Un fin de semana por el norte de Arizona: Sedona, el Grand Canyon y Prescott ✏️ Blogs de USA

El objetivo de este diario es familiarizar a los viajeros con la zona centro norte de Arizona, un lugar que la mayoría de los turistas pasan de largo tratando de llegar lo más rápidamente posible de Las Vegas al South Rim del Grand Canyon. Es una pena que no se detengan algún tiempo porque esta parte de Arizona ofrece, aparte del espectacular y famoso parque nacional, mucho de interés para el visitante. Pido excusas de antemano por la posible falta de acentos y por el uso de la “ny”. Mi ordenador no habla muy bien el castellano. .

*** Imagen borrada ***

Nuestro objetivo personal fue cambiar un poco de ambiente. Vivimos en el sur de la Florida, uno de los mejores lugares donde se puede estar durante el invierno. Pero (siempre hay un pero) nos apetecía hacer algo diferente. En ese momento, lo que nos quedaba suficientemente cerca para ir solo por unos días no resultaba un buen plan porque el norte del país estaba cubierto de nieve y los precios en las islas de Caribe, como todos los inviernos, estaban por las nubes. Empezamos a analizar alternativas y terminamos por decidirnos por Arizona, donde no tendríamos peligro de grandes borrascas de nieve. Yo crecí en el suroeste y sabía que los paisajes espectaculares estaban garantizados, pero hacia ya mucho tiempo que no iba a Arizona. Y mi compañera, que también había estado varias veces por el área, la había visitado por motivos de trabajo y había visto poco de lo mucho que hay que conocer. Terminamos por entusiasmarnos con la idea y decidimos a aprovechar un fin de semana largo para ver que es lo que descubríamos, o con que con volvíamos a encontrar. Escogimos, como centro de operaciones, la pequeña ciudad de Sedona, donde yo había estado ya antes y recordaba, a medias, como un lugar muy agradable rodeado de cañones de roca roja y vistas espectaculares de las montanas.

Salimos del aeropuerto de Ft. Lauderdale, uno de los tres que sirven el área del sur de la Florida (junto con Miami y Palm Beach), en un vuelo de USAir. Esta vez dejamos el coche en el aparcamiento de “largo termino” en las afueras del aeropuerto. Si alguien esta en la misma situación, lo recomiendo totalmente. Tiene fácil entrada desde la I-95, esta a solo dos kilómetros del aeropuerto, cuesta $7 diarios, esta muy bien organizado y cuidado e incluye en el precio un “shuttle”, o autobús, que funciona las 24 horas del día y para cada 10 minutos en todos los kioscos de la zona de aparcamiento para recoger o dejar pasajeros y llevarlos y traerlos a las 4 terminales del aeropuerto.

El vuelo estuvo muy bien. Era un avión bastante nuevo con unos asientos bastante grandes y cómodos, aun en la zona turista. Advierto que, como ocurre ahora en todos los vuelos internos del país, entregar la maleta cuesta $25. Como nosotros llevábamos dos maletas pequeñas, no tuvimos que pagar nada. Me sorprendió, al ponerme a mirar el tema de los billetes de avión, la cantidad de vuelos diarios que hay entre el sur de la Florida y Arizona y, mas aun, lo lleno que iba el avión—creo que no había un asiento vacío. No se me hubiera ocurrido pensar que hubiese tanto trasiego entre dos lugares tan dispares pero, bueno… Vivir para ver… Llegamos sin retraso al aeropuerto de Phoenix, que es muy cómodo y moderno y llamamos enseguida al Marriott Airport Hotel, que era donde teníamos hecha la reserva. Nos dijeron donde colocarnos para que nos recogiera el “shuttle” del hotel y, en cinco minutos, ya estábamos en casa.

El hotel esta muy bien, mas o menos equivalente a un 4 estrellas de Europa, el personal muy servicial y la habitación muy amplia, con una cama King, TV de alta definicion y muchas “amenidades”, como decimos por acá… Y, de ahí, derecho a la cama porque, para nosotros, era la 1 de la mañana y habíamos trabajado todo el día y hecho, además, un vuelo de varias horas. Aqui os incluyo una foto de la habitacion:

*** Imagen borrada ***

A la mañana siguiente nos levantamos temprano porque el “jet lag” también opera aunque uno este dentro del mismo país. Desayunamos muy bien en el hotel y nos fuimos a esperar el “shuttle” de la compañía Enterprise, que nos llevo a una oficina local donde recogimos el coche que habíamos alquilado. Nos salio muy bien: Un coche tamaño “intermedio” por $154, o a unos $30 al día. Sugiero que hagáis siempre una comparación de las tarifas tomando el coche dentro o fuera del aeropuerto. Muchos aeropuertos añaden una tasa especial que aumenta enormemente el precio si se alquila allí el coche. Por ejemplo, si hubiéramos escogido el mismo coche con Enterprise, y en el aeropuerto, la tarifa nos hubiera subido a $270.

