Casas de Marco Polo y Casanova
Saliendo por la zona norte del Campo Santa Maria Formosa, por Calle di Borgoloco, me lie de mala manera con el plano y nos perdimos, dando vueltas por la frontera oeste del sestiere de Castello y perdiendo un tiempo precioso, hasta que al fin dimos con el Corte Seconda del Milion, ya en el sestiere de Cannaregio. En ese Corte podéis ver un arco de piedra antiguo con grabados que se supone que pertenecía a una de las propiedades de la familia Marco Polo.
Saliendo por la zona norte del Campo Santa Maria Formosa, por Calle di Borgoloco, me lie de mala manera con el plano y nos perdimos, dando vueltas por la frontera oeste del sestiere de Castello y perdiendo un tiempo precioso, hasta que al fin dimos con el Corte Seconda del Milion, ya en el sestiere de Cannaregio. En ese Corte podéis ver un arco de piedra antiguo con grabados que se supone que pertenecía a una de las propiedades de la familia Marco Polo.
Si os metéis por el Sotoportego del Milion, según salís de él, a mano izquierda se ve un edificio blanco (un muro del Teatro Malibrán) con una placa en la pared que indica que en esa zona se erigía en su día la casa de Marco Polo y si miráis enfrente al otro lado del canal (ya en el sestiere de Castello), el palacete gótico pintado de naranja es una de las casas en que vivió Casanova.
Hao Dong, la mujer china que trajo Marco Polo de su último viaje, fue menospreciada por los venecianos. Esta situación duró algunos meses hasta que llegó a casa de los Polo la noticia de que Marco había sido hecho prisionero por los genoveses. Una de las hermanas de Marco subió entonces a los aposentos de la cuñada para informarla del hecho, aunque, para herirla más profundamente, le anunció que su marido había muerto. Hao Dong se mantuvo silenciosa, pero esa misma noche prendió fuego a sus vestidos y desde una de las ventanas del palacio se arrojó al canal. Así, semejando en su caída a una estrella fugaz, puso fin a su breve y desdichada estancia en Venecia. Desde entonces se suele escuchar desde el puente, en las hermosas tardes estivales cuando el sol tarda en esconderse, un canto tenue e indefinido. Algunas noches, pero ya no a menudo, se vislumbra una figura etérea que se deja caer suavemente desde las altas ventanas y queda flotando entre las casas que dan al canal. Es la princesa que emprende viaje y se reúne con su familia en el otro extremo del mundo. Durante las recientes obras de restauración del teatro adyacente y de los antiguos cimientos de la casa de Polo, fueron encontrados los restos humanos de una mujer de rasgos asiáticos que había sido sepultada con algunos objetos de aspecto oriental. Entre éstos había una preciosa diadema imperial con un símbolo inconfundible: el blasón de Kublai Kan.
Madonna dell’Orto
Volviendo hacia atrás por el sotoportego y cruzando de nuevo el Corte Seconda del Milion, se llega a la Salizzada San Giovanni Grisóstomo, a la intersección con la Salizzada San Canciano y, siguiendo de frente, a la Calle Dolfin. Desde aquí hicimos prácticamente el mismo recorrido por Cannaregio que el día anterior, aprovechando que había más luz y con la pretensión de hacer una visita guiada de las sinagogas del ghetto.
De esta vez sí que pudimos entrar en Madonna dell’Orto, con su preciosa fachada, en la que contrastan el ladrillo rojo y los adornos de mármol blanco (el portal, estatuas de los doce apóstoles en sus nichos y pináculos), y su espléndido campanile.
Madonna dell’Orto
Volviendo hacia atrás por el sotoportego y cruzando de nuevo el Corte Seconda del Milion, se llega a la Salizzada San Giovanni Grisóstomo, a la intersección con la Salizzada San Canciano y, siguiendo de frente, a la Calle Dolfin. Desde aquí hicimos prácticamente el mismo recorrido por Cannaregio que el día anterior, aprovechando que había más luz y con la pretensión de hacer una visita guiada de las sinagogas del ghetto.
De esta vez sí que pudimos entrar en Madonna dell’Orto, con su preciosa fachada, en la que contrastan el ladrillo rojo y los adornos de mármol blanco (el portal, estatuas de los doce apóstoles en sus nichos y pináculos), y su espléndido campanile.
En su interior posee muchas obras de Tintoretto, las mejores las del presbiterio (El Juicio Final, La adoración del becerro de oro),
aunque la de La Presentación de la Virgen, más pequeña, tiene una lograda perspectiva y composición. Su tumba está en una capilla a la derecha del presbiterio.
También hay obras de Giovanni Bellini y Cima di Conegliano.
