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20 de marzo
Después de un sueño reparador, me levanto y empieza la rutina de ducha y bajar al desayuno, coger el bagel y la fruta, tomar un poco de café aguado y zumo, y prepararme para salir a callejear. Me dirijo en primer lugar a coger el metro en la 7ª con 23, línea roja hasta Times Square, dónde bajo y cojo Broadway hasta la 50 para girar hacia el Rockefeller Center. Pero antes de subir por Broadway, me meto en la primera tienda de calzado deportivo que veo, pues los pies me están matando. Ayer estuve mirando algunas tiendas, y aunque hay mucha variedad, no encontré ningunas de mi agrado. Hoy tengo mejor suerte, y en la tienda de Skecher's que entro, me compro unas deportivas por 80$, muy ligeras y cómodas. Me las llevo puestas y tiro las viejas en la primera basura que encuentro. Algún vagabundo las aprovechará... Con zapatos nuevos, ya puedo andar sin tanto dolor como hasta ahora, y subo admirando de nuevo Times Square y Broadway, hasta llegar a la calle 50, giro al este y llego al Rockefeller Center, dónde me tomo un café en el Starbucks para entrar en calor y subo al Top of the Rock otra vez, con luz de día. Las vistas no son menos espectaculares que ayer noche, pero el encendido progresivo de las luces tiene algo mágico.
Tras unas cuantas fotos más, deshago el camino andado antes, y vuelvo por la 50 hasta Broadway, me meto en el metro, línea 1, y voy dirección downtown hasta Rector Street, en la punta sur de Manhattan, cerca del Finantial District y Battery Park, al que me dirijo, admirando las vistas del océano y la estatua de la libertad al sur. La intención es ir a visitarla por fin, y me acerco a la taquilla de venta de entradas para el ferry que desembarca en la isla a pedir información. El billete cuesta unos 24$, pero para mi sorpresa no se puede bajar en la isla y subir a la estatua debido a las obras que están haciendo por los desperfectos que causó el huracán Sandy pocos meses atrás. Como sé que el ferry a Staten Island es gratuito, paso de comprar la entrada en éste si no se puede subir, y voy bordeando Battery Park hasta el embarcadero del ferry a Staten Island, los ferrys naranjas. Media hora de cola después, embarco, junto con varios centenares de personas más, más de la mitad de los cuales comparten solamente mi mismo interés en ver de cerca (gratis) la estatua, pues no se nos ha perdido nada en Staten Island. El trayecto es de unos 40 minutos, y pasa relativamente cerca de la estatua. Hace frío si te quedas en cubierta, pero muchos aguantamos como campeones el gélido viento. Al llegar a Staten Island, la mayoría entramos y salimos por las puertas con la intención de coger el mismo ferry de vuelta, pues no te puedes quedar a bordo. La mayoría lo conseguimos. Alguna foto por el camino, de Ellis Island, del skyline de Manhattan, de New Jersey... Poco a comentar.
Ya en tierra, subo por Bowling Green y me encuentro literalmente con el culo del Charging Bull en la cara. Este monumento marca el inicio del Finantial District, en el que callejeando, se puede ver Wall Street, la Bolsa, Trinity Church, y un par de calles más al oeste, la Zona Cero, con el Memorial al 11-S, entre varios espectáculos callejeros, alguno de los cuales es interrumpido por agentes de policía, con muy buen rollo, eso sí.
En el monumento de recuerdo a las víctimas no se hace pagar entrada, pero se exige una donación de 5-10$ por un recorrido entre las dos grandes fuentes instaladas en los cimientos de las torres caídas, con los nombres de todas las víctimas grabados en el mármol negro que las rodea. Tras la visita, entro en un deli a reponer fuerzas y después subo por Nassau St. hasta el City Hall, frente a la entrada al puente de Brooklyn. Allí puedo disfrutar de otro de los muchos espectáculos callejeros con que grupos de jóvenes deleitan a los transeúntes a cambio de unos dólares. Allí cojo el metro, línea 4, hasta Unión Square, en que vuelvo a coger Broadway y subir por ella hasta la 23, donde tuerzo al oeste hasta la 6ª avenida, para llegar al poco al hostel, a descansar un rato.
Al cabo de una horita, vuelvo a salir a patear las calles, pero primero me meto de nuevo en el metro igual que antes (7ª con 23) y subo por la línea 1 hasta Times Square. Allí cambio de línea para ir a Grand Central Terminal, se puede coger la línea 7 (morado) o la S (gris), que es como una lanzadera con recorrido único entre Times Square y Grand Central Terminal. Mi intención es volver a la tienda en que me compré los vaqueros ayer saliendo de las Naciones Unidas, en la 46 con la 2ª, para comprar más ropa. Una vez logrado el propósito, deshago lo andado hasta Grand Central, cojo la línea S hasta Times Square y vuelvo a pillar metro hasta Penn Station (línea 1), para llegar al Madison Square Garden y disfrutar del partido New York Knicks- Orlando Magic. El espectáculo es magnífico, incluso para mí, que no me gusta el baloncesto. La puesta en escena encandila a cualquiera que tenga la suerte de tener entrada (100$ en un asiento fantástico). En los descansos, aparte de las "cheerleaders", hay entrevistas con famosos (Pat Ewing, Spike Lee...), que se encuentran en las localidades a pie de pista. El estadio es un coloso de varios pisos de altura, en el que se forman unas colas bestiales en las escaleras mecánicas a la entrada y a la salida. Para deleite del público, ganan los Knicks. Satisfecho pero agotado, salgo del Madison, me compro un hot dog en la calle y bajo andando por la 8ª avenida hasta el hostel, para irme a dormir.
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