De Phoenix vimos poco. Yo hacia ya muchos anos que no iba por allí y me sorprendió lo mucho que ha crecido. Antes era una ciudad relativamente pequeña y ahora tiene ahora mas de 3 millones de habitantes! Me pareció la típica ciudad del suroeste, con sus rascacielos de cristal en el centro y enormes zonas de chales con jardines individuales. Supongo que debe ser una ciudad agradable donde vivir, porque es moderna y cómoda, tiene buenas universidades, unos centros comerciales muy majos y una vida cultural aceptable (si es que a uno no le importa cocinarse todos los veranos, cuando la temperatura sube todos los días a más de 40 grados). Yo ya viví suficientes anyos en el desierto y la verdad es que prefiero visitarlo en el invierno y vivir el resto del tiempo en otra parte. Para el visitante casual, Phoenix no ofrece mucho que ver aparte de los lujosos “malls”, el campus de la U. de Arizona, que es muy bonito y tiene una arquitectura muy interesante, un museo de arte bastante bueno y, en la zona de Scottsdale, los famosos y exclusivos hoteles/spas donde muchos vienen a pasar algunos días en el invierno para tomar el sol, hacerse “tratamientos” y jugar al golf.

De Phoenix a Sedona hay unas dos horas de camino. Salimos de Phoenix por la I-17 y nos encontramos en el desierto, rodeados de montes pelados y con una vista, a lo lejos, de montanas nevadas. No podíamos estar más lejos de la Florida! A medida que íbamos ganando altura, la vegetación comenzó a cambiar. Casi enseguida aparecieron los cactus “Saguaro”, esos que parecen unos hombres en pie en el medio del desierto con los brazos en alto. A medida que subíamos, aumentaba su número y, a veces, formaban pequeños bosques. Un poco mas adelante, y a un poco mas de altura, comenzaron a aparecer los “junipers” (no se como se llaman en castellano), unos pinos pequeños de color verde oscuro.

Un poco después, enseguida de pasar Camp Verde, nos encontramos con la desviación hacia el Montezuma Castle National Monument, que teníamos intención de visitar y que esta a solo 3 o 4 kilómetros de la autopista. Este monumento nacional no tiene nada que ver con Montezuma ni es tampoco un castillo. Contiene, en realidad, las ruinas de uno de los poblados que la nación indígena Sinagua construyo en la grieta de unos de los cañones de la zona allá por el 1200. Es una de los edificios más antiguos de EEUU y, gracias al clima de la zona, esta muy bien conservado. Los primeros pioneros del área, que no tenían idea de lo que era, le dieron ese nombre porque asumieron que el edifico era un “castillo” que habían hecho unos guerreros aztecas para refugio de Montezuma después de la conquista de Méjico. Por supuesto, ni Montezuma ni los aztecas se aparecieron nunca por allí.

A la entrada se puede comprar, en la estación de los rangers, el billete de visita a los parques y monumentos nacionales de EEUU. Cuesta $80 para el conductor y todos los que vayan en su coche, que se asume es su familia, y permite la entrada, durante todo el anyo y cuantas veces se quiera, a todos los parques y monumentos nacionales del país desde la Florida hasta Alaska. Es la mejor ganga para viajeros que me he encontrado en la vida y realmente vale la pena… El centro de visitantes esta muy bien montado y tiene muchísima información sobre los Sinagua, además de varios objetos recobrados en excavaciones por el área que sorprenden por lo bonitos y sofisticados que son. No parecen tener casi 1000 anyos.

Los Sinagua abandonaron el pueblo alrededor del 1300, sin que se sepa realmente por que ni a donde fueron a parar. La misma historia que oí, antes, en Tikal, Copan o Chichen Itza, respecto a los mayas de Centro América. Sus ciudades quedaron también abandonadas y, aunque hay muchas teorías al respecto que van desde las guerras hasta la falta de agua, no se sabe realmente por que se marcharon. Curioso, no? Del centro de visitantes se accede a un sendero asfaltado (accesible para personas en sillas de ruedas) que lleva al pueblo en si. Es pequeño en comparación a los que se ven en el parque nacional de Mesa Verde, al sur de Durango, Colorado, pero esta muy bien y resulta muy interesante. Las ruinas están a la mitad de la pared del canon, dentro de una especie de cueva. No se pueden visitar, porque son bastante frágiles. Una maqueta muestra como los Sinagua subían y bajaban desde sus casas al valle y el río por medio de escaleras. La verdad que, en aquel clima, no era mala idea hacerse una casa bajo el techo que forma el hueco en la pared de canyon. Supongo que allí estarían protegidos también del frío y de los enemigos. Un poco mas adelante, se pueden visitar otras ruinas que no están en tan buen estado y, al lado del río, algunas zonas de canalización donde todavía queda algo de los cultivos que allí realizaban los Sinagua. La verdad que el “castillo de Montezuma” nos gusto mucho. Es algo completamente diferente. Al que le guste este tipo de cosa os comento que, según nos dijeron los rangers, a unas 4 horas al nordeste y en el parque nacional del Canyon de Chelly, en Arizona , pero dentro de territorio Navajo, se pueden visitar unas ruinas impresionantes enclavadas en unos cañones espectaculares. Aqui os incluyo una foto de las ruinas:

*** Imagen borrada ***

Y otra donde se ven un poco mas cerca:

