A las 5.30 ya estábamos listos con todo preparado y dispuesto para desayunar. En la planta baja del albergue por dos euros teníamos tostadas, magdalenas, leche, zumo. Tras desayunar comenzamos la etapa, el cielo estaba despejado y se podían apreciar un montón de estrellas. El principio de la etapa discurre por el arcén de una carretera que estaba separada por grandes bloques de hormigón, el trayecto es casi siempre en subida, pero no muy pronunciada, con lo que se hace llevadero y el paisaje no es nada del otro mundo. Pasamos por varias aldeas, donde había tiendas, bares abiertos desde muy temprano, pero nosotros hicimos nuestra primera parada en un ara de servicio muy concurrida llena de camioneros e incluso autobuses. A partir de aquí se abandona el arcén y se coge camino paralelo a la carretera. Pasas algunas poblaciones, algunas incluso con pequeños bancos y supermercados. La gente nos dijo que esta etapa era dura pero hasta ahora solo había sido algo monótona pero no dura y parecía que en kilómetros no era tanto lo que quedaba pero justo pasar la pequeña población de A Faba empiezan algunos kilómetros llenos de repechos, algunos grandes y otros aun más grandes. Lo bueno es que el paisaje es mucho más bonito ya que va entre arboledas y que disminuye el calor. Si vas a un ritmo adecuado no habrá problema y si te cansas con parar y contemplar toda la naturaleza que te rodea te da aire nuevo para seguir. Nosotros hicimos este tramo con tranquilidad hasta que llegamos a una pequeña aldea donde se deja de ir entre arboles y ya se aprecia todo lo que se ha subido y lo que aún queda.
El valle queda a tus pies y a pesar de la larga etapa nosotros íbamos disfrutando y compartiendo experiencias con otros peregrinos. Al poco nos encontramos el cartel de piedra que te indica que entras en Galicia.
Desde aquí a O Cebreiro quedan unas cuantas subidas con un buen paisaje a tu espalda. Al llegar a O Cebreiro nosotros teníamos reservado habitación en la Venta Celta, una habitación que tenia hidromasaje, todo muy bien. Pero lo peor es que hubo cantidad de gente que se quedo sin plaza, todo estaba completo, algunos fueron a pueblos cercanos, otros alojados en el polideportivo. Esta aldea es muy bonita, con sus típicas pallozas, todo de piedra incluidas sus calles, pero solo tiene eso, una calle y una iglesia, no hay mas.
Al llegar y después de lavar y tender la ropa, un pequeño baño y a comer a la misma Venta Celta que está situada justo al lado donde los propietarios tienen el alojamiento. El sitio precioso con una decoración típica y una atención muy cercana y la comida muy buena. Comimos platos típicos gallegos y de postre un queso de O Cebreiro con miel, muy rico. Después salimos a dar una vuelta por la aldea para hacer unas cuantas fotos. Para la cena volvimos a tomar algo al mismo sitio, y tras acabar salimos a fotografiar el atardecer que era de lo más bonito que hemos visto en el camino.
Como detalle decir que hacía bastante frio debido a la altura de la aldea a pesar de estar en pleno verano. Después nos fuimos a la habitación a preparar las cosas para el día siguiente y a descansar.
El valle queda a tus pies y a pesar de la larga etapa nosotros íbamos disfrutando y compartiendo experiencias con otros peregrinos. Al poco nos encontramos el cartel de piedra que te indica que entras en Galicia.
Desde aquí a O Cebreiro quedan unas cuantas subidas con un buen paisaje a tu espalda. Al llegar a O Cebreiro nosotros teníamos reservado habitación en la Venta Celta, una habitación que tenia hidromasaje, todo muy bien. Pero lo peor es que hubo cantidad de gente que se quedo sin plaza, todo estaba completo, algunos fueron a pueblos cercanos, otros alojados en el polideportivo. Esta aldea es muy bonita, con sus típicas pallozas, todo de piedra incluidas sus calles, pero solo tiene eso, una calle y una iglesia, no hay mas.
Al llegar y después de lavar y tender la ropa, un pequeño baño y a comer a la misma Venta Celta que está situada justo al lado donde los propietarios tienen el alojamiento. El sitio precioso con una decoración típica y una atención muy cercana y la comida muy buena. Comimos platos típicos gallegos y de postre un queso de O Cebreiro con miel, muy rico. Después salimos a dar una vuelta por la aldea para hacer unas cuantas fotos. Para la cena volvimos a tomar algo al mismo sitio, y tras acabar salimos a fotografiar el atardecer que era de lo más bonito que hemos visto en el camino.
Como detalle decir que hacía bastante frio debido a la altura de la aldea a pesar de estar en pleno verano. Después nos fuimos a la habitación a preparar las cosas para el día siguiente y a descansar.