Además de la satisfacción de haber alcanzado el objetivo del día, la panorámica de Portomarín nos resultó muy atractiva desde el Miradouro de San Pedro, junto al puente sobre el río Miño, cuyas aguas bajaban un tanto mermadas debido a la sequía que afectaba a la zona. Allí, leyendo un panel informativo, conocimos una parte de la historia de esta localidad lucense, que cuenta en la actualidad con cerca de 1400 habitantes.
Asentada junto a un puente romano del siglo II, sustituido después por otro medieval que unía los barrios de San Pedro y de San Juan, la villa prosperó en el medievo gracias al continuo paso de peregrinos que recorrían el Camino Francés, lo que la llevó a recopilar un rico patrimonio monumental. En 1946, fue declarada Conjunto Histórico Artístico.
A finales de los años 50 del pasado siglo, la construcción del Embalse de Belesar obligó a trasladar el núcleo poblacional a tierras más altas, pues el pueblo antiguo quedó sumergido por las aguas en 1963. Algunos de sus monumentos más destacados fueron rescatados piedra a piedra y se construyó un nuevo puente en la misma fecha que el mirador donde nos hallábamos.
Junto al propio mirador, también nos encontramos con un señuelo turístico reciente para los peregrinos, aunque nada tenga que ver con el Camino de Santiago. Se trata de una campana, que recibe el nombre de Liberty Bell . Está instalada sobre un monolito con la idea de hermanar el municipio de Portomarín con el de O Vicedo, de modo que los peregrinos que la hagan sonar adquieren el compromiso de visitar O Fuciño do Porco (Punta Socastro), un zigzagueante sendero en la costa lucense. Como así lo hicimos, se supone que deberemos cumplir nuestra promesa, lo cual tampoco nos importará demasiado, pues tanto el lugar como el paisaje tienen buena pinta. A ver si surge el momento y no se nos olvida .
Cruzamos el puente, observando restos de ruinas en el fondo a causa del poco cauce. De todas formas, el paisaje era bucólico y bello. Al casco urbano, se accede por una empinada escalinata que conduce a la Capilla de la Virgen de las Nieves, una perspectiva poco alentadora después de caminar veintitantos kilómetros. Como compensación, las vistas desde lo alto son muy bonitas y se puede sacar una foto de recuerdo en el mirador de la Estela dos Desexos.
A continuación, fuimos directamente al Hotel Ferrementeiro, donde teníamos reservado el alojamiento, ya que todo estaba a tope y no encontré un alojamiento más económico. En cuanto llegamos, comprobamos con satisfacción que nuestras mochilas nos estaban esperando en recepción.
Panel informativo municipal y habitación del hotel.
Después de descansar un poco, salí a recorrer el centro del pueblo, subiendo por la Rúa de la Diputación, que está flanqueada por casas con soportales, hasta llegar a la Plaza del Conde de Fenosa donde se encuentra el Ayuntamiento o Casa do Concello.
En la misma plaza, se encuentra el principal monumento de Portomarín, la Iglesia de San Nicolás -o de San Juan, según las versiones-, de estilo románico, erigida entre los siglos XI y XIII por la Orden Hospitalaria de San Juan de Jerusalén. Nada más verla, llama la atención su aspecto de fortaleza, que se explica porque estaba ubicada en un lugar estratégico, el único punto entre las ciudades de Lugo y Orense donde era posible cruzar el río Miño. Dado su gran valor histórico y artístico, fue trasladada piedra a piedra desde su emplazamiento original para evitar que la cubrieran las aguas.
El interior es de una sola nave con gran altura y cubierta abovedada y en el exterior destacan la portada principal, con un gran rosetón y la arquivolta donde aparecen representados los veinticuatro ancianos del Apocalipsis interpretando sus instrumentos. En la portada lateral hay una escena de la Anunciación, mientras que la portada sur muestra una rica ornamentación.
Muy interesante esta iglesia, en cuyas inmediaciones se encuentra el Cruceiro de San Nicolás, de cruz gótica, una de las pocas de este estilo que se conservan en Galicia.
Otros monumentos rescatados fueron el Pazo Conde da Maza, del siglo XVI, el de Barbetoros y la Iglesia de San Pedro, cuyo origen se remonta al siglo XII.
Paseando por la zona que da al río, me encontré con un panel informativo que explica la situación original de los monumentos rescatados y las ruinas del pueblo sumergido, que se pueden contemplar en periodos de sequía, como era el caso, lamentablemente.
La tarde se puso muy oscura y por la noche llovió un poco, lo cual no impidió que nos sentásemos a cenar unas pizzas en la terraza de un restaurante, bajo el cobijo de los soportales. Ya no volveríamos a ver la lluvia, y apenas los nubarrones, hasta las inmediaciones de Santiago de Compostela.