Hoy sí que sí que toca devolver el coche. Así que aprovechamos la mañana por los alrededores, volvemos a La Caleta, vamos a la Playa del Duque por la zona de los Riu, y también a Playa de las Américas a comprar el tabaco prometido, porque en Costa Adeje no había visto ninguna tienda en qué vendieran. Luego, por la tarde, salieron todas de su escondrijo. Hasta en el hiperdino vendían tabaco!!!
Después de devolver el coche vamos a coger fuerzas para la vuelta. Hay algunas terrazas en el paseo “de arriba” con vistas al mar. Nos sentamos a tomar algo en una de ellas. Por enésima vez le digo a mi marido que estoy en la gloria, con esa temperatura ideal... y la cervecita, y las vistas, y la compañía... Es que yo soy muuuuy friolera, y la family me dice que en Barcelona hace un frío que pela y no para de llover, así que todavía me luce más
Y vuelta a hacer piernas camino del hotel. Por tercera o cuarta vez esta semana comemos alguna variedad de ensalada de pasta en el apartamento (es lo que tiene no haber comprado aceite para cocinar :-?).
Como la peque peque ha dormido antes de comer, aprovechamos más la tarde y nos vamos a la piscina … infantil. Está al otro extremo del hotel, al lado del parque infantil y el miniclub, al que por cierto no hemos llevado a la peque grande ningún día.
Curiosamente casi todas las hamacas están ocupadas por parejas sin niños... No es que haya muchas hamacas, pero tampoco hay mucha gente, así que cogemos 4 para nosotros. Mientras el papi se baña con la enana, la mayor y yo nos tumbamos en nuestras hamacas (o sea, la tumbamos a ella, y luego me tumbo yo).
Ella está con una pierna encima de la otra y me mira con esa cara de felicidad que pone a veces. Le pregunto si se lo ha pasado bien y me dice que sí, riéndose. A ver, cómo no, toda una semana sin cole, sin fisioterapia, sin logopedia … incluso los papis estamos más relajados y hace días que no la taladramos “siéntate derecha, traga saliva, mastica, abre la mano, cierra la boca ...”
Y yo cierro los ojos y pienso que no ha sido un viaje de grandes descubrimientos, de grandes visitas, de grandes emociones…, pero ha sido una semana fantástica en familia, con un clima estupendo, y hemos tenido tiempo para todo, para descansar, para ir a la playa, a la piscina, al loroparque, de paseo, de tiendas, de cañas, pero sobre todo hemos tenido tiempo de estar juntos
No creo que debido a la discapacidad de la peque grande hayamos dejado de hacer algo que hubiéramos hecho si ella no tuviera ninguna dificultad, porque también vamos por el mundo con la silla de paseo de la peque peque. O quizá si???
Y como a las seis cierran la piscina, devolvemos las toallas y nos vamos a hacer algunas compras para la family. Después de la tarde anterior de tiendas, al final concentramos todas las compras en una hora. Ya teníamos las cosas más o menos localizadas, los paquetitos de mojo del hiperdino de al lado, algo de vino también allí, la colonia por allí (al final, tanto mirar, y a la vuelta de la esquina fue donde más barata la vimos de los sitios en que preguntamos), unas tonterías para los/las sobrinos/as allí mismo...
Se nos hace de noche y aún pululamos por ahí, parece que nos cuesta irnos para el hotel pero no hay más remedio si no queremos quedarnos sin cenar, que los horarios muy españoles no son, y a las nueve y media horario de verano ya está cerrado.
Y vaya por Dios, es sábado otra vez
Nos ponemos en marcha por última vez con la rutina que ya nos hemos aprendido, desayuno por última vez en una temporada crepes con nocilla (mi “silueta”me lo agradecerá), hacemos las maletas, dejamos la habitación, hago una escapada al mercadillo a comprar aloe vera, hacemos una “sugerencia” sobre un par de detalles que el hotel no ha tenido con nosotros ...
Y a las 11 nos vienen a buscar. Aún no hemos salido a la calle y el conductor, algo enfadado, nos dice que la guagua nos espera. Otra vez!! Menos mal que también ahora vamos delante y nos ahorramos el escarnio…
Llegamos al aeropuerto con tiempo suficiente para facturar. Sin embargo, todo son carreras para llegar los primeros a la fila. Nosotros, desde luego, llegamos los últimos de nuestro autocar. Pero se apiadan de nosotros y nos dan la fila 5 (volamos en un MD-87, i en la parte de atrás hace bastante ruido), así que perfecto!!
Nuevamente nos acompaña el personal de asistencia del aeropuerto, pasamos sin novedad el control y quedamos con el chico en la puerta de embarque a las 2:20. El aeropuerto no es muy grande, pero hay alguna tienda y algún sitio para comer, y a ello nos aplicamos.
A la hora convenida llegamos a la puerta de embarque. Entramos con el empleado de asistencia los primeros, como en el vuelo de ida. La historia se repite, pero ya no tenemos ese gusanillo en el estómago por la ilusión del viaje, aunque llevamos puesta esa sonrisa tonta en recuerdo de lo bien que hemos estado.
El vuelo, sin novedad, aunque tengo que cambiar el pañal a la peque peque y pienso que menos mal que no he tenido que llevar a la mayor a hacer pipi allí. Qué claustrofobia...
A la vuelta, salimos los últimos, como a la ida, y ahí tenemos las dos sillas esperando, y otro empleado de asistencia que nos acompaña hasta la zona de recogida de maletas.
Salir del aeropuerto es un poco complicado. No hay un letrero que diga “salida”, o te mandan al aparcamiento, o al bus lanzadera … Pero como ya sabemos que la calle está en el vestíbulo de salidas nos vamos para allá. Llamamos a aparcaivola y tienen un empleado allí recogiendo a otro pasajero, y nos esperan. Y llegamos allí, y pagamos (75,10 € por los ocho días), y cargamos los bultos y las crías en nuestro coche ….
