Actualización 31/12/2023. Acabo de enterarme de que han abierto un tramo nuevo de las pasarelas, que continúa el recorrido anterior. Espero ir la próxima primavera. Ya contaré.
Habíamos oído hablar del acondicionamiento de una ruta para recorrer el pantano de Relleu, en la localidad alicantina del mismo nombre, hasta la presa, lo que se realizaría a través de una pasarela de madera anclada en el acantilado con unas vistas vertiginosas hacia el agua. Una especie de pequeño Caminito del Rey. Tal vez un poco exagerado, pero... promete, ¿verdad?
Son varias las rutas de este estilo que hemos hecho y nos gustan bastante, así que la apunté en mi lista de futuribles. Y la oportunidad se presentó en abril de este año, durante una de nuestras habituales estancias en Santa Pola.
Esta excursión es una buena opción si se está de vacaciones en la Costa Blanca, ya que dista 51 kilómetros de Alicante capital (1 hora en coche) y está solo a 32 kilómetros de Benidorm (40 minutos en coche), aunque, eso sí, hay que circular por una carretera de montaña con sus correspondientes curvas pero con muy bonitos paisajes.
Situación de Relleu en el mapa peninsular.
Itinerario para llegar desde Alicante sugerido por Google Maps.
Itinerario para llegar desde Alicante sugerido por Google Maps.
Antes de nada hay que consultar la página web del Ayuntamiento de Relleu, ya que la pasarela es de pago y tiene unas fechas de apertura y unos horarios que cambian según la estación del año y que se deben tener muy en cuenta, sobre todo en épocas de máxima afluencia turística. Aunque conviene reservar previamente la entrada por internet, en un día laborable de abril, nos arriesgamos a comprar directamente el ticket en la caseta de acceso. El precio es 2,5 euros para mayores de 11 años, 1,5 euros para mayores de 65 años y menores de 11 años, y gratis para las personas empadronadas en Relleu. Se puede pagar en efectivo o con tarjeta. El importe se justifica para hacer frente al mantenimiento y la limpieza de la pasarela.
La pasarela está a mitad de camino de una Ruta Senderista que parte del pueblo de Relleu, en donde se han habilitado aparcamientos. La ruta tiene dos opciones, una larga, circular, de unos 10 kilómetros en total, y otra corta, lineal, de un kilómetros y medio solo ida, pero que cuenta con un parking pequeño. Además, en la página web de reservas advierten que se debe calcular muy bien el horario de entrada en la pasarela, teniendo en cuenta el tiempo que lleva llegar hasta el acceso desde los aparcamientos: en torno a una hora y quince minutos para la ruta larga y unos veinticinco minutos, aproximadamente, en caso de optar por la ruta corta. Al principio, no nos quedaba muy claro, pero luego lo entendimos sobre la marcha y trataré de explicarlo.
Ruta de la Pasarela del Pantano de Relleu.
Llegamos a Relleu tras circular por una de esas zonas alicantinas entre mar y montaña que tanto nos gustan, y que no dejan de sorprendernos temporada tras temporada, sobre todo en primavera.
Aparcamos a las afueras del pueblo, en un parking adonde nos llevó el track de wikilock que llevábamos descargado en el teléfono móvil. El perfil y los datos que arrojó nuestro recorrido al retornar al lugar de salida fueron los siguientes:
-Distancia: 9,55 kilómetros-Duración: 2 h 55 minutos en total
-Altitud máxima, 445 metros; altitud mínima, 276 metros.
-Grado de dificultad: En mi opinión, es un recorrido fácil para cualquier persona acostumbrada a hacer senderismo. El único punto problemático son las pasarelas si se tiene vértigo; pero, claro, entonces no tiene sentido emprender una ruta cuyo máximo aliciente es una pasarela de este tipo.
Hicimos el recorrido en el sentido contrario a las agujas del reloj, algo que me pareció muy acertado una vez terminado.
Como el pueblo está en un alto, la primera parte es casi toda de descenso, recorriendo un antiguo camino de herradura recuperado, el Camí de les Ripalmes i del Fasamais, a lo largo del cual nos encontramos con un horno de cal, antiguas balsas de riego, azudes y acequias.
El paisaje era atractivo y la caminata resultaba bastante entretenida, si bien había que ir con cuidado, ya que el terreno tenía tramos de piedra suelta y rota. Una zona de barrancos nos llamó mucho la atención
En toda la ruta hay diversos paneles informativos que se refieren a las terrazas de cultivo de otros tiempos, ahora abandonadas en su mayoría. Antiguamente, los labradores surcaban esta ruta, en paralelo al curso del río Amadorio, buscando las zonas más accesibles para encontrar una vía de comunicación con las tierras de labor y los pueblos vecinos. En la actualidad, almendros, olivos y algarrobos ocupan el lugar de cereales y vides.
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Después de unos tres kilómetros contemplando unos paisajes bastante llamativos, llegamos a un cruce, donde una señal indica la dirección hacia el pantano y la pasarela, que distaban algo menos de dos kilómetros.
