Ya nos subimos al bus. Eurolines es una buena alternativa de viajeras con poco dinero. Italia forma parte de la Comunidad Europea. No hay aduanas. Un viaje largo de 17 horas con increíbles paisajes. El primer trayecto es francés. Un parador en Auxerre de 20 minutos exactos. Hay que estar atentas porque tu movilidad se va y no te espera. Algunas personas comieron, otros tomaron café y un grupo en el que estábamos nosotras compró comida, bebidas y las degustó a bordo.
El bus no tiene 2 pisos como estamos acostumbrados en Argentina, los asientos están impecables, los televisores nuevos. Las películas tenían audio en francés, español e italiano. Ya habrán adivinado cuales vimos.
Dijon, Lyon, dos ciudades francesas encantadoras, montañas nevadas, túneles que se sucedían sin interrupción y a los lejos la montaña más alta de Europa, el gran Mont Blanc de más de 4000 metros de altura. Está en los Alpes del lado francés. Su túnel es el más importante para vehículos que comunican Francia con Italia.
En suelo italiano nos llamó la atención su prolijo campo con cultivos, sus sencillas casas, la prolijidad y el orden.
Hermosas ciudades italianas, Milán, Brescia, Verona, Padua, todas con el encanto de sus historias y esplendor.
Llegamos a la Estación de Ómnibus de Venecia que es el lugar de estacionamiento de todos los automóviles y de la Estación de Trenes. Turistas hablando diferentes idiomas y a los gritos.
Mañana finaliza el famoso Carnaval veneciano. Llegamos tarde.
Todo es un pandemonio. La encantadora dueña de un hotel sobre uno de los canales que atraviesa la ciudad y el precio razonable, nos decidió aceptar su ofrecimiento, un alojamiento muy antiguo pero...con toda la magia veneciana.

Y la comida típica italiana que comimos siempre en trattorías, lugares sencillos con precios accesibles, fueron platos de tallarines, pizzas, risi e bisi que es arroz con jamón y arvejas y el famoso hígado de ternera a la veneciana.
No nos podemos olvidar del helado italiano, una maravilla en las famosas gelaterias y por supuesto el café italiano y el capuchino,
Es otro mundo, es una ciudad que flota en el agua, es un sueño hecho realidad.
Los vaporettos se deslizaban suavemente y en el muelle había góndolas amarradas. El Gran Canal resplandecía bajo el sol del invierno al mediodía y los edificios de mármol claro; los ocres y rosados parecían emerger del agua.
Venecia, un tesoro que se hunde.
Venecia fue fundada sobre una isla y los vénetos que le dieron su nombre tuvieron la tarea de consolidar el suelo pantanoso. Los bosques vecinos suministraron madera en abundancia de alerces y encinas y fueron hundidos en forma de pilares.
Sobre ellos Venecia edificó basílicas, palacios y puentes. También se emplearon piedras, ladrillos, vigas y más maderas, ahora para embarcaciones cada vez más numerosas.
Fue la ciudad más rica del mundo en el siglo XIV pero ahora se hunde. Sus arquitectos inyectan cemento en sus raíces y colocan tensores para sostener y fortalecer sus paredes.
Un gondolieri con su típica camisa a rayas y el remo como estandarte nos ofreció navegar pero desistimos porque el precio nos pareció muy alto. Después nos arrepentimos pero...ya había pasado el momento.
Real y fantástica. Bella como ninguna. Así es Venecia.
Venecia, sus infinitas palomas y...el agua
Venecia, un lugar único en el mundo, todo termina temprano. Hay negocios increíbles, máscaras, objetos de vidrio, mantelería. Todo es asombro y maravilla.
Se suceden las iglesias y la plaza San Marcos un lugar obligado para conocer y contemplar. Su famosísima catedral estaba inundada.
Callecitas donde inevitablemente nos perdimos, canales que la cruzan, el famoso puente del Rialto, donde las dos partes de Venecia que separa el Gran Canal están unidas.
Escalinatas, luces, sombras, puentes y puentecitos, laberintos de calles sin salida, antiguas casas con ventanales y sogas con ropa colgada atravesando la calle como banderines multicolores.

Y la comida inevitable en Italia, la pasta y la pizza. Muy rica pero bastante cara. Es una ciudad tan llena de turistas de todo el mundo que lo justificamos.
La felicidad de estar allí se potenció con el fin del Carnaval y nos perdimos exultantes entre calles y puentes con recovas.
Caballeros con espadas en la cintura, antifaces dorados y sombreros de 3 picos.
Había damas con suntuosos trajes de seda y brocado, arlequines y colombinas paseando sin rumbo entre la multitud.
Una máscara que se asomó detrás de una columna y desplegó su capa con reverencia nos hizo sonreír. Estamos tocando el cielo con las manos.
El Carnaval de Venecia se remonta al año 1299 y como algo sorprendente las máscaras disimulaban el origen de las personas. Así la nobleza se disfrazaba y salía a mezclarse con el pueblo.
Hoy es día de lluvia, la Plaza San Marcos se está inundando...alguien capta en el lienzo un paisaje increíble de esta ciudad de ensueño.

Una ciudad que es Patrimonio de la Humanidad, pero los venecianos ya no quieren vivir aquí, no sólo porque las viviendas de los pisos superiores son muy caras y los que están a nivel del agua son demasiado húmedos.
Están cansados de tanta agua, les gustaría tener los autos en la puerta de su casa y no en los inmensos estacionamientos del Piazzale Roma.
Y el día de la despedida cruzamos el puente con medio metro de agua en la calle. A pesar de todo nos sacamos el calzado, arremangamos los pantalones y entramos al hotel que tenía la planta baja inundada.
Pronto subimos al segundo piso, a salvo del agua. A las pocas horas bajó el nivel y salimos a entregarle la llave a Antonella, su dueña, que para no desmentir lo buena anfitriona que era, nos obsequió dos anillos con el símbolo de las cruzadas.
Día y noche, por todos lados, gente, música y arte. Da la sensación que estamos en una comedia y que Venecia es una representación teatral. Real y fantástica, bella como nunca.
Venecia teme su futuro pero la lentitud con que el mar se retira le concede siglos de tiempo. ¿Sus habitantes buscarán el medio de conservar lo que poseen ?.. Preguntas fascinantes. Sin respuesta.
Nos espera la misteriosa Budapest. Mañana nos tomaremos el tren para un destino con interrogantes.