Blogs / Diarios 
La mañana del jueves estaba destinada a desplazarnos a Florencia. Como el checking no lo íbamos a poder hacer hasta la una del mediodía, nos lo tomamos con calma para desayunar y hacernos la maleta, además que se agradece no madrugar un día.
60 km nos separaban de la capital de la Toscana y en menos de una hora ya estábamos en la entrada de la ciudad. Cogimos un poco de atasco así que llegamos sobre las doce.
El hotel que elegimos fue el Monna Lisa (Vía Borgo Pinti 27). Lo cogimos por su buena ubicación a menos de 10 minutos caminando de la Piazza del Duomo. Además necesitábamos un hotel con parking disponible para dejar el coche ya que en la calle leí que era imposible aparcar.
Dejamos las maletas y aprovechamos el rato que nos quedaba antes del checking para ir a por la Firenze Card. Esta tarjeta permite la entrada a todos los monumentos y museos importantes de la ciudad durante tres días. El precio es un poco caro ya que vale 72 €/persona. Si vuestra duda es si vale la pena o si se puede pasar sin ella; mi respuesta es que si la sacas, aprovechas al máximo la ciudad porque no estás pensando todo el rato si valdrá la pena pagar la entrada en cada sitio y lo más importante, te evitas las interminables colas que se montan en los dos o tres lugares más famosos, ya que los usuarios de la tarjeta hacen cola aparte. En proporción a la gente que hay haciendo turismo, poca gente la lleva por lo que se accede bastante rápido en todos los sitios. Además si os ponéis a sumar lo que valen las entradas, con visitar cuatro sitios ya está amortizada, sin contar el tiempo que no habéis perdido esperando para entrar.
La tarjeta se saca en cualquiera de los puntos de oficina de turismo. A nosotros el que nos pillaba más a mano fue el de la Vía Cavour 1.
Antes de volver al hotel fuimos a comer. Había mirado varios sitios por internet así que nos decantamos por uno. En la Piazza del Mercato Centrale había dos con buenas referencias. La primera idea fue ir a la Trattoria Mario pero había mucha cola así que nos metimos en la terraza del Da Garibardi. Un par de pizzas de muy buena calidad acompañadas de vino blanco.
Con la tripa llena regresamos al hotel para registrarnos y deshacer las maletas. Hacía un poco de tormenta, de manera que decidimos empezar por un sitio a cubierto.
Yendo dirección al río Arno por la Vía Verdi y luego por la Vía de Benci alcanzamos la plaza donde está la Iglesia de la Santa Croce. Personalmente, a mí fue uno de los sitios que sin esperar nada del otro mundo, me sorprendió gratamente. Desde la fachada principal al patio pasando por el interior es una de las iglesias más bonitas y llamativas que he visto.
La Santa Croce además de ser una iglesia franciscana, es uno de los panteones más importantes del mundo, por el nivel de las personas que hay allí enterradas. Galileo Galilei, Michaelangelo, Ghiberti o Maquiavelo son algunos de los más célebres.
Todas las tumbas se sitúan en la parte más alejada del altar, cada una decorada diferente. Menos mal que primero fuimos a la Santa Croce porque estando dentro cayó el diluvio universal.
FOTO: Tumbas dentro de la Santa Croce
Estuvimos sentados en un banco haciendo tiempo hasta que paró y pudimos salir al patio interior. La zona del patio es muy bien cuidada, con zona de césped, los arcos y columnas y varias esculturas.
La Santa Croce seguramente sea un lugar que si no llevas la Firenze Card no entre en tus planes y sin embargo es muy recomendable su visita.
A apenas 200 metros de la Santa Croce se encuentra el Museo del Bargello. Nosotros entramos pero no fuimos a ver la colección de obras de arte sino que simplemente estuvimos viendo el edificio y su patio interior. El edificio por fuera guarda similitudes con otros que habíamos visto por los pueblos. Por dentro, la exposición está en la parte superior y en la inferior hay un patio abierto. Si no se dispone de la Firenze Card para mí sería uno de los lugares prescindibles.
El siguiente punto de parada era la Galleria della Accademia. Seguramente sea el punto donde más se agradezca llevar la tarjeta y no tener que pasar por la cola que se forma dando la vuelta al edificio. Sin ella, el tiempo de espera para entrar sería de una hora y media aproximadamente.
El David de Michaelangelo es la atracción principal de la galería. El resto, pues como digo otras veces para los amantes de la escultura os encantará y para los demás pues no os llamará excesivamente la atención. El David la verdad que es impresionante, sus más de cinco metros de altura resultan imponentes y el mármol blanco de Carrara en el que está esculpido le da una elegancia incomparable. Es sin duda, la mejor escultura que he visto nunca, y por mucho que se parezcan no se puede asemejar a las imitaciones que hay en Florencia, ni siquiera a la principal que la sustituyó en la Piazza de la Signoria.
Simplemente sentarse a su alrededor a contemplarlo resulta un placer y te transporta aunque sea a un rinconcito del Renacimiento italiano. Yo tenía entendido que no se le podía fotografiar, pero cuando estuvimos sí que se podía y nadie ponía ningún problema.