[img]*** Imagen borrada ***

Volvimos a la I-17 y, unos kilómetros mas adelante, nos encontramos con el entronque de la 179, que es la carretera que lleva a Sedona, que queda a solo unos 20 kilómetros de allí. En cuanto subimos un poco y salimos del valle entramos a la reserva forestal de Coconino y nos encontramos con el típico paisaje de la zona. Que bonito! Comenzaban a verse los típicos montes de rocas rojas de formas extrañas con el telón de fondo de las montanas nevadas. La verdad que el paisaje es extraordinario! A 1 o 2 kilómetros antes del pueblo de Oak Creek, donde estaba el hotel donde nos quedamos, paramos en el centro de visitantes del Coconino National Forest donde nos encontramos con un grupo de “rangers” y de voluntarios de la zona que están allí para dar información a los turistas. Un señor que vive en el área nos dio un montón de mapas donde nos señaló las carreteras mas escénicas y los senderos mas interesante y nos sugirió fuéramos a ver la caída del sol en un mirador cerca del aeropuerto de Sedona desde donde, según el, la vista era espectacular. Salimos de allí muy contentos con la información y seguimos hasta Sedona, porque aun era temprano para ocupar la habitación del hotel. Aqui os inluyo unas fotos del area para que veais lo bonita que es:

*** Imagen borrada ***

*** Imagen borrada ***

Entre Oak Creek y Sedona (unos 5 kilómetros) el paisaje es precioso. Hay varios puntos de vista desde donde se ve el valle, las formaciones rocosas y la pequeña ciudad y desde donde salen varios senderos para explorar el área. Aqui va unas fotos:

*** Imagen borrada ***

*** Imagen borrada ***

Continuamos hasta el centro de Sedona (que debe tener unos 8,000 habitantes) para comer algo. Entre las pocas cosas que recordaba de la visita anterior, me acordaba de una especie de centro comercial muy bonito, con arquitectura colonial mejicana, llamado Tlaquepaque, donde había cenado. Lo encontramos enseguida, en el cruce de la carretera 179 con la 89 A, que es el centro del pueblo. La verdad es que el tal Tlaquepaque es bonito pero, no se por que, lo imaginaba mas grande. Esta muy bien conseguida la arquitectura colonial y las tiendas, casi todas de artesanías, pintura y objetos de arte, tienen cosas muy bonitas. Vimos un restaurante francés, “Rene”, que tenia muy buena pinta pero, de nuevo y por hacer honor al suroeste, nos fuimos a un Tex-Mex, “El Rincón”, que estaba montado en una especie de hacienda colonial. El lugar es bonito, el servicio estuvo muy bien y las margaritas eran de las buenas. Yo tome una “chimichanga de machaca” (una tortilla mejicana frita que después que se rellena con queso y carne de cerdo deshilachada) que viene acompañada de los frijoles refritos de costumbre, arroz, guacamole y salsa verde. Mi compañera se tomo unos tacos de gambas que estaban francamente bien. Nos salio todo en unos $50, con propina y tax. Aqui os incluyo algunas fotos de Tlaquepaque

*** Imagen borrada ***

*** Imagen borrada ***

*** Imagen borrada ***

Dimos una vuelta por el Tlaquepaque, donde nos llamo mucho la atención la galería de un fotógrafo que tenia fotos realmente preciosas de la zona y, de allí, volvimos hacia Oak Creek parando por el camino, en uno de los puntos de vista para caminar un poco por uno de los senderos de la zona. Preciosas vistas!.

*** Imagen borrada ***

*** Imagen borrada ***

De allí nos fuimos al hotel, el Sedona Hilton Resort and Spa, donde nos dieron la habitación y descansamos un poco. El hotel esta muy bien… Teníamos una suite super amplia, que incluía un salón con chimenea, una mini cocina, una habitación muy cómoda, terraza a la piscina y baño con vestidor aparte. Teníamos una TV de alta definición en el salón y otra en el dormitorio. El hotel tiene varias piscinas, un jacuzzi y un spa, que no se como estará porque no fuimos. El precio de $174 la noche, incluía un desayuno buffet enorme por las mañanas. Un poco mas de lo que la gente normalmente quiere pagar, pero la verdad que estaba muy bien. El personal era majo, incluyendo a una inglesa un poco estirada en la zona de recepción que parecía se creía era, como decimos por aquí, la “ultima Coca-Cola del desierto”. Pero, bueno, al fin y al cabo nos atendió muy bien. Aqui van unas fotos del Sedona Hilton Resort and Spa y de nuestra suite:

*** Imagen borrada ***

Aqui esta una de las piscinas:

*** Imagen borrada ***

Y esta es una foto de la terraza del restaurante, que da a las piscinas y a los montes. Ni la piscina ni la terraza estaban muy concurrida ese dia. Era el 11 de Febrero y, a pesar del sol, habia bastante fresco pero me imagino que en el verano deben de estar muy bien.

*** Imagen borrada ***

Con todo esto, era ya era casi la hora del atardecer, así que nos fuimos al lugar “especial” que nos había recomendado el lugareño para ver la puesta del sol. El mirador esta camino del aeropuerto de Sedona, al que se accede por Airport Boulevard, una calle que esta a 1 o 2 kilómetros después del entronque con la 89 A en dirección sur. Subimos una larga cuesta y llegamos al mirador, que pensamos solo conocería la gente local y donde estaríamos solos y… Nos encontramos con media Arizona, parte de California y Nevada y los japoneses de costumbre, todos armados con sus respectivas cámaras, esperando a ver la caída del sol. La verdad que no molestaban nada y le ponían un poco de ambiente a la cosa pero a nosotros nos hizo gracia, porque pensábamos que íbamos a llegar a un lugar que no conocía nadie. Bueno, la cuestión es que valió la pena, porque vimos un atardecer espectacular sobre los cañones de la zona. Las casas de West Sedona, allá abajo en el pueblo, parecían de juguete en comparación a los montes.

