Nos enteramos de la existencia de este castillo en una visita que hicimos a Cofrentes hace unos años, pasando también por Requena. El relato de aquel viaje lo tengo publicado en mi diario De viaje por España, cuyo enlace pongo al final, ya que viene a ser una continuación o complemento de esta etapa. Era invierno por entonces, igual que ahora, pero aquella mañana amaneció con niebla y casi gélida, un ambiente muy distinto al que nos encontramos en esta ocasión, pese a estar ahora en la segunda quincena de diciembre. Ese día fuimos a dar una vuelta hasta el embarcadero de Cofrentes, ya que de allí parte un barco que recorre un buen trecho del río Júcar, ofreciendo espléndidos panoramas. Con la poca visibilidad y el frío no era momento para hacer un crucero, que, por cierto, tampoco salió por falta de gente. No obstante, leímos unos carteles anunciando una ruta de senderismo que partía desde allí hasta el castillo de Chirel, situado en un alto, dominando las aguas turquesas del río, que se abre en varios brazos hasta el cercano Embalse Cortes II. Enseguida me sedujo la idea: 10 kilómetros entre la ida y la vuelta y sin dificultad especial. Así que lo apunté para otra oportunidad, junto con el crucero. La asignatura del castillo la hemos aprobado ahora, la del crucero todavía no, pues resulta bastante complicado cuadrar los horarios. Pero, bueno, tarde o temprano, caerá .
Situación del acceso al castillo de Chirel desde Cofrentes y desde el Embarcadero según Google Maps.
El tiempo pasaba y la ocasión no parecía surgir, hasta que hace un par de semanas decidimos acercarnos a Cullera para conocer el casco antiguo y el castillo sin el agobio de las multitudes del verano. De paso, queríamos visitar la zona de Anna y el Canal de Navarrés, en la Valencia interior, que tenía muy buena pinta. Al final, ya de vuelta hacia Madrid, se nos ocurrió dedicarle un rato al castillo, dado que nos pillaba de paso. Además, descubrí que no es necesario salir desde Cofrentes a pie para subir al castillo, sino que se puede llegar en coche por una pista asfaltada hasta un pequeño parking en un claro del bosque, desde donde parte el sendero hasta la cima, con una longitud de solo 1,8 kilómetros (ida). De modo que nuestro itinerario desde el pueblo de Anna, donde habíamos pernoctado, fue el siguiente, teniendo en cuenta que ni mucho menos es la ruta más rápida ni aconsejable, salvo para nosotros en ese momento, puesto que hicimos varias paradas previas por el camino.
En cualquier caso, las referencias más próximas serían Cofrentes o Cortes de Pallás, a cuyo término municipal pertenece el castillo, pese a que hasta hace poco no se podía llegar desde allí al acceso sin pasar antes por Cofrentes debido a un hundimiento en la carretera, que al parecer ya se ha solucionado.
Y escribo "al parecer" porque lo he leído, pero no lo comprobamos, ya que, pasado Millares, preferimos la opción más rápida y menos intrincada, a través de Dos Aguas y El Oro, que nos ofrecía Google Maps.
En fin, quizás estoy liando un poco las cosas, pues el acceso al castillo está bien indicado en Google Maps y no es necesario hacer toda la ruta desde Cofrentes caminando, sino los últimos 1,8 kilómetros finales. Claro que el sitio que hay para aparcar entre los árboles no es muy amplio (la pista asfaltada es estrecha, con muchas curvas y sin arcén) y dejar el coche decentemente puede resultar complicado en días de mucha afluencia, lo que no fue nuestro caso, pues estuvimos absolutamente solos allí.
Los datos del sendero y el perfil que resultaron en mi copia de wikiloc desde el punto de acceso fueron los siguientes:
-Longitud: 4,06 kilómetros
-Duración: 1 hora 20 minutos (incluyendo paradas y paseo por el interior del castillo)
-Altitud máxima: 580 metros; altitud mínima: 397 metros.
