Realizamos la siguiente parada en el pequeño pueblo pesquero de Hellnar, que se ubica en una espectacular costa de hermosos acantilados que se elevan directamente desde el océano. También hay algunas formaciones rocosas únicas en la zona, como la cueva Baðstofa, situada en la playa y cuyas paredes se encuentran repletas de nidos de aves marinas. Las formas de las piedras y el entorno de la playa, repeta de helechos marinos, te llevarán 65 millones de años atrás. La cueva está accesible si la marea está baja, sólo deberás tener cuidado con las resbaladizas rocas y con alguna gaviota enfadada porque te acercas demasiado a su nido.

Junto a la playa, nos encontramos por un sendero que nos llevaba por un campo de lava y decidimos dar un paseo entre las negras rocas recubiertas de musgo, donde pudimos ver excelentes paisajes. No llovía y pudimos disfrutar de las vistas y hacer una buena cantidad de fotos. El colofón de la visita vino cuando, ya camino del coche, la gente comenzó a correr hacia unas rocas que había junto a la playa. Había una foca descansando a pocos metros de la misma. Estuvo allí, posando, durante varios minutos y me acerqué a pocos metros para disfrutar de su estampa. Vimos bastantes focas durante el viaje, pero esta es de la que estuvimos más cerca!

Se nos había pasado ya la hora de comer y aprovechamos que comenzaba a llover para parar a la entrada de la cercana población de Arnarstapi. Había varios restaurantes, y nos detuvimos junto al que había más coches. Allí preparamos el almuerzo de rigor y lo degustamos en el coche, bajo la lluvia. Luego entramos a hacer el café diario y a cargar los teléfonos. Este lugar se encuentra junto al monumento a Bárdur, una escultura hecha a base de piedras de la zona representa a Bárður Snæfellsás, uno de los personajes más famosos de las sagas islandesas por ser mitad hombre y mitad troll. Y justo cuando caminábamos hacia la estatua comenzó a llover a cántaros, por lo que decidimos emprender de nuevo la marcha, era tarde y aún nos quedaban algunas visitas y también muchos kilómetros antes de llegar a Reikjavik
Después de avanzar algunos kilómetros, nos reincorporamos a la carretera 54 tras rodear toda la parte occidental de la península, y tras saltarnos el cañón de Raudfelsgjá Gorge por falta de tiempo, nos topamos con Bjarnafoss, la cascada más fotogénica de Snaefellnes. La puedes apreciar desde la carretera, pero hay un camino en muy buen estado que te lleva hasta el parking, que está justo enfrento y es el lugar que te ofrece las mejores tomas. Puedes acercarte más a pie, pero el viento y la lluvia no nos permitió hacerlo, así que tras la sesión fotográfica continuamos nuestro camino hacia la Búdakirja (iglesia negra), que se encuentra muy cerca. Esta curiosa iglesia luterana se encuentra en el diminuto pueblo de Búðir y pese a no tener nada de especial en su interior, suele ser una parada obligada para los amantes de la fotografía ya que su fachada de color negro contrasta a la perfección con los paisajes del entorno. Puedes aparcar en la puerta (gratis), aunque a nosotros no nos pareció nada del otro mundo.
Siguiendo por la carretera 54 en dirección al este, llegamos al fin a la zona de Ytri Tunga, uno de los lugares que me hacía más ilusión visitar. Aquí es posible ver focas durante todo el año, concretamente la foca común y la foca gris. Es cierto que los meses con mayores posibilidades de avistamiento se dan entre mayo y julio y en marea baja, cuando descansan en la arena o en la roca, pero debíamos probar suerte. El parking es de pago, y después deberás caminar por los diferentes puntos de la playa en busca de las focas. Son animales salvajes con lo que se aconseja permanecer alejados de ellas, guardar silencio y no alimentarlas. También son impredecibles por lo que debimos esperar un buen rato y avanzar por las húmedas y resbaladizas piedras. Al fin aparecieron! Es increíble observar su comportamiento, parece que saben que estás ahí y se mueven en una continua pose. Finalmente se detuvieron a descansar en una zona poco profunda. Sin darnos cuenta habíamos pasando hora y media observando su comportamiento, ya era hora de seguir nuestra camino… fue lo mejor del día… de momento.


Abandonamos la península de Snaefellnes camino de nuestro alojamiento, en Reikjavik pero antes debíamos repostar víveres. Nuestra idea era llegar al Bonus de Borgarnes, que se encuentra a poco más de una hora de Ytri Tunga (83 Km). El problema es que cierra a las 8 PM con lo que no nos podíamos entreneter más si queríamos llegar a tiempo. Acabamos llegando a las 19:50, suficiente para abastecernos de lo necesario para los dos días de viaje que nos quedaban. Tras repostar también combustible, seguimos nuestro viaje hacia la capital. Nos resultó curioso cruzar el túnel que traspasa el fiordo bajo las aguas del mar. Alcanzando 165 metros de profundidad, tiene menos de 6 km de longitud y acorta la ruta en casi 40 minutos. A Gloria no le hizo mucha gracia cruzarlo, pero son sólo unos 5 minutos así que no se hizo demasiado largo.
Tras llegar por fin a la gran ciudad, encontramos el apartamento de Katrin donde nos hospedaríamos las siguientes dos noches. Está cerca del centro, pero nos encontramos con una desagradable sorpresa... no había ducha, solo aseo y lavamanos. Suponemos que por eso era tan barato. Además es muy pequeño, no pudimos subir todas las maletas porque no cabíamos. Estábamos muy cansados pero el día aún no había finalizado; queríamos ir a ver el volcán que había erupcionado un par de días antes. Verlo de noche tenía que ser espectacular y nuestros amigos malagueños nos habían enviado una ubicación desde donde se apreciaba con claridad. Así que tras preparar una cena caliente en la habitación, salimos hacia allí. Ya saliendo de Reikjavik en dirección al aeropuerto se veía el cielo totalmente rojo, era impresionante, y conforme avanzábamos se apreciaba más. Pronto empezamos a ver los coches parados en medio de la carretera observando el espectáculo, pero nosotros nos dirigimos directamente a la salida que nos habían indicado. Aquello estaba repleto de gente y hacía mucho frío, pero pudimos disfrutar del espectáculo durante más de una hora. Me pareció increíble ver la lava que escupía el volcán a tan poca distancia. Sin duda fue una experiencia inolvidable.
