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REGRESO A BEIRUT
REGRESO A BEIRUT
Sabado, 6 de Mayo, 2017
Otro madrugón y me fui a desayunar.
Pedí a la recepcionista que contactase con Transport Estefan para venir a recogerme a las 9 de la mañana y ahí estuvo el minibus puntual. Para entonces ya había hecho el check out. Pagué 24.000 libras libanesas por los dos lunches que me prepararon (unos 15 €) y me despedí.
Un minibus bastante destartalado me estaba esperando en la puerta. No había nadie dentro. Sólo el conductor, un individuo que andaría por los 65 años de edad. Fuimos primero a la plaza central, donde están las oficinas y la parada de Transport Estefan y ahí se llenó el vehículo de lugareños que se conocían todos entre sí. Arrancamos y al cabo de unos 5 kms el chófer, que conducía con el móvil en la mano derecha y un cigarrilo en la izquierda, decidió que ya era hora de cerrar la puerta lateral. Bajamos la montaña y llegamos a la costa a la altura de El Batroun. El viaje transcurrió sin contratiempos. Llegamos a la estación de Dawra a eso de las 11.45. La verdad es que por tan sólo 7.000 libras libanesas (unos 5 €) está muy bien.
Nada más bajar del vehículo y al verme con pinta de guiri, se abalanzó un tipo sobre mí diciéndome:
- Taxi? Taxi?
- ¡ Matar ! -respondí
- 10 $
- ¡ Ni hablar ! ¡¡ Yo no entrego mi vida por tan sólo 10 $ !! -Y continué hacia adelante hasta que ví que bajo el scalextric había un minibus con gente dentro
- ¡¡ ¿¿ Matar ?? !! -pregunté. Y una señora con caperuza y toda tapada me dijo:
- No. El minibus de los "matarifes" es ése que está ahí delante -señalando con el dedo hacia uno que, efectivamente y tal como cabía esperar, era el más destartalado de todos ¡¡ Negra suerte la mía !! Allí me fui.
- ¡¡¿¿ Matar ??!! -pregunté de nuevo. Y el conductor me respondió:
- ¡¡ Yala !!
Y allí que me subí. Tuve que dejar la maleta de cabina entre el asiento del chofer y la primera fila de asientos y yo me senté más atrás. Ahí me encontraba yo en la tercera fila, junto al pasillo apoyado con el codo sobre el posabrazos cuando de repente vino un tío ¡¡ y me bajó el posabrazos convirtiéndolo en otro asiento !! . Ya no había pasillo. Pensaba yo que estaba toda la furgo ocupada, pero no: De repente veo por la ventanilla que se aproxima una altísima mujer, muchísimo más alta que yo. Quizá mediría 1.90 o 1.95... Vestida de rigurosísimo negro azabache desde el cogote hasta los pies ¿Cómo es posible? ¡¡ Si no hay sitio !! ¿ Qué no hay sitio ? ¡Eso es lo que tú te crees! Eso sí: tuvo que hacer maniobra para entrar. Era como meter una farola con chador dentro del vehículo. Y no sólo eso: Traía un bebé en brazos. Un bebé precioso con pulmones de oro.
Se sentó en la última fila del minibús justo detrás de mí, reorganizando y acomodando como pudo los múltiples pliegues y refajos de su chador infinito. Mientras tanto el angelito que tenía en sus brazos nos amenizaba la espera interpretándonos una serenata chiíta infantil, pelín dramática (¿para qué engañarnos?) con un sentimiento y un poderío tal que para sí lo quisieran los muchachos de Hezbollah para sus huestes ya que dejaba su potencial armamentístico a la altura del fango.
Arrancamos. El vehículo iba hasta los topes. No cabía ni un alfiler. La puerta lateral abierta y yo con miedo de que en un requiebro o un derrape abrupto mi maleta, que no estaba lejos, saliese disparada quedando todos mis enseres despanzurriados en el asfalto, pero luego me dí cuenta que un tipo que iba en la primera fila la iba sosteniendo con la mano -no porque le preocupase el asunto. Es que si no lo hacía podría caer sobre sus rodillas dejando sus rótulas hechas puré.
El chófer decidió poner algo de música para ver sí así conseguía amansar a la fierecilla chiíta que había en la parte de atrás y que seguía "chiíta que te chiíta" (que en este caso es un vocablo que me acabo de inventar y que es un híbrido de "chilla" y "grita") con su dramática serenata particular.
¿Y qué música puso el chófer? -te preguntarás ¡oh,estimado lector-viajero!- ¿Puso acaso una "nana para el nene? ¡¡¡ Noooooo...!!!! ¿Quizá "Chiitita" de Abba? ¡¡ Tampocoooo...!!! Lo que puso fue una música arábigo-reggaetona-chunta-chunta-machacona-bacaladera. Pero ni por esas... Las notas que el reproductor de cedés escupía quedaban acalladas ante la portentosa voz del chavalín, fulminadas y convertidas en tristes flores musicales pisoteadas y "mar-chiítas" en el suelo del minibus o en el asfalto aquéllas que desesperadamente conseguían escapar por la ventana de la tortura acústica que ahí se estaba llevando a cabo.
