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La siguiente parte del itinerario, sólo se suele hacer, cuando hay días suficientes, pero es una zona de Nueva Zelanda muy chula y que nos apetecía mucho conocer. La zona más al sur de la isla sur y, con esto dar un rodeo completo a la misma.
Llegamos hasta el punto más al sur, el Slope Point. Allí el viento es tan fuerte que los árboles siguen anclados por sus fuertes raíces en una suerte de equilibrio titánico, con el tronco medio tumbado y las ramas totalmente peinadas hacia un lado resistiendo en una lucha sin tregua ante los vientos gélidos procedentes de la Antártida.
En vista que de esta zona pocas fotos se salvaron de la tarjeta maldita os dejo una muestra de google imágenes para que os hagáis una idea.
Esta es una zona tan remota que permanece desierta y sólo las sempiternas ovejas resisten estoicamente.
Junto al acantilado más meridional, una señal nos recuerda que este inhóspito paraje está a 5140 kilómetros del Ecuador en una dirección y a 4803 del Polo Sur en el otro sentido
Si el día es claro se puede ver, aún más al sur, la isla Stewart, uno de los lugares habitados más próximos a la Antártida. Un paraíso que tenemos agendado para nuestra vuelta a Nueva Zelanda.
En la primera jornada, rodeando el sur de la isla sur, vimos los Catlins por la carretera escénica: Southern Scenic Route viajando hacia Dunedin. Viendo pingüinos en Curio Bay, Mc Lean Falls, Lake Wilkie, Matai Falls, Purakaunui Falls y Nugget Point, entre otras cascadas, bosques y decenas de miradores encantadores que tiene esta ruta costera.
El día empezaba con la excitación propia de recorrer una de las más panorámicas carreteras escénicas, la Southern Scenic Route, en la parte que une Fiordland con Dunedin.
En Curio Bay, además del bosque petrificado, pudimos disfrutar con calma de los preciosos pingüinos de ojo amarillo, majestuosos y elegantes en el agua pero muy torpes avanzando con un paso muy divertido por las rocas y por árboles petrificados de 180 millones de años!
Es toda una experiencia surrealista ver cómo esta raza de pingüinos de las más extrañas y curiosas del mundo juegan despreocupados, y ajenos a los pocos humanos que compartimos su espacio, entre coníferas dormidas en un sueño pétreo fundidas con la arena y las olas.
Estas caprichosas formas sólo se pueden apreciar bien con la marea baja y el poder ver a estos tímidos pingüinos se me antojó como un ejercicio de fortuna cósmica que, en Australia seguro no nos hubiera acompañado
La cascada que más nos gustó de esta zona fueron las Purakaunui Falls. La verdad es que en los dos meses, entre los dos países ves tantos y tan diferentes saltos de agua que, aunque no te inmunizas a su belleza, acabas por observarlas como mirarías una fuente en tu ciudad.
Tras esta nueva oportunidad de disfrutar de la vida salvaje en su hábitat, en el punto más septentrional de la región de The Catlins, encontramos Nugget Point.
En nuestras anotaciones teníamos este punto como una apuesta segura para ver las colonias de pingüinos azules, pero el combustible que alimentaba la suerte de la jornada se iba agotando y sólo pudimos volver a observar lo que creemos lobos marinos. No lo podemos asegurar porque esta ruta es la única donde se pueden encontrar juntos lobos marinos, leopardos marinos y elefantes. Y, sinceramente, nuestros conocimientos no alcanzan para diferenciarlos
El sendero que lleva a Nugget Point es sencillo y muy agradable. Miles de cormoranes, alcatraces y otras variedades de aves te acompañan todo el camino, así como el embravecido mar y el permanente viento.
Disfrutamos mucho del paisaje durante el recorrido hasta el faro, sintiendo que en poco más de una semana nos tendríamos que enfrentar al duro momento de finalizar una aventura de dos meses
Es un momento extraño para hacer esa reflexión, no sé si por lo mágico y poético que estos semáforos marinos poseen o quizás porque el mar, la costa y el paisaje me transportaba a mis homólogos ártabros, pero recuerdo que en mis retinas quedaron grabadas estás imágenes y fue ahí donde tomé conciencia de la relatividad y el paso del tiempo.
Empachadas de experiencias y, más prosaicamente agotadas de kilómetros en la ruta de ese día, nos dirigimos a dormir a Dunedin. Lugar que merece una visita más detenida que la que nosotras pudimos hacer.
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Últimos comentarios al diario: 
Me alegro que te haya gustado y te haya hecho recordar vuestro viaje y "nuestra Wendekreisen querida". Hay que volver! 
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3) Cuantos mas días a la isla sur, mejor, es mas bonita.
4) lo del avión esta bien, pero te obliga a hacer rutas circulares y lo que ganas por un lado , lo pierdes por otro. (Yo también pase en avión pero fue de Nelson a Wellingtone)
5) Si pinchas abajo en blogs, podrás leer mi diario de... 