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado
Después de devolver el coche vamos a coger fuerzas para la vuelta. Hay algunas terrazas en el paseo “de arriba” con vistas al mar. Nos sentamos a tomar algo en una de ellas. Por enésima vez le digo a mi marido que estoy en la gloria, con esa temperatura ideal... y la cervecita, y las vistas, y la compañía... Es que yo soy muuuuy friolera, y la family me dice que en Barcelona hace un frío que pela y no para de llover, así que todavía me luce más
Y vuelta a hacer piernas camino del hotel. Por tercera o cuarta vez esta semana comemos alguna variedad de ensalada de pasta en el apartamento (es lo que tiene no haber comprado aceite para cocinar :-?).
Como la peque peque ha dormido antes de comer, aprovechamos más la tarde y nos vamos a la piscina … infantil. Está al otro extremo del hotel, al lado del parque infantil y el miniclub, al que por cierto no hemos llevado a la peque grande ningún día.
Curiosamente casi todas las hamacas están ocupadas por parejas sin niños... No es que haya muchas hamacas, pero tampoco hay mucha gente, así que cogemos 4 para nosotros. Mientras el papi se baña con la enana, la mayor y yo nos tumbamos en nuestras hamacas (o sea, la tumbamos a ella, y luego me tumbo yo).
Ella está con una pierna encima de la otra y me mira con esa cara de felicidad que pone a veces. Le pregunto si se lo ha pasado bien y me dice que sí, riéndose. A ver, cómo no, toda una semana sin cole, sin fisioterapia, sin logopedia … incluso los papis estamos más relajados y hace días que no la taladramos “siéntate derecha, traga saliva, mastica, abre la mano, cierra la boca ...”
Y yo cierro los ojos y pienso que no ha sido un viaje de grandes descubrimientos, de grandes visitas, de grandes emociones…, pero ha sido una semana fantástica en familia, con un clima estupendo, y hemos tenido tiempo para todo, para descansar, para ir a la playa, a la piscina, al loroparque, de paseo, de tiendas, de cañas, pero sobre todo hemos tenido tiempo de estar juntos
No creo que debido a la discapacidad de la peque grande hayamos dejado de hacer algo que hubiéramos hecho si ella no tuviera ninguna dificultad, porque también vamos por el mundo con la silla de paseo de la peque peque. O quizá si???
Y como a las seis cierran la piscina, devolvemos las toallas y nos vamos a hacer algunas compras para la family. Después de la tarde anterior de tiendas, al final concentramos todas las compras en una hora. Ya teníamos las cosas más o menos localizadas, los paquetitos de mojo del hiperdino de al lado, algo de vino también allí, la colonia por allí (al final, tanto mirar, y a la vuelta de la esquina fue donde más barata la vimos de los sitios en que preguntamos), unas tonterías para los/las sobrinos/as allí mismo...
Se nos hace de noche y aún pululamos por ahí, parece que nos cuesta irnos para el hotel pero no hay más remedio si no queremos quedarnos sin cenar, que los horarios muy españoles no son, y a las nueve y media horario de verano ya está cerrado.
Y vaya por Dios, es sábado otra vez
Nos ponemos en marcha por última vez con la rutina que ya nos hemos aprendido, desayuno por última vez en una temporada crepes con nocilla (mi “silueta”me lo agradecerá), hacemos las maletas, dejamos la habitación, hago una escapada al mercadillo a comprar aloe vera, hacemos una “sugerencia” sobre un par de detalles que el hotel no ha tenido con nosotros ...
Y a las 11 nos vienen a buscar. Aún no hemos salido a la calle y el conductor, algo enfadado, nos dice que la guagua nos espera. Otra vez!! Menos mal que también ahora vamos delante y nos ahorramos el escarnio…
Llegamos al aeropuerto con tiempo suficiente para facturar. Sin embargo, todo son carreras para llegar los primeros a la fila. Nosotros, desde luego, llegamos los últimos de nuestro autocar. Pero se apiadan de nosotros y nos dan la fila 5 (volamos en un MD-87, i en la parte de atrás hace bastante ruido), así que perfecto!!
Nuevamente nos acompaña el personal de asistencia del aeropuerto, pasamos sin novedad el control y quedamos con el chico en la puerta de embarque a las 2:20. El aeropuerto no es muy grande, pero hay alguna tienda y algún sitio para comer, y a ello nos aplicamos.
A la hora convenida llegamos a la puerta de embarque. Entramos con el empleado de asistencia los primeros, como en el vuelo de ida. La historia se repite, pero ya no tenemos ese gusanillo en el estómago por la ilusión del viaje, aunque llevamos puesta esa sonrisa tonta en recuerdo de lo bien que hemos estado.
El vuelo, sin novedad, aunque tengo que cambiar el pañal a la peque peque y pienso que menos mal que no he tenido que llevar a la mayor a hacer pipi allí. Qué claustrofobia...
A la vuelta, salimos los últimos, como a la ida, y ahí tenemos las dos sillas esperando, y otro empleado de asistencia que nos acompaña hasta la zona de recogida de maletas.
Salir del aeropuerto es un poco complicado. No hay un letrero que diga “salida”, o te mandan al aparcamiento, o al bus lanzadera … Pero como ya sabemos que la calle está en el vestíbulo de salidas nos vamos para allá. Llamamos a aparcaivola y tienen un empleado allí recogiendo a otro pasajero, y nos esperan. Y llegamos allí, y pagamos (75,10 € por los ocho días), y cargamos los bultos y las crías en nuestro coche ….
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado