Amanece un nuevo día y el comienzo del viaje ha llegado por fin. He dormido regular debido a los nervios y en una ocasión me he despertado intentando pronunciar entre sueños "Castelnaudary", el nombre de un pueblo occitano famoso por su cassoulet (“castelnadorí”, “casteldanori”, “casteldanorrrííí” "castelnodari", castelnodarrrííí"…
). Ya estoy inmerso en el espíritu francófono…
[align=center]DISTINTIVO DE LA CIUDAD DE CASTELDANAURY




Como comentaba en la anterior etapa, en el aeropuerto de Madrid-Barajas hay una huelga de controladores de seguridad desde hace dos días y las colas han llegado a ser de hora y media, lo que ha provocado que muchos pasajeros hayan perdido vuelos. Ojeo internet y parece que el inicio de la jornada va por los mismos derroteros por lo que acabo un tema del trabajo y me preparo para acercarme al aeropuerto con tiempo sobrado y evitar así que me pille el toro.
Dicho y hecho. Hago camino a la terminal con alguna culebrilla en el estómago aún y me planto en la zona de facturación con más de tres horas de antelación a la salida del vuelo. A ver qué sucede. La facturación es fluida y sin contratiempos y me acerco a la zona del control previendo encontrarme con una serpiente interminable de viajeros.
¡Recórcholis! ¡Si la cola es mínima y está todo el proceso bien organizado…!. Si a primera hora de la mañana puede que fuera un caos ahora está el tema normalizado, aparentemente, y ello se agradece, sobre todo por mi cuerpo humano y mi espalda, que va a evitar estar de pie derecho un buen rato.
En la fila de control me precede un grupo y la señora que está delante mía anda algo despistada y tiene pinta de no enterarse de nada. Le dicen los de su grupo que se quite el calzado y lo ponga en la cinta porque tiene componentes metálicos y le va a pitar. Ella se azora y no da pie con bola, pide unos patucos de plástico para los pies, se gira y me conmina a también quitarme el mío. Le contesto que no creo que sea necesario y que esperaré a que me toque para comprobarlo. Hace un mohín de "yo ya lo he advertido " y sigue con sus nervios nerviosos. Nos llega el turno y pasamos sin novedad. Bueno, cosas que pasan cuando no está uno acostumbrado a la burocracia aeroportuaria.
Me va a sobrar tiempo para aburrir al final por lo que busco una zona tranquila de asientos con cargadores para el móvil y allí me aposento con la mirada perdida a esperar a que salga la puerta de embarque.

Por allí andan dos jóvenes panameños cabreados porque han perdido su vuelo de conexión por culpa de los retrasos matutinos en el control de seguridad. Como hablan a grito pelao de todo lo habido y por haber me tengo que enterar muy a mi pesar de todas las conversaciones de los "bro" que incluyen lindezas como "me voy a Ibiza a ver si me ligo a una española", " las italianas no interesan porque son muy celosas" o "huyo de las venezolanas porque son muy complicadas". Sin comentarios...
Pasan las horas y por fin llega la hora de asignación de puerta de embarque. En estos detalles nimios uno se da cuenta de lo que es viajar solo porque yendo acompañado uno se queda guardando los asientos y el otro va a mirar los paneles informativos. En esta ocasión no me queda otra que abandonar mi asiento estratégico con cargador al lado, acercarme a los paneles y comprobar al regresar que ya me han birlado el sitio. Es lo que tiene y tengo que asumirlo...

Pasado un rato me acerco ya a la puerta de embarque asignada para estar por las inmediaciones para cuando toque el turno de embarque y ya surge el primer imprevisto: el vuelo sale con retraso de 20 minutos. Resignación y a esperar que no haya más demoras. De ilusión también se vive….



Pasan los minutos y se van acumulando retrasos. Por fin, llaman al embarque y parece que vamos a salir aunque ya acumulamos más de una hora de retraso. Nos transportan en un autobús desde la terminal hasta el avión a pie de pista, subimos, nos sentamos en los asientos y mi compañera de fila me pide si le puedo cambiar el asiento con su marido, unas filas más adelante, ya que les han puesto separados. Acepto, intercambiamos ubicación, me dan las gracias y aguardamos el despegue.
Podrías afirmar, estimado lector, que a partir de ese momento la jornada entra en la más absoluta de las intrascendencias pero nada más lejos de la realidad porque aquí comienza LA ODISEA.
Que será contada en la próxima y estresante etapa.[/align]