al mejor chocolate de Inglaterra), Agnes B…
En las calles que lo rodean hay numerosas galerías de arte de creadores que residen en el barrio, librerías…
Tomamos algo en un divertido restaurante vegetariano que es un antiguo autobús, y nos fuimos a coger el metro para llegar a Camden Town. Ubicado en la Zona 2, en Camden Market es un hervidero de londinenses, pelos de colores, artistas, piercings, gafas de pasta de colores, tiendas de segunda mano, puestos de comida de todas las nacionalidades imaginables, turistas y de propuestas (sobre todo de ropa y calzado… la artesanía y antigüedades están más concentradas en Camden Lock).
En Candem Stables hay más de 500 tiendas y puestos instalados en lo que hace siglos sirvió como caballerizas y “hospital” de caballos.
Ni que decir tiene que volvimos cargadas de complementos imposibles, trastos extravagantes y modelitos estrafalarios que tienen muchas papeletas para acabar siendo usados como disfraces en los próximos carnavales… pero fue genial.
No importa como seas, seguro que encuentras algo que te alucina.
Londres siempre sorprende, y a muchos nos enamora.