Hoy es uno de esos días que teníamos marcado en rojo, Assou nos había confirmado que por la tarde iríamos a una aldea donde veríamos el baile de los Zangbetos. Uno de los rituales de vudú más enigmáticos que puedes tener la suerte de ver en Benín.

Así que la mañana transcurrió relajadamente, visitando un aislado pueblo donde vive la etnia Sahoue. Varios niños de los más pequeños se asustaron de nosotros, nunca habían visto un blanco. Más tarde, pasamos por el pueblo donde vive Sevi, el hermano de Assou a descargar gran parte del material que habíamos traído desde España y que aún llevábamos en las maletas. Conocimos el proyecto que están intentando construir y aprovechando que nuestro hotel estaba frente al mar, dimos un paseo por las largas playas de Grand Popo antes de que Assou nos viniera a recoger para asistir a un ritual intrigante.


Después de un trayecto de una hora en coche, llegamos a una pequeña aldea, perdida en alguna parte de Benín. Allí iba a suceder la danza de los Zangbetos. Los Zangbetos son los guardianes de la noche, patrullan y protegen las calles de las aldeas de la brujería y de los ladrones. Son altamente venerados y temidos.
Cuando llegamos, sonaban los tambores la gente se arremolinaba alrededor de la plaza, seguían llegando de poblados cercanos. Allí mismo se encontraba la caseta de la que saldrían los Zangbetos. Mientras esperábamos, un ejército de niños nos rodeó, les provocábamos curiosidad, querían verse en las fotos, jugar y nosotros encantados. Otra vez, éramos los únicos yobos, otra vez los bailes convulsos, agitados, nos volvíamos a sentir abrumados con el ambiente. De nuevo volvíamos a experimentar las mismas emociones que los primeros días.




Los Zangbetos son estructuras cónicas de paja formada por múltiples capas de rafia, teñidas de colores y coronadas con un gorro, sombrero o máscara. Es muy espectacular ver como bailan y giran impetuosamente al ritmo de los cánticos y los tambores.


Cada Zangbeto está acompañado por uno o dos kregbetos, iniciados que pertenecen a esta sociedad secreta. Los acompañan y les dirigen por donde ir, impiden que la gente se acerque mientras danzan. Ellos son los encargados de purificar el lugar antes de que se inicie el ritual y también marcan el lugar donde parará el Zangbeto dibujando un círculo amarillo con una especie de harina y aceite de palma. Van provistos de un palo, pero esta vez no cobramos



Sale un primer Zangbeto, empieza a moverse acompasado a la música, al principio más lento para ir cogiendo velocidad. Pasa cerca del público, empieza a girar vertiginosamente haciendo una especie de círculos, En un momento dado se para y aparece otro Zangbeto que también gira, parecen una especie de peonzas gigantes. Y la gente baila, grita y canta, los niños miran con cara de asombro, salen más Zangbetos. Contamos hasta cinco de ellos bailando a la vez en la plaza del pueblo.



Estamos embelesados con el espectáculo, no entendemos muy bien el significado, pero permanecemos atentos a los frenéticos bailes en círculo alrededor de los asistentes, al ritmo de los tambores. En un momento dado, uniniciado, dibuja en el suelo rojizo de la plaza, un círculo con polvos amarillos y aceite de palma. En ese lugar, a continuación se detiene uno de los Zangbetos y cuatro o cinco iniciados, empiezan a agitarlo, a susurrarlo, para a continuación dar la vuelta a la estructura.

Estábamos junto enfrente del Zangbeto, a escasos dos metros, grabando, fotografiando, cuando nos mostraron lo que había debajo. Cuenta la leyenda que debajo de los muñecos no hay ningún humano. Es un espíritu quien lo mueve. Según ellos, es el vudú.


Ante nosotros, se encontraba Legba, un espíritu que media entre los hombres y los Dioses menores. Siempre es el primero y el último en aparecer en la invocación de espíritus, es el que abre y cierra las puertas entre ambos y sólo a través del contacto con Legba, se puede contactar con otros Dioses. Suele aparecer representado con unos cuernos y un enorme falo

Otro iniciado, lo purifica arrojándole un líquido que transportan en una especie de cuenco. Mientras, otro da órdenes al espíritu, que sincronizado a su voz va moviendo el falo. Las mujeres del poblado salen a bailar vehementemente, por momentos parece que están en trance. Posteriormente los krigbetos vuelven a colocar la estructura de paja por encima y comienza a bailar de nuevo mientras regresa a la caseta de donde salió.


No entendíamos nada de lo que estaba pasando, intentábamos descubrir donde estaba el truco. Al poco tiempo paró otro Zangbeto, los ayudantes procedieron igual que la vez anterior y esta vez al levantar el armazón, apareció un fetiche representando una figura humana sobre una piedra, vestida con coloridos ropajes y portando un palo con una especie de penacho, que cobraba vida propia al escuchar la voz del Krigbeto.
Esta segunda ocasión, me empeñé en escudriñar el armazón del Zangbeto, intentando descubrir alguna ranura o compartimento secreto donde pudiera esconderse alguien, pero no lo encontré, tampoco se veían huellas o trampillas donde había estado parado el entramado de paja.
No intentamos entender ni cuestionar el animismo, ni intentar descifrar el truco (si es que lo tiene), nuestra elección fue disfrutar y una vez más sentirnos unos privilegiados por lo que estábamos presenciando. Decidimos que la magia del vudú nos atrapara y nos hechizara.