Pasamos junto a las ruinas de unos antiguos hornos de cal, utilizados entre los siglos XVIII y XIX, y tras recorrer zonas rotas y salpicadas de plantas de esparto, llegamos a las inmediaciones de la presa, donde un panel informativo nos mostró el agua que ocupaba antaño lo que ahora es un inmenso campo verde por donde pasa el sendero de la ruta corta.
El origen del Pantano de Relleu se remonta nada menos que a tiempos de Felipe IV, quien, tras un largo litigio con los señores de las tierras, en 1653 aprobó su construcción mediante Privilegio Real, atendiendo las quejas de las gentes de La Vila Joiosa, que perdía paulatinamente población a causa de la falta de agua para consumo y riego. No se sabe bien cuando se iniciaron las obras, pero el embalse ya existía a principios del siglo XVIII. Y con diversas modificaciones y mejoras continuó en servicio hasta que en 1957 se terminó el pantano del Amadorio, condenando al abandono al de Relleu.
Desde un alto, ya pudimos distinguir, casi a nuestros pies, la pasarela que parece asida casi temerariamente a la montaña. Se trata de una obra patrocinada por el ayuntamiento de Relleu para atraer turismo y realmente llama la atención desde el primer momento que te asomas al primer mirador, desde el que se aprecia el estrecho cañón que forman unas enormes y retorcidas paredes verticales al fondo de las cuales corre el río. La verdad, impresiona.
Junto a este mirador, está la caseta donde se validan las reservas o se compran los tickets. Si se lleva reserva y se llega tarde, habrá que esperar la cola correspondiente, si la hay. En nuestro caso, solo había cuatro o cinco personas y, al final, nos fuimos dispersando y acabamos haciendo el recorrido prácticamente en solitario, lo que agradecimos mucho. En cualquier caso, el aforo máximo es de cuatro personas por tramo.
La pasarela, que se adentra en el cañón a 60 metros de altura, está formada por tablones de madera que no llegan a estar unidos, así que hay que llevar calzado apropiado y fijarse bien al pisar para no engancharse o tropezar. En fin, no es que sea peligroso, se trata simplemente de actuar con sentido común. Sin embargo, al estar anclada la pasarela a la montaña en voladizo, quizás este recorrido no sea apropiado para personas con vértigo, ya que el lateral que se asoma al vacío tiene barandilla (en algunos tramos) y cables de acero paralelos, pero está abierto. Muchísimo cuidado con los niños más pequeños. Bueno, espero que las fotos lo ilustren mejor.
Su longitud es de 212 metros (ida). Al final, se alcanza un recodo con unas vistas extraordinarias hacia adelante y hacia atrás. La guinda del pastel la pone un impresionante mirador con suelo de cristal. Claro, lo impresionante no es el mirador, sino la perspectiva vertiginosa que se transparenta bajo los pies. No es necesario pasar por el mirador ni pisarlo si no se desea, ya que este punto constituye el final del recorrido por la pasarela y hay que dar la vuelta y deshacer el camino para volver hasta la caseta de acceso.
Lo mejor de todo fue estar allí prácticamente solos, demorándonos lo que nos pareció. Y eso también hace que te sientas más seguro/a. He hecho muchas rutas de pasarelas, como podéis ver en las diferentes etapas de este diario, y puedo decir que esta, pese a su corta longitud, ha sido una de las que más impresión me han causado, quizás por ser la última, no lo sé. De todos modos, dejando aparte la cuestión del vértigo de cada cual, la recomiendo.
Dejamos atrás la caseta de acceso y seguimos caminando para completar la ruta circular hasta llegar al pueblo. Esta parte, ya toda cuesta arriba, se nos hizo larga, casi interminable, porque el sol apretaba con fuerza y sentíamos mucho calor. Además, el paisaje resulta menos atractivo que por el otro lado y tiene bastantes tramos de carretera. Si hay huecos disponibles, creo que a muchas personas les compensará dejar el coche en el aparcamiento más cercano a la pasarela y hacer la ruta corta.
Relleu.
Llegamos al núcleo urbano casi con la lengua fuera. Era la hora de comer y no nos lo pensamos dos veces cuando vimos las mesas de la terraza de un restaurante a la sombra. Nos sentamos y tomamos un menú del día, del que solo recuerdo que estaba bueno y que nos costó 10 euros por cabeza.
Luego, fuimos a dar una vuelta por el pueblo, siguiendo las indicaciones de un panel informativo, si bien no nos entretuvimos demasiado a causa del calor. Recorrimos sus calles estrechas y sus plazas, en las que destacan la Iglesia de Sant Jaume Apóstol y la Capilla de la Mare de Deu des Miracles, patrona de Relleu. También cuenta con casas de la alta sociedad de la localidad del siglo XIX, un Museo Etnográfico, el lavadero municipal de 1857 y el Calvario, que sube hasta la Ermita de Sant Albert, situada a los pies de las ruinas del castillo.
Como la caminata no había sido muy larga, para completar la jornada nos dirigimos hacia Polop de la Marina, un pueblo del que nos habían hablado muy bien, pues no en vano se le considera uno de los más bonitos de Alicante. Sin embargo, para no alargar todavía más esta etapa y como no se trata de una ruta de senderismo, ese relato lo dejo para mi Diario de Viaje por España. Eso sí, de camino, pudimos contemplar paisajes imponentes de la sierra alicantina.