Volvimos a cruzar el bonito puente de hierro fundido del Ghetto y cuando llegamos al Museo Ebraico en el Campo del Ghetto Nuovo comprobamos que era imposible realizar la visita guiada a las sinagogas porque acababa demasiado tarde y teníamos que ir de vuelta al hotel para coger las maletas. Como consolación y dado que salía gratis con la VeniceCard Orange, visitamos el Museo Ebraico, sin gran cosa que destacar. Lo de las sinagogas parecía más interesante, pero no pudo ser.
Volvimos a cruzar el bonito puente de hierro fundido del Ghetto y cuando llegamos al Museo Ebraico en el Campo del Ghetto Nuovo comprobamos que era imposible realizar la visita guiada a las sinagogas porque acababa demasiado tarde y teníamos que ir de vuelta al hotel para coger las maletas. Como consolación y dado que salía gratis con la VeniceCard Orange, visitamos el Museo Ebraico, sin gran cosa que destacar. Lo de las sinagogas parecía más interesante, pero no pudo ser.
Tampoco pudo ser acercarnos al Ponte Tre Ponti. Cruzando el Ponte Scalzi que atraviesa el Canal Grande para ir a Santa Croce, cogiendo a la derecha por Fondamenta San Simeon Piccolo, Fondamenta Croce, torciendo a la izquierda por Fondamenta Papadopoli, es el segundo puente a la derecha. Parece ser que desde este puente que une el Campazzo Tre Ponti con Fondamenta Magazen, 5 puentes encadenados ofrecen vistas de otros 13 puentes más. No sé si es una exageración, pero parecía interesante. A ver si tenéis suerte y si pasáis por allí nos lo contáis, o la próxima que volvamos os lo contaré yo.
Volvimos a cruzar el Ponte delle Guglie y a ver el mercado de Rio Terrà San Leonardo, esta vez de día.
Volvimos a cruzar el Ponte delle Guglie y a ver el mercado de Rio Terrà San Leonardo, esta vez de día.
De manera que fuimos a la parada de vaporetto de Ferrovia para ir al hotel, pagarlo con VISA (455€ las 4 noches), tirar de maletas y volver a coger por última vez el vaporetto hasta Ferrovia, con las últimas tomas de la parte norte del Canal Grande: Palazzo Corner Spinelli,
Palazzo Grimani,
Palazzo Farsetti y Loredan (palacios bizantinos que son la sede del Ayuntamiento),
*** Imagen borrada de Tinypic ***
A la izquierda de todo Palazzo Farsetti y sólo la esquina del Palazzo Loredan
A la izquierda de todo Palazzo Farsetti y sólo la esquina del Palazzo Loredan
Fondamenta del Vin
y una bonita foto del Ponte Rialto como despedida.
Ponte di Calatrava
Decía que nos bajamos en Ferrovía, cuando propiamente tendríamos que haber parado en Piazzale Roma para coger el autobús al aeropuerto sobre las 2 de la tarde. Sin embargo, lo que en un principio fue un error, sirvió para que cruzásemos el cuarto y último puente que atraviesa el Canal Grande que nos faltaba: el Ponte di Calatrava, que une Fondamenta di Santa Luzia con Piazzale Roma, o sea, la estación del tren con la estación de autobuses. Construido por Santiago Calatrava e inaugurado en septiembre de 2008 sin pena ni gloria debido a la polémica de su alto coste y falta de accesibilidad para minusválidos (¡ya manda, en pleno siglo XXI!), desde el punto de vista artístico es una joyita con la hermosa curva que describe y los materiales empleados que hacen que se integre perfectamente en el entorno sin dar el cante y “regalando” a Venecia otra estupenda obra de arte.
Decía que nos bajamos en Ferrovía, cuando propiamente tendríamos que haber parado en Piazzale Roma para coger el autobús al aeropuerto sobre las 2 de la tarde. Sin embargo, lo que en un principio fue un error, sirvió para que cruzásemos el cuarto y último puente que atraviesa el Canal Grande que nos faltaba: el Ponte di Calatrava, que une Fondamenta di Santa Luzia con Piazzale Roma, o sea, la estación del tren con la estación de autobuses. Construido por Santiago Calatrava e inaugurado en septiembre de 2008 sin pena ni gloria debido a la polémica de su alto coste y falta de accesibilidad para minusválidos (¡ya manda, en pleno siglo XXI!), desde el punto de vista artístico es una joyita con la hermosa curva que describe y los materiales empleados que hacen que se integre perfectamente en el entorno sin dar el cante y “regalando” a Venecia otra estupenda obra de arte.
Por lo que se refiere a su accesibilidad, eso es otra historia. No sólo no hay, de momento acceso para minusválidos, sino que, además, su superficie está llena desde el principio hasta el final de pequeños escalones, unos más largos que otros, lo ideal para ir arrastrando por él las maletas a botes, que es lo que hace la mayoría de la gente que lo cruza, o para desparramarte.