En la Galleria estuvimos unos 45 minutos aproximadamente. Sin duda es una visita ineludible en Florencia, haya o no haya que hacer cola ya que el David es a Florencia como la Torre Eiffel a París.
Cogimos la Vía Rocasoli que pasa por el lado de la Galleria en dirección al río que acaba desembocando en la Piazza del Duomo. La visita a toda la plaza la había planeado para el día siguiente pero es imposible pasar por allí sin detenerse como mínimo en la fachada principal del Duomo.
El Baptisterio estaba en obras por lo que estaba todo cubierto de andamios. Todo excepto las entradas, de manera que la que queda enfrente del Duomo, que son las famosas Puertas del Cielo de Ghiberti fueron nuestro siguiente punto de atención. Son diez paneles de bronce con escenas del antiguo testamento. Son una copia como todo lo que hay en la plaza ya que las auténticas están en el Museo del Duomo. A pesar de ser una imitación están protegidas por una valla para que no se puedan tocar.
Continuamos por la Vía del Calzaiuoli que comunica la Piazza del Duomo con la Piazza de la Signoria. Es una calle llena de tiendas ideal si queréis ir de compras. En Florencia los bolsos y todo lo que sea de piel son los productos estrella.
La Piazza de la Signoria es uno de los puntos de la ciudad donde más cosas de interés se concentran. El Palazzo Vecchio, la Logia dei Lanzi, la Galleria degli Uffizzi, el palacio Uguccioni y la gran variedad de esculturas y fuentes forman un conjunto artístico excepcional.
El interior del Palazzo Vecchio lo dejamos también para el día siguiente, así que estuvimos viendo todas las esculturas al aire libre de la plaza. La Logia dei Lanzi es un museo al descubierto reuniendo varias figuras como Perseo con Medusa o el Rapto de las Sabinas.
Se encuentran en la parte inferior de la Galleria degli Ufizzi pero sin tener que entrar en el edificio para nada. Flanqueando la entrada al Palazzo Vecchio, está la réplica del David que se colocó cuando se mudó el original a la Accademia junto a Hércules y Caco de Brandinelli. Junto al Palazzo, está la fuente de Neptuno de Ammannati y más alejado la estatua ecuestre de Cosme I.
Nos sentamos a descansar aprovechando que había un guitarrista tocando y la verdad que estuvimos un rato agradable viendo la mezcla que ser forma en la plaza entre turistas y los florentinos.
Eran las siete de la tarde, y habíamos reservado para lo último del día uno de los puntos más atractivos de la ciudad; el Ponte Vecchio. Pasando a través de la parte exterior de la Galleria degli Uffizzi se llega al Lungarno, que son las dos calles que van por las orillas del río Arno. Más en concreto se sale al Lungarno Archibusieri. Desde allí, se obtiene toda la panorámica del río con el Ponte Vecchio a un lado y el Ponte alle Grazie al otro.
El Ponte Vecchio, para aquellos que no lo sepáis fue el único puente que quedo en pie en Florencia durante el bombardeo alemán de la segunda guerra mundial, según se dice por orden expresa de Hitler. La otra gran particularidad del puente está en su interior, ya que a ambos lados está ocupado por las joyerías más caras de la ciudad, por lo que paseando por él, es un escaparate tras otro de collares, anillos o pulseras de precios elevados. En medio del puente, hay un hueco en ambos lados sin joyería, y con vista panorámica hacia los dos lados del Arno, ideal para tomar buenas fotos. Dependiendo de la hora, la puesta de sol os dará un enfoque perfecto hacia un lado y difícil para el otro.
Por encima del puente discurre el corredor Vasariano. El Papa hizo construir este pasadizo para poder ir desde el Palazzo Vecchio hasta el Giardino Boboli sin mezclarse con la gente por la calle, y lo decoró con obras de arte. Sólo se puede visitar mediante excursiones con reserva.
Ya era hora de cenar, y se nos ocurrió probar a ver si había mesa en el Golden View Open Bar que está al otro lado del puente (Vía de Bardi 58). Estaba todo reservado, pero una mesa de dos, la que tenía mejor vista al puente no la iban a ocupar hasta dentro de una hora y tres cuartos, así que sin pensarlo la cogimos. La verdad que es difícil tener tanta suerte, porque el sitio con las vistas por la enorme cristalera del restaurante es una maravilla. Además la comida estuvo muy buena, y para nada excesivamente cara para lo que se podía esperar por la ubicación. Yo comí un rissoto de setas y mi mujer un plato con embutidos y quesos de la Toscana acompañados por una copa de champán que te sirven ellos y un vino blanco. Realmente es un restaurante recomendable al 100%.
Un paseíto de vuelta al hotel para bajar la cena y a descansar de un día muy aprovechado en la capital de la Toscana.
Etapa anterior
Últimos comentarios al diario: 
Tema: 
Ir a tema del foro
Itinerarios Florencia: Que Ver
