Nuestro último día en Islandia, ¡qué corto se nos había hecho el viaje! Dedicamos este día a recorrer parte del llamado círculo de oro.
Comenzamos a lo grande, con una de las cascadas impresionantes de Islandia: Gullfoss. Con una altura de 32 metros de altura y un caudal de 140 metros cúbicos por segundo en verano, el agua del río Hvitá desciende con gran fuerza, formando un gran estruendo. El agua cae en dos saltos oblicuos, de 11 y de 21 metros, en el profundo cañón que forma el río a partir de este punto.
Hay varios miradores, repartidos en dos caminos, uno superior, más cerca del primer salto, y otro inferior, más cerca del segundo. Todos merecen la pena, solo hay que tener cuidado con resbalar, ya que el terreno siempre está mojado.



Gullfoss es la cascada más visitada de Islandia, ya que además de ser espectacular, está muy cerca de Reykiavik y se incluye en todos los recorridos del Círculo Dorado, la excursión más transitada del país.
La siguiente parada del círculo dorado estaba muy cerca y era un lugar emblemático. Geysir, el geiser que da nombre a todos los géiseres. Es una de las zonas geotermales más activas del mundo, aunque el famoso Geysir en la actualidad está inactivo. Hay quien dice que quedó obstruido por las piedras que arrojaban en su interior intentando provocar la erupción. Pero no hay problema, porque en la actualidad su vecino Strokkur erupciona cada 5-10 minutos, alcanzando una altura de 25 metros. Conviene estar muy atento si se quiere inmortalizar la erupción, ya que no avisa ni tiene un tiempo fijo. Pasamos un buen rato allí y estivo 15 minutos inactivo, y después salió el chorro de agua 3 veces seguidas.

Si bien la erupción de Strokkur es la principal atracción del parque, hay un interesante recorrido en el que se pueden ver lagunas hirvientes y fumarolas.


Aunque no forma parte oficial del Círculo Dorado, no queríamos perdernos una de las cascadas más curiosas de Islandia: Brúarfoss. Es una cascada muy pequeña en comparación con las gigantescas caídas de agua que hay por todo el país, con un desnivel de apenas 5 metros, pero tiene una particularidad. En ese punto, las aguas del río Bruara caen a una fosa longitudinal, dando la sensación de que la tierra se abre a lo largo del río. Además, el agua tiene un impresionante color azul turquesa, que en la profundidad de la grieta se ve de una tonalidad muy intensa.
Para llegar a Bruarfoss hay que recorrer un sendero de unos 3 km, paralelo al río río Bruara. Cuando llueve suele tener bastante barro, aunque nosotros no tuvimos ningún problema, lo encontramos muy fácil. Por el camino encontramos otras dos pequeñas cascadas: Hlauptungufoss y Midfoss. No son grandes, pero la primera nos pareció espectacular. El río se encajona en un pequeño barranco y cae con fuerza formando remolinos y turbulencias.




Al final del camino se llega a un puente con vista directa a Bruarfoss, el mejor mirador para apreciar la panorámica de la cascada, viendo como el río de aguas someras cae en la grieta en múltiples chorros de agua. Una cascada diferente y muy bonita.



Por último visitamos uno de los lugares más emblemáticos de Islandia, el Parque Nacional de Thingvellir. Sin embargo, os adelanto que el lugar me decepcionó. Después de todo lo que había visitado alrededor de la isla durante los 10 días anteriores, aquella visita me supo a poco.
Hay 4 aparcamientos, se puede dejar el coche en cualquiera de ellos por 700 ISK. Nosotros aparcamos en el más cercano a la cascada Öxarárfoss. Es una cascada de unos 20 metros de altura, que si la hubiese visitado el primer día me hubiese encantado, pero a esas alturas no me pareció especial ni de las más espectaculares.

Desde allí fuimos recorriendo un sendero hasta el centro de visitantes, en el que nos encontramos algunos de los lugares señalados del parque:
- Drekkingarhylur, la piscina de ahogamientos donde se ajusticiaba a las mujeres infractoras de la ley, por adulterio, perjurio, etc.
- Roca de la Ley o Lögberg, donde se iza la bandera nacional. Es el lugar donde se celebraban las asambleas antiguamente y se considera el primer parlamento del mundo, que data del año 930.
- Almannagjá, la grieta que se encuentra en la separación de las placas tectónicas europea y americana. Tiene 7,7 km de longitud y 7 m de anchura y cada año se separa entre 1-2 cm.
Dimos por terminada la visita, que creo que desmerece si se deja para el final del viaje. Al comienzo le hubiera encontrado mucho más interés, sin duda.
Nos fuimos a Reykiavik, donde teníamos reservado un alojamiento a las afueras de la ciudad. Cuando lo reservé no sabía que estaba a pocos metros de la Sky Lagoon. Aprovechando esa circunstancia, me pareció el lugar ideal para terminar nuestro último día en Islandia.
La Sky Lagoon es una piscina termal muy bonita, situada en un acantilado, con una vista infinita al mar. Es el lugar ideal para ver la puesta de sol, pero esa tarde el cielo estaba muy nublado. La entrada básica nos costó unos 50 euros por persona, un poco cara, pero no tanto como la famosa Blue Lagoon.

Estuvimos allí muy a gusto casi 4 horas, y porque nos entró hambre, si no allí nos hubiésemos quedado toda la noche. Nos encantó la experiencia. Precioso broche final al viaje.
Al día siguiente nuestro vuelo de vuelta salía a las 3 de la tarde, y pensábamos dedicar la mañana a visitar Reykiavik. Sin embargo, cambiamos de planes porque llovía bastante. El buen tiempo que habíamos disfrutado desde el tercer día se había acabado. No nos importó, agradecimos los 8 días de sol que tuvimos, y sacrificamos la capital. No nos apetecía andar buscando aparcamiento y visitar la ciudad bajo la lluvia. Preferimos desayunar y hacer la maleta con calma e ir con tiempo al aeropuerto.
Nos despedíamos de Islandia con mal tiempo, de la misma forma que llegamos.