Llegamos al aeropuerto Marco Polo. Comimos cada uno un almuerzo ligero (sándwich, agua y tarta, 7,90€ + 1 helado 2€) y aún nos esperaba una sorpresa: salimos con más de una hora de retraso en el vuelo a Barajas. En este caso (¡alucina, vecina!), el retraso se debió al comandante del vuelo (!!!!). Nos dicen en cabina que el motivo fueron los exhaustivos controles de seguridad del aeropuerto (???). O sea, ¿que ahora controlan mucho más a la tripulación que a los pasajeros? Porque una horita… ¿En qué se estaría entreteniendo ese señor?
En Barajas las cosas transcurrieron poco más o menos igual: una hora de retraso. Nos tomamos en Sibarium, quizá el lugar de comida rápida más decente de la T4, una cerveza y dos mini bocatas de jamón con queso y de chorizo ibérico, por 6,80€. Y en otro que hay por allí (¿F.Court?), otra cerveza, un bocadillo de jamón ibérico y un sándwich de gambas y queso, estos un poco más flojos, por 10,80€.
Y así acaba esta historia de nuestro periplo cultural (y algo más) por Venecia. Dos visitas que nos gustaría haber hecho y no pudimos por falta de tiempo fueron la colección Peggy Guggenheim y las sinagogas del ghetto. Tal vez, si tuviésemos más tiempo, también iríamos a la zona este de Castello, a pesar de que no tiene grandes monumentos que ver, aunque sólo fuera por conocer algo más de la Venecia popular. Pero siempre hay que dejar algo en todos los sitios que justifique volver otra vez, aunque Venecia no necesita justificación porque ella misma lo es aunque repitas, repitas y repitas... Y, además, tenemos otro motivo justificado por el que volver: después de revisar todas las fotos de este año y del 2006 me acabo de dar cuenta de que no tenemos ninguna decente de Santa María della Salute y de Ca’ Rezzonico. Imperdonable.
Pero, eso sí, para otro año toca Venecia relax: dedicarle más tiempo al puro paseo, a las compras, a tomar unas ombre y cichetti. Esperemos que haya esa próxima vez.
Con esto acaba el relato del viaje del 2008, pero aún quedan tres etapas más: la 15, sobre nuestro paseo en góndola en agosto de 2006, y la 16 y 17, con información práctica y links útiles, que tuve que poner en dos etapas porque no cabían en una.
Llegamos al aeropuerto Marco Polo. Comimos cada uno un almuerzo ligero (sándwich, agua y tarta, 7,90€ + 1 helado 2€) y aún nos esperaba una sorpresa: salimos con más de una hora de retraso en el vuelo a Barajas. En este caso (¡alucina, vecina!), el retraso se debió al comandante del vuelo (!!!!). Nos dicen en cabina que el motivo fueron los exhaustivos controles de seguridad del aeropuerto (???). O sea, ¿que ahora controlan mucho más a la tripulación que a los pasajeros? Porque una horita… ¿En qué se estaría entreteniendo ese señor?
En Barajas las cosas transcurrieron poco más o menos igual: una hora de retraso. Nos tomamos en Sibarium, quizá el lugar de comida rápida más decente de la T4, una cerveza y dos mini bocatas de jamón con queso y de chorizo ibérico, por 6,80€. Y en otro que hay por allí (¿F.Court?), otra cerveza, un bocadillo de jamón ibérico y un sándwich de gambas y queso, estos un poco más flojos, por 10,80€.
Y así acaba esta historia de nuestro periplo cultural (y algo más) por Venecia. Dos visitas que nos gustaría haber hecho y no pudimos por falta de tiempo fueron la colección Peggy Guggenheim y las sinagogas del ghetto. Tal vez, si tuviésemos más tiempo, también iríamos a la zona este de Castello, a pesar de que no tiene grandes monumentos que ver, aunque sólo fuera por conocer algo más de la Venecia popular. Pero siempre hay que dejar algo en todos los sitios que justifique volver otra vez, aunque Venecia no necesita justificación porque ella misma lo es aunque repitas, repitas y repitas... Y, además, tenemos otro motivo justificado por el que volver: después de revisar todas las fotos de este año y del 2006 me acabo de dar cuenta de que no tenemos ninguna decente de Santa María della Salute y de Ca’ Rezzonico. Imperdonable.
Pero, eso sí, para otro año toca Venecia relax: dedicarle más tiempo al puro paseo, a las compras, a tomar unas ombre y cichetti. Esperemos que haya esa próxima vez.
Con esto acaba el relato del viaje del 2008, pero aún quedan tres etapas más: la 15, sobre nuestro paseo en góndola en agosto de 2006, y la 16 y 17, con información práctica y links útiles, que tuve que poner en dos etapas porque no cabían en una.