*** Imagen borrada ***

*** Imagen borrada ***

*** Imagen borrada ***

De allí nos fuimos a un supermercado local a comprar algo que cenar, pues no teníamos ganas de restaurante y menos de restaurante de hotel. Nos encontramos en West Sedona con un Safeway, uno de esos supermercados enormes, y nos fuimos a comprar algo. Los empleados eran super serviciales y simpáticos. La chica de la panadería, al saber que éramos de Florida, nos dio un “tour” por todo el supermercado (como si en la Florida no los hubiera mas o menos iguales), nos llevo hasta el deli para presentarnos al chico que nos hizo unas ensaladas y luego nos recomendó cual pan estaba acabado de hacer y todavía caliente. El pan estaba buenísimo, por cierto. Eso es para que luego digan que la gente en Arizona no es simpática… De ahí volvimos al hotel, echamos a andar a la chimenea, sacamos el pan, las ensaladas y todo lo que habíamos comprado y cenamos fenomenalmente. Un día muy completo.

---

Este es el día que teníamos dedicado a visitar el South Rim del Grand Canyon. Ya ambos lo conocíamos pero, sabiendo que estaba a solo dos horas de camino, nos parecía impensable no hacer una visita. Nuestro plan era ir hasta Flagstaff vía la escénica 89 A y el Oak Creek Canyon, una zona supuestamente muy bonita, y luego continuar de allí a Tusayan y la entrada del parque. Como nos apetecía disfrutar de la caída de la tarde sobre el canyon, regresaríamos de Flagstaff por la I-17 y la 179, un viaje mucho mas rápido y, sobre todo, mucho mas tranquilo porque la autopista nos ahorraría las curvas del Oak Creek Canyon en la oscuridad.

Desayunamos muy bien en el buffet del hotel, que era bastante amplio, bajamos a Sedona y torcimos por la 89 A hacia el norte. La carretera entra enseguida en el Oak Creek Canyon (“el canyon del arroyo de la encina”). Que paisaje tan bonito! Inicialmente, la carretera bordea el río, encajonado entre paredes de roca roja y después comienza a elevarse, bordeando los acantilados hasta cruzar un puerto de más de 8000 pies de altura (unos 2700 metros).

*** Imagen borrada ***


*** Imagen borrada ***

A la salida de Sedona hicimos una parada en este puente, que cruza unos de los cañones transversales. Un corto paseo permite ver bonitas vistas del río y de las extrañas montanas del área.


*** Imagen borrada ***

*** Imagen borrada ***

Un poco mas adelante, comenzaron a aparecer los bosques de pinos y, como no, la nieve, que inicialmente cubría el tope de los acantilados y, después, los mismos bordes de la carretera. Por suerte, hacia un día precioso con un sol super radiante y las barredoras habían dejado la carretera completamente limpia, así que no había peligro alguno.


*** Imagen borrada ***

A unos 10 kilómetros de Sedona pasamos por un state park donde, al parecer, la gente local va a bañarse en las cascadas y pozas que hace el Oak Creek y a dejarse arrastrar por la corriente de un lugar a otro. He tenido experiencias similares en otros ríos de la zona y debe de ser muy divertido. Ahora, este día el área estaba nevada y no había mucho personal por los alrededores.

Unos kilómetros después comenzamos la ascensión del puerto. La carretera hace muchísimas curvas y llega, al fin y al cabo, a un punto donde se puede aparcar en un mirador desde donde se domina todo el canyon nevado. Una vista muy, muy bonita. Había muchísima nieve pero, con un sol tan fuerte reverberando sobre ella, no hacia nada de frío—casi se podía andar por allí en mangas de camisa. A la entrada del mirador nos encontramos con varias mujeres navajas que habían puesto allí unas mesas para vender sus productos (que son casi siempre los mismos y que probablemente estén hechos en China). De todas maneras, siempre es divertido ver que ofrecen. Acabamos comprando por $15 dos collares muy majos de cuentas y turquesas de bonito color, pero poca calidad, para dos amigas en Florida que cumplían anyos ese fin de semana.

*** Imagen borrada ***

*** Imagen borrada ***

Flagstaff esta a poca distancia de allí. Es una ciudad pequeña con mucha oferta de hoteles y restaurantes, bastantes comercios, una universidad y un barrio “histórico” que guarda bastantes edificios de finales del siglo XIX, cuando comenzaron a instalarse los primeros colonos por el área. Entre ellos, una mansión victoriana que es, hoy en día, un museo y parque estatal. Flagstaff esta a mas de 2600 metros de altura, así que había nieve por todas partes, algo que a nosotros los floridanos nos resulta bastante exótico. Flagstaff tiene como telón de fondo los picos de San Francisco, los más altos de Arizona con casi 4000 metros de altura. Allí esta el Arizona Snow Bowl, que es el centro de ski mayor del estado.

Dejamos atrás Flagstaff y tomamos la carretera que lleva a Tusayan y hasta la entrada del parque nacional del Grand Canyon. Es un paseo muy bonito por el altiplano del Kaibab, que es como se llama la zona. La ruta va bordeando los San Francisco Peaks, cruzando bosques de vez en cuando y atravesando una enorme llanura nevada donde solo se veía una espesa capa de nieve, la silueta de los montes, y, de vez en cuando, algún que otro rancho solitario. No se como será el paisaje en verano, pero en invierno y en un día de sol, semejaba una postal.

