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Después de la escapada de ayer a Luxemburgo hoy volvíamos a Alemania. El destino final era Heidelberg, pero antes haríamos una visita a la ciudad en la que habíamos pasado la noche: Trier. Entre ellas 200 km y un pueblecito: Ladenburg.
Trier es una de las ciudades más antiguas de Alemania de origen romano. Atravesado por el río Mosela a orillas del cual dormimos en el camping municipal. La noche fue movidita por la lluvia pero por la mañana temprano habia salido el sol y aprovechamos para que se secara la tienda al sol mientras desayunábamos. El camping estaba lleno de gente realizando rutas a pie o en bici a lo largo del Mosela.
El centro de la ciudad se encuentra en la otra orilla, a donde nos desplazamos en coche y lo primero que nos encontramos es la Porta Nigra, una impresionante edificación de origen romano cuya fachada ha ennegrecido con el paso de los años.
Dicha puerta nos sirve de entrada a la zona más peatonal de la ciudad donde visitaremos el Dom y la plaza del mercado.
Justo al abandonar la ciudad con destino a Heidelberg decidimos parar en un taller para conseguir la Umweltplakette. Esto es una pegatina que se pone en el coche y te permite entrar en las umweltzonen. Es una restricción por temas medioambientales que tienen determinadas ciudades de Alemania. Dependiendo del año y el tipo de coche te la darán en uno de estos tres colores: rojo, amarillo o verde. A la entrada de las ciudades hay carteles en los que te indican con que tipo de pegatinas puedes pasar. La verde es para los coches más ecológicos y tienen el acceso permitido en todos los sitios, con la roja puedes tener problemas para acceder al centro en determinadas ciudades. Si no llevas pegatina te arriesgas a que te pongan una multa.
Aqui te lo explican todo en aleman
Nosotros entendimos antes de ir que la podías conseguir en cualquier taller y por eso paramos en el primero que vimos pegado a una gasolinera y el mecánico después de conseguir entender lo que queríamos nos lo iba a dar tan solo presentándole los papeles del coche. Pero cuando apareció su jefe le dijo que los coches extranjeros teníamos que ir a un organismo oficial para que nos lo dieran. Nos dieron la dirección de un TÜV que estaba a menos de 1 km. Es una especie de lugar para pasar la ITV y allí por 5 € nos la dieron. Nuestro coche un diésel del 2003 tan sólo consiguió la amarilla...
Leímos antes de ir que se podía conseguir por Internet, y a la vuelta del viaje precisamente pasamos por Rivas Vaciamadrid y nos encontramos con un taller del TÜV. Imagino que tendrán más por España y te la podrás llevar puesta incluso desde aquí.
Ya con nuestra pegatina seguimos rumbo de Heidelberg y un poco antes de llegar hicimos un alto en Ladenburg, un pueblecito a unos 15 km. Zona residencial de Heidelberg casi sin gente en la calle a la hora que llegamos. El pueblo tenía detalles muy bonitos.
De aquí fuimos a Heidelberg. Cómo es una ciudad grande fuimos a buscar alojamiento. En las guías habíamos visto el Steffis Hostel y tenía buena pinta. Se encuentra cerca de la estación de tren a unos 30 minutos andando del centro pero bien comunicado por bus. Se definen cómo un hostal de mochileros y por unos 25 € por persona nos dieron una habitación familiar (nos sobraban dos camas...) con baño compartido. Aprovechamos la cocina para preparar algo rápido de comer antes de ir a ver la ciudad.
Cerca de la estación de tren hay una oficina de turismo donde cogimos un plano de la ciudad y nos indicaron cual era el autobús que lleva al centro. Nos bajamos un poco antes de llegar para ir recorriendo a pie las calles, atestadas de gente. Este era el aspecto de la Hauptstrasse
Avanzando por esta calle te vas encontrando con un montón de tiendas y detalles con encanto.
Así hasta llegar a la plaza del mercado en cuyos alrededores está el Dom, el Rathaus, la casa del caballero. Al final de la calle te encuentras con unas impresionantes vistas del castillo, icono de la ciudad en lo alto de la ladera.
Decidimos dejar la visita al castillo para el día siguiente y cruzamos por el puente viejo al otro lado del río. Una vista del puente y el castillo desde la orilla contraria
Justo donde termina el puente hay unas escaleras que suben por la ladera de la montaña hasta el camino filosofal. Un camino desde donde se puede apreciar al otro lado del valle la ciudad de Heidelberg y donde se decía que venía la gente a perderse para pensar y donde muchos jóvenes perdieron la virginidad...
Una vez al final del camino filosofal volvemos a cruzar el rio para coger el autobus de vuelta al hostel. Antes os dejo una panorámica de la ciudad realizada desde aquí.
Aprovechamos para comprar algo de cenar en el supermercado que había debajo del hostel y nos hicimos la cena en la concurrida cocina mientras fuera se desataba una tremenda tormenta que nos respetó una tarde de turismo en una ciudad encantadora.
Nos quedaba para el día siguiente la visita al castillo.
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