Paramos en un semáforo en rojo. La criatura seguía con su desgarrada interpretación operística. La que intentó resolver la situación entonces fue la madre quien desde las oscuras y cavernosas profundidades de su cósmico chador rugió:
- ¡¡¡¡¡¡¡ CHITÓN !!!!!!!!!
Quedó la criatura callada, taciturna, patitiesa, estupefacta… Los pasajeros del minibus nos mirábamos los unos a los otros de reojo: ¿Se trataba de una paz definitiva o, por el contrario, era simplemente una tregua efímera? La respuesta vino al cabo de unos 30 segundos cuando pudimos oir cómo los superpulmones del “chiitín” cogían aire hasta llenar su inmensa capacidad… Los cristales de las ventanillas del vehículo comenzaron a vibrar a causa del temblor que nos entró a todos y cada uno de los ocupantes de la furgo, poseídos por el pánico. Algunos objetos tintineaban. Y llegó entonces la hecatombe sonora: La misma serenata chiíta que nos acababa de interpretar pero en version “heavy”, con mucha más intensidad, mucho más dramatismo y gran riqueza de decibelios.
Divisé entre las cabezas uno de los minaretes de la Mezquita de Al-Amin y grité !STOP! !I am getting off! Los otros pasajeros me miraron con envidia. Pregunté al de al lado:
- ¿Sabes cuánto es?
- 1.000 libras libanesas (unos 0.70 €)
Le di un billete de 1.000 libras a él, que se lo pasó a un pasajero de la fila de delante, que a su vez se lo pasó a otro de delante quien al final se lo pasó al conductor. Y entonces comenzó la difícil operación de salir del minibus, porque mucho he comentado sobre la altísima mujer chiíta, pero yo no soy precisamente pequeño y el bus estaba atiborrado de gente. Me encontraba dentro de una versión libanesa y sobre ruedas del famoso camarote de los Hermanos Marx en "Una noche en la Ópera". Me levanté del asiento, me dí un coscorrón contra el techo que todavía me duele nada más pensarlo, me apachurré contra asientos, rodillas, ventanillas, cuerpos y bolsas de gente, conseguí llegar, con extrema dificultad, hasta la puerta lateral, sacando primero como pude la cabeza para respirar aire, luego una mano, el hombro izquierdo, el otro brazo, el cuerpo... Mi maleta ya estaba fuera. Todavía me encontraba en medio de la "Operación Salida" cuando el conductor preguntó impaciente:
-!!!¿Qué…? ¿Ya…? !!!!
-!!!! Un momento… !!!! -respondí- !!!! Me falta una pierna…!!!
Una vez que conseguí salir, el minibus se esfumó y me preparé para ir a la oficina de Rabbih, cosa nada fácil, no porque fuese complicado en cuestión de orientación si no porque lo primero que tenía que hacer era cruzar la carretera, que era de 4 carriles por los que venían lanzados como locos miles de vehículos. Esta avenida no tiene badenes para que los automovilistas controlen la velocidad y lo único que había era un tímido semáforo recién instalado y que aún no estaba en funcionamiento. La carretera era de un sólo sentido pero era increíble: Los Mercedes se aproximaban a la velocidad del sonido, los BMWs a la del rayo, los Fiat venían sedientos de riesgo y los viejísimos Renault 12 destartalados (hay muchísimos en Líbano) dispuestos a dejarse lo poco que les quedaba de carrocería en ese trayecto.
El ruido era ensordecedor. Los taxis pitaban:
-¡¡¡¡ Píííííííííííí - Píííííííííííí !!!!!!
Las motos también ponían de su parte:
- ¡¡¡¡Meeeeec - Meeeeeec !!!!
Y los camionazos no digamos...:
- ¡¡¡¡¡ Pabúúúúúúúúú - Pabúúúúúúúúú !!!!!!
Y, finalmente, para animar más el cotarro, el muyaidín desde su minarete llamaba a la oración:
- ♪♫♫♪¡¡¡ Aaaamaaalaaaaíííííííí... ♫♪♫♪♪ Yaaalaaaaa... ♫♪♫...!!!! ♪♫♫♪♫ (por cierto, aunque no entiendo nada y parezca extraño, algunas melodías cantadas por estos muyaidín me han gustado. Tenían algo de poético... )
Tremendo. Me llevó cinco minutos recomponerme de la experiencia del "hacinado minibús con drama infantil" y esperar a que hubiese un vacío de tráfico en ese trayecto lo suficientemente seguro como para cruzar la carretera sin problemas para subir por Bechara Al Khoury hasta la oficina de Sandy Tours donde trabaja Rabbih, con quien me encontré al cabo de unos 10 minutos. Eso si: Llegué jadeante y sudoroso. Beirut es una ciudad caótica, ruidosa y puede llegar a ser estresante.