*** Imagen borrada ***

*** Imagen borrada ***

Después de 45 minutos de camino llegamos al pueblito de Tusayan, a solo 10 kilómetros de la entrada del parque nacional. Tusayan consiste en un par de gasolineras y varios restaurantes y moteles dirigidos a servir a los visitantes del Grand Canyon. De Tusayan salen también las excursiones en helicóptero sobre el canyon. Poco después, nos encontramos con la entrada del parque, donde los rangers nos pidieron nuestro pase, confirmaron que el nombre que aparecía en la tarjeta era el mismo que estaba en la licencia de conducir y nos dieron los típicos mapas que muestran todas las carreteras del parque, los sitios donde están los miradores, algunos de los senderos y las rutas que siguen los autobuses que recorren la zona y permiten a los visitantes ir parando en los diferentes puntos de vista después de dejar su coche en algún aparcamiento.

Nosotros preferimos seguir en el coche. El South Rim esta muy alto y había demasiado frío para pararse a esperar un autobús. Pasamos de largo el Mather Point, que es el primer mirador, y continuamos hasta el Yavapai Pt. Nos bajamos y… a ver de nuevo el canyon! No voy a describirlo mucho porque ya lo han hecho personas con bastante más capacidad literaria que yo. Solo diré que, después de haberlo visto varias veces, por el lado norte y por el lado sur, me sigue sorprendiendo porque es total y absolutamente espectacular. En esta ocasión, estaba más bonito que lo de costumbre porque nunca lo había visto tan cubierto de nieve. Note, además, que me ocurrió de nuevo lo que me había pasado en otras ocasiones. No se me olvida “como” es el canyon. Recuerdo perfectamente los colores de las rocas y la topografía general de mesas y acantilados porque, como ya dije, lo he visitado varias veces y porque, además, aparece constantemente en fotografías, revistas, documentales y películas. Lo que no me queda muy bien grabado en la memoria es lo ENORME que es. No se porque… Quizás porque el cerebro no capta bien lo gigantesco que es y le resulta mas cómodo imaginárselo mas pequeño. Es que, vuelvo a repetir, es ENORME. Para que os hagáis una ligera idea del tamaño, que es lo que no se capta en las fotos: El canyon, desde el borde hasta el río Colorado, tiene 1700 metros de profundidad y, en su punto más amplio, 30 kilómetros de ancho. Como la mayoría de los miembros del foro sois españoles os doy la siguiente medida de comparación. Imaginaos lo siguiente: Si los miradores del South Rim, el lado sur, estuviesen en la Puerta del Sol, el lado norte estaría, mas a menos, en Los Ángeles de San Rafael, el pueblo que esta después de pasar el túnel de Guadarrama… Bueno, es que es… ENORME!.

*** Imagen borrada ***

*** Imagen borrada ***

*** Imagen borrada ***

De allí nos fuimos a dar una vuelta hasta el un centro de información que hay en el área donde una ranger estaba utilizando una maqueta para explicar la formación del canyon. Fue interesante, porque siempre se aprende algo nuevo.

*** Imagen borrada ***

Aqui aparecen grabadas, sobre el cristal de una ventana, las palabras de Teddy Rooseveldt, el presidente que inaguro este parque nacional y uno de las mas grandes figuras en la historia del movimiento para conservar los recursos y escenarios naturales: "No hagais nada para disminuir su grandeza, porque los siglos sin fin han trabajado sobre el y no podra nunca mejorarse. Guardadlo para vuestros hijos y para los hijos de vuestros hijos"

*** Imagen borrada ***


La ranger nos explico, por ejemplo que el altiplano de Kaibab, que al ojo semeja una zona completamente llana, esta, en realidad, inclinado de norte a sur. De ahí que el North Rim, al que se accede por Utah, este bastante mas alto que el lado sur (tiene unos 3000 metros de altura). Por eso es bastante más boscoso y por eso se cierra en invierno, pues las nevadas son bastante más fuertes y la nieve dura mucho más. De ahí también que el lado norte tenga muchos más recovecos y cañones laterales que el lado sur, que casi cae de plano sobre el río. El agua, al correr por el ligero declive, ha esculpido muchos mas entrantes y saliente en el North Rim (que a mi, personalmente, me gusta mas que el lado sur porque es mas salvaje y menos turístico).

De Yuvapai fuimos a comer algo a El Tovar, el hotel más antiguo del parque. Es un edificio antiguo de madera muy bonito. El restaurante tiene fama de buena cocina. Cuando llegamos estaba cerrado, porque era las 3 de la tarde y hasta las 5 no comienzan a servir la cena, pero en el bar servían “snacks”. Nos tomamos dos copas de un blanco del estado de Washington que estaba muy rico (están sacando unos vinos buenísimos en la zona del valle del Columbia en Washington y Oregon) y pedimos unos nachos navajos (hechos con pan de maíz frito en vez de con las típicas tortillas mejicanas) y un “Napoleón” de frutas. La verdad que ambos platos estaban buenísimos y eran suficientemente grandes para que comieran 4 personas.

*** Imagen borrada ***

Continuamos visitando los miradores y, en cuanto comenzó a caer la tarde, sobre las 5 y media, nos fuimos al Hopi Point, el punto que nos había recomendado la ranger, para ver el atardecer. El Hopi Point tiene una vista espectacular de casi 180 grados y la caída del sol resulto preciosa. Allí había, por supuesto, muchísima gente y, entre ellos, otros floridanos que, como nosotros, solo decían: “It’s beautiful, it’s sooo cold” (Que bonito y queee frío).

