A las 5 de la mañana el móvil me ha despertado iluminándose porque me estaban llamando y mandando mensajes de gente del trabajo con un problema del recopetín. Menos mal que me dejé un poder notarial hecho que espero sea suficiente para solucionarlo. Aun asi me he tenido que despertar para hacer llamadas y demás y me ya ha sido tontería tratar de dormir.
Mientras gestionaba todo eso, ha sucedido un nuevo episodio de horrores varios de Centroamérica. Me he ido a la playa descalzo porque era donde mejor cobertura hay para poder hacer llamada con Whatsapp. Mientras hablaba y miraba en internet, a la vez que empezaba a amanecer, notaba picorcillos por los tobillos. A la media hora me han salido unos ronchones en los tobillos tremendos. Le he preguntado a Charlie que se acababa de levantar y dice que son "purrujas", un minimosquito que vive en la arena de la playa y pica muchísimo. Pues nada, los tobillos comidos. Un picor constante e intenso que solo se calma con agua fría o medio bote de afterbite.
Resignado por el amanecer que he tenido, he cogido mis cosas y me he ido al parque de Manzanillo. La verdad que hoy la cabeza no la tenía en su sitio pero me ha venido bien el paseo por el parque. He andado hasta una playa en donde me he pegado un baño idílico junto a una pareja de argentinos, que hacían honor a su fama de habladores, buena gente.
Después del baño me he vuelto y me he ido para Puerto Viejo. Aquí he buscado un bar con wifi, me he pedido una hamburguesa como Dios manda y me he tirado tres horas organizando temas del trabajo. Me lo he dejado todo organizado y por fin he vuelto a mi modo de desconexión viajera. Parece que no pero cuando llevas tanto tiempo de viaje desconectas tanto que el trabajo parece un mal sueño. Por un momento volverme a ver metido en historia laborales me ha abrumado y me han dado ganas de mandar un email tipo "No voy a volver, me dedicaré a vender pulseras en la playa, besis"
Con la cabeza hecha un bombo me he vuelto al camping y me he estado echando unas cervezas con Charlie y una pareja de alemanes. La chica alemana ha estado fumando marihuana con Charlie y la chavala se ha puesto loquísima a bailar y a dar abrazos a todos, como las maracas, divertidísima eso si. La chica se ha quedado en su pompa bailando con la música. Mientras, yo bebía con mas ansia que otra cosa a la vez que Charlie me ha estado contando la historia de cómo terminó aquí y de cómo funcionan las cosas con los narcos.
Resulta que Charlie es ingeniero industrial y siempre se dedicó al mundo de las plataneras. Estuvo 10 años en Colombia en una empresa que cerró por problemas con la justicia. Se volvió a Costa Rica, trabajó en varias compañías hasta que montó una empresa de distribución de piñas con un amigo y este le estafó todo el dinero que tenía y desapareció. Sin familia y sin dinero, se compró el terreno en el que está ahora el camping. Dice que estuvo varios años tremendamente deprimido a punto de pegarse un tiro. Vio la luz en la pandemia en donde empezó a promocionar esto como camping y cuando empezaron a aparecer turistas dice que fue como despertar. Vaya drama tiene el hombre. Me cuenta que antes aquí había mucho narcotráfico porque metían la droga por el río y la llevaban a Limón, actualmente sigue habiéndolo pero en menor medida. Hace dos años hubo un huracán e imposibilitó la entrada de droga por el río y desde entonces está más calmado. Sigue siendo una zona controlada por los narcos, de ahí que llegar hasta el camping solo se pueda por una carretera de arena de mala muerte, los narcos no quieren que se acondicione para poder campar a sus anchas. Aún viven narcos al final de la barra, por donde me pegué el paseo ayer, pero a día de hoy ya no se ve tanto tráfico como antes del huracán. Lo cierto es que la zona es ultra aislada y no me extraña nada que la usen para traficar. Ya me parecía raro que, con todo el potencial que tiene esto, no hubiera negocios. Tiene playa, río, laguna... Y solo hay dos campings en no sé cuántos kilómetros. Al final hemos estado hasta la madrugada de cervezas, música y charla y me he acostado bien ciego y lloviendo. Me lo he pasado bien hablando con Charlie y me ha servido para relativizar mis problemas, lo de vender pulseras de momento lo descarto.
Mañana dejo Costa Rica para entrar a Panamá