Rabbih me pareció un tipo muy majo. Un enamorado de su profesión. Desde el primer momento en que contacté con él me pareció que estaba en buenas manos. Lo suyo es vocación. Realmente cuida a su clientela. Su gestión ha sido magnífica y ha estado constantmente en contacto conmigo. Todas las noches preguntaba a ver qué tal mis andanzas por su país. Le comenté mis diferencias con el guía de Qadisha y me dijo que en esa zona los guías son en su mayoría gente local, pero sin cualificaciones y están a ver qué pueden conseguir. En la web de LMT (Lebanon Mountain Trail) se comenta que es conveniente para explorar la zona contactar con un guía y recomiendan que sea local para ayudar al desarrollo de la comunidad de la zona. A mí esto me parece muy bien y estoy de acuerdo y encantado de poder colaborar al respecto, pero para mí es fundamental tener buen "feeling" con esa persona, con sensación de estar con gente honesta y no con alguien que te está manipulando a su conveniencia. Además gran parte del Valle de Qadisha me lo pateé yo sólo.
Nos despedimos y me cogí un taxi que me llevase del Downtown a Hamra, donde está el hotel. Diez dólares me cobró, pero estaba tan cansado y sudoroso del viaje y del calor que hacía ese día y cargando con la maleta que no me molesté en regatear. Nos adentramos en el atasco de las 2.30 del sábado (que era tremendo) y al cabo de media hora ya estaba en el hotel Mayflower otra vez, donde iba a pasar mi última noche en Líbano. Me dieron la Suite Junior ¡ahí es nada! que estaba muy bien para un hotel de 4 estrellas al que definitivamente le sobra una. Habitación amplia y con balcón. El baño necesitaba una reforma: De la ducha no salían chorritos pequeñitos con gotitas de agua "atomizada" si no una chorrotada gorda que te caía encima de la cabezota.
Tras ducharme y acicalarme, busqué por Hamra un sitio donde comer, que era ya bastante tarde. Lo hice en un italiano donde me metieron un zurriagazo financiero importante. Me dí una vuelta por los jardines de la American University of Beirut, pateé hasta el Downtown de nuevo, por Hamra para regresar al hotel tras cenar. Como véis no salí de la zona. Ya estaba yo en "modo regreso", y al día siguiente mi vuelo salía a las 8 de la mañana desde el aeropuerto Rafiq Hariri.
Haciendo balance de mi viaje, yo diría que Líbano es fascinante. Un país cuya diversidad y contrastes le genera muchos problemas pero que al mismo tiempo le enriquece. En él se vive todo con más intensidad, pero eso hace que esté muy vivo.
Termino el diario con música: con una canción de la cantante francesa Isabelle Aubret, que fue escrita en los años 80, cuando el Líbano estaba inmerso en la Guerra Civil. Habla de cómo era el país antes, durante el conflicto y en a última estrofa de la esperanza de paz y convivencia al finalizar la contienda. Afortunadamente la guerra terminó hace 27 años, en 1990, aunque es un país con una realidad convulsa, con inestabilidades, pero que -informándote de antemano- se puede visitar y disfrutar. La canción tiene un arreglo muy pasado de moda, trasnochado y hasta con cierto aire "eurovisivo", pero lo más destacable es la letra, pues creo que, en cierto modo, describe muy bien este país.
Muchas gracias por leer
Quote:: |
Bulevard del Mediterráneo / Todavía era Europa, la Riviera,/ Y tras la plaza de los Cañones / Ya era el Oriente, la Medina, El bazar de Estambul. / Los misterios del serrallo / Falsos ciegos, mendicantes,/ Vendedores de abanicos Recuerdos de Byblos, fumadores de narguile / Y enjambres de críos rodeando a los extranjeros. Los "Allah Ouakbar" se mezclaban en la noche con los Adonis y con los padrenuestros. Y las canciones de Feyrouz con los Moody Blues. Todo eso era antes / Era antes de ayer / Era antes de la tormenta / Antes del infierno Bulevard del Mediterráneo / Las metralletas se cruzan con los camilleros Y la plaza de los Cañones jamás llevó tan bien su nombre. La Avenida de Líbano se parece a Stalingrado Las mujeres y los niños errando entre los escombros Un kalashnikov barre las fachadas / ¿Quién sabe de dónde vienen los obuses y las bombas? / Milicianos, cascos azules, boinas rojas o marines / La sangre llama a la sangre, / Y las ruinas a las ruinas Chiítas, Maronitas, sirios o fedaiyines vivían todos juntos / Era antes de ayer, antes de todo eso, antes del infierno / Un día retomaré el camino a Damasco / Iremos a Baalbek a escuchar a Karajan / Los cedros contarán la época de las caravanas, la historia de los fenicios y de los siglos que pasan / De noche en un pueblo de Djebel Druze beberemos juntos té caliente a pequeños sorbos / Un día, cuando sepamos otra vez vivir juntos / un día después de todo eso / Un día igualito a ayer, después de la tormenta, después del infierno. |