*** Imagen borrada ***

*** Imagen borrada ***

*** Imagen borrada ***

*** Imagen borrada ***

La caída del sol dio el toque de retirada. Paramos a echar gasolina en Tusayan y retomamos la carretera solitaria de Flagstaff. Casi que andábamos solo nosotros por allí a esa hora. A mitad del camino, me acorde de algo que no veía desde que era bien joven. Le pregunte a mi compañera si “había visto las estrellas en el Oeste”. Me miro extrañada como si me hubiera vuelto loco. Pare el coche en el medio de la planicie nevada. No había nada ni nadie, así que tampoco había ninguna luz. Apague los faros del coche y le invite a que saliera afuera. Me volvió a mirar como si estuviera loco pero se bajo del coche. Una vez fuera le indique que mirara hacia arriba. Y bueno, ahí estaba de nuevo el espectáculo… A esa altura y en un lugar donde no hay mucha humedad la atmósfera es poco densa y se ve el cielo estrellado como no se ve en ninguna otra parte (que yo recuerde). No es que se vean “las estrellas”, es que se ven miles de miles, como si se estuviese en un planetario, y que la Vía Láctea aparece como un cinturón fosforescente que cruza el cielo y donde fulguran miles de luces. Es, sencillamente, espectacular. Siempre recuerdo la primera vez que vi “las estrellas”. Estábamos de camping en Mt. Lassen National Park, en el norte de California y a casi 4000 metros de altura. A las 3 de la mañana alguien, mi me acuerdo quien, me sacudió en mi saco de dormir y me dijo: “Mira para arriba” (y yo acordándome de sus muertos) y… WOW… Os recomiendo que, si andáis por esa zona o en cualquier otro lugar relativamente seco y alto (como Bryce Canyon, Yellowstone, Sequoia, la Sierra Nevada etc.) echéis un vistazo al cielo tarde en la noche, una vez que se hayan apagado todas las luces del área y que no quede ningún remanente de la luz solar. No os arrepentiréis…

Después de este corte interludio poético (había demasiado frío para quedarse parado por allí), seguimos nuestro camino hasta Sedona vía la autopista y la 179. Llegamos bastante rápido y bajamos a cenar al restaurante del hotel donde me tome un salmón fresco hecho a la barbacoa, sobre una tartaleta de patatas y puerros que estaba francamente bueno. Y de ahí, a la chimenea y a la cama. Un día fenomenal.

---

Comienza un nuevo día en Sedona. Hoy queremos tomarnos la cosa con calma y, después de desayunar en el buffet del hotel, nos vamos a hacer algunas de las excursiones que nos recomendó nuestro amigo del centro de visitantes. Volvemos al centro del pueblo y retomamos la 89 A hacia el sur. Justo al costado del Safeway donde habíamos hecho nuestras compras tomamos Boynton Canyon Rd en dirección a las montanas. Queremos visitar esta zona de cañones pues, según nos han dicho, es muy bonita y contiene, además, un “vortex” de energía. Ya os explicare lo del vortex mas tarde porque, antes de acercarnos al canyon y al “vortex”, pasamos por el costado de la biblioteca pública de Sedona, y nos encontramos con un personaje muy importante. Casi todo el mundo piensa que Sedona es un nombre de origen español o indio, como el de muchos pueblos de la zona. Pero la realidad es diferente y tiene mucho que ver con la historia del lugar. Os cuento:

Sedona lleva el nombre de Sedona Miller, una chica que nació en Pennsylvania, allá por el 1865, en una familia de granjeros adinerados. Fue, para su época, una mujer bien educada, pues asistió a un colegio privado de señoritas, donde aprendió idiomas y a tocar el piano, que es lo que hacían las chicas bien por aquel entonces. Sedona iba camino de parecerse al resto de sus amigas cuando conoció a Theodore Schnebly, que le pidió se casara con el para establecerse en un rancho cerca de donde se había asentado su hermano, en una zona perdida en medio de los cañones de lo que, entonces, era el territorio de Arizona. Sedona, a pesar de parecer un poco pija, tenia su ramalazo aventurero y muy del Oeste, porque le encanto la idea y, supongo, también el Schnebly, porque se caso con el y se fue en un carricoche a Arizona a pesar de que sus padres cogieron un berrinche increíble y la desheredaron. La pareja se asentó en lo que es hoy el centro del pueblo y comenzaron a sembrar manzanas, porque las de la zona tenían justificada fama. Con el tiempo, abrieron una tienda general (o sea, un chiringuito donde había, mas o menos, de todo un poco) y, mas tarde, una especie de hotel. Sedona termino por convertirse en la persona favorita de las familias que vivían por el área. Cuentan que era una mujer muy simpática y hospitalaria, con un encanto muy especial, que siempre tenia una palabra amable para todos, un puesto en su mesa si algún despistado se aparecía por allí y una cesta de manzanas a la puerta para quien quisiera tomar alguna al pasar por su casa. El marido de Sedona quiso eventualmente abrir una oficina oficial de correos en su propiedad para servir a los ranchos del área pero, para abrirla, había que ponerle primero un nombre al lugar. Los colonos de la zona inicialmente propusieron varios nombres que el gobierno federal rechazo por largos. Finalmente, el cunyado de Sedona, que era un hombre practico, propuso el nombre de Sedona basándose en que, al fin y al cabo, todo el mundo se refería al cruce de caminos como “el lugar de Sedona.” La idea fue un éxito y, esta vez, los federales aceptaron la propuesta.