-Grado de dificultad: fácil, si bien la subida inicial es muy empinada y habrá que tener cuidado con lluvia, ya que el terreno puede ponerse resbaladizo.
Comenzamos a caminar por una pista de tierra prácticamente llana. Entre los árboles, divisamos la fantasmagórica silueta del castillo, dominando el panorama en todo lo alto. La verdad es que parecía estar mucho más lejos que los mil ochocientos metros que marcaba el indicador. Pero atraer, atraía sin remedio.
Llevábamos un track en wikiloc, aunque la ruta no tiene demasiada pérdida. Además, hay señalización y algún cartel indicando las mejoras que se han llevado a cabo tanto en el sendero como en el propio castillo. Unos 200 metros después, hay que girar a la derecha y seguir rectos hacia unos escalones (está indicado) que señalan el inicio del empinado ascenso que nos aguardaba en adelante. El suelo estaba totalmente seco, así que no tuvimos más problemas que la propia cuesta, pedregosa en algún que otro sitio y que me hacía tener que estirar mucho las piernas a veces.
Después de unos diez minutos un poquito duros (ya vamos siendo mayores), alcanzamos un mirador desde el que pudimos contemplar perfectamente el castillo, bueno, sus ruinas, en realidad. Pero queda bastante resultón. Nos dimos cuenta de que aún quedaba algo lejos, pero que el camino se suavizaba en adelante, al seguir por una pista de tierra con barandillas de madera.
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Todavía nos quedaban un par de rampas con bastante pendiente, pero poca cosa ya. Según nos aproximábamos, íbamos viendo una parte del Embalse Cortes II, con sus aguas turquesas. El paisaje resulta imponente.
Al fin, llegamos a la base del castillo, que se construyó para adaptarse a la abrupta orografía del terreno, aposentado sobre un cerro de pétreas agujas, llamado Muela del Cinto del Castillo. Accedimos por un pequeño sendero en zig-zag entre las piedras hasta cruzar una puerta lateral de arco apuntado que comunicaba después con un vestíbulo que daba a un corredor entre dos murallas. Por la existencia de saeteras, arpilleras y petriles, se supone que se trataba fundamentalmente de una fortaleza defensiva. Y todavía persiste el doble recinto amurallado, el aljibe y la torre mayor. Por supuesto, el acceso al interior es libre y gratuito.
Aunque el castillo está declarado bien de interés cultural desde 2002, también se halla en la lista roja de patrimonio en peligro por su estado ruinoso. Por fortuna, en los últimos tiempos se han realizado obras de consolidación para su protección en las que han colaborado las distintas Administraciones municipal, autonómica y central.
Se cree que su origen es árabe. Su primera mención data de mediados del siglo XIV, si bien su estructural actual remite al siglo XV. Tras diversas vicisitudes y dueños, en él se refugiaron los moriscos, incluso después de su expulsión en 1609, lo que dio lugar a numerosos enfrentamientos con la población civil hasta que las tropas reales ocuparon el castillo. Posteriormente perdió importancia, fue abandonado y sufrió las consecuencias del terremoto de Estubeny, de 1743, que aceleró su ruina.
Aparte de su valor histórico y su puntito aventurero, la subida al castillo merece la pena por las espectaculares vistas que ofrece, convertido en un impresionante mirador natural, pues su situación le permite dominar buena parte del Valle del Júcar. Impresionante.
Por cierto que, además de las obras de consolidación del propio castillo, se han instalado carteles informativos y barandillas para delimitar los miradores y evitar accidentes, ya que las caídas al vacío son tremendas. En fin, un poco de sentido común y punto. Es una estupidez arriesgarse por un selfie.
En resumen, muy chula esta subida. Lástima que en esta época anochezca muy pronto y no tuviésemos tiempo para recorrer varios miradores que hay por la zona y el entorno del pueblo de Cortes de Pallás. En otra ocasión.
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