Otro día más que amanece muy soleado y con 20 grados. Estamos teniendo mucha suerte con el tiempo. Hoy queremos ver algo del Parque Nacional de Puez Odler, en concreto, vamos hacia la Val di Funes/Vilnösstal, justo al norte de la Val Gardena.
El valle está inundado de tal manera por la luz que apenas se adivinan los macizos del Odler en el horizonte. Tenemos en mente dos iglesias que habíamos visto en unos escenarios de película. Encontramos un poco de confusión entre ellas, pues a veces veíamos que el nombre de una se le asignaba a la otra, así que nada mejor que descubrirlo por nosotros mismos.
La primera es la iglesia de Santa Maddalena a la que se llega por Maddalenaweg; nos costó encontrarla, porque es una zona repleta de verde con pequeños caminos, pero por fin llegamos.
Está al lado de una casa maltratada por el tiempo, de la que sale una señora que se encarga de mantenerla; enfrente, una ganadería dedicada al embutido, y es que justo allí, en la explanada que está delante de la iglesia, se celebra el Speckfest los últimos días de septiembre.
El interior habla por sí mismo. Allí nos dedicamos a nuestros quehaceres cuando entramos en alguna iglesia: agua bendita, encender velitas...
Cruzando el cementerio hay otra pequeña capilla con un Cristo yaciente y velitas. ¡Por supuesto, a encenderlas! Desde enfrente la visión con las montañas del Puez Odler detrás es espectacular.
Encontrar la de Sankt Giovanni nos fue más fácil, a través de la estrecha carretera St. Johann y las indicaciones Zenneralm;
siguiendo un poco después del Hotel Ranuimüllerhof, a continuación de su parque infantil hay un aparcamiento; retrocedimos un poco caminando y, siguiendo el letrero “Ranuihof” entramos en la pradera que alberga esta pequeña joya con las cimas del Sass Rigais de fondo.
De vuelta al coche parada en la terraza del Ranuimüllerhof y en su parque infantil, para digerir tanta belleza.
Un vecino del lugar nos recomendó que es mejor venir por la tarde para fotografiar la iglesia, que es un templo muy sencillo, decorado con pintura mural en el exterior… pero esa sencillez en este enclave es lo que da lugar a la explosión para los sentidos.
El valle está inundado de tal manera por la luz que apenas se adivinan los macizos del Odler en el horizonte. Tenemos en mente dos iglesias que habíamos visto en unos escenarios de película. Encontramos un poco de confusión entre ellas, pues a veces veíamos que el nombre de una se le asignaba a la otra, así que nada mejor que descubrirlo por nosotros mismos.
La primera es la iglesia de Santa Maddalena a la que se llega por Maddalenaweg; nos costó encontrarla, porque es una zona repleta de verde con pequeños caminos, pero por fin llegamos.
Está al lado de una casa maltratada por el tiempo, de la que sale una señora que se encarga de mantenerla; enfrente, una ganadería dedicada al embutido, y es que justo allí, en la explanada que está delante de la iglesia, se celebra el Speckfest los últimos días de septiembre.
El interior habla por sí mismo. Allí nos dedicamos a nuestros quehaceres cuando entramos en alguna iglesia: agua bendita, encender velitas...
Cruzando el cementerio hay otra pequeña capilla con un Cristo yaciente y velitas. ¡Por supuesto, a encenderlas! Desde enfrente la visión con las montañas del Puez Odler detrás es espectacular.
Encontrar la de Sankt Giovanni nos fue más fácil, a través de la estrecha carretera St. Johann y las indicaciones Zenneralm;
siguiendo un poco después del Hotel Ranuimüllerhof, a continuación de su parque infantil hay un aparcamiento; retrocedimos un poco caminando y, siguiendo el letrero “Ranuihof” entramos en la pradera que alberga esta pequeña joya con las cimas del Sass Rigais de fondo.
De vuelta al coche parada en la terraza del Ranuimüllerhof y en su parque infantil, para digerir tanta belleza.
Un vecino del lugar nos recomendó que es mejor venir por la tarde para fotografiar la iglesia, que es un templo muy sencillo, decorado con pintura mural en el exterior… pero esa sencillez en este enclave es lo que da lugar a la explosión para los sentidos.