Añado que Sedona y su esposo continuaron viviendo en la zona y que sus hijos y nietos aun residen por el área. Sedona murió en 1950 (su marido dos anyos mas tarde) y siempre fue muy querida por los lugareños. Tuvo la oportunidad de ver como “su” pueblo fue cambiando con el tiempo, especialmente después de que, en los anyos 30, Hollywood comenzara a utilizar los cañones del área como telón de fondo para sus westerns y que empezaran a aparecer por el horizonte artistas y “celebridades” en plan de descanso y comunión con la naturaleza. Algunos conocidos, y ya desaparecidos, residentes del área fueron Orson Wells, Lucille Ball y Desi Arnaz y… sorpresa: Walt Disney! (Ya decía yo que el tren loco del Oeste en Disneyworld me recordaba a algún lugar). Actualmente tienen casas de recreo en Sedona, entre otros, Al Pacino y Sharon Stone.

Dicen que Sedona Miller tenía un fino sentido del humor. Por lo tanto, es probable que le hubiera divertido mucho ver a “su” pueblo actualmente convertido en un destino internacional donde su nombre encabeza los “resorts” de famosas cadenas hoteleras: Sedona Hilton, Sedona Hyatt, Sedona Renaissance… Hay fotos de Sedona por ahí, pero a mi me hace mucho mas gracia la escultura que la gente del pueblo mando a hacer, en su honor, frente a la biblioteca publica que ella ayudo a fundar. Especialmente porque las bibliotecas siguen siendo, en todos estos pueblos pequeños de EEUU, el clásico punto de reunión. Allí, a la entrada, esta Sedona, con pinta de jovencita un poco demodé, su moñito en medio de la cabeza y su trajecito “de Domingo” a la usanza del 1900, su cesta de frutas y una mano extendida que, siguiendo la tradición hospitalaria de los pequeños pueblos del Oeste, ofrece una manzana a todo el que pasa por sus tierras, ya vengan de la Florida, Madrid o Tombuctú



Boynton Canyon es una zona muy bonita al final de un área residencial de la ciudad. Según dicen, los Sinagua y los Navajos consideraban que estos cañones tenían “poder espiritual” y la gente de la “Nueva Era” ha seguido la tradición y aseguran que en la zona hay varios “vortex”, o puntos de energía. Boynton Canyon parece ser uno de ellos. Mi compañera y yo estuvimos vagando un poco por los senderos pero debemos de carecer de sensibilidad síquica, porque no sentimos nada de particular aparte del olor a pino ni vimos nada mas que las espectaculares vistas de la sierra y las familias que había por allí.

*** Imagen borrada ***

*** Imagen borrada ***

Sin haber logrado ninguna conexión espiritual, continuamos nuestro paseo y nos fuimos al parque municipal de Cathedral Rock (la roca de la catedral), una formación rocosa a la cual se accede por una carretera que sale del otro lado de la 89 A y cruza un precioso valle lleno de ranchos. La entrada al parque vale $5 por coche y permite usar las mesas de picnic con sus barbacoas, que en esta época de frío estaban solitarias, y los terrenos deportivos. Mas allá del aparcamiento, y al final de un prado, hay una antigua cabaña de algún pionero con su rueda de molino para traer agua a la casa. Mas adelante, esta el río, que baja haciendo rápidos desde los cañones. La verdad que el paisaje es precioso. Debe ser aun mas bonito cuando los árboles estén frondosos. Y bañarse en el río debe ser una gozada en verano. A mi la formación de rocas no se me pareció en nada a una catedral, aparte de tener algunas “agujas” pero, bueno, eso es como jugar a las nubes, donde cada uno ve lo que le da la gana. Lo que si aseguro es que el lugar es muy bonito y que comunica una agradable sensación de paz.

*** Imagen borrada ***

*** Imagen borrada ***

*** Imagen borrada ***

Esta parte de la roca parecia, mas que una catedral, dos navajos envueltos en sus mantas

*** Imagen borrada ***

De allí retomamos la 89 A en dirección a Prescott. Teníamos idea de visitar por el camino el “pueblo fantasma” de Jerome que esta en la misma carretera. La verdad es que Jerome no nos gusto nada. Esta colgado de una montanya por donde la carretera sube haciendo curvas pero de fantasma no tenia nada, porque estaba a rebosar de gente, no había donde aparcar y todas las casas “abandonadas”, que no eran antiguas ni tenían mucho encanto, estaban llenas de tiendas de souvenirs, de esos que uno paga por no tener en su casa. Seguimos de largo y cruzamos el Mingus Pass, otro puerto de más de 8000 pies de altura. Un rollo de curvas y,nieve con un paisaje que, en verdad, no era especialmente bonito. Sugiero, por lo tanto, a las personas que quieran ir a Prescott desde Sedona, o que pasen por Prescott en dirección a Sedona, que hagan ese trozo del viaje por la I-17 y 179. Es mucho más corto y hasta más bonito.

