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Amanece en Tornadillos de Avila otro día que promete ser expléndido. Hoy visitaremos Segovia, otra de las ciudades castellanas declaradas por la Unesco Patrimonio de la Humanidad. Salimos del alojamiento sobres las 10 y cuarto de la mañana, después de regalarnos un sabroso desayuno. Mas o menos una hora después estamos aparcando en Segovia, en la zona de la Iglesia de San Millán encontramos aparcamiento gratuíto. Dejo la ubicación exacta por si a alguien le puede interesar.
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Bajamos caminando hacia el acueducto, el camino es agradable, pasamos por la iglesia mencionada y caminamos por una calle peatonal.
En menos de diez minutos estamos a los pies del monumento romano, en la Plaza del Azoguejo.
Allí mismo hay una oficina de turismo en donde nos hacemos con un mapa de la ciudad (cosa que suena muy antigua) y nos informamos sobre los horarios de apertura de la Catedral y del Alcázar. Hacemos una parada a los pies del Acueducto, pese a que ya conocía el monumento de otra visita, no deja de impresionarme la pericia y el dominio técnico que tenían los ingenieros romanos para poder concebir semejante estructura hace casi 20 siglos y conseguir que cumpliese con su cometido de abastecer de agua a la ciudad hasta 1973, curiosamente el año de mi nacimiento
Subiendo, subiendo alcanzamos el Postigo del Consuelo, puerta de entrada a la ciudad amurallada viviendo del acueducto. Una vez arriba, desde el mirador del acueducto, la inmensidad y complejidad de la obra sorprenden todavía mas, si cabe.
Caminamos intramuros por la calle del Obispo Gandasegui, que nos lleva directa a uno de los edificios más conocidos de la ciudad, la curiosa Casa de los Picos.
De esta manera desembocamos en la calle Juan Bravo, la principal arteria comercial del casco antiguo segoviano. A estas horas riadas de personas suben y bajan por esta calle, en la que los negocios mas tradicionales se combinan con marcas modernas de las que se pueden encontrar en cualquier ciudad europea. Una pena que los pueblos y ciudades vayan perdiendo parte de su esencia cediendo el espacio ocupado por el comercio tradicional a las grandes multinacionales, la globalización le llaman.
Continuamos caminando y llegamos a la Plaza de Medina del Campo. Para mi gusto una de las estampas mas fotogénicas de la ciudad. En ella destacan la preciosa iglesia de San Martín, románico-mudéjar, con arcos de ladrillo sobre columnas de piedra y una bonita galería porticada, que rodea toda la iglesia menos la cabecera. En la misma plaza el Torreón de Lozoya, junto con la estatua a Juan Bravo y diversas construcciones románicas y renacentistas crean un conjunto único.
Seguimos caminando y dejamos atrás la plaza, entre riadas de turistas y lugareños.
La ruta continua por la misma calle Juan Bravo, nuestra intención es acercarnos a la Puerta de San Andrés, una de las mas monumentales de las murallas. Para ello tenemos que llegar hasta la mismísima parte trasera de la catedral, pero de momento nos vamos a olvidar de ella. Caminamos ahora cuesta abajo pegaditos a las murallas, las huestes turísticas han, casi desaparecido. Hacemos una paradita en el centro didáctico de la Judería, no pagamos la entrada pero si se puede entrar para ver el bonito patio porticado.
El acceso a la parte superior de la puerta es de pago. Las entradas se adquieren en al pequeña oficina de turismo que hay al lado. La entrada cuesta solo 1 euro/pax, y te dan un código numérico para acceder a la puerta que sube hasta la torre. El único fragmento de la muralla que, actualmente, queda en pie son apenas unos 100 metros. Sin embargo merece la pena la subida por las fantásticas vistas que se tienen de la ciudad en general y del barrio de la Judería en particular. Las fotos del Alcázar también salen muy chulas desde aquí.
Llegados a estas horas del día (pasan de la una y media pm) creemos que es buena hora para comer. No tenemos nada buscado (error). Localizamos en Tripadisor un restaurante cercano y con buenas opiniones. Deshacemos parte del camino andado para dirigirnos hacia la Plaza Mayor.
La plaza es bonita, está dominada por el ábside de la catedral que conforma un bosque de pináculos góticos y por antiguos edificios, en su mayoría porticados. Uno de ellos es el ayuntamiento de la ciudad y otro, el Teatro Juan Bravo.
Comemos en el Bar los Tarines, muy bien a decir verdad. Servicio rápido y atento, comida rica y abundante, precio mas que moderado si tenemos en cuenta que se encuentra a 100 metros de la plaza mayor.
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El postre lo compramos en la cercana y tradicional Confitería El Alcázar. Ponche segoviano que degustamos sentados en el pequeño atrio de la Iglesia de San Miguel. Ahora ya hemos reunido suficientes fuerzas para visitar la imponente catedral. Compramos allí mismo la entrada, 4 €. Mas tarde me enteré de que merece mucho la pena hacer la visita guiada a la catedral y subir a la torre. Otra vez será.
El dinero que se paga no me parece mucho, además de la catedral, enorme y espectacular la entrada permite la visita al claustro y diferentes salas de exposiciones que forman parte del Museo catedralicio (pintura, escultura, tapices, objetos litúrgicos, etc).
Tras salir damos una vuelta para poder ver la portada, lo cierto es que es muy grande pero muy austera, casi aburrida
Ahora que ya hemos cumplido con el segundo de los tres grandes hitos monumentales de la ciudad, nos dirigimos hacia el que culmina la trilogía de los magníficos segovianos, el Alcazar. Primero caminamos por la calle Marques del Arco y después por la estrecha y pintoresca calle Daoiz. Por unos instantes parece que nos hemos equivocado de camino y que vamos hacia ninguna parte, cuando, de repente, desembocamos en la Plaza de la Reina Victoria Eugenia, antesala del Alcázar de Toledo.
Hacemos unos minutos de cola para comprar las entradas de acceso, tendremos que esperar media hora que aprovechamos para descansar sentados a la sombra en los cuidados jardines.
Alcázar de Segovia, que data de principios del siglo XII, es uno de los castillos medievales más famosos del mundo y uno de los monumentos más visitados de España. Por sus estancias han pasado veintidós reyes castellanos además de algunos de los personajes más destacados de la historia. Su imponente perfil se levanta, majestuoso, sobre el valle del Eresma y es símbolo de la Ciudad vieja de Segovia.
Ha llegado la hora de entrar, mientras hacemos la cola impresiona el foso visto desde el puente por el que se accede al recinto.
Una vez dentro recorremos con calma sus dependencias. Destacan la Sala de los Reyes, el artesonado de la Sala del Trono, el Patio de Armas, la Sala de la Galera, la Torre de Juan II y las diferentes colecciones de armaduras, armas, etc.
Sobre las cinco menos cuarto de la tarde salimos del Alcázar. Se puede decir que hemos terminado con nuestro repaso a la capital segoviana. Ahora toca volver por donde hemos venido. A lo lejos, se recorta en la distancia la imagen de la catedral.
Volvemos sobre nuestros pasos pero, para no repetir tomamos la Ronda de Juan II. Hacemos una paradita en el mirador del Valle de Clamores para tirar una foto.
Antes de abandonar definitivamente la ciudad vamos a cumplir con la tradición de estos días. Nos acercamos al mirador de la Pradera de San Marcos, son apenas un par de kilómetros. Allí hay un parking habilitado en donde dejamos el coche para acercarnos a la pradera, en donde los segovianos disfrutan del fresco cesped con una perpectiva espectacular del Alcazar.
Ahora si, nos encaminamos al apartamento. Antes de las siete de la tarde llegamos. Tenemos tiempo a descansar de un día ajetreado. Nos vamos a la cama para pasar nuestra última noche en Tornadizos.
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Contando con protección desde los años setenta, se ha librado de repoblaciones salvajes. Hay todavía en España bastantes espacios donde disfrutar de la variedad de los bosques autóctonos así que, esta vez uno y en otra ocasión será otro