Recordaba a Prescott como un pueblo muy pintoresco, pero mi última visita tuvo lugar hace bastantes anyos y no tenia muy claro como era. No me pareció igual, quizás porque en el invierno los árboles pierden las hojas y le quitan encanto al paisaje. Lo que si estaba igual era la clásica plaza del pueblo, con su juzgado con escaleras y columnas en estilo “federal” (el neoclásico por aquí), su árboles, sus casas de la época victoriana y su kiosco para la banda que recuerda a la plaza de cualquier pueblo del medio oeste. Como era Domingo, hacia buen tiempo y, además, era el día se San Valentín, la plaza estaba llena de vecinos que habían salido a dar una vuelta. Nos sentamos en un banco y nos divertimos muchísimo viendo a la gente. Lo bueno que tenemos en EEUU es que cada uno hace lo que le da gana, por raro que sea, y, mientras no moleste al vecino, pasa desapercibido. Había varias parejas celebrando San Valentín haciendo un picnic en la plaza. A nuestro costado estaba una chica que pensamos le había dado una convulsión, porque estaba tirada sobre el césped haciendo unos movimientos muy raros, pero luego nos dimos cuenta que estaba haciendo unos ejercicios de origen desconocido. En otra parte de la plaza había un grupo de vecinos divirtiéndose con unos hoola hoops que no se de que ático habrán sacado. Bueno, que aquello era un show mejor que los de Las Vegas y, encima, gratis…

*** Imagen borrada ***

En uno de los costados de la plaza esta “Whiskey Row”, o “la hilera del whiskey”, una serie de bares de la época del antiguo Oeste adonde solían bajar los mineros a montar bulla el día libre. Están bastante bien conservados. También hay un hotel en muy buen estado de la época. La mayoría de los edificios son actualmente tiendas o galerías pero, uno de ellos, sigue siendo el clásico “saloon” de los westerns con su media puerta que se empuja al entrar, la larga barra de caoba detrás del cual se escondía el barman cuando empezaban a volar las botellas y a llover las tortas, sus espejos victorianos y sus mesas de madera. Para completar el número, las camareras estaban vestidas a la usanza de la época y, en una esquina, había un pianista estupendo, también con un uniforme de los del Norte en la guerra civil, tocando música de esa de pianola, sentado en un barril mientras su mujer, vestida en plan bailarina de can-can, tejía en una mesa aledaña. Nos tomamos dos cervezas negras, que estaban buenísimas por cierto, y nos divertimos un montón, porque todo el mundo se sabía las canciones y las cantaba o tarareaba. El asunto se animo mas cuando llegaron unos escoceses, que no se de donde habrán salido, con sus falditas y sus boinas y se mezclaron con los rancheros del área. Advierto que el sitio, que no me acuerdo como se llama pero que no tiene perdida, tiene también un restaurante al fondo donde vimos que servían unos filetes y unas costillas a la barbacoa con una pinta estupenda.

*** Imagen borrada ***

*** Imagen borrada ***

*** Imagen borrada ***

A la salida de Prescott paramos en Watson Lake, un parque municipal que nos habían recomendado visitar los lugareños a la salida de la ciudad. Fue un verdadero acierto, porque el lago esta en medio de un paisaje extrañísimo de rocas redondas de granito y es, realmente, muy bonito. Como hacia un día fenomenal, había mucha gente por allí paseando en barcos o canoas. Aqui se ve el lago y, al fondo, los San Francisco Peaks que, esta vez, estan a mas de 200 kilometros de distancia

*** Imagen borrada ***

*** Imagen borrada ***

*** Imagen borrada ***

*** Imagen borrada ***

La vuelta a Sedona la hicimos por la I-17 y fue muchísimo más rápida y cómoda. Llegamos al hotel con ganas de comernos un buen filete porque el desayuno ya se había quedado atrás, así que nos fuimos a recepción a preguntar por un steak house. Allí nos recibió Miss England, en plan de la ama de llaves de “Rebeca”, que, con muchos aspavientos, nos comento que no encontraríamos mesa en ninguna parte porque, por motivo de San Valentín, todo estaba lleno y que nos sugirió deberíamos de haber reservado mesa con tiempo (como si yo no tuviera mas nada que hacer que llamar desde la Florida a un restaurante a 4000 kilómetros de distancia para reservar una mesa). Nos saco un libro muy rococó donde nos mostró los menús del día, todos de degustación y a precios astronómicos, en los restaurantes que recomendaba y hasta llamo a algunos que, en realidad, dijeron estar llenos. La verdad que a nosotros no nos interesaban los menús de degustación ni tener que vestirnos de fiesta para ir a un restaurant elegante donde a lo mejor nos tropezábamos con Sharon Stone o Al Pacino. Finalmente, sugerí a mi compañera irnos hasta Oak Creek, el pueblo que estaba a medio kilómetro, donde habíamos visto un japonés de suchi, un chino, un italiano, uno americano que se llamaba “Blue Moon” y un tailandés “de barrio” que tenia muy buena pinta. Nos decidimos por el tailandés, donde encontramos mesa a pesar de las predicciones catastróficas, celebramos el San Valentín y comimos fenomenal. Compartimos un mee grub, yo me tome un curry masaman de ternera y mi compañera unas gambas y nos bebimos media botella de un “blush” californiano, que estaba frío y muy rico, por la cuarta parte del precio de los restaurantes que nos mencionaron antes. Y, además, sabíamos lo que nos estábamos comiendo porque, con estas cosas de nouvelle cuisine, uno nunca sabe que es lo que tiene delante. De allí a ver la chimenea